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Ya ha pasado un tiempo y Kurapika aun no ha regresado y eso a Gon lo tenía un poco ansioso.
<<¿Qué le tiene tan ocupado?>>, se preguntaba, pensativo en su cama mientras los demás dormían. Pero no solo él se lo preguntaba, Killua también lo hacía. Y cuando se puso a pensar en algunas posibilidades, recordó la fecha que se acercaba y se preocupó un poco.
-El Evraroko... -musitó pasmado.
<<Maldición...>>, maldijo. Habían pasado tantos siglos que ya se había olvidado de ellos. En toda su vida, nunca había podido participar por su juventud. Ahora que tenía la edad, podía participar, pero aun así..., ¿Por qué Kurapika no le dijo nada al respecto? Más bien, ¿Cómo pudo haber olvidado algo así? Kurapika era el más apto para liderar por otros miles de años más, pero todo podía pasar. Entonces, se dio cuenta de algo igual de preocupante.
<<Oh mierda... Si Kurapika no gana estás elecciones... Si se enteran que aquí hay humanos...>>, pensaba Killua, poniéndose cada vez más pálido. <<Oh Killua... en serio eres un idiota...>>
<<En serio tengo que sacarlos de aquí rápido... Pero... Tampoco puedo sacarlos de la cueva... Menos en estás épocas. Podría perjudicar a Kurapika.>>
Y así, durante una semana más, Killua permaneció tenso y pensativo. No dejó de estar nervioso por un largo tiempo, tanto que incluso se mantuvo algo distante de los demás para no agobiar a los demás con sus pensamientos. Sin embargo, Gon no iba a dejar las cosas así. Los más pequeños intentaban animar a Killua a que juegue con ellos, pero, cada vez que Killua los veía, se notaba un atisbo de amargura en su mirada. Eso le llamó la atención a Gon.
Y en una noche, se aventuró a descubrir la angustia de Killua, mientras todos dormían.
Gon, sin saber como empezar la conversación, vio que estaba por llegar al cuarto de Killua. Las luces de las antorchas que estaban prendidas a su alrededor llameaban intensamente, y, como todo funcionaba con los poderes de Killua, comenzó a percatarse de que estás al parecer también eran una muestra de como se encontraba Killua. Las llamas se agitaban aunque no hubiera viento que las soplará, y las que estaban por apagarse a su espalda apenas pululaban en la oscuridad. Se veían tensas y no parecieran ser algo natural. Además, se sentía una extraña vibra que lo envolvía, pero que no era suya.
Siguió caminando por el pasillo y, a poco de llegar al cuarto de Killua, atisbó por un lado que las luces de adentro estaban prendidas. <<¿Está dormido o despierto?>>, se preguntó Gon, después de todo, no importaba si Killua dormía o no, estás podían prenderse o apagarse cuando este quisiera.
Con mucho que decir, pero sin saber cómo empezar, se acercó a paso seguro, preocupado por Killua. Sin embargo, siquiera antes de que él se acercará a la puerta, este se apresuró a hablar desde su cama.
- ¿Qué haces despierto, Gon? -preguntó Killua, mirando el toldo de su cama mientras sus brazos eran aprisionados por su cabeza y las almohadas.
Gon se sorprendió al oírlo. Se supone que su olor era efímero, pero, por lo visto, Killua ya estaba muy acostumbrado, tanto que lo percibía a poca distancia de él.
Gon, sin vacilar, entró al cuarto de Killua.
- Ahm... nada en especial... Solo... quería hablar contigo.
Y, automáticamente, Killua se reincorporó de su cama para verlo.
- ¿Todo bien? -inquirió.
-Sí. Todo bien. Al menos con nosotros... Pero, ¿Y tú?
Killua, viéndolo fijamente, entendió a lo que quería llegar.
-No es nada importante. Al menos no algo de lo que tengas que preocuparte.
-Si se trata de nosotros, sí, Killua.
Killua apartó la mirada, meditabundo, sentado sobre su cama.
- ¿Vamos a seguir con la rutina de ocultarnos cosas? -preguntó Gon-. Eso fue lo que te trajo muchos problemas con Kanzai. Y no es como decir que los dos sean grandes amigos ahora. Yo diría que la relación de ustedes es muy tensa. Como la de un comprador y vendedor -explicó Gon.
Killua siguió en silencio, pensativo.
-He visto como trabajan unos sicarios de bajo poder, y creeme, no quieres repetir los mismos errores con Kanzai como lo hacían los compradores de ciertos grupos y pandillas.
Killua suspiró.
-Bueno... No es que quiera ocultárselos. Es solo que... justamente por como ocurrieron las cosas con Kanzai, es que no sé si me creerían está vez.
Gon, intrigado, se acercó a la cama para sentarse.
- ¿Por qué?
- Es que... me olvide.
Gon quedo en blanco, confundido.
- ¿De qué?
- Del Evraroko.
- ¿Qué es eso?
- Es una tradición de cambio de gobierno que ocurre casi cada milenio. En realidad, la fecha puede cambiar depende de la ocasión. Tal vez por eso se me olvido.
- ¿Y de qué trata?
- Básicamente es hacer una elección de un tipo de gobierno.
- ¿Tienen... un gobierno democrático o algo así? De hecho, ¿Tienen política? -inquirió con cierta sorpresa-. Vaya... -soltó alucinado-. Creía que Kurapika era como una especie de monarca o algo así.
- No, solo será el próximo líder de su familia. Aun está en proceso de convertirse en uno, y por tradición tiene que irse metiendo en las leyes y políticas que ponen las siete familias que desean gobernar este mundo y el del infierno a tan temprana edad. Yo solo soy un civil, y apenas estoy cumpliendo la edad para formar parte.
- ¿Está también es una de las costumbres que adoptaron de la humana?
- Sí -asintió-. Nos ayudó mucho a prosperar en está isla por siglos. Es un modelo que replicamos porque a los humanos parecía funcionarles. Solo que con el tiempo fuimos creando la propia.
- Entiendo... ¿Y por eso Kurapika se tarda tanto?, ¿Está muy concentrado en las elecciones?
- Sí. Pero él no me lo dijo, y eso es lo que me extraña. Sé lo básico, pero el margen político nunca fue importante para mí, y por eso me olvide. ¿Acaso... antes de que tuviéramos unas conversaciones más civilizadas sin que yo tenga que usar la fuerza, me habrías creído de que fue un olvido? -preguntó.
Gon pensó un poco y, al instante pudo comprender sus preocupaciones.
- Creo que no. Pero, ¿Qué tiene que ver su política con nosotros?
- Tiene todo que ver. Aquí ningún demonio a comido carne humana, y varios desean hacerlo.
Gon se tenso.
- Han pasado siglos desde la última vez que los demonios comían humanos para saciarse, y no creas que a todos les gusta vivir en este lugar tan minúsculo con demasiada sobrepoblación.
Gon tragó en seco al ver por donde iba todo esto.
- Kurapika es el único que a querido mantener la paz, y si él no gana las elecciones, tendremos que esperar a que pasen millones de años para que otro Evraroko vuelva a presentarse. Y si se enteran de que hay humanos aquí... no tendremos el amparo de nadie que pueda protegerte, porque todos sin excepción deben obedecer a la familia que gobierna. Pero también hay un contra, y es que como ya te dije, muchos aquí anhelan probar carne humana. Y si se llegan a enterar o malinterpretar de que Kurapika estaba cerca de los humanos o que siquiera es posible traer humanos sin salir heridos, y mucho peor, si se enteran de que no tienen Nen, querrán intentar de nuevo la misma guerra que te narramos la última vez, Gon.
Con solo recordar las imágenes que se hizo en su cabeza cuando le contaban esa historia, se le pusieron los nervios de punta.
<<Eso no debe volver a pasar...>>
-Por eso he estado muy tenso y nervioso. No es que haya querido ser distante con ustedes apropósito. Además, sé que esto es muy importante para Kurapika, y no quisiera ser yo quién lo arruine... Él.. -Suspiró-. Me ha querido ayudar tanto, él y su familia, y yo... no quiero pagárselos de ese modo... Ellos...
Con solo pensarlo un poco, a Killua le carcomió el remordimiento de sus acciones por las venas.
- Siempre me han visto como parte de ellos... De su familia... Y no quisiera arruinarles nada por... un capricho mío... Y que ustedes... Soy un idiota... -musitó, ocultando su rostro bajo su brazo, apoyando la frente en su rodilla.
Ni siquiera pudo atreverse a continuar. Gon, viéndolo ensimismado en su culpa, se acercó y lo abrazó.
- Todo saldrá bien, Killua. Prometo hablar de esto con los chicos, y trataremos de no salir mucho de la cueva para no estar tan expuestos -dijo Gon, intentando consolarlo.
- ¿Pero y si algo sale mal?
- Pasará si lo deseas.
Killua, pensativo, vio de reojo la mano de Gon sobre su hombro y la tomó con suavidad.
Los dos se quedaron en silencio un momento, un agradable momento... que solo duró poco tiempo.
- Gon...
- ¿Sí?
- Cuando llegue Kurapika... Hay algo que me gustaría mostrarte. Tal vez tú como humano lo entiendas más que yo. Después de todo, ya pasaste por ahí, pero nunca te lo mostré en persona porque estabas dormido.
- ¿De qué se trata?
- De la barrera de escape de la Isla.
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