6
Nadie podía entender lo que ocurría. Gon no pudo ni reaccionar, solo quería soltarse de Killua al sentir sus dedos aferrados a su cintura. Quiso librarse, pero este se lo impidió tomando su nuca. Se alarmó; Killua inclinó su torso para atrás en un rápido movimiento, y al intentar reaccionar quedo sin palabras. Sorprendido. Killua lo había besado en los labios, mientras él se sostenía de su ropa sobre sus omóplatos, pensando que se caería de espaldas.
"¿Qué, qué?"
No pudo apartar la mirada de la de Killua, quién lo admiraba también. Solo quedo en blanco, con sus mejillas ligeramente rosadas.
No dudo en empujar a Killua para soltarse; no consiguió alejarlo ni un poco. Siguió intentando para zafarse de su agarre, pero él lo soltó apropósito, cayendo de espaldas.
— Por Dios, que exagerado —dijo con burla, limpiándose el labio inferior con el pulgar —. Solo fue un beso mi hembra.
— ¡¿QUÉ?! —exclamó sorprendido. — ¿Qué demonios te pasa?
Sus mejillas ardieron como si estuvieran en el mismísimo infierno. Nadie en la jaula hablaba por la incertidumbre, pero Gon estaba más confundido que ellos.
— ¡Por si estás ciego te aclaró que soy UN chico! —recalcó, levantándose.
— Sé que eres un chico, no soy un idiota —respondió serio. No le gusto en lo absoluto su actitud contestona —. Ahora, apúrate. Tener muchos... —Pausó, mirando con ironía a los demás. — "Invitados", no es de mi comodidad. Así que despídete rápido de ellos.
— ¿Por qué me despediría?
— Mira, seré muy directo —resopló con fastidio —. Yo solo los salvé porque a ti te importan; a mí no. Solo los traje para que te despidieras de ellos, después los iba a dejar en libertad.
— ¿Por qué?
— Porque yo solo te quiero a ti. Aparte; es una costumbre de mi especie: Hacer algo bueno por la hembra para cortejarla.
— ¿Disculpa? —Lo miró perplejo.
— ¿¡Te parece que esto es un trató amable!? —reclamó Piyon. — ¡Estamos en una jaula parados desde hace horas!
— ¿¡Quieres callarte, humana!? —gritó. — ¡Esto no es de tu incumbencia!
— ¡Tampoco la mía!, si ellos se van yo también me voy —aseguró Gon.
— ¿Ah sí? —preguntó desafiante. Sus ojos se oscurecieron de un momento a otro.
— ¡Sí!
— Bien, entonces váyanse todos —dijo indiferente.
— ¿Eh? —Quedo en blanco. — ¿De verdad?
— Claro —respondió, chasqueando los dedos.
Al instante, los barrotes de la jaula se convirtieron en pequeñas luces que desaparecieron en el aire. Todos estaban libres, y Gon no se podía creer lo fácil que fue convencerlo.
"¿Cómo lo hizo?", se preguntó impresionado.
— Bien. Todos pueden irse. Solo sigan de frente hasta el final del pasillo. Ahí encontrarán una sala con la puerta de salida de la cueva —dijo, y se encaminó a una pared para apoyarse.
— ¿De verdad? —cuestionó Gon. No se fiaba de él. De un ser extraño con habilidades desconocidas.
— Sí. Adelante, sean libres.
— ¿Qué es lo que planeas? —interrogó Kanzai. Su mirada era de desconfianza.
— ¿Yo? —Se hizo el desentendido, con una sonrisa maliciosa, pasando sus brazos detrás de su cabeza. Se había relajado en la pared. — Oh Nada, ¿Acaso desconfías de mí?
— Obviamente, asesino —recriminó.
Killua lo miró y este le mostró una sonrisa divertida. Su blanca dentadura se asomó un poco entre sus labios. La situación le parecía divertida.
— Mis manos están atrás, tarado. Puedes observarme mientras todos salen. Yo no me moveré de aquí y no haré nada extraño. Lo juró.
— ¡Revisa sus manos! —gritó Shizuku, señalando a Killua.
— ¿Qué? ¿Por qué? —preguntó Gon.
— ¡Debe de tener los dedos cruzados!
El asesino rodó los ojos, pero le siguió el juego.
— Pueden venir a verme los dedos detrás de mi cabeza, si desean, pero yo me quedaré aquí hasta que todos se vayan.
Él seguía relajado. Gon estaba en conflicto, porque en el fondo no quería darse esperanzas. Vio los rostros de los demás, incluyendo a los menores; ninguno demostraba confianza.
— Bien —dijo Cluck. — Vámonos, nos está dejando libres.
— ¿Qué?, ¿¡Vas a confiar en él!?
— No confió en él, Kanzai. Pero si no nos movemos de aquí, no nos vamos a mover en la vida.
Kanzai gruño por lo bajo, porque era cierto. Killua estaba varado sin moverse, apoyado en la pared, y ellos solo estaban alargando su libertad.
— Menuda mujer—. Alagó Killua, pero con burla en sus palabras. Seguía en la misma postura que antes—. Supongo que ella es el cerebro del grupo, no como cierta personita.
El contrario bufó, no tenía de otra que aguantarse las palabras de ese chico.
— Nos vemos, hembra —emitió Killua, despidiéndose con un ademán y una sonrisa sin gracia.
Gon, gruñó por dentro, mirándolo de una mala manera. A sus ojos él no era nada. "¿Hembra?, ¿Hembra qué?,¡No soy una zorra!, ¡No soy la zorra de nadie!". Para terminar con todo de una vez tomó la mano de Machi y prosiguió su camino sin mirar atrás, guardándose sus palabras. No quería pensar en lo demás, apoyando a Cluck para hacer caso omiso a las palabras de Killua.
— Vámonos chicos, nos dejó libres —resaltó lo dicho por Cluck, abrazando el hombro de Zushi sin dejar de andar a la salida.
Había desconcierto, más no impidió que los demás le siguieran a la salida.
— Sigan a Gon, niños —guío Geru —. Tómense las manos para no separarse.
Todos salieron, siguiendo las instrucciones de Killua por el pasillo. Las luces se prendían cada vez que pasaban cerca de los faroles.
— El sujeto sigue en la habitación —informó Kanzai al final de la fila de niños, para cuidarlos por atrás.
— Eso está bien, supongo... —insinuó Cluck, insegura.
— Sí, pero no me fío de él... —Decía Kanzai, sin quitarle la mirada a la habitación. La luz seguía prendida, todavía había alguien ahí, y siguió su camino.
Al salir del pasillo se encontraron con una bella sala de estar. Había muebles elegantes color rojo y de una madera marrón muy liza y bien tallada. Todos se quedaron impresionados por como estaba decorado el lugar. Era muy elegante y emanaba comodidad. Es suficientemente satisfactorio para alguien que vive en un lugar así.
— Es por aquí —habló Gon, señalando la puerta de salida.
Todos se dirigieron a la puerta de madera, igual de tallada que los muebles. Gon tomó el pomo de plata, tenso y emocionado en su interior, y salieron todos tranquilamente.
"¿En serio... somos libres?", se repetía, ansioso y emocionado, tanto que sus dedos temblaban.
"Tía Mito... me voy a casa."
Salieron y Kanzai cerró la puerta, por ser el último en salir, asegurándose de que Killua no los haya seguido. Encontrándose en el túnel que restaba de la cueva, lograron ver que afuera era de noche.
Finalmente, en definitiva, salieron de la cueva. Su primera impresión fue pisar el camino de tierra. Alzaron la mirada a su alrededor, encontrándose con unos gigantescos árboles, que derivaban en troncos gruesos y delgados, donde eran iluminados por la luna llena, tan esplendorosa como las ilusiones de Gon por creerse que de verdad se libró del sufrimiento. Pero impresionado al ver el colosal tamaño de la flora. Nunca había visto algo así.
— ¿Es un bosque...? —musitó.
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