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59

—Gracias por tu ayuda, Kurapika —dijo Gon—. En serio gracias.

—No hay problema. Lo importante es que ahora podrán aprender el Nen para salir de aquí. 

—Si es posible, me gustaría que empezáramos con el entrenamiento mañana —irrumpió Kanzai.

—No creo poder para mañana.

—¿Qué? —dijo Gon, confundido—. ¿Por qué?

—Hisoka dijo que Chrollo iba a hacer una reunión para mañana. Si falto los demás se podrían enojar, o incluso aprovechar una falta de mi parte para intentar desprestigiar a mi familia. No voy a permitir eso —aseguró, afirmando la voz—. Debo estar presente. Pero no sé cuanto tiempo me tomé esta reunión.

—¿Una reunión así puede durar días? —inquirió Gon, sentado en uno de los sofás que antes usaba como cama.

—No es tan simple, Gon —intervino Killua, sentado a su lado con sus codos sobre las rodillas—. Literalmente, hará un viaje al infierno, y puede tomar su tiempo.

—Rayos... —maldijo entre dientes.

Gon le dio un ligero codazo a Kanzai por escucharlo. Kanzai suspiró resignado y aceptó, con más paciencia está vez.

—De acuerdo, cuando regreses empezaremos. No hay ningún problema. Si así evitas problemas con los de tu especie, mejor para nosotros.

Gon sonrió con su respuesta.

—Bien, entonces está decidido.

Deyanira, que estaba parada detrás del sofá en el que Kurapika estaba sentado, siguió a su amo al verlo levantarse del sofá que estaba enfrente de Kanzai y Gon.

—Nos veremos pronto. Tengo que volver a la biblioteca y organizarme antes de que amanezca. Así que de momento no hagan nada que llame la atención.

—No te preocupes, Kurapika. Todo estará bien —aseguró Killua, levantándose para ir con su amigo a la puerta—. Tú solo preocúpate por Chrollo. Ya sabes que ese tipo no me agrada.

Kurapika le sonrió de forma ladina y sostuvo su hombro para calmarlo.

—Yo estaré bien, tranquilo. Mejor ocúpate de tus invitados, ¿de acuerdo?

Killua asintió. Gon no pudo evitar enternecerse por la actitud tan fraternal con la que Kurapika trataba a Killua.

—Cuídate —finalizó, y le sonrió para seguir con su camino fuera de la cueva.

Deyanira también se despidió de Killua, pero con un abrazo. Killua le correspondió y luego de perderlos de vista, cerró la puerta.

—Killua —habló Kanzai de golpe, incluso sorprendiendo un poco al mencionado.

—¿Sí?

Gon se quedo casi boquiabierto al ver la forma tan amable y dócil con la que Kanzai se dirigía a Killua.

—En serio agradezco, de parte de todos, tú ayuda. Y lamentamos verte con malos ojos.

Gon miró incrédulo a Kanzai por un momento, pero luego sonrió con suavidad. Killua tuvo que parpadear un par de veces para salir de su perplejidad.

 —Oh, no. No. En serio, olvídalo. Tenían sus razones. No importa.

—De acuerdo, de todos modos, espero que tengas claro que de a partir de hoy no habrá rencores por parte de nadie.

—Sí, claro. Gracias.

—Bueno, me voy con los demás. Que tengas buena noche.

—Sí, buenas noches.

Kanzai se fue por el gran pasillo para irse con los demás, y ni bien Killua lo vio perderse al girar a un lado del pasillo, soltó un suspiró de alivio. Gon y Killua se quedaron solos.

Gon rio por verlo relajar los músculos.

—¿Qué fue eso? —inquirió Gon.

—Alivio quizás. No me espere eso, para ser sincero.

Gon sonrió.

—Yo tampoco, pero creo que lo decía en serio.

—¿De verdad? —indagó inseguro.

—Sí. Kanzai solo admite sus errores cuando se los dan a entender.

Killua sonrió aliviado.

—Entiendo —soltó en un pequeño suspiro—

El silencio entre los dos se sintió punzante, como si la atmosfera les estuviera forzando a seguir hablando para que la situación no se haga incómoda. Killua reaccionó primero.

—Y... —Tosió para aclarar su garganta, posando la mano cerca de su boca—. Ya que estamos solos... ¿Qué era de lo que querías hablar?

Recordar que quería hablar con Killua le tomó por sorpresa a Gon, casi se le olvidaba por ver que todo estaba resultando tan bien como esperaba. Por todo lo sucedido no pudo ni pensar en como empezar la conversación.

—Oh sí, eso... Ahm... Bueno, no sabría por donde empezar.

—¿No sabes por donde empezar? —preguntó Killua, confundido.

—No es que no sepa, es solo que...

No tenía ni idea de como comenzar una conversación. No quería arruinar el buen humor que tenía Killua, y mucho menos quería que malinterpretara sus palabras o que se replanteé el mismo problema que provoque que se sienta mucho peor. Pero, al conectar miradas con Killua, notó que no debía ponerse nervioso, solo ser preciso y modesto.

Gon soltó un suspiró y dio un par de pasos a Killua, para tomar sus manos con delicadeza. Killua se puso rígido al sentir las suaves manos de Gon tocar las suyas, y se deleito por su suavidad. Si él hubiera nacido en los tiempos donde los demonios devoraban humanos a su antojo, ya se habría saciado con la suavidad de su piel.

—Ven —le dijo, y lo guio al sofá  caminando de espalda.

Killua se dejó llevar por Gon y se sentó con él en el mismo sofá de doble plaza. La tenue luz que aportaban las velas a la pequeña sala le hizo sentir a Gon en un ambiente más familiar y cálido. Era reconfortante por alguna razón tenerlo cerca, y los colores rojos y naranjas que daba la iluminación le hacía sentirse más fuerte y seguro. Podría decirse que fue algo nuevo para Gon, ya que solo estaba familiarizado con este tipo de ambientación cuando estaba por entregarse a alguien. Además de la bella mirada de Killua, que le trasmitía un aura tranquila, como si quisiera que se pusiera cómodo con su presencia. Sus ojos parecían tener un brillo propio dedicado solo a Gon.

—Quería hablar contigo sobre lo que dijiste hace poco. Y quería dejarte en claro que sí me duele haber perdido a gente que amo, pero estoy siendo fuerte para seguir adelante.

—Gon, yo tuve la culpa de que...

—Por favor —interrumpió, e hizo una pequeña pausa antes de proseguir—. Ya deja de culparte por ello. Tú no eres el reemplazo de nuestro secuestrador. Hiciste mal y a mí me queda más que claro eso, pero lo último que quiero es que te estreses y que lo rememores todo el tiempo. No vas a poder hacer nada para cambiar eso, pero aun puedes hacer la diferencia. Estás haciendo la diferencia al ayudarnos. Así que por favor, entiende que así es como yo me siento. No te denigres más.

Killua no quiso verlo.

—Tú me has contado como te encuentras y me dijiste tus sentimientos, pero yo jamás te dije algo. Por eso, escúchame ahora, porque esto es lo que siento, y... no quiero que te sientes mal contigo mismo. No me está gustando verte triste.

Killua lo vio de soslayo, inquieto. En el fondo, Gon no podía evitar pensar que estaba soltando palabras al azar. No sabía si se estaba expresando bien o si Killua lo estaba entendiendo, estaba ocurriendo todo lo que no quería que ocurriera.

—En serio me importa que te encuentres bien... —musitó.

Luego de un momento de silencio, Killua volvió a dirigirse a él. Lo último que Killua quería era que Gon se preocupará por cosas así, cuando debería estar feliz por saber que va a poder salir de la Isla. Sin embargo, entendía, por una extraña razón, su forma tan desorganizada de querer hablar del tema. Gon no sabía como lidiar con este tipo de situaciones, y más porque su mente estaba confundida. Él se preocupaba por Killua, y en lo profundo, quería decirle que no se sintiera culpable. Tal vez, porque de alguna manera retorcida, había empezado a sentir algo de empatía por Killua. 

—A mí también me importa como te encuentres. Por eso no te preocupes más con eso.

—Killua...

—Si no quieres que me sienta culpable, no creo que vaya a poder hacerlo. Sabes que las cosas sucedieron de una forma que no se puede defender. No tienes que tomártelo de esa forma. Es como defender lo indefendible.

Gon lo miró atento. Killua le sonrió dulce.

—Sonará feo, pero me toca vivir con la culpa. Sin embargo, me hace feliz que hayas intentado expresar como te sientes.

Gon no evitó ruborizarse un poco por su comentario.

—¿Desde hace cuanto cargas con esa tristeza por tus amigos?

—Eh... desde hace algo de tiempo, pero...

—Bueno —interrumpió Killua—, ahora me toca ayudarte a hacerte sentir mejor.

—¿Ah?

—Apresurémonos, creo que tenemos tiempo. 

—¿Para qué?

—Hay un lugar al que me gustaría llevarte. Puede que te anime —comentó con una sonrisa.

—Pero..., ¿Y los demás?

—Aquí estarán seguros. Además, no tomará mucho tiempo.

—¿Seguro?

Killua le asintió, se levantó y le extendió una mano con cortesía. 

—¿Qué dices?

Gon meditó un poco. Le preocupaba dejar a sus amigos solos, pero tenía un presentimiento que le decía que debía aceptar su invitación.

—Está bien.

Acto seguido, Gon tomó su mano, y se fueron de la cueva.



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