58
— ¿Tienen alguna otra duda? —preguntó Kurapika.
— No, ninguna. Gracias por explicarnos —agradeció Gon.
— No hay problema.
— Yo tengo una duda —avisa Kanzai, atento al libro con símbolos escritos que no entiende.
— ¿Sobre el Nen? —inquiere el príncipe.
— No, no es eso. Ya estoy muy convencido sobre eso. Solo quería preguntar cómo saldremos de aquí. Seguramente estamos rodeados de demonios por afuera.
— Y lo estamos, pero prefiero esperar a la noche, cuando todos estén dormidos. Después de todo falta poco para que anochezca. Así también me dará tiempo para quitar el aroma a humano. Es efímero, pero no significa que no se huela.
— Es más —agregó Deyanira—. No dudo que Hisoka haya captado el aroma en mí. Podría darlo por hecho.
— Digo lo mismo —opinó Killua, pensativo. Había estado así todo el rato.
Gon tragó en seco con solo pensar en que un demonio sin buenas intenciones se enterará de que hay humanos en su Isla. Es algo que sin lugar a dudas quisiera evitar a toda costa. No sería lindo tener que enfrentarse a ellos, al menos sin tener el Nen.
La verdad, era que no le importaba en lo absoluto perder el Nen después de salir de la Isla. No le interesaba ese poder, nada sería mejor que la libertad que siempre a querido y que ser libre de ese lugar. Y si se puede escapar sin hacerle frente a algún demonio, sería mejor.
Todos decidieron seguir el consejo del rubio. Era mejor hacerlo a oscuras. Los demonios tenían una buena vista nocturna, pero sería mejor para no darles un terreno tan ventajoso porque pueden esconderse con facilidad por el bosque y con la ropa que les dio Killua para camuflar el aroma.
La noche llegaría pronto, y todos se pusieron a esperar. Kurapika había vuelto con su trabajo y Deyanira se quedo a vigilar las ventanas y la entrada por prevenir. Kanzai se había quedado dormido en un sofá, se le veía bastante cansado y hasta complacido durmiendo. A Gon no le gustaría ni imaginar el estrés que tanto le a conllevado a dormir como un tronco, y le entendía de cierto modo. A él desde hace un tiempo se le hacía difícil pegar ojo por las pesadillas o por el insomnio que le daba la preocupación. No sonaba nada sano su estilo de vida. Y era algo que quería corregir, pero se le complicaba cada vez que recordaba los momentos en los que congeniaba con personas entre las sábanas.
"Un día también vas a querer tener una familia, Gon. Tal vez no ahora, pero cuando seas grande sí", esas palabras de su tía Mito hicieron eco en su cabeza y la incomodidad le invadía al momento. De cierto modo si quería, quizás sí podría congeniar con alguien al salir de la Isla, si es que se animaba. Pero con solo recordar lo que podría orillar eso en un futuro, si se hablaba de un caso hipotético, se estremecía y temblaba. Le molestaba que ese sentimiento carnal, común en cualquier humano, lo volviera tan sumiso. Era algo que sin duda quería superar, pero no sabía cómo hacerlo o por donde empezar. Es consciente de que tiene un problema; sin embargo, no tiene ni idea de como superarlo.
— ¿Te encuentras bien? —escuchó a su lado, exaltándose sobre el sillón. No le había prestado atención al libro que tenía sobre su regazo por de repente pensar en la impureza de su cuerpo, no solo porque no entendía lo que decía. Se podía hacer una idea por los dibujos que tenía el libro. Era normal distraerse un poco, porque los recuerdos venían de golpe sin previo aviso—. Te veo cansado.
— Oh, no Killua. Estoy bien. Solo pensaba.
— ¿Seguro? No es la primera vez que te veo de ese modo. Creo que desde el segundo día de conocernos lo empecé a notar —insistió.
Gon pudo notar lo intrigado que estaba de saber. Era cierto. Él nunca le había contado nada más sobre sí mismo. Killua solo sabía que él fue prostituido por un viejo que los secuestró.
— Mira, Killua. Yo en serio estoy bien, pero como ya te dije, quería hablar contigo y prefiero hablarlo a solas. Ahí te explicaré todo con mejor detalle. Me sentiría más cómodo.
Killua pareció entender, y notó como éste se estremeció con solo la idea de que iban a hablar juntos después.
— De acuerdo. Pero mantente tranquilo, ¿si? El regreso a la cueva será mucho más sencillo —acto seguido, le plantó un beso en su frente.
Gon se tenso, otra vez esa inquietud con el acercamiento de cuerpos. Pero con Killua fue diferente, era como el acercamiento de cuerpos que tenía con sus amigos. Se sentía diferente, ¿Quizás porque sabe que él no le hará nada? Muy probablemente. Lo único que sabía era que ese acercamiento le erizó la piel y le hizo sentirse seguro. El confort de sus labios y el abrazo que prosiguió, le hizo sentirse bien.
— Está bien —masculló. La timidez lo había asaltado muy rápido. Lo ha tomado desprevenido, o eso cree.
Llegó la noche y ellos no se fueron hasta que no hubiera nadie merodeando por el pueblo, usando los tejados como un camino más viable para andar. Para su suerte, no los persiguieron ni nada parecido. Se encontraron con una que otra criatura, pero defenderse de ellas no fue difícil. Deyanira, Kurapika y Killua los noqueaban con agilidad y seguían su camino con Gon y Kanzai.
— ¡GON! —chilló Machi con alegría, seguida de los otros niños. Habían llegado sanos y salvos a la cueva, y se puso a llorar al aferrarse a la cintura de Gon—. Volviste.
Gon sonrió enternecido y le correspondió el abrazo.
— Tranquila, estoy bien. Ya estoy aquí, Machi.
Todos los recibieron con abrazos y alegrías de que regresarán sin problemas.
— Tranquilos, estamos bien. Estuvimos bien protegidos —comentó Kanzai.
— ¿Y qué sucedió? —preguntó Piyon—. ¿Cómo les fue?
— Tranquila, nos fue bien —respondió Kanzai y les sonrió a todos con seguridad y con ánimo en sus ojos. Era una muestra de su rayo de esperanza—. Aprendamos Nen y salgamos de aquí.
Esas palabras fueron suficientes para que todos tuvieran esperanza de irse de la Isla.
Gon admiró a todos hablar alegres y al ver a Killua hablando con Kurapika y Deyanira, inconscientemente, pensó en lo que sería de la vida de Killua después. En el fondo, no pudo evitar sentirse mal, más que por compasión, sentía algo más fuerte. Algo que aún no puede comprender del todo.
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