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Gritos desgarradores. Dolor intermitente en cada rincón.
No era una pandemia causada por un mal de la naturaleza o por el mismo ser humano. Era algo mucho peor.
Todos esos edificios llamativos y paisajes impresionantes se habían vuelto escombros de la noche a la mañana, como es que muy poco de lo actual logró sobrevivir solo para ser utilizado de una forma correcta e importante para una misión muy arriesgada.
Las casas y edificios ahora eran cabañas y algunas torres eran satanistas. Había un nuevo dios y un nuevo mundo, donde la maldad pura reinaba junto al caos y la destrucción, que era regido y vigilado por los nueve pilares que mantenían a flote toda la catástrofe. Ellos gobernaban al ser humano, y lo denigraban a tal punto de mostrar el verdadero significado de la supervivencia.
Los rebeldes habían regresados para intentar llevarse a unas personas a un lugar más seguro. Era la temporada de recién nacidos, y era la época más triste de cada año, donde las mujeres eran obligadas a dar a luz, para que los recién nacidos pasarán por una selección, y así escoger su uso adecuado, como si fueran un juguete o un animal. Una de tres: Primero; Ni bien nacías serías alimento. Segunda; serías un trabajador. Y tercero; solo si eres mujer, serás la incubadora personal de hijos humanos o hijos de demonios.
Los demonios se desplazaban por los aires en una masa flameante, merodeando para vigilar todos los alrededores. Todos tenían prohibido salir de sus viviendas. Habían recibido información de otras ciudades y comunicaron que un grupo de personas iría a su posición con el propósito de llevarse a más personas para salvarlas. Y sí era posible rescatar a futuras generaciones.
En una de esas casas, con el abrumador silencio sepulcral del exterior, se podía sentir un aura tensa de miedo e inquietud. No tenían permitido asomarse por la ventana o por los agujeros que había entre las tablas de madera al hacer barricadas.
- Netero, hijo. -susurró su papá, dándole un plato de madera en el suelo enfrente suyo.
El niño de cabello negro y más pálido que la clara del huevo, estaba apagado frente a la luz de una vela. Era hora de cenar y solo habían cinco miserables papás hervidas. Cinco integrantes en la familia: Una madre, un padre, dos hijos y una hija mayor, sentados en un círculo en el suelo.
- Come.
Todos estaban en silencio, usando ropas haraposas que parecían un vestido de dormir con muchas suturas cocidas y parches de colores variados, sin olvidar mencionar lo sucios que estaban.
No tenía apetito, pero igual comió. Todos comían. Todos estaban desanimados. La madre y la hermana mayor habían perdido a sus hijos y estaban exhaustas. Sus hijos habían sido llevados hace un tiempo, y ya no saben nada de ellos. La madre de Isaac tenía la cara de un muerto. Otra vez había perdido a otro hijo. Lo mismo como cada año, y la hermana estaba más que triste porque ya era el segundo hijo que perdía.
Hace poco habían regresado del hospital, uno de los pocos edificios que se pudieron salvar de la ciudad. Ahí mantenían a todas las mujeres que pudieran para cuidarlas como es debido, al menos hasta que den a luz a sus hijos, y así regresar a sus viviendas hasta el año siguiente.
Entre tanta tranquilidad se escucharon chillidos estrepitosos y rechinantes de un animal, como el de un cerdo, junto con ruidos de escenas de pelea. Se oía cosas destruirse llamando la atención de todos.
La familia de Netero intento ignorar todo el disturbio para seguir comiendo, pero no funcionó. El cuerpo de un hombre impacto contra su pequeña casa destruyendo todo el techo, seguido de un demonio que fue tras él. El hombre, de una larga y picuda cabellera gris, estaba cubierto con escombros se reincorporó mientras toda la familia de Netero se hacía a un lado para no molestar en la pelea. Isaac se había quedado algo anonadado retrocediendo en el suelo a una esquina de la casa. El demonio iba a atacar, e Isaac estando atento sintió una presencia emergente del hombre, dándole escalofríos. Apenas podía divisar que liberaba una especie de manto trasparente envolviendo su cuerpo y que acumulaba más cantidad en su puño. El desconocido usó sus nudillos como defensa y atacó al demonio de un golpe, estampándolo contra el suelo, creando un pequeño cráter a su alrededor y atravesando la masa fogosa que evaporó al demonio, llegando a su centro: un pequeño núcleo rojo que se desvaneció por su cuenta al tener contacto con el aire.
Netero estaba pasmado e impresionado.
"¿Cómo pudo hacer eso?, ¿Será Nen?", se preguntaba.
Estaba tan ensimismado que perdió la noción del tiempo y no le prestaba atención a lo que ocurría a su alrededor. Habían miles de personas corriendo y gritando siendo llevadas por los demonios por el aire para alejarlos de los rebeldes, mientras otros eran guiados por los mismos a camiones enormes para ser salvados.
- ¡Netero vamos! -gritó su hermano, haciéndolo despertar de la impresión para salir corriendo. Apenas podía llevar a su hermana en la espalda. - ¡Corre!
El padre llevaba a su esposa en brazos, aún no podía caminar por haber dado a luz.
- ¡Esperen! -grito el hombre que mató al demonio. - ¡Vengan conmigo, los llevaremos a un lugar seguro!
- ¡Ni lo sueñe! -gritó el padre. - ¡Vámonos de aquí ya!
- ¡Señor podemos salvarlos, les prometo que los protegeremos! -gritó el sujeto para que sea escuchado entre tantos alaridos ululares.
- ¡Usted cállese!, ¡Eso nos condenará más imbécil, si siguen buscando problemas un día de estos todos acabaremos muertos! -gritó el padre de Netero. - ¿¡Qué pasará cuando huyamos y nos encuentren!?, ¡¿PELEAR?!, ¡SOLO PROVOCARÁN LA EXTINCIÓN DE LA RAZA HUMANA MÁS RÁPIDO!
Mientras el padre de Netero le gritaba al desconocido no se percató de que uno de los demonios se desplazó rápido por el cielo para llevarse al padre y a la madre de Netero volando, guiándolos a la construcción más grande de la ciudad. La construcción más grande era un castillo enorme construido por los mismos seres humanos, donde varios estaban siendo llevados ahí para evitar que se los roben.
- ¡PAPÁ!, ¡MAMÁ! -gritó Netero, seguido de su hermano mayor. Su hermana no podía ni articular palabras, estaba aferrada a la espalda del hermano más grande de los dos. Estaba en pleno ataque de pánico y ansiedad.
Otro demonio fue tras Netero y sus hermanos, pero el hombre desconocido saltó sobre ellos cubriéndolos con su cuerpo. El demonio falló y trató de volver a atacar, pero los segundos que se tardó en devolverse fueron suficientes para que todos se reincorporarán y salieron corriendo.
- ¡Corran, vengan por aquí! -los guío el hombre.
- ¡PERO MIS PADRES! -gritó el hermano de Netero.
- ¡Chico ya no podemos hacer nada por ellos! -gritó y lo cargo a la fuerza a él, a la hermana y a Isaac.
Isaac estaba horrorizado, no sabía que hacer. Su cuerpo le temblaba y sus ojos querían salirse de sus orbitas. Su respiración se cortó.
- ¡Déjeme!, ¡Bájeme! -gritaba, y Netero contemplaba todo como un espectador superficial. Colgando del hombro del sujeto, podía ver sangre, peleas, gente huyendo despavorida en direcciones contrarias con sus familias o solos. Había gente de todas las edades siendo arrastrada, tanto por el suelo como por el cielo, por los demonios, siendo llevados al castillo, mientras los rebeldes llevaban a gente lastimadas, sana y sangrando cargados a los camiones, justo donde ellos estaban siendo llevados.
Habían algunos rebeldes que protegían los camiones y peleaban contra los demonios, incluso evitando que en grupo se intentarán llevar un camión entero flotando.
Las casas se derrumbaban por las peleas. Una de las ciudades pertenecientes a uno de los pilares, creados por el rey demonio, estaba siendo atacada, y los demonios intentaban evitar que los rebeldes cumplieran su misión. Hubo algunos rebeldes que fueron capturados y otros que murieron. Esto parecía una guerra.
El hombre dejó a Netero y a sus hermanos en uno de los camiones.
- ¡Quédense aquí! -les ordenó, y mientras el hermano de Netero hacía todo lo posible para refutar porque quería salvar a sus padres, Isaac estaba más pálido que de costumbre y estaba completamente en shock como su hermana.
Todo a su alrededor pasó en estar en segundo plano, ni siquiera le prestó atención a la gran persecución que hubo al intentar escapar. Los demonios intentaban derrumbar los camiones y llevarse tanto a humanos como a rebeldes. Consiguieron hacer eso, pero la gran mayoría escapó.
Se les hizo muy difícil entrar pero más salir, porque perdieron mucho. Y ese fue el inicio del camino de uno de los héroes que cambio una historia, que marcó al ser humano por siglos, Isaac Netero.
*+*+*+*
Hola a todos. Espero les haya gustado el capítulo, y perdonen la demora, pero creo que no voy a poder ir sacando capítulos tan seguido. Sin embargo no dejaré la historia hasta que este acabada, a la cual le estimo más de treinta capítulos para que finalice o por ahí. Así que no se preocupen.
Les avisó que mientras escribía me di cuenta de que se parece mucho a The Promised Neverland en algunos aspectos, y les juró que no fue apropósito, y también me di cuenta de que estoy loca al publicar esto en el día de las madres. xD
En fin, nos vemos con otro capítulo para la próxima. Los quiero mucho. Besos.
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