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29

Gon volteó rápidamente a verlo sintiendo emoción y ansias revoloteando en su vientre. Para su suerte Killua ya estaba vestido.

— ¿De verdad? —preguntó casi gritándole, exaltando un poco al contrario. No se imaginó esa reacción por parte suya.

— Sí —le sonrió al verlo emocionado, pero a la vez podía ver un poco sus nervios. 

Una paz interna se expandió en Gon al oírlo.

— Que bien, espero le guste a tu amigo —dijo para no sonar tan desesperado—. Y, ¿Dónde está?

— Escondido —dijo acercándose a él.  

— ¿En dónde? 

Él rio suave al ver su impaciencia y puso su mano en su espalda para guiarlo al pasillo.

— Esperemos a qué todos se despierten.

— ¿Todos? —preguntó Gon, un poco confundido. 

— Sí.

— ¿Por qué?  —Fue inevitable malpensar todo. Uno: podría ser por otra razón desconocida para él; o dos: Acatar el supuesto plan del que mencionó Kanzai. 

— ¿Hay un problema con eso? —respondió con otra pregunta. 

— No, ninguno, es solo por curiosidad.

— Bueno, ya lo sabrás —finalizó la charla sin dejar de guiarlo. 

Ambos cruzaron todo el pasillo, pasando también por la habitación en la que aún recuerda a todos encerrados tras los barrotes, la cual ahora se encuentra apagada por no haber nadie dentro. 

Al llegar con los demás vio que unos estaban dormidos y otros despiertos, entre ellos Cluck, Geru, Zushi, Amano, Machi, Alluka y Kintaro. Gon sonrió al verlos y sintió la mano de Killua temblar ligeramente en su espalda, trataba de disimularlo, pero lo denotó más al avanzar cada vez más lento hasta quedar detrás de él cuando llegaron con los demás.

"¿Qué le pasa?"

— Buenos días, chicos. —Los saludó; Machi, Zushi, Cluck y Geru le recibieron el saludo. — ¿Durmieron bien?

— Yo sigo con sueño, solo que ellos me despertaron cuando se levantaron —dijo Kintaro adormilado con su cuerpo aún rendido en el sitio donde duerme.

— Puedes dormir después, Kintaro. Killua quiere enseñarnos algo.

— ¿Enseñarnos algo? —repitió en forma de pregunta mostrando sus dudas mientras miraba al mencionado. Quería que él le respondiera, pero Gon se le adelantó. 

— Sí —afirmó. 

— ¿De qué se trata? —preguntó Machi curiosa. 

— Es una sorpresa —anunció Killua adelantándose a Gon. Él era el que quería hacerlo—. Y me gustaría que todos la vieran.  

— ¿Sorpresa? —cuestionó confundido—. Pensé que era para tu amigo. 

— Este... La verdad es que no —explicó rascando su nuca. El rosa en sus mejillas se hizo notar—. No quisiera interrumpirles el sueño, pero solo serán unos minutos, por favor. 

Una espina se clavó en su corazón. Quiso saber la opinión del resto y les dio una mirada inquisitiva. Geru y Cluck se mantuvieron en silencio y se miraron con incertidumbre, como si ambas esperarán que una de ellas le contestará. Las vio incómodas e indecisas. Tenía que romper esa atmósfera o Killua probablemente lo tomaría como un no.

— Solo serán unos minutos —agregó Gon para llamar la atención de ambas; funcionó—. Por favor, denle una oportunidad, eso fue lo que acordamos —recordó y ellas bajaron la cabeza al ser cierto, pero aún podía ver un dilema en sus ojos. 

Gon iba a tomar la palabra y se interrumpió solo al ver a Machi bajar del sofá e ir corriendo hacia él, o eso pensó, hasta que la vio pasar por su lado para acabar delante de Killua.

— ¿Qué nos enseñarás, gatito? —preguntó con una sonrisa dulce. Gon quedo perplejo. Eso lo había sorprendido, lo último que recordaba de Machi era verla temblar de miedo aferrándose a su ropa rasgada.

Se puso de los nervios de que Killua reaccionará al llamarlo de esa manera, y notó como este apretó los labios frunciendo el ceño con sus mejillas decolorándose de un segundo a otro, pero a pesar de eso Machi no quitó la sonrisa de su cara.

Solo se esperaba a que Killua se quejara. Lo peor es que si lo hacía enfrente de Cluck y Geru sería un problema. Ellas por lo visto aún tienen dudas y si Killua mete la pata puede que ellas se lo tomen a mal. Por experiencia propia, Gon podía decir con certeza de que las cosas sin duda no acabarían bien si ocurría algo de esa magnitud.

— Yo si quiero ver —prosiguió la pequeña.

El silencio perduró unos segundos y Killua se arrodilló a su altura con la mirada baja y su cerquillo tapando sus ojos. Temía su reacción, pero no tuvo que preocuparse de nada desde el principio. Cuando alzó la mirada este tenía una gran sonrisa en ella, tanto en sus labios como en sus ojos. Solo supuso que hizo lo propio por estar medio avergonzado; sus mejillas se habían sonrosado de un color rosa pastel que casi no se notaba.

— Como ya dije antes enana, es una sorpresa —dijo sin dejar la sonrisa. 

— ¡No soy enana! —se quejó en un puchero. 

— ¡Ja, ja! —carcajeó sarcástico—. Y yo no soy un gatito, así que estamos a mano —luego, para la sorpresa de todos, acarició la cabeza de Machi con delicadeza. 

Gon miró de reojo a Cluck y Geru, quiénes estaban tan sorprendidas como él. Machi no se dejaba tocar así de fácil. 

Killua cargó a Machi, incorporándose, y la alzó para sentarla sobre sus hombros.

— Ahora, ¿Qué dices si dejamos esta charla de lado y vamos a ver la sorpresa?

— ¡Sí! —respondió Machi con entusiasmo estirando sus cuatro extremidades, sintiéndose alta. 

Nadie decía nada, solo se escuchaban las risas de Machi en el ambiente.

— Yo también quiero ver —Dijo Kintaro alzando su brazo. 

— Me da curiosidad —añadió Shizuku. 

Los demás también aceptaron, exceptuando Cluck, Geru, Shalnark y Alluka, porque ella no iba a ninguna parte sin Cluck y si ella no decía nada, ella mucho menos.

— Yo no voy... —dijo Shalnark fingiendo cansancio y se acurrucó de nuevo en su sitio con las sábanas dándoles la espalda a todos—. Todavía tengo algo de sueño.

— Y miedo —bromeó Shizuku mirando a Shalnark. Ella era muy directa, siempre lo ha sido. Aprendió desde casa a serlo.

— No tengo miedo —rebatió alzando la voz girando para ver a Shizuku. 

— Déjalo, Shizuku, él se lo perderá —dijo Amano. 

Cluck y Geru se miraron aún algo sorprendidas por lo que vieron, luego miraron a Gon al percatarse de que las observaba de forma significativa y suplicante.

"Por favor...", rogó sin quitarles la mirada de encima, como si quisiera darles un mensaje telepático.

— Chicas, es solo una oportunidad —dijo casi suplicando, contando el número con el dedo—. Una... —se silenció un rato  esperando su respuesta, pero no dijeron nada—. Por favor... —pidió con algo de insistencia. 

Ellas aun así no dijeron nada.

— Chicas, lo prometieron —replicó Zushi y Gon se sorprendió por oírlo hablar tan de repente—. Dijeron que confiarían, ¿Qué ejemplo les darían a los demás si no pueden cumplir sus promesas?, ¿Eso acaso quiere decir que solo dicen palabras vacías? —interrogó casi encarándolas, pero tenía una expresión de súplica que hacía que sus intenciones no sonarán como si las estuviera criticando. Ellas no sabían que decir y sabían que Zushi no lo decía en serio—. ¡Por favor! —insistió alzando la voz, cosa que las sorprendió. Jamás lo habían visto actuar de esa forma. Se dio cuenta de ello y se relajó de inmediato para expresarse con calma—. Solo es una oportunidad...

Las vi sentir algo de presión.

— Por favor —pidió Machi juntando las manos.

Pasaron unos segundos que se hicieron eternos, y al final sucumbieron.

— Está bien, vamos —dijo Geru, para luego ver como Cluck asentía. 

Gon les otorgó un a gran sonrisa.

— Pero dejemos a los demás dormir, debemos respetar su descanso.

— Está bien.  

Gon se giró a ver a Killua; se veía aliviado y algo anonadado. La verdad creía que sería más difícil, por eso los nervios. Le sonrió como apoyo y esos ojos azules dejaron de perderse en la nada. Gon lo sacó de sus pensamientos.

— Guíanos Killua —le dijo Gon sonriéndole y él le regresó la sonrisa con suavidad. 

— Síganme entonces —dijo y emprendió su camino por el pasillo. 

La alegría de Gon le era abundante. Estaba complacido de que Cluck y Geru le dieran una verdadera oportunidad a Killua, pero debía admitir que pedía a ruego que aceptarán en el fondo. Deseaba ver su trabajo finalizado.

Killua empezó a entrar al pasillo cuando pidió que lo siguieran, pero no entendía para qué, habían pasado por ahí y no había nada.

— La sorpresa está por aquí —prosiguió mientras más se adentraba al pasillo. Su cuerpo y el de Machi se iluminaron con los faroles que se prendían y apagaban, dándoles una imagen sepia a sus apariencias. 

Curioso, volteó; todos estaban quietos, no se habían movido aún de su sitio, exceptuando Zushi, que ya había llegado a su lado cuando Gon giró a verlos. Tal vez estaban igual de confundidos que él.

— Vamos —alentó con una sonrisa, y siguió a Killua por el pasillo.

Avanzó un par de pasos y escuchó claramente como varios pies seguían su mismo rumbo. Miró de soslayo; los mencionados de antemano los seguían. Piyon, Akira, Kanzai y Colt todavía seguían dormidos, Shalnark estaba con ellos, pero despierto, y se detuvo al ver como los miraba irse. Los demás se adelantaron junto a Killua y Machi mientras él se quedaba mirando a Shalnark y le sonrió extendiéndole la mano en señal de invitación.

— Ven Shalnark —invitó con una sonrisa—. No va a pasar nada. Además, podrás demostrarle a Shizuku y a Amano que no eres un miedoso. 

Shalnark le dio su atención cuando dijo eso. Cauteloso. Gon no se había movido de su sitio, quería que ese niño tímido saliera de su capullo y que perdiera ese miedo, el mismo miedo que todos compartían. Debía entender que ya no está en un mundo donde le obliguen a ofrecer su cuerpo como si fuera basura, todo era diferente a cuando llegaron a la Isla.

Al final valió la pena esperarlo. Shalnark lo miró con más firmeza, bajó de su sitio para dormir y fue directamente con él.

— Está bien, voy — Dijo mientras se acercaba y avanzaron rápido para ir con el resto. 

Los dos pararon al llegar con los demás y siguieron su ritmo. Caminaron más y se detuvieron en pleno pasillo, mirando para el lado contrario de donde Gon los había encontrado tras barrotes.

— ¿Por qué nos detenemos? —preguntó Alluka a Cluck, quién la cargaba en brazos.

A Gon también le pareció extraño y se acercó a Killua con Shalnark haciéndose camino entre sus amigos. Él tampoco entendía la razón para parar ahí. No había nada.

— No se impacienten, la sorpresa está aquí. 

Llegó al lado de Killua y no le comprendía. 

— ¿Aquí? —preguntó viendo la pared del pasillo. 

— Sí —respondió—. Aquí —dijo y tocó la pared. 

Gon no entendió su acción, pero no pensó mucho en ello. La pared se desmoronó en una avalancha de polvo de piedra bajo la mano de Killua y cayó al suelo como copos de nieve, dejando una entrada ovalada a la vista. 

Una cortina de polvo no les permitía ver lo que había dentro de ese hueco oscuro, apenas se podía ver un poco del interior por las luces del pasillo.

— Killua, no entiendo —dijo Gon. Killua solo le sonrió con vitalidad y tomó su mano como si fuera de porcelana. 

— Es una sorpresa todavía, Gon. Cierren los ojos y hagan fila tomándose de las manos.

— Está bien —aceptó tomando de la mano a Shizuku, y ella hizo lo mismo con los demás, hasta formar una cadena humana. 

— ¿Esto es necesario? —cuestionó Cluck algo insegura—. No quisiera pisar mal.

— No pasa nada, solo no se suelten —dictaminó Killua. 

Gon estaba entusiasmado. 

Killua verificó que todos tuvieran los ojos cerrados, incluyendo a Machi, y al ver que todos los tenían se preparó para jalar despacio la mano de Gon para que ninguno se tropezará. Y entonces lo vio. Los ojos cerrados, la respiración calmada, sus ásperas manos a causa de tanto tallar. Se le vería tranquilo si no fuera por el entusiasmo que intentaba suprimir su presencia para no ser tan obvio.

Desde un principio solo miraba todo su rostro, pero inevitablemente bajo su mirada a sus labios. Algo que no tuvo tiempo de evitar hacer, verlos se le hizo tentador, sintiendo sus mejillas calentarse. Un cosquilleo le pico en el pecho y se le hizo raro sentir su corazón latir fuerte bajo su piel, podía escucharlo retumbar en cada rincón de su cuerpo. Esos extraños pensamientos con los que batalló la noche anterior se hicieron presentes en su mente y le hicieron llegar a una conclusión; Gon era realmente lindo. Tenso, apretó sus labios y se mordió la lengua dentro para mantenerse en control. Las ganas que tenía de besarlo solo eran una fachada de sus verdaderos sentimientos, lo que de verdad quería era acariciar su rostro sereno. Anhelaba sentir la suavidad de su mejilla como en la otra noche. Sin duda se sentía atraído por ese chico, pero no de una forma sexual. Analizando los días anteriores y su experiencia con sus otras parejas, se dio cuenta de que esa atracción era saciada cuando estaba con él, su compañía le alegraba y le era suficiente si se hablaba de alguien que no lo amaba. La atracción física no cabía en su cabeza, lo suyo era algo más puro. 

La idea de que gustaba de él no se le había aparecido como si nada porque sí, en serio le gustaba Gon. En ese instante, los prejuicios de las relaciones entre hombres que tenían los humanos le parecieron una estupidez. No era nada del otro mundo, simplemente sentía ese afecto por él, y le gustaba sentirse de esa forma. ¿Por qué iba a ser algo malo? Si se sentía tan bien así. Cómodo, seguro, tranquilo; un revoltijo enigmático que le encantaría seguir descubriendo.

Inevitablemente se acercó un poco su rostro con sus dedos rozando su pómulo, pero se detuvo. Machi lo hizo despertar y se pudo detener antes de hacer algo de lo que no tenga como justificar.

— ¿Ya puedo abrir los ojos? —preguntó Machi con sus manos tapando sus ojos. 

Killua miró a Machi, agradeciéndole desde sus adentros de que le hiciera volver a la realidad. No le agradeció con palabras, pero lo demostró con un ligero suspiro.

— En un rato —le respondió con una sonrisa y volvió a ver a Gon—. Ven Gon —le pidió jalando su mano para guiarlo adentro de aquella habitación oscura, que se iluminó de inmediato cuando Killua dejo un pie dentro. 

Paso a paso los hizo entrar para que no se tropezarán hasta que todos estuvieron dentro.

— ¿Ya puedo abrir los ojos? —preguntó ansioso y algo desesperado con una sonrisa. Solo podía pensar en que tenía el trabajo de Killua construido delante de su nariz y no podía verlo hasta que se lo dijera.

— ¡Yo también quiero abrirlos! —dijo Shizuku inquieta.

Las risas suaves de Killua hicieron eco en sus oídos y en ese cuarto, lo que hizo que se emocionará un poco más.

— Está bien. Ábrelos ya.

Los dedos de Killua dejaron de tomar su mano y abrió los ojos de inmediato. Con su vista ya adaptada a la luz su mandíbula cayó y sus ojos se abrieron como platos.

La habitación en la que habían entrado, con apariencia de medio huevo, era increíblemente grande, si se hablaba de altura. Había faroles iguales a los del pasillo decorando la pared circular y, la razón de la altura y enormidad del lugar, era por los juegos.

Había un enorme tobogán de casi dos metros y medio de altura en el que se podía deslizar hacía abajo en espiral en una esquina de la habitación; columpios para tres personas; un carrusel con timón manual; y por último, una escalera con forma de arco para escalar o colgarse. Todo hecho de madera, exceptuando las cuerdas que sostenían los asientos de los columpios, eran unas lianas gruesas.

Lo que más le llamó la atención a Gon fue ver el arco de escaleras; le hizo feliz recordar cuando era más chico y se trepaba a las ramas de los árboles para ver cuanto tiempo duraba de cabeza. Ni que decir del columpio, solo le traía más nostalgia; él tuvo una cuerda con un neumático colgando de un árbol al lado de su casa y ahí su tía Mito siempre lo columpiaba o giraba dentro del agujero.

No podía creer lo que estaba viendo.

Todos al abrir los ojos se sorprendieron y salió de su ensoñación al escuchar a los niños gritar detrás de él para salir corriendo a los juegos. Killua bajó a Machi de sus hombros, y verla salir corriendo junto a los demás fue mágico.

A sus espaldas, Geru, Zushi y Cluck cargando a Alluka, se acercaron sin dejar de mirar el lugar. Estaban tan impresionados.

— Killua... —apenas pudo articular letras por la impresión—. ¿Tú hiciste todo eso? —preguntó incrédulo por estar gratamente sorprendido.

— Sí. Hubo una noche en la que me desperté por unos ruidos raros en la cueva. Así que fui a investigar y encontré a los niños jugando a derrumbar una montaña de piedras en esa habitación —relató señalando con el pulgar hacia atrás a la habitación de enfrente—. Así que se me ocurrió que podría hacerles su propio patio de juegos, después de todo no tienen nada para pasar el rato. 

— Wow... —alucinó Zushi sin dejar de mirar el lugar. 

— ¿Les gusta? —preguntó Killua. 

— Debo admitirlo... —empezó a comentar Geru—. La verdad es que sí estoy impresionada.

— Yo también —dijo Cluck. 

Gon las observó mientras respondían, y vio a Alluka moverle ligeramente el hombro a Cluck para llamar su atención y está lo hizo.

— Quiero jugar —pidió Alluka con voz baja a Cluck. 

Cluck solo le sonrió después de unos segundos de su petición.

— Está bien, vamos a jugar.

Las dos se fueron a jugar con los demás. Gon podía jurar por su vida que nunca había visto a Alluka tan feliz.

— Que se diviertan —dijo Killua al verlas alejarse. 

— Killua, esto es increíble... —dijo con una sonrisa de agradecimiento, que era lo más mínimo que sentía que podía hacer—. Gracias...

Killua le sonrío en grande, y se le veía la satisfacción en sus ojos.

— De nada.

Se había preocupado demasiado por nada... 

Era un lado que en definitiva no le gustaba de sí mismo. Lastimosamente, era un lado que no podía evitar por más que quisiera tratar.





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