Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

16

Cada uno comió lo que pudo, porque pesé a que había hambre, el apetito no estaba. La mayoría de ellos apenas probó un bocado al presentar un nudo en el estómago. Gon se alarmó un poco al ver los pescados a medio comer, pero entendía de alguna forma el motivo. 

Al acabar de comer, todos se acomodaron como pudieron para estar cómodos. Juntaron los sofás para acostarse y dormir juntos. Había cinco sofás, y fusionaron cuatro de ellos en grupos de dos para hacer un estilo de cama de dos plazas. En uno durmieron Piyon y Geru con Shisuku, Shalnark, Machi y Colt, acostando las cabezas en los apoyabrazos; en el otro se acostaron Cluck y Alluka con los otros niños que quedaban, incluyendo a Gon; y sobraba un sofá al lado de uno de los dos sofás que estaban hechos una cama de doble plaza; ahí estaba acostado él, Kanzai, con la cara casi apoyada en el respaldar del mismo.

Pensativo, Gon se acomodó para intentar descansar un poco, necesitaba algo de paz mental, le da miedo dormir y le gustaría estar alerta, pero necesitaba cerrar los ojos por un momento, aunque corto.

— Tranquilo, duérmete —escuchó, sintiendo a la vez una mano fría acariciándole el pómulo derecho. 

Se sorprendió, quedando rígido, volteó y se encontró con unos zafiros mirándolo; Killua. Lo observaba con un brazo hundiendo el respaldar del sofá. Sus dedos no abandonaban su rostro, incluso podría decirse que estaba aprovechando la oportunidad de darle afecto y acariciar la suavidad de su piel.

— No va a pasar nada —prosiguió, intentando calmarlo. 

— Pensé que estabas en tu cuarto —dijo algo impactado. No notó ni escuchó cuando se acercó. 

Pensar en las probabilidades que podrían implicar esa capacidad le erizó la piel de los brazos.

— Lo estaba, pero decidí salir a dar una vuelta, hasta que te vi despierto. 

— Pues... no lo hagas de nuevo, por favor —pidió intranquilo—. Asusta.

— Como quieras, pero, ¿Por qué no duermes? —preguntó —. Hiciste mucho hoy, ¿No deberías descansar?

— Estaba por hacerlo —bostezó —, pero me asustaste.

— Entiendo, descansa —dijo dulcemente, finalizando con un pequeño y tierno beso en su frente—. Adiós. 

Killua se dirigió a la puerta de salida. 

Sus ojos se abrieron como platos al recibir el afecto y la calidez de sus labios en ese beso en su frente. No se esperó un acto tan cariñoso de su parte. Al instante recordó los besos de su tía. No supo que decir después, pero lo que sí le despertó más fue ver que se iba. 

— ¿A-adónde vas? —preguntó, algo tartamudo. 

— Voy a salir un momento, no tardaré —avisó tranquilo, abriendo la puerta. 

— ¿Adónde? —insistió.

Necesitaba dormir, pero si él no estaba tendría los nervios fritos al tacto si los encuentra otra criatura peligrosa. Killua lo observó con detenimiento, confundido ante su reacción, y lo miró con una sonrisa divertida y ladeada. 

— Una de dos —empezó, mostrando el número con dos dedos, parecía que quería calmarlo un poco a su manera —. ¿Tienes miedo o temes que me pase algo?

Gon frunció un poco el ceño al saber a qué se refería con la última opción.

— La primera opción —respondió seco —. Tengo miedo de lo que pueda pasar si no estás aquí, prometiste defendernos a todos.

La cara divertida de Killua se desvaneció. Gon había entendido ese gesto como un coqueteo.

— Y lo haré, no tengas miedo, pero también necesito tiempo para mí. Solo duérmete. Nadie va a venir.

— ¿Cómo estás tan seguro? —preguntó inseguro.

— Tenme aunque sea un poco de confianza —dijo mirándolo serio —, porque si les pasa algo igual pagaré las consecuencias, ¿Te olvidas?

Quedó mudo.

— Estoy acostumbrado a mantener mis promesas desde el día que empecé a salir de la Isla para explorar. Además, sabes que no te queda de otra que confiar en mí para sobrevivir —atacó con condescendencia.

Gon sin saberlo le hizo recordar a Killua que si este le tenía aunque sea algo de consideración, confianza o algo de empatía en un futuro, solo lo hará por sobrevivir y no porque sienta verdaderamente algo de fe o amor por su persona. Él estaba acostumbrado a hacer las cosas por obligación, y fue algo que Killua entendió con el tiempo que lo fue conociendo, sobre todo al ver el gran amor que le tenía a sus amigos cuando aceptó el trato que había hecho. Ese es el Gon que había conocido, entendiendo que no todo lo que él decía eran solo palabrerías. No. Él actuaba y a pesar de temer de lo que no se esperaba lo hacía. Esa era una de las razones por las cuales Killua no tiró la toalla con él, porque sabía que era el único que lo podría hacer sentirse como en familia..., algo que perdió desde que era un niño y de la cual jamás entendió el verdadero valor de lo que aquella palabra significaba, pero que deseaba tener.

Por más que trataba de hacerse eco de lo que dijo, Gon no evitó sentirse muy incómodo, porque sintió como si estuviera usando a Killua, lo que de cierta manera es algo cierto, pero él lo hace sonar de una forma despreciable, que le hizo sentir mal, recordando la forma en la que él era usado. Ya se sentía lo suficientemente fastidiado y pensativo con toda esta situación como para sentirse culpable por la persona que provocó todo. El punto era que... No quería empezar a discutir; no quiere que las cosas vayan de mal en peor. Temía que todo se le saliera de las manos.

— Bien —contestó, casi de la misma forma que él, estresado —. Me iré a dormir y confiaré en ti. Y sí, lo hago por sobrevivir, pero ponte en mis zapatos e intenta comprender como me siento mediante todo lo que he vivido. No te pido que me tengas lastima, pero tengo sentimientos, ¿Sabes?

Ambos se quedaron callados, sin dejar de mirarse seriamente. Él simplemente apartó la mirada fastidiado y salió.

— Yo opino lo mismo. —Molesto, cerró la puerta de un estruendo que lo sobresaltó, cerca de despertar a los demás. 

Suspiró hondo como desahogo, pensó que terminaría todo mucho peor de lo que creía con solo lo que había dicho, pero debería ser más precavido. No creé que Killua lo soporté más si se ponía grosero con él o le intentaba responder.

Hizo una caía de confianza, sabiendo que el sofá lo atraparía para dejarlo descansar y así dormir tranquilo, no de inmediato, pero sin darse cuenta pudo acabar dormido. Suponía que no podía preocuparse tanto, después de todo en esa Isla no hay mucho que hacer que solo ver los alrededores y el cielo. "Tal vez Killua regresé pronto", pensó. Después de lo ocurrido, duda que Killua se arriesgue tanto en dejarlos solos de nuevo. Y estaba en lo cierto; Killua los había encerrado en la cueva con una pila de piedras para evitar que alguna criatura entrará, él había escuchado ruidos afuera pero decidió ignorarlos.

Lo que no sabía era que Killua no iba a un lugar cualquiera. Él se fue a un bosque bastante alejado, donde había unas cuantas luciérnagas con formas extrañas revoloteando por donde se les daba la gana, pero que no opacaban la luz de la luna llena. La iluminación del cielo atravesaba unos espacios en blanco entre las hojas y ramas de los árboles, cayendo sobre su cabeza y dándoles protagonismo a la belleza de sus ojos azules. Estaba cansado, en su cara no había un atisbó de expresión, se veía desganado mirando con neutralidad la extravagante flora que lo rodeaba; lo único que llamaba su atención eran varias flores blancas. Había un prado dedicado a ellas. Él caminó entre ellas y al cabo de unos pasos más adelante divisó un gran puñado de flores rojas amontonadas en cierta zona. Killua acaricio los pétalos con el roce de sus dedos al hacer intrusión en su territorio, llegó casi en medio de ellas y se recostó, imprimiendo su físico con las flores aplastadas. Dejó de pensar y trató de descansar. Tanta era la calma de su respiración que no reacción al sentir como las raíces de las flores se aferraban a sus brazos, piernas y rostro. No hizo fuerza para soltarse. No hizo gestos de miedo. No se puso nervioso. Simplemente se dejó cubrir mientras lo enterraban bajó la tierra como si tratarán de consolarlo al aferrarse en su piel; no lo dejarían libre de su entierro hasta alimentarse de todos sus pesares y lamentos.




Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro