15
El frío aún era latente a las afueras de la cueva. Gon tuvo que quedarse acompañando a la abrazadora fogata con su gélido cuerpo desprotegido ante las ventiscas para calentarse un buen rato. Corría tanto viento que se sentía punzante en la piel. El lugar era acogedor, si hablamos del interior de la cueva, pero no era un lugar muy cálido.
— Gon... —dijo Machi adormilada.
Se había despertado hace poco y él apenas se había dado cuenta. Se asomó por la puerta y la vio reincorporándose sobre el sofá.
— Machi —dijo feliz, y entró para sentarse en el espacio vació del sofá que dejó Machi al despertar —. Que bueno que despertaste, ¿Cómo te encuentras?
Ella, aún con el cuerpo desmotivado, se acercó a él y se sentó al lado para acostar su cabeza sobre su brazo.
— Bien —respondió con un bostezo.
— Me alegra.
No dudó ni un segundo en abrazarla y acariciar su cabellera para ordenarla. A Machi le gustaba que le peinarán su cabello con los dedos, porque según ella, era como una "cepillada cariñosa".
Sonrió al verla feliz por el cariño.
— Debes tener hambre —intuyó.
Apresuradamente, fue de regreso con la fogata y tomó un palo con un pescado ya preparado de ante mano, que había estado cocinando hace poco para cuando todos despertarán, apilándolos sobre una pequeña mesita que Killua le había dado.
— Mucho... —respondió con los párpados centelleando.
— Ten, come —dijo ofreciéndole el pescado—. No está caliente así que puedes comerlo con tranquilidad. Te hará daño no comer. Perdona sí está algo frío, pero la verdad es que no sabía cuando iban a despertar.
— Gracias —agradeció recibiendo el pescado.
Gon pudo notar en su mirada que se le hizo agua la boca, y ella comió con algo de voracidad.
— De nada —le sonrió.
Satisfecho de ver a Machi abasteciéndose con el pescado, miró de soslayo a Killua. Él estaba reposando enfrente de la fogata, acostado del otro lado de la cueva. Se veía apacible a cualquier cosa. En el fondo, por más feo o morboso que pareciese, creyó que él lo trataría de la misma forma que las otras personas lo hacían en sus camas, y no fue así. No le había puesto ni un dedo encima después de esas sugerencias coquetas y de esos besos. Ya se había estado preparando mentalmente para la rutina común de trabajo.
— Pero yo solo cociné. Debes agradecerle a Killua cuando despierte.
— ¿Por qué? —preguntó confusa, pero en su rostro no mostraba desagrado hacia la idea.
Comprensible, después de todo, siempre tenía que hacerlo con un hombre que la prostituía para tener dinero. De alguna forma, pesé al dolor en el fondo, ya estaba acostumbrada de alguna forma. No era la primera vez que veía morir a alguien enfrente suyo.
— Él trajo el pescado, no yo —dijo mirando a Killua dormido.
— ¿El gatito? —preguntó con sorpresa para luego mirar a Killua.
— Sí —respondió algo agraciado, casi riéndome, sobre todo al recordar que a él le avergüenza y le fastidia que le digan así.
"Que bueno que está dormido", pensó.
— Si, el gatito. Luego le agradeces, ¿Sí?
— Está bien —dijo, y siguió comiendo a gusto.
A Gon le pareció adorable ver sus mejillas rellenitas, si comía un poco más parecería una ardilla.
Al pasar el tiempo los demás se fueron despertando y fueron comiendo los pescados uno por uno. El único que apenas comía era Kanzai. Mientras todos estaban comiendo alrededor de la fogata, Gon estaba inquieto al verlo por el rabillo del ojo. Sentía que algo había cambiado entre ellos dos ante la inesperada situación, pero no quería dar nada por hecho; le gustaría saber que tiene en su cabeza para afirmar sus creencias.
— ¿No comerás, Kanzai? —preguntó Cluck. Ella comía con Alluka sentada entre sus piernas; al parecer se sentía muy segura en sus brazos.
— No me apetece mucho —respondió escueto—. Pero agradezco comer, gracias...
Hace un rato Kanzai se veía bastante seguro, y a Gon le sorprendía el desánimo y desganó que escupía a su pasó por verse envuelto en la misma situación y haber fallado; era inverosímil. Normalmente es muy rígido y a veces algo malhumorado, pero jamás lo había visto tan desganado. Si alguna cosa había cambiado, tal vez fue para mal.
— Come y calla —le ordenó Shalnark de forma infantil, estando sentado a su lado.
Al parecer su estado anímico también le afectaba al resto. Se lo esperaba. Los demás ya se estaban haciendo ideas de lo que estaba ocurriendo; la más probable que vino a su mente fue una frase: "Estamos perdidos."
— Lo mismo te digo a ti —contraatacó sereno.
Shalnark apenas había comido algo, pero era porque él siempre comía lento.
— Él come a su ritmo, tú apenas has probado un bocado —espetó Piyon.
Sus ojos se tornaron con el comentario de Piyon y no evitó fruncir el ceño.
— Entonces yo también comeré a mi ritmo —dijo, levantándose del tronco —. Comeré después —avisó, dejando el palo de su pescado sobre la mesita, para luego retirarse y entrar en la cueva.
Esa conversación no fue para nada cómoda. Eso era peor que la tensión que sentían al ver como Killua solo se quedaba dormido a unos pocos centímetros de su círculo. Dejaron el tema de lado y Geru se dirigió hacia Gon. Desde hace un rato lo había visto un poco inquieto. Temía saber la reacción de Kanzai y la de los demás al enterarse del trato que hizo con Killua. Machi sin duda no iba a decir nada por apoyarlo, y aunque eso le daba algo de consuelo, no evitaba sentir el corazón apretujando sus ganas de respirar. Los nervios y mariposas le revoloteaban el estómago y la mente por darle vueltas al asunto.
— Que amable de su parte al traer esto para todos —dijo aún confusa—, aunque admito que se me hizo extraño enterarme de que trajera esto solo para que cenáramos.
— Sí —musitó Cluck —. No quiero afirmar nada, pero temo que solo sea un truco.
— Pues dicen que todos tenemos un lado amable —opinó Piyon, algo tranquila y mostrando una ligera sonrisa —. No todos somos malos porque sí.
— ¿En serio piensas positivamente de la situación después de todo? —inquirió seria viendo a Piyon.
— No, solo quisiera reafirmar mis esperanzas —respondió, quitando su sonrisa.
Cluck se arrepintió de cuestionarla. Además de sentirse ridícula con el vestido que traía puesto. Era demasiado llamativo para el momento, pero era lo único que tenía. Solo tuvo dos opciones muy obvias: o se aguantaba o se quedaba desnuda. Obviamente escogió la primera opción, y no le quedo de otra que tragarse su incomodidad, parecía que estuviera lista para cumplir con su labor de seducir a los ocasionales clientes con su baile.
— Entiendo — Dijo intentando disculparse.
— No te preocupes, no me ofende —aclaró sonriendo levemente, tratando de animarla.
Gon le dio un vistazo a todos a su alrededor, incluyendo a Killua. Claramente estarían ahí siempre; condenados a vivir en esa Isla para siempre, con una persona que los tiene contra su libertad por un capricho, o eso creía antes. Ahora la respuesta era desconocida.
"Por mí.", pensó Gon, tratando de explayarse más. Al parecer había algo más. Una razón diferente de la cual quisiera saber. Aún tenía una información bastante limitada, pero todo a su tiempo, después de todo debía seguir con su vida sin más, como lo ha hecho desde siempre, por más que no le guste. Si no fuera porque está con sus amigos, él estaría en ese mismo instante perdiéndose apropósito en ese bosque a la espera de que lo maten, pidiéndole perdón a su tía Mito desde lo más profundo de su ser.
— Deberíamos intentar tener algo de fe en él —sugirió —. Él sabe muchas cosas que nosotros no, lo mejor que podemos hacer ahora es confiar y no reprochar.
— Gon debe de tener razón —prosiguió Piyon con obvia inseguridad —. Él está haciendo esto solo por él después de todo —le miró con una tenue sonrisa. Pudo notar que ella estaba de su parte, o eso suponía. Su mirada de alguna forma le dio un escalofrío, había algo raro que no podía descifrar.
— ¿Qué sucede? —le preguntó sin apartar su mirada de sus ojos.
Por alguna extraña razón, pudo percibir una idea extraña de sus pensamientos, pero no sabía que era. Le estaba asustando en el fondo.
Ella rio leve, como si tratará de explicar lo que pudo ver a través de sus profundos ojos rosados.
— Perdona, pero no puedo evitar pensar que Killua no solo lo hace por un capricho.
— ¿Qué quieres decir? —preguntó confuso.
— ¿En serio no has pensado en que posiblemente le gustes y que no solo lo hace por el simple hecho de que quiere una hembra por qué sí?
Su piel se puso pálida, todo el progreso que la fogata había conseguido para calentarlo se perdió con esa simple posibilidad.
"¿Yo, gustarle?"
No es que Gon fuera tonto, ese calificativo no iba con él; la palabra impulsivo sí. Y lo cierto era que no lo pensó. Lo único que vino a su cabeza fue sexo. Y si fuera cierto lo que dijo Piyon, no lo notó. Hay maneras distintas de demostrar eso, o al menos eso le habían contado sus amigos y la misma Piyon, porque nunca sintió lo que es estar enamorado o siquiera sabe diferenciarlo del deseo sexual. A su manera lo interpretó como si fuera un compromiso. Nada más.
— No, no lo pensé —respondió serio—. Y no soy una hembra, soy un chico —recalcó, como si supiera que Piyon iba a hacer mención de ello.
— ¿Acaso... eres de esas personas a las que les incomoda que personas del mismo sexo se gusten? —volvió a preguntar Piyon, curiosa.
Se tensó, eso no era lo que quería decir, ni siquiera se le acercaba.
— No, no, no es eso —negó agitando las manos —. ¿De verdad crees que eso me importaría después de todo lo que ocurrió en esa cantina?
— ¿Entonces?
— No hablen de esto enfrente de los niños. —regañó Cluck.
— No es como si ellos no supieran nada eh, Cluck —espetó Piyon con sarcasmo.
— Por favor, ya basta —pidió Geru, con paciencia, llamando la atención de todos. Ella nunca quiso hablar con Gon para empeorar las cosas —. En serio, olvídenlo. Ahora mismo preferiría comer tranquila y sin oír peleas. Así que les pido silencio, ¿De acuerdo? No debí ni de hablar —finalizó para seguir comiendo.
Piyon entendió que debía cerrar la boca. Recapacitó un poco y se dio cuenta de las ridiculeces que dijo y pensó.
— Bueno, está bien —dijo Piyon, dándose por vencida —. Ya no diré nada.
Gon suspiró hondo para relajarse. Estaba cansado. No se esperó que Piyon sacará el tema a relucir. Si se trata del amor o de una relación, él no tenía ni idea, solo podía plantearse una situación hipotética, que lastimosamente terminaba en un embrolló mental. Jamás se le pasó por la cabeza, es decir, ¿Por qué pensaría en un romance estando aprisionado y siendo vendido por cada rincón del mundo? Y que ahora le hablen sobre la sexualidad y de los gustos de una persona hacía otra del mismo sexo... Es algo extraño, al menos para él, porque jamás se planteó nada parecido. Era lo que menos le importaba al no entender ese tipo de sentimientos. Sabe lo que son los placeres del sexo, pero jamás lo disfruto en ningún momento. Se sentía usado y le daba asco ver tanto a los hombres como a las mujeres que son como con los que convivió, por eso llegó a sentir un poco de asco y enfado hacia Killua al creer que lo quería para esos mismos fines.
Geru le explicó varias cosas sobre esos mismos temas, y lo agradece, porque pudo aprender con facilidad algunas cosas; sin embargo, solo era una simple explicación, como si un profesor te estuviera enseñan teoría sin ejemplos. No lo aplicó para sí mismo porque no lo entiende del todo. En la pequeña escuela a la que iba tampoco le llegaron a enseñar sobre eso. Aparte de no aprender de ello por haber sido secuestrado, su escuela no tenía un alto nivel de educación. Todo era muy básico y hasta pobre, pero no había nada que su familia podía hacer para cambiar las cosas. Apenas podían conseguir dinero trabajando como pescadores y vendedores de mariscos. Lo que si pudo comprobar sin tapujos y sin prejuicios fue la forma en que su cuerpo pudo experimentar y sentir lo que era el deseo carnal, visto de distintas perspectivas.
Solo supuso como si nada que era Asexual por el momento, porque no tenía ganas de volver a repetir ese tipo de encuentros y porque su falta de conocimiento lo mantenía confuso. Pero quizás está vez sí estaba en lo correcto. Recordó los besos que le dio Killua; y se declaró una piedra total. Pensarlo le dio igual. No sintió nada y mucho menos tenía ganas de que eso escale a algo más.
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