12
Aún era de día, y Gon quiso aprovechar en tomar un poco de aire fresco. Necesitaba pensar ahora que Machi estaba descansando. Volteó su cabeza para mirarla mientras se encontraba sentado cerca la puerta de la cueva. Todos se encontraban dormidos en los sofás, deseaba dormir como ellos, pero cuando lo intentó no pudo. Tenía tantas cosas en la cabeza, y entre ellas le vino la nostalgia.
Tantas palabras de aliento y tanto sufrimiento soportado por nada. Su corazón se oprimió, porque cree que la única razón por la que no se volvió loco es porque aún sentía que tenía un motivo para vivir. Aún lo tiene, pero las cosas son distintas ahora. La frustración lo orilló a apresar los dedos en sus brazos. Las cosas no debían acabar así. Sus amigos fallecidos no podían quedarse así sin más.
"Me niego..."
Abrazando sus piernas, mirando a su alrededor, contempló algunas rocas que habían caído antes del techo cuando esa criatura los iba a atacar. Una de todas esas piedras le llamó la atención, era algo pequeña y filosa, pero presentía que sería de utilidad.
Se levante para tomar la piedra y salió para buscar un árbol adecuado, uno grande. Observó a su alrededor y parchó su interés en uno enorme junto a la cueva.
— Ese servirá —dijo decidido.
Se acercó y empezó a tallar los nombres de todos sus amigos en el árbol, desde la base y continuó hasta arriba, para que el árbol alcance. También puso los nombres de los niños que conoció en el pasado, y que murieron injustamente, entre ellos estaba Leslie.
Fue difícil batallar con el grosor del tronco. Tenía las probabilidades de cortarse y estaba bastante seguro de que en esa Isla no había ningún mísero de kit de emergencia.
— ¿Qué estas haciendo? —Escuchó detrás de él, y por asustarse casi acaba cortándose.
Miró a sus espaldas y ahí estaba, era Killua, mirándolo con interés.
—Tallando —respondió cortante para seguir tallando. No quería que se metiera en ese asunto.
— ¿Por qué los nombres?
— Son cosas mías. —Dijo directo, sin voltear para seguir tallando. Hubo un silencio entre ambos.— Por favor... me gustaría estar solo ahora. Espero no te moleste... —pidió sin acabar. Volteó y ya no vi a nadie.
Sus ojos escanearon por todos lados, pero no había nadie. No se lo pensó mucho y siguió tallando. Eran muchos nombres los que tenía que tallar.
Pasaron unas horas. Ya era medio día y todavía nadie despertaba.
Gon tuvo que detenerse para descansar su mano, estaba totalmente roja con algunas marcas imperfectas en la palma. Se tumbó al pasto un rato y, cuando estaba por cerrar los ojos para mentalizarse, sintió una enorme sacudida que lo hizo rebotar un poco en su sitio, y todo se detuvo.
— ¿Qué...?
Entonces reaccionó, volviendo a la realidad, y recordó que no estaba en un lugar seguro y común. Fue a ver corroborar, y se congeló. La misma criatura de antes estaba completamente rendida en el suelo. Su cuerpo fue adornado con arañazos de varios tamaños, que aún goteaban sangre fresca color púrpura. Estaba muerto.
No salió del shock. Estaba impresionado. No lograba concebir en su mente cómo paso o cómo esa criatura acabo así sin que él se percatará de sus enormes pasos acercándose a la cueva. El sonido de unos pasos delataron al causante. Se le oía rodear a la criatura para llegar a su posición. Era Killua. Pero no supo como reaccionar al verlo. Su cuerpo estaba manchado de sangre púrpura; partes de su camiseta y pantalones que traía puestos se habían pegado a su piel; su cabello goteaba; y su cara tenía sangre salpicada en la fuente de su nariz y en su mejilla.
— No sé si servirá como disculpa... —dijo sereno, mirándolo.
Gon quedó completamente mudo.
— Como te dije, mi intención no era que se comieran a tus amigos, pero con una simple disculpa supuse que no me perdonarías... —Su rostro delataba arrepentimiento e incómodo, y apartó la mirada—. Y... No tuve otra manera para compensarlo...
"¿Él mató a esa cosa para pedirme perdón?"
Killua no lo miraba y su cerquillo tapaba sus ojos, no podía ver el color para tratar de ver su estado de ánimo. No sabía que opinar al respecto. Lo que menos necesitaba era ver más muerte, y con toda su resistencia intentó mantener la calma ante el incesante llamado de las náuseas. Quería vomitar y más al recordar la muerte de sus amigos, sobre todo al repetir la escena de la cabeza de uno de ellos ser lamida por aquella criatura. Apretó los puños con fuerza y empezó a mirar en otra dirección para hacerse eco del cuerpo inerte ante él. Lo único que pudo hacer para apaciguar los ascos fue tosiendo y tomando aire.
— No era necesario —dijo al calmarse —. Esto era lo que menos necesitaba. — Aclaró. — Hiciste algo estúpido, tú también pudiste morir.
— Me imagino que no lo dices por estar preocupado por mí —respondió tranquilo.
— Claro. ¡Tú nos trajiste aquí y si mueres es más que obvio que mis amigos y yo también moriremos! —reclamó serio.
Él solo se quedó callado y simplemente se dio media vuelta. De sus uñas brotaron garras que hacían resaltar las venas de la mano, estremeciendo a Gon por pensar que su vida estaba posada bajo esas uñas afiladas. Killua cargó a la criatura enterrando la manicura en su carne, dejando que cuelguen sus cuatro patas y que se arrastre su cola.
— Me desharé de esto —dijo pensativo.
Gon sintió una gran curiosidad por saber lo que Killua tenía en la cabeza. Así las cosas serían más sencillas a su perspectiva.
"¿Por qué creyó que matar a esa cosa sería lo ideal para disculparse?"
— Ocúltate antes de que salga el sol. Todo será peligroso en los primeros momentos en el que el sol se oculte —repitió la advertencia anterior, antes de irse.
Al perderlo de vista retornó con su trabajo. Se demoró tallando hasta antes de que el sol se ocultará, por consejo de Killua. Hacerle caso era todo lo que podía hacer.
El sol se ocultó y la Luna se hizo presente. Desde la entrada de la cueva se podía ver el proceso que tomaba pasar de día a noche, y cerró la puerta por los escalofríos que le daba el aire.
Se preocupaba de que nadie despertará y, por miedo, fue escuchando el corazón de cada uno. Aún latían con normalidad. Eso le alivio. Siguió esperando a que despertarán, olvidándose de comer, hasta que su estómago comenzó a declamar por hambre. Era obvio que eso pasaría, no comió nada desde la tarde del día anterior, causándole horribles dolores estomacales y una increíble incomodidad, tal vez eso también fue lo que le incitó su vómito cuando Killua trajo a esa criatura muerta.
La puerta se abrió. Killua regresó.
— ¡Volví! —exclamó, metiendo algo a la cueva.
Gon se acercó para ver lo que había traído, topándose con una red llena de peces. Era una red grande que llevaba cargado como costal de papas. Su cuerpo ya no estaba bañado en sangre, dejando apreciar su torso con la camiseta colgando en su hombro. En lo más profundo de su interior, logró sentir envidia de él.
— Perdona la demora —Dejó la red a un lado de la puerta—. Tuve que ir a tu mundo para traerlos, en esta Isla no hay cosas que coman ustedes.
Las palabras que escuchó le intrigaron, parpadeando por la incredulidad.
"¿Fue a buscar comida para nosotros?"
— Gracias. — Agradeció, acercándose a la red para ver a los pescados. — Pero, ¿En esta Isla no hay nada comestible para los humanos? —preguntó. Una idea merodeo en su cabeza.
— De hecho sí hay, comemos casi las mismas cosas que ustedes.
— Entiendo, pero era más fácil solo traer alimento de la Isla. No era necesario que te tomarás molestias —prosiguió, deseoso de saber lo siguiente que diría.
— No importa. De todos modos no tiene nada de malo. ¿O sí?
— No, no. Está bien. Gracias. — Agradeció de nuevo, aún sin saber qué intentaba hacer Killua. Está cumpliendo su acuerdo, pero algo era diferente.
— ¿Cocinó? —preguntó.
— Eh sí, está bien. Después de todo ahora iba a hacerlo.
Algo había ocurrido con Killua en su ausencia, y a Gon en serio le gustaría saber lo que ocurrió. A él le venía como anillo al dedo y no tenía ningún inconveniente, pero no entendía su actitud del todo.
"¿Será bipolar? En un momento es serio; al otro es agresivo; después se avergüenza; y al final es amable."
Gon se sentía muy extraño, porque pensó que vivir en esa Isla, atrapados con Killua, seria como estar en un infierno eterno.
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