Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

10

— ¿Isla Maldita? —preguntó Geru.

— ¿Tengo que explicárselos con manzanitas o qué? —dijo Killua, haciéndose el gracioso—. Creo que es más que obvio lo que significa.

— Pero no estábamos en ninguna Isla —mencionó Piyon. 

— Yo los traje aquí. Solo un habitante de este lugar sabe la entrada y la salida de esta Isla. 

— ¡Entonces nos ibas a dejar morir de todos modos! —reclamó Kanzai, samaqueando a Killua de la ropa.

Killua se soltó bruscamente de él.

— Cálmate, orangután —. Se acomodó la ropa—. Los iba a dejar donde los encontré. Lo que hacían después era problema de ustedes. —Se dirigió hacia Gon y le sujetó fuerte de la muñeca.

Por la confusión y sus pensamientos, casi terminó tropezándose cuando Killua lo quiso guiar de regreso a su cueva. 

— ¿Qu-qué haces? —decía tartamudo, intentando soltarse.

— Ya lo dije, quiero que seas mío. Así que quédate aquí —ordenó, intentando hacerlo entrar en la cueva. 

— ¡No!, ¡Ya déjame! —insistió, intentando soltarse, pero sus fuerzas no servían. 

— ¡GON! —gritó Machi, y fue corriendo hacía a él, aferrándose—. ¡No nos dejes!

— ¡Suéltalo niña! —gritó Killua—. ¡Creo que ya viste de lo que soy capaz de hacer y sabes lo que te puedo hacer!

Machi no miró a Killua, solo se siguió aferrando a Gon, con su rostro oculto en su espalda. Él pudo sentir su miedo. Con la única mano que tenía libre la abrazó, esperando protegerla, pero también estaba nervioso.

— ¡Atrévete a ponerle un dedo encima y...! —amenazó Kanzai, yendo hacia Killua.

Gon se quedó viendo a Killua y fue testigo de como sus ojos se volvieron más oscuros de lo normal, al punto de verse negros mientras su mandíbula se torcía en una mueca de molestia y desesperación. Sus ojos se parecían al color del fondo del océano.

Kanzai estaba por sujetar a Killua, pero no logro hacerlo.

— ¡¡YA ES SUFICIENTE!! —vociferó Killua de forma sonora. 

Su propia voz provocó una gran ventisca que mandó a Kanzai y a los demás, menos a Machi, a impactar contra uno de los troncos de los miles de árboles que había. Todos se sintieron aturdidos y a sus alrededores empezó a aparecer un humo negro, que se veía esponjoso, apresándolos contra el tronco, evitando que escaparán.

No tenía palabras para lo que estaba mirando.

— ¡PENSÉ TENER LA PACIENCIA SUFICIENTE PARA QUE SE QUEDARÁN, PERO YA ME HARTE! Los regresaré por donde vinieron y ¡Es - todo! Así que cállense, es lo menos que pueden hacer después de que los saque del infierno en el que vivían. No sé en que estaba pensando... Debí elegir lo más fácil... —bufó fastidiado. 

"No puedo creerlo... Nosotros solo queríamos algo mejor y ser libres. No merecemos esto... ¿Por qué...?", se preguntaba Gon, expectante. Veía como aquella nube negra los estrujaba cada vez más. Sentía sus huesos volverse tiesos e inarticulables. Nadie podía quejarse porque la nube les cubría la boca y nariz. Tenía miedo. No podía moverse, sus piernas no le respondía.

"¿Y sí me hace algo a mí? No... No quiero que..."

— ¡Suéltalos! —gritó rogando, preocupado.

— No. Se merecen un pequeño castigo, sobre todo el animal de tu amigo, si no se comporta todos pagarán por igual. Y lo mismo te pasará a ti si no te controlas... —advirtió Killua, secamente, sin expresión en su rostro.  

No sabía como responder a eso. 

— Ya te dije —Sonrió triunfante.— No estoy tan desesperado por una hembra. 

Se asustó más y miró a todos. Sus ojos se llenaban de lágrimas y sus rostros se pusieron morado. Quería hacer algo pero sentía más fuerte el apretón de Killua en su muñeca. Si se movía más brusco se lastimaría, o quizás él pensaría en romperle la muñeca. 

"No puedo... No puedo, pero quiero... No quiero ver morir a nadie más..."

Quería llorar. Se sentía tan mal, pero esa situación no era cómo la de antes, y es algo que no entiende. "¿Por qué no puedo hacer algo ahora?"

— Snif...

Se quedó quieto. Unos pequeños escalofríos le recorrieron por la humedad en su espalda. No captó, no estaba lloviendo por estar atarantado. Miró a Machi de reojo y la vio llorando, aguantando el llanto en sus brazos, temblaban en su cintura.

"Es verdad. Kanzai también sentía lo mismo, pero aun así..."

Con solo pensar en su nombre dirigió la vista a él. De sus pestañas escurrían unas pocas lágrimas, que apenas le permitieron ver a Gon. Su mirada demostraba miedo y aceptación, de una forma significativa. Inconscientemente, soltó lágrimas con la mirada perdida, recapacitando. Sabía que esto no podía quedar así.

— ¿Y bien? —preguntó Killua, mirando a todos en el árbol. 

En un arranque de valor, aprovechó la distracción de Killua, y con su mano libre le di un golpe en la cara. Para su sorpresa él ni se inmutó, de algún modo se lo esperaba. Después de todo lo que vio antes, lo que hizo no fue nada. Solo consiguió mover su rostro a un lado, aunque haya sido con un golpe.

Kanzai se sorprendió al oír el golpe y a penas pudo mirar lo sucedido.

Killua tenía los párpados cerrados. Sus labios mostraban una mueca ladeada de fastidio y paciencia. Sus dientes se apretaron, delatando cuatro colmillos. Gon se estremeció, intrigándose más de qué podría ser, sin perder el valor.

—Tsk... —chasqueó la lengua, apretando un puño. — Solo porque eres tú... Te haré una simple pregunta... —gruñó Killua entre dientes—.  ¿Por qué hiciste eso?

— Porque quería... —contestó, algo tranquilo, nervioso—, y te lo merecías... —Él lo miró serio por el rabillo del ojo—. Ahora entiendo por qué no tienes a ninguna hembra de verdad, y tienes que conformarte con un macho. 

No hubo reacción por parte de Killua, solo seguía mirándolo. El ambiente se quedó en silencio. Un silencio abrumador que atravesaba lentamente sus oídos, dándole vuelvas por la cabeza.

 —Sabes... Me gustan las personas difíciles... —sonrió divertido—. Pero tú eres el colmo. Además... A ti nadie te dijo nada cuando tenías que conformarte con tan poca cosa al ser una prostituta barata.

Gon no reaccionó. Ni siquiera le dolió. Shaty todo el tiempo se lo decía, y aunque había momentos en donde se quebraba por ello, en el fondo sabía que eso no era cierto. Solo fue un niño obligado a participar en esas prácticas para sobrevivir. Tuvo que conformarse con tan poca cosa por supervivencia. Y como no tenía respuesta, solo le mantuvo la mirada. 

— Hagamos esto... —dijo, suspirando, para calmarse. 

— ¿Qué? 

Sus dedos chasquearon y el humo empezó a desvanecerse, liberando a todos, y estos cayeron al suelo. Gon intentó ir a ayudarlos, con el corazón en la palma de la mano, pero Killua no se lo permitió. Todavía sostenía su muñeca con firmeza pesé a la suavidad con la que aferraba sus dedos a su piel.

— Ellos están bien, ahora escúchame. Quiero hacer un trato contigo.









Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro