Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

- CAPITULO EXTRA -



"Una noche de amor en Las Vegas" 
(PARTE I)

—Sin duda esta es la reina de las malas ideas. —susurre al ver como mis primos se bebían las copas de champagne como agua.

No estaba en mis planes que este fin de semana tuviese que hacer de niñera de dos irresponsables hombres que actuaban igual que adolescentes ubicado nada más ni nada menos que en el maldito Las Vegas. 

¿Por qué accedí a venir aquí en primer lugar?

Todo era culpa de Lucka. Según él, no me divertía lo suficiente y el trabajo me estaba consumiendo. Había algo que mi mejor amigo no comprendía, tener dinero no garantizaba que siempre fuese así, y de mi dependían muchas personas además de mis empleados. Sobre todo las dos personas que tenía delante de mí.

—Oh, vamos, malhumorado. —reclamo Alexander mientras los ojos se le iban en el trasero de la mujer que pasaba por su lado —. No es posible que siendo tan atractivo seas tan puritano.

Su hermano entorno los ojos.

—Alex... ¿hay algo que quieras decirnos sobre tu sexualidad? —se burló.

—Madura, Theodore. Que señale el atractivo de otro hombre no me hace homosexual. —se bebió el contenido de su copa —. ¿En qué época vives?

—Si nuestra madre se entera, va a matarnos. —expreso pensativo mi primo más centrado.

—Deja de tenerle miedo, Theo. Tienes veinticinco años.

Theo lo observo con expresión divertida.

—Tú tienes veintinueve y aun así te hace comer jabón cuando dices groserías. —le dio un codazo cómplice.

Sonreí. Varias veces su madre me había hecho comer jabón también. La tía Henry odiaba las groserías, después de haber caído en el alcoholismo a causa de todo lo que su esposo le había hecho pasar, verla demacrada física y mentalmente por años, se podía decir que era una persona completamente nueva. Estaba inmersa en la religión y se dedicaba a ayudar a las personas que habían transitado por lo mismo que ella.

El celular de Alex sonó y puso una sonrisa depredadora al leer el mensaje. Mi primo era el mayor de los tres, pero se comportaba como si fuese un chiquillo hormonal y necesitado. Podía entenderlo, el único referente paterno que había tenido era Cameron, mi padrino, y él no era del todo un ejemplo de hombre que podía dar consejos maduros. 

— Esta noche es nuestra.  —se froto las manos, satisfecho —. Cassidy Sparks está aquí con sus amigas. Espero que Jessica este con ella.

—Alex... —advirtió su hermano.

— ¿Quién es Jessica? —pregunte.

—Es una cosita muy linda con unos... —hizo una seña que simulo el tamaño de sus pechos —, y un... 

Theodore exhalo todo el aire de sus pulmones.

— ¿Puedes dejar de sexualizarla? 

Alex lanzo una carcajada.

— ¿Acaso te gusta, hermanito? —pregunto —. Yo la vi primero.

—Es atractiva, pero no es solo pechos y un trasero. —respondió molesto —.  ¿Y qué es eso de "yo la vi primero"?  Ya estas grande para esas tonterías.

No podía creer que se estuviesen peleando por una mujer. Iba a cuestionar su comportamiento pero decidí beberme mi whisky y abrir mis mails desde el móvil, lo que sería mucho más interesante que la charla que estaban teniendo estos dos personajes.

—El bueno de Theodore... tu novia debe estar agradecida de estar con alguien como tú. —dijo, apretando la mejilla de su hermano —. Espera... ¡No tienes! —Elevo los brazos señalando a su alrededor —. Estas en Las Vegas, hermanito. Aquí es sexo asegurado. —entorno los ojos en mi dirección —.  Tú, deja ese jodido teléfono de una vez.

—Tengo trabajo. —respondí.

— ¿Por qué soy el único que está disfrutando esta experiencia? Más bien, ¿Por qué he venido a la ciudad del pecado con las personas más aburridas del país? —mascullo molesto —. Debieron irse a Rhode Island con Lucka.

—A mí me agrada ir a Rhode Island. —expreso su hermano —. Esta ciudad es demasiado... todo.

—Todo muy hermoso... —dije, levantándome de mi asiento —, pero debo responder unos mails y revisar unos contratos. 

Alex frunció el ceño.

—Stephen Cameron James... juro que si no te veo en la discoteca esta noche subiré a internet la fotografía de cuando te embriagaste y Lucka te coloco el vestido de Annie.

¿Hasta cuándo me amenazaría con lo mismo?

—Imbécil... si bajare.

Pase por el lobby del Bellagio y muchas personas ebrias y mujeres con muy poca ropa caminaban hacia la salida. Para ser un hotel tan caro, me irritaba que su política fuese tan accesible. Se suponía que uno pagaba la comodidad y tranquilidad.

LUCKA: ¿Te diviertes? Yo mucho. Cameron se ha puesto ebrio y estuvo rapeando como Eminem toda la cena. Tengo un video al respecto que seguramente terminara en YouTube.

STEPHEN: No, no me divierto. Odio el maldito Las Vegas. Odio apostar, odio las discotecas y gracias a ti y la fotografía que me has sacado en el Fall Festival, estoy obligado por Alex.

LUCKA: Que gran fotografía esa, alegra mis días. Relájate, no hay nada que mucho alcohol no haga soportable. Yo la paso ebrio la mayor parte del día para tolerarte.

STEPHEN: Estas malditamente despedido.

LUCKA: Sin mí no eres nada. Diviértete, gruñón.

Sonreí de manera afectuosa. 

Después de responder mails que tenía atrasados y trabajar lo suficiente, me di una ducha relajante y procedí a vestirme para bajar a la discoteca donde mis primos estarían esperándome, seguramente ebrios. 

Theo no me preocupaba, el solía comportarse incluso estando con sus sentidos adormecidos, pero Alexander era una maldita bomba de tiempo.

Un episodio al ingresar a la discoteca llamo mi atención, pero más por quien estaba involucrada. Juliet, la rubia que bese en la fiesta de Alex, intentaba pasar de un sujeto asqueroso que intentaba abordarla. Cuando esta le lanzo un puñetazo me sobresalte, pero el imbécil aún seguía insistiendo, por lo que no tuve que pensarlo mucho. Tome el cuerpo ebrio y excedido de peso y lo arroje hacia un costado, quitándoselo de encima. 

Ella se quedó observándome, como si fuese un producto de su imaginación y yo aproveche para escanearla de cuerpo completo. Su belleza era de otro universo.

Quizá hoy era mi día de suerte.

❤︎❤︎❤︎

Si era la reina de las malas ideas venir a Las Vegas un fin de semana donde tenía más trabajo del que podría desear,  aceptar un trago de esta mujer era definitivamente peor. Casi no podía mantenerse erguida de tanto alcohol en sangre que debía tener y por más que me parecía demasiado sensual y quería follarmela hasta desmayarme, no era probable que fuese esa la razón por la cual ella perdiera el conocimiento.

—Apenas puedes caminar... —dije cuando trastabillo en la recepción del lugar —, te llevare a tu hotel.

— ¿Por qué eres tan aburrido? —pregunto divertida, dándose la vuelta. Sus enormes y hermosos ojos verdes se encontraron con los míos —. ¿Podrías relajarte solo dos segundos?

—Te juro que intento relajarme pero me da miedo que me vomites encima. Te encuentras muy ebria.

—No estoy muy ebria... no sabes lo que es que yo este ebria —aseguro con una mueca graciosa hacia el camarero y al instante, el hipo apareció. El maldito hipo que anunciaba su fin de ingesta de alcohol. 

Era como la versión femenina de Alexander. Terca, inmadura y llevada de sus propias ideas.

—Se terminó. —sentencie lanzando un suspiro —. Tomaras agua o un café. 

—Estoy bien, papa pitufo. —dijo, moviendo su cuerpo ante la contracción de su diafragma.

— ¡Estas hipando!

—Porque respire muy rápido.... Dah —puso los ojos en blanco y se levantó del taburete —. Necesito ir al tocador.

— ¿Puedes llegar en una pieza o debo acompañarte? 

Se acercó a mí y palmeo mi mejilla con fuerza.

—Relájate, He-Man. Estas en Las Vegas. —hipo nuevamente —. En un segundo estaré aquí, ni notaras mi ausencia.

Camino intentando conservar el equilibrio y me hipnotizo su figura y el balanceo de esas caderas. 

Negué con la cabeza. Era hermosa, pero sin duda su inmadurez no tenía límites. ¿Cómo se exponía a deambular en ese estado, sola y por una ciudad donde se podía encontrar abusos en todas partes? No quería ser un puritano, como solía decir Alex, pero ella se excedía en confiada. No sabía quién era yo, además que hacía solo unos minutos un imbécil se propaso intentando tocarla, y aun así, estaba aquí con un completo desconocido, ebria hasta la medula.

La había besado en la fiesta que mi primo organizo en mi casa y no sabía por qué. Sus ojos me hechizaron desde el primer momento en que se cruzaron con los míos, pero estaba seguro que era de esas mujeres que uno debía mantener lejos. Mujeres peligrosas, con un hermoso envase y una gran ambición en quedarse con tu dinero.

Conocí a una, Cheryl Hamilton. Si bien no se asemejaba ni por casualidad a la belleza de esta mujer, era igual de peligrosa. Por suerte, nunca caí en ninguno de sus embrujos.

¿Qué tanto estaba haciendo en el tocador?

Cuando comenzaba a impacientarme, apareció. Con su labial rojo escarlata intacto, ese vestido provocativo y una sonrisa encantadora en los labios.

— ¿Por qué has tardado tanto? —me queje —. Creí que me habías dejado plantado aquí.

— ¿Te ha pasado alguna vez?

—No. Pero siempre hay una primera vez para todo. —dije pasando una mano por mi cabello —. Te ves mejor.

Emitió una sonrisa preciosa. Tan preciosa como ella. Parecía una pequeña Barbie.

—Sí. —se sentó nuevamente en su lugar, acomodando su vestido —. Vomité todo el alcohol así no me estás dando lata con que estoy ebria y que no siga bebiendo.

Y allí fue cuando la Barbie se convirtió en un camionero...

—Eso no es sano. Estas completamente loca.

Me lanzo una mirada llena de escepticismo.

— ¿No estabas preocupado porque te vomite encima? —arqueo una ceja, burlona —. Pues eso ya no pasara. 

—Pero, ¿Cómo...? —mi cabeza era un mar de interrogantes. Esta mujer era el más extraño ser que había conocido, y eso que convivía con Lucka a diario —. Sabes que, déjalo así. 

— ¿Nunca lo has hecho cuando eras adolescente? —pregunto como si el raro fuese yo.

—No. Yo era un adolescente normal.

Apretó los labios pero eso no fue suficiente para reprimir la carcajada que resonó en todo el lugar y se perdió un poco con la música.

—Estas muy tatuado para ser tan remilgado. —dijo, señalando mis brazos mientras se bebía el trago que había pedido y me observaba fijamente.

—  ¡No soy un remilgado, niña!

—Que te enojes porque te digan remilgado, te hace aún más remilgado. —dijo con tono algo divertido —. Dime algo de ti... ¿Qué te trae a la ciudad del pecado?

—Mis primos me han obligado.

Frunció el ceño y chasqueo la lengua. 

— ¿No tienes voluntad propia? —pregunto —. Remilgado y dominado... me sorprende que no estés casado y con varios hijos, con esa actitud tan puritana.

Que me dijeran eso o me diesen un puñetazo en las costillas era exactamente la misma sensación. ¿Acaso esta mujer no tenía filtro en esa boca? Decía lo que pensaba y le importaba poco a quien tenía adelante. Apuesto que cuando sepa a quien le había hablado de esa forma, querrá suicidarse.

— ¿Y tú? Supongo que no debe haber alguien que se aguante tu ritmo, cariño. —dije con una sonrisa satisfecha.

—Tienes razón. —dijo, encogiéndose de hombros —. Eso y que soy una perra desalmada.

—Generalmente las personas que aseguran ser desalmadas, solo son personas traumadas o herida. —apoye mis codos en la barra y me acerque a ella —. ¿Cuál eres tú, Juliet... traumada o herida?

Si ella no iba a tener filtro para hablar conmigo, yo tampoco lo tendría. Se iba a arrepentir de hablarme con tanta insolencia.

—Un poco de ambas, supongo... ¿Acaso eres psicólogo, Stephen?

—No, estoy muy lejos de eso.

Más bien necesitaba uno, pensé mientras la observaba detenidamente. Sus facciones eran únicas, las pestañas le caían sobre los ojos, tenía pómulos definidos, nariz pequeña. Demasiado rostro de niña buena y dulce para alguien que bebía tanto y que cuando hablaba largaba todos sus demonios. Paso la mano por su cabello, acomodándolo y suspiro largamente. No pude deducir si su suspiro era por aburrimiento o decepción.

— ¿Esa es tu táctica con las mujeres?

— ¿A qué te refieres? —cuestione.  

—Hablar de sentimientos para sensibilizar a la otra persona y así tenerla en tu mano...

—No necesito hacer eso para tener a las mujeres en mi maldita mano, Juliet.

—Bien, porque el psicoanálisis no me va. Mi madre es Psiquiatra y como veras, no ha podido conmigo. 

Ya veo...

—Siempre tuve la teoría que las personas que se dedican al estudio de la mente humana y sus comportamientos están muy trastornados. —exprese.

— ¿Si? —elevo una ceja. 

— ¿A qué te dedicas tú? —indague —. ¿Eres modelo... actriz?

Entorno los ojos.

— ¿Solo porque soy rubia y bonita se supone que debo ser o actriz o modelo? —cruzo sus brazos y se reclino —. No puedo ser... no sé, ¿científica? —pregunto —. Quizá trabajo en la NASA... 

— ¿Trabajas en la NASA? 

Con ese aspecto si trabajaba en la NASA, lo más probable era que los nerds tuviesen más ataques de asma que lo habitual 

Su expresión se volvió seria. Abrió  la boca varias veces, como si quisiera decir algo pero se contuvo. 

—No. En realidad no puedo decirte de que trabajo... —su semblante hizo que me causara aún más curiosidad —, es peligroso. —agrego.

— ¿En serio? 

—Sí. —asintió con la cabeza y cruzo las piernas —. Es muy peligroso para ti.

—Puedo lidiar con eso. —sostuve con mi vista en su anatomía.

—Soy narcotraficante. —escupió. Hice lo posible por no estallar de risa en su rostro —. ¿Conoces a Pablo Escobar? Era mi padre.

—Pablo Escobar murió hace treinta años. —asegure —. Es imposible que te haya concebido.

—Criogenización de esperma, Stephen. —dijo, poniendo los ojos en blanco.

Sin dudas era actriz. Cualquiera podría creerse tranquilamente su historia de mafias y venta de drogas.

—No te ves como una narcotraficante líder de un cartel.

Ladeo la cabeza.

—Es un disfraz. Estoy haciendo investigación de campo.—prosiguió con su relato —.  No deberías prejuzgar, cariño. Así como me ves, puedo golpearte cinco veces antes que toques el suelo.

Esta vez sí tuve que reírme. 

¿Golpearme? ¿Con esos Jimmy Choo de colección y ese vestido de Gucci?

—No te estoy juzgando, Juliet. —mentí.

—Si lo haces. Si yo tuviese que llevarme por apariencias, diria que pareces un matón de la mafia rusa. —hizo una mueca —. Pero cuando te escucho hablar, eres solo un niño de los suburbios que juega a ser exitoso.

¿Qué? ¿Pero quién se cree que es? ¿Acaso no tiene idea de con quien está hablando? No sabía de donde había salido esta mujer tan endiabladamente seductora e inteligente, pero no iba a dejar que se burlara de mí. No me gustaba que hondaran en mi vida personal, y no me gustaba hablar de mí.

—No juego. —dije con voz grave —. Soy exitoso. Muy exitoso.

—No te ofusques, cariño. —apoyo su mano en mi brazo —. Era un chiste.

—Debería llevarte a tu hotel.  Estamos bebiendo mucho y eso no augura nada bueno.

Iba a terminar haciendo de niñero de esta mujer extraña y demandante, además que su jueguito de estar sacándome de las casillas ya no me estaba gustando. Se mofaba de mí descaradamente y no estaba dispuesto a tolerarlo por mucho tiempo más. 

— ¿Cómo es posible que nunca te relajes? —pregunto indignada —.  Estas en Las Vegas, aquí se cometen locuras. Porque lo que pasa en Las Vegas...

—Se queda en Las Vegas —complete al notar que estaba esperando que lo dijera.

Se levantó del taburete, acomodando su vestido y estiro la mano hacia mí.

—Ven aquí... te enseñare lo que es la diversión. —aseguro.

Lo dude, pero apreté su mano. Quizá necesitaba relajarme y dejar de pensar tanto las cosas.

☀︎︎

☀︎︎

☀︎︎

☀︎︎

Continuará...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro