| 48 | Una Nueva Amistad
Llegue a la dirección que me pasó Cassidy por mensaje y se trataba de uno de los bares que más frecuentábamos al salir del bachillerato. Con cabinas de terciopelo, iluminación tenue y una banda sonora suave de jazz que completa el ambiente, se sentía como si estuvieras en un episodio de Sex and the City de la mejor manera posible. Era el lugar de reunión original de la industria nocturna, donde también podías obtener una hamburguesa, caracoles o una torre de mariscos de una milla de altura hasta las cuatro de la mañana, cualquier día de la semana.
Gracias a las identificaciones falsas que poseíamos, este lugar era casi como un templo para nosotras. Cassidy Sparks siempre dirigía a nuestro grupo de amigos, ordenando que hacer o hacia dónde ir, en cambio yo solía embriagarme hasta terminar llorando como una desquiciada por los padres de mierda que me habían tocado.
No era muy diferente a los planes que tenía en este momento.
— ¡Jess! —grito Cassy al divisarme entre el tumulto de personas que esperaban la hora feliz para des estresarse —. ¡Ven aquí!
Se arrojó encima de mí con un abrazo tan fuerte que me hizo sonreír después de tanta mierda que había pasado este día. Su cabello había cambiado de color, el rojo furioso que la había acompañado durante años había desaparecido, ahora lucia rubio e incluso más corto de lo que acostumbraba a usarlo. Le quedaba muy bien, tenía un rostro que soportaría cualquier tipo de cambio sin rozar lo ridículo.
Tomo mi mano y me guio hacia la barra del lugar, donde sus amigos aguardaban sus bebidas. Reconocí algunos de ellos de las tantas salidas que hemos tenido en el pasado.
Ella no era una mujer de amistades permanentes, incluso yo era la amiga más antigua que frecuentaba. Tenía una personalidad que era difícil de manejar y rara vez la comprendían. Era de esas mujeres que solían creer que tener un padre con dinero te volvía intocable. Amaba los lujos y la buena vida, las fiestas y los rollos de una noche.
No la culpaba... ¿a quién no le agradaba eso? El problema era que yo estaba cansada de esa vida y ella parecía no aburrirse nunca.
—Me gusta. —Dije, señalando su cabello —, resalta tus ojos.
—Necesitaba un cambio. —expreso levantando una ceja —. ¿Cerveza? —me pregunto, haciéndole una seña al atractivo hombre de la barra.
—No. Whisky... doble con hielo —respondí. Necesitaba algo que borre la asquerosa imagen que tenia de esta tarde.
Me observo sorprendida.
—Tranquila, cariño. Es martes... ¿quieres empezar la fiesta hoy acaso?
—En realidad quiero entumecer mi cerebro para que olvide ciertas imágenes que he tenido que presenciar a lo largo de estas semanas. —dije sonriendo vagamente.
Cuando mi whisky llego, bebí todo su contenido de golpe. Hice un esfuerzo sobrehumano para no atragantarme y le hice una seña al hombre para que me trajera otro igual. La expresión de mi amiga cambio completamente a preocupación.
— ¡Mierda! ¿Todo está bien?
—Todo está... simplemente está. —exprese suspirando. Me miró fijamente así que hice lo posible por cambiar de tema —. Me entere lo que sucedió con Alexander.
Su rostro se puso lívido, para luego sonrojarse y mostrar una mirada iracunda.
—Y con Mackenzie... —agrego con la mandíbula crispada —, ella también es culpable.
— ¿Tenían una relación de a tres? —pregunte.
—No, algo parecido. —mordió su abultado labio —. Igualmente se olvidaron de los códigos que se debe tener con las personas. Ellos debieron decirme que sucedía, no simplemente ignorarme como si no fuese nada.
—No lo sabía.
—Hay muchas cosas que no sabes sobre Mackenzie Donovan, cariño. —aseguro enarcando una ceja.
Le lance una mirada escéptica.
—No puedo presionarla, es su vida privada. Si no quiere hablarme de ciertas cosas no voy a obligarla.
— ¿Y te deja fuera de ellas? — Su pregunta resonó en mi cabeza y me encontré en blanco completamente —. Deberías plantearte si es o no buena amiga, cariño. Hay personas que solo están en tu vida de manera efímera, pero se comportan como si fueses alguien importante para ellas.
Cassidy no estaba acostumbrada a perder. No importaba si era alguien pasajero, no ser ella quien le diera salida de su vida la volvía el diablo en persona. Estaba claro que aún seguía dolida por lo sucedido con Mackenzie, pero no lograba dejar de pensar el porqué de tanto misterio con la que se suponía era mi mejor amiga.
— ¿Sabías que frecuenta mucho a Sienna? —soltó sin anestesia dejándome confundida. No lo sabía, nunca lo había comentado, aun así no me parecía algo malo.
—Me parece bien. —remarque —. Sienna necesita amigos y más con la situación que está viviendo.
— ¿Su embarazo? —asentí y ella miró hacia un costado —. Todavía no sabes de quien es él niño, ¿verdad?
—Sienna no ha querido decirlo. Hay que respetarla, es su problema.
El verde de sus ojos se tornó oscuro y su frente se arrugó. Se tomó el resto de lo que quedaba en su vaso y lo coloco vacío sobre la barra, para luego acercarse y mirarme fijamente.
—Bien, Jessica... no sé si sea el momento preciso porque estoy ebria y tu estas bastante afligida por lo que sea que haya sucedido en tu vida... pero no me gusta que te tomen de tonta. —dijo, tocando mi cabello con su mano. Tenía los ojos brillosos —. Eres mi amiga y te amo, no dejare que se burlen de ti.
— ¿A qué te refieres?
Tomo aire para hablar pero se detuvo en seco cuando su mirada se posó en la persona que se encontraba detrás de mí. Una voz suave y familiar inundo mis oídos.
—Comenzare a creer que eres tú quien está acosándome.
Me giré para encontrar a Christian Phoenix, quien apareció en mi campo de visión con su camisa arremangada hasta los codos, una sonrisa en los labios y una cerveza en la mano.
— ¿Qué haces aquí? —pregunte.
—Al parecer, lo mismo que tú. —Exclamo señalando los vasos vacíos frente a mí —. ¿¡Todo eso se han bebido!? ¡Es martes!
Cassy ladeo la cabeza, con esa expresión en el rostro que significaba «acabo de encontrar a mi presa».
— ¿Quién eres?
—Christian, amigo de Jessica —dijo, tendiéndole su mano amablemente con una sonrisa.
¿De dónde había salido este hombre? ¿Siempre estaba sonriendo así y siendo agradable por la vida?
— Aun no eres mi amigo, ¡no te anticipes! —cruce los brazos sobre mi pecho y lo escudriñé con la mirada.
La ex pelirroja, ahora rubia, le echo un vistazo a su cuerpo y emitió una media sonrisa. Christian Phoenix era del estilo de hombre clásico pero distinguido. Mi amiga se lo devoraría en segundos como una mantis religiosa a su compañero sexual.
—Puedes ser mi amigo si quieres... —susurro coqueta.
—Yo invito la siguiente. —expresó el hombre intentando simular no haber oído aquello y llamando al camarero.
Hice un esfuerzo sobrehumano por reprimir la risa ante Cassy y sus intentos de seducirlo con miradas provocativas. El camarero trajo los whiskeys y Christian choco su cerveza con mi vaso en una especie de brindis.
— ¡A tu salud! —dije, mirando el escocés unos segundos antes de llevármelo a la boca.
—Con eso no te estoy sobornando para que aceptes mi propuesta. —advirtió divertido.
Los ojos de Cassy brillaron.
— ¿Es una propuesta indecente, Christian? —pregunto —. Porque si no acepta ella, yo quizá sí.
Estalle en una carcajada. El alcohol ya comenzaba a adormecer mis labios y nublar un poco mis sentidos. Amaba esta sensación, lograba que olvidara por completo los problemas que tenía en mi cabeza.
—Es una propuesta laboral —dijo este, algo avergonzado por el comportamiento de mi amiga.
— ¿Tú también eres de los que estudian a los criminales? —pregunto Cassidy fingiendo interés.
—No, yo soy de los que tratan de ponerlos tras las rejas —corrigió —. Soy abogado.
Sus cejas saltaron.
— ¡Me encantan los abogados! —su voz casi salió como un gruñido a causa del alcohol —. Con sus leyes y su actitud sería y correcta... Podemos jugar a que soy una criminal y debes sacarme de prisión.
Literalmente Christian Phoenix se atoro con su cerveza al escuchar eso. Al parecer era tímido con las mujeres. Me sorprendía, era atractivo, inteligente y tenía dinero; cualquiera en su lugar tendría el ego por la luna y una hilera de mujeres para experimentar el Kama Sutra. Sabía que debía desviar la conversación o Cassidy se le arrojaría encima en solo cuestión de segundos.
—Es mi abogado personal. El me ayudara a mantener alejado a Nicolae de mí —hice un gesto con la mano frente al rostro de mi amiga, quitando sus ojos perversos del seductor brazo de la ley.
Cassy frunció la nariz.
— ¿Ese imbécil sigue con vida? —sacudió la cabeza —. No me malinterpretes, es sexy como el infierno pero que maldito dolor en el culo ha resultado.
—Sí, sigue con vida, solo que ahora se acuesta con mi madre —solté sin pensar.
Cuando levanté la cabeza, las dos personas frente a mí me observaban con sus ojos abiertos enormemente y solo así sentí el impacto de mi declaración.
¿Yo, Jessica Angelique Romanov, acababa de decirle al heredero de Industrias Phoenix que la esposa de su futuro socio tenia sexo con el ex novio de su propia hija? No, no lo había hecho. No podía ser cierto.
Si era así, acababa de cagarla en grande.
—Dime que te encuentras muy ebria y Lara no está durmiendo con Nicolae...—pregunto mi amiga. ¡Mierda! No había sido un desvarío producto del alcohol... realmente lo había dicho —. ¡Tiene que ser una jodida mentira!
Di que es mentira, Jess.
¡Maldita sea, di algo!
—Necesito ir al tocador.
Camine casi por inercia, analizando cada una de las palabras que se habían escapado de mi boca. Me sentí mareada por un segundo, pero reaccione cuando mi teléfono vibro. ¿En qué momento lo había silenciado?
—Hola.
— ¡Jessica! mierda... ¿estás bien? —la voz de Stephen tenía un tono de preocupación —. ¡Llamé como mil veces!
—Lo siento, no note que había silenciado las llamadas. Estoy con Cassy en el Blue Ribbon de SoHo.
—Iré a buscarte. Estoy cerca.
—Pero...
Y colgó. Odiaba cuando hacia eso.
Me quedé pensativa unos segundos. Era hora de enfrentar el monumental desastre que había creado, pero no sabía cómo. Quizá solo si sonreía y decía que eran delirios de ebria, ambos me creerían, aunque por sus rostros estupefactos necesitaría algo más que una sonrisa. Podía embriagarlos hasta el coma alcohólico y que olvidaran esa maldita conversación, pero teniendo en cuenta que después de cuatro whiskeys de mi parte, Phoenix aún no se había terminado su cerveza, sería difícil.
Maldita sea.
Me quede un momento sentada en el retrete analizando que hacer, pero nada venía a mi cabeza. Cuando finalmente decidí enfrentar lo que había confesado y salir del tocador, ambos estaban enfrascados en una conversación absurda sin sentido y actuaban como si nada relevante hubiese sucedido.
Agradecí eso, no necesitaba preguntas al respecto.
El resto de los minutos transcurrieron sin incidentes más que alguna que otra risa nasal de mi parte a causa de mi estado, o los intentos desesperados de Cassidy por intentar dormir en la misma cama que, como ella lo llamaba, el sexi abogado de rizos.
Cuando Stephen apareció por la puerta del bar, mi razón desapareció.
Si me parecía terriblemente guapo en estado sobria, el alcohol solo intensificaba aún más aquello. Era como una maldita tortura a los sentidos.
En mi vasta experiencia en hombres había notado que los hombres se clasificaban en tres tipos: El hombre descartable, ese que solo te follabas una noche y ya no volvías a ver. Nada interesaba de esa clase de hombre, solo el sexo. Alexander James pertenecía a esa categoría.
Después estaban los hombres interesantes. Esos con los que compartías más de una noche de sexo, citas en restaurantes, salidas, hasta incluso un matrimonio. Clásicos y convencionales. Christian parecía de esos.
Y por último estaban aquellos que eran todo menos olvidables, que te consumían hasta dejarte sumergida en ellos. Esos hombres que atraían con tanta intensidad que era imposible escapar de su magnetismo. Sin dudas Stephen era de esa clase.
Pasando una mano por su cabello me busco entre la multitud de personas y al encontrarme sonrió, pero su expresión cambio al notar a Christian Phoenix junto a mí. La posesividad en su mirada... ¡joder! era tan atractiva. Incluso cuando estaba celoso sin ninguna razón lograba elevar mi temperatura corporal al máximo.
—Hola —susurre cuando llegó hasta mí, con la mirada clavada en la espalda del hombre de rizos.
— ¿Lista para ir a casa? —mascullo.
Christian se volteo y sonrió al notar la presencia de Stephen.
—Stephen James... ¿una cerveza? —señalo el mismo botellón que tenía desde que habíamos empezado a conversar y que parecía no terminar nunca, esta vez sin tender su mano. Parece que había aprendido la lección de hoy y temía que Stephen le quebrara las falanges de sus dedos.
—No gracias. —coloco una mano posesiva en mi cintura —. Ha sido un día largo, quiero ir a casa con mi novia.
Ese «mi novia» sonó mucho más duro y territorial de lo que pretendía, pero igualmente me quito una sonrisa. Me levante del taburete, no sin antes depositar un beso en sus labios y voltearme para saludar a Christian.
— Me llamaras, ¿verdad? —preguntó, ganándose la gélida mirada del tatuado a mi lado.
—Claro —dije palmeando su espalda —. Nos vemos, Acuario.
—Adiós, Tauro. —dijo con una sonrisa, recordando nuestra conversación de la mañana —. Adiós, señor James.
—No le digas señor, es menor que tú.
Observe el rostro de Stephen mientras los engranajes de su cabeza intentaban comprender toda la secuencia. Por su ceño fruncido, no le agradaba mucho Christian. Era una lástima, el hombre era agradable. Al menos mucho más agradable que su amigo rubio con complejo de Dios.
—El primo del traidor está aquí... —dijo Cassy balbuceando a causa del alcohol —. ¿Me robaras a mi amiga? —pregunto con mirada inquisitiva y luego se giró hacia Christian —. La familia James se roba todo lo que me pertenece.
—Lo siento, Sparks. Ella me pertenece a mí.
Iba a objetar que no le pertenecía a nadie, que no era un objeto, pero pelear con estos dos titanes de la celotipia era lo mismo que nadar a contracorriente.
— ¡Dile a Alexander «pene pequeño» James que lo odio! —dijo, golpeteando con el dedo índice el torso del tatuado. Lance una carcajada al notar que Stephen la observaba con el ceño fruncido —. ¡Maldigo el día que le he puesto los ojos encima en la maldita Santorini! —lloriqueo, dándole un sorbo a su bebida y buscando con la mirada a Christian, a quien seguramente la naturaleza lo había llamado o había escapado sigilosamente de la Mantis que arrancaría su cabeza después de usarlo para tener sexo —. ¿Dónde se ha ido el abogado sexy de rizos? Amo su seriedad.
—Oh, dios. Está muy ebria...—Stephen suspiro y me observo con desaprobación —. Tú también. Debe ser la razón por la que te has vuelto tan cercana a Christian Phoenix.
Intente caminar derecha hacia el vehículo aparcado pero el suelo parecía moverse, por lo que tuve que recibir ayuda del tatuado para llegar a mi destino. Una vez nos encontrábamos dentro, me coloco el cinturón de seguridad y condujo hacia su casa con seriedad. Se encontraba ofuscado, pero no sabia que podría haberlo molestado. ¿El que bebiera un martes, quizá? No debía estar muy sorprendido, no me había conocido en una maldita biblioteca, tenia bastante conocimiento sobre quien era yo y cuanto solía beber.
— ¿Te ha invitado o se han encontrado por casualidad? —pregunto con tono severo.
Sabía que no hablaba de Cassidy y esa duda lo venía carcomiendo desde que nos había encontrado en el bar. Era cuestión de tiempo hasta que la liberara de su ser.
—Eres terriblemente atractivo cuando estas celoso.
Tomo un profundo suspiro intentando tenerme paciencia. Quizá era culpa de haber bebido de más, pero el solo verlo provocaba que me ahogara en lujuria. Me acerque hacia él y pase mi nariz por su cuello. Todo su cuerpo se tensiono cuando mordisquee el lóbulo de su oreja.
La mirada disgustada desapareció para darle paso a una completamente divertida. Aparco el auto y se volteo para mirarme.
— ¿Estas ronroneando? Porque vas a hacerme estrellar contra algún auto si sigues tocándome y emitiendo esos sonidos en mi cuello.
La sensación cálida de su piel con la mía hacía que mi cerebro se pusiera en pausa y una intensa necesidad naciera de mi interior.
Capturo mi boca de manera hábil, hambrienta y posesiva. Su lengua reclamaba, exigía más contacto, como si no pudiese tener lo suficiente de mí. Cuando nos separamos, presiono su frente contra la mía.
— ¿Me dejaras llegar a casa y así poder hacerte todo lo que tengo en mente? —dijo y mi cuerpo reacciono instintivamente a sus palabras.
❤︎❤︎❤︎
Dormí una parte del trayecto y cuando desperté, el tatuado intentaba sacarme del Aston Martin en los brazos. Con mi mano lo quite haciéndole una seña que podía con mi vida incluso en estas situaciones donde el alcohol controlaba mi sistema y logre reincorporarme. Me quite los tacones ya que no quería dibujar el suelo con la sangre de mi rostro al caer y corrí escaleras arriba hacia la habitación para arrojarme a la cama.
—No olvides telefonear a Christian Phoenix —expreso Stephen quitándose la chaqueta al ingresar a la habitación.
—No lo olvidare, gracias por recordármelo. —ironice, caminando hacia el —. Deja ya los celos, solo me hará un favor. —al notar que su rostro no cambiaba y tenía más preguntas que respuestas, hable—: me gestionara una restricción perimetral contra Nicolae para que se mantenga alejado de mi.
—Mi abogado podía ayudarte con eso.
La tensión en su voz hizo que me sintiera empoderada. En cierta forma me divertía jugar con sus celos, aunque estos fueran infundados. Estaba loca y trastornadamente enamorada de él.
—Bien, ya estamos aquí... —dije colocando las palmas de mi mano en su pecho —. Podríamos hacer lo que tenías en mente.
—Apenas y puedes mantenerte derecha, Jessica. Lo único que tengo en mente es que duermas hasta mañana.
Mostré mi disgusto arrugando mis facciones.
No. Dormir no era una opción. Mucho menos después de aparecerse con su perfecta figura y su actitud dominante. Si pretendía que no lo usara como esclavo sexual, debía mantenerse alejado de mí. Baje mi mano hasta el botón de su pantalón y lo desabroche.
—Soy muy hábil incluso estando ebria. —levante una ceja y él sonrió.
—No tengo dudas de eso, pero no te ves en condiciones.
— ¿Me estás diciendo incondicionada? —Fingí sentirme afligida e intente separarme, pero sus manos rodearon mi cintura atrayéndome hacia él. No era una buena idea si pretendía que durmiera el tenerme presionada contra su cuerpo ejercitado y macizo. ¡Por el amor de Dior! ¡era tan débil y su perfume era tan excitante!
— ¿Esa palabra existe? —pregunto frunciendo la nariz divertido y tecleando en su celular —. No puedo creerlo, si existe.
—Tu novia es una erudita. ¡Ven aquí!
Lo abrace por la cintura y me acurruque en su pecho, pero al instante el mareo se intensifico y tuve que parpadear varias veces para lograr entornar los ojos. Stephen noto eso y busco mi mirada.
— ¿Te sientes bien?
—Estoy completamente en condi... —no pude terminar porque mi estómago tuvo la brillante idea de liberar todo su contenido por la garganta, ensuciando desde la camisa del tatuado, sus zapatos, mi vestido y el suelo.
Levante la mirada, encontrando al tatuado completamente estupefacto intentando no respirar y tragarse el olor a vomito que inundaba su habitación.
Bien, el sexo estaba descartado esta noche.
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¡Nos leemos pronto!
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