Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

| 38 | Un Bebe a Bordo






El trayecto desde el hospital hasta mi casa tuvo un silencio fúnebre. Me pareció el viaje en auto más largo que había realizado en mi vida y eso que solo habían sido unos minutos.

Sienna se encontraba mirando a un punto fijo como si sus neuronas no conectaran, Stephen estaba algo incómodo con la situación y yo no sabía cómo afrontar el tema del embarazo sin parecer una cotilla.

Subimos al pent house con las miradas prácticamente en el suelo. Comprendía el shock por el que estaban pasando, no imaginaba vivir una situación siquiera similar e imaginaba que la sirenita tampoco.

No quería recalcar la importancia del método anticonceptivo porque si no fuese por el implante hormonal que tenía en el brazo, Stephen ya me habría embarazado de cuatrillizos. No lográbamos pensar con claridad cuando la necesidad de devorarnos nos consumía.

La joven camino hacia el sillón y se sentó casi por inercia, con la vista en sus manos las cuales estaban apoyadas en su regazo.


— ¿Cómo te encuentras? —pregunto Stephen, poniéndose en cuclillas para poder observarla y tomando una de sus manos.

—No lo sé —su voz sonaba casi como un susurro —. Creo que mal.

— ¿Creo? Yo si estuviese en tu lugar estaría suicidándome.



No caí en cuenta de las palabras que había dicho hasta que fue demasiado tarde. La mirada azul profunda de Stephen se clavó en mi dirección.


— ¡Jess! —recrimino.

—Lo siento Sienna, no lo pensé.

Sienna reacciono al fin, llevándose las manos a su rostro y liberando los sollozos que venía conteniendo durante todo el trayecto.


— ¡Mi vida está arruinada! ¡Completamente arruinada!

Para que voy a decir que no, si sí...

—Un bebe no va a arruinar tu vida, Sirenita —comento el tatuado torciendo el gesto —. Quizá no sea la situación ideal pero siempre es una alegría.

—En este momento no puedo verlo así, Stephen. —respondió casi ahogada en lágrimas —. ¡Mis padres me matarán!


No imaginaba tener que darle a mi padre una noticia semejante. Casi se había infartado con un simple rumor. No sabía siquiera como iba a reaccionar al saber que la empleada que estaba a punto de despedir se encontraba en esa situación.

—Sabes que tienes alternativas, ¿verdad? —exprese intentando ser cautelosa —. No diré la palabra pero rima con... exhorto.

Stephen me dedico otra mirada asesina.

— ¡Jessica!

— ¿Qué? —hundí los hombros. No comprendía porque las personas tenían tanto problema con hablar sobre ello.

—Sienna, necesitas descansar un poco —dijo tomando su celular que no paraba de sonar y levantando la mirada hacia mí —. ¿Por qué no acompañas a tu habitación mientras atiendo mi llamada?

—Órdenes en mi propia casa... ¡es inaceptable! —recrimine pero al notar la mirada lívida aún de la secretaría de mi padre, obedecí. Me acerque a ella y la tomé de la mano dulcemente —. Ven aquí, cariño.


La ayude a subir las escaleras mientras sus mejillas se empapaban de lágrimas. Por un momento me sentí impotente, no sabía cómo confortarla, solo me quede a su lado hasta que cerró los ojos y de tanto llorar, logro quedarse dormida.

Cuando baje a la sala, Stephen se encontraba absorto en sus pensamientos con la vista en el carísimo florero de porcelana italiana que mi tía Leigthon había comprado para decorar el lugar mucho antes de marcharse.


— ¿Se ha dormido? —pregunto al girar su vista hacia mí.

—Sí. Creo que sigo sin poder creer lo que sucede.

Negó con la cabeza repetidas veces.

—Deberías aprender a tener más tacto cuando hablas de temas delicados —frunció el ceño mientras intentaba regañarme por mi comportamiento anterior, pero pase de el olímpicamente como solía hacerlo cuando lo poseía el espíritu de papa pitufo —. ¿Cómo se te ocurre hablar de aborto en un momento así?

— ¿Por qué está mal? Si no quiere ser madre, es una buena alternativa —asegure —No puedes obligar a alguien a cumplir un rol del cual no está preparada.

Suavizó su expresión.

—Pero es un bebe, no tiene la culpa —dijo sopesando —. Existe la adopción.

— ¿Y someter a una mujer a nueve meses de tortura psicológica y física, además del daño que pueda provocarle entregar al hijo que ha gestado?

—Puede arrepentirse en el proceso y decidir quedarse con el niño.

—Nunca estaremos de acuerdo con respecto a eso, Stephen.

No me lo imaginaba a Stephen tan... conservador.
Su celular volvió a sonar y la pantalla se iluminó con la foto de su mejor amigo en plan sexi mostrando su cuerpo estilizado y bronceado. Reprimí una sonrisa mientras caminaba hacia el refrigerador en busca de agua. Estaba exhausta y sedienta.

Cuando estaba a punto de darle un sorbo a la botella, me la quito con brusquedad y deposito sus labios en ella de manera bastante provocativa. Intenté que los pensamientos sexuales se fueran de mi cabeza pero era prácticamente imposible; todo en Stephen gritaba sexo, su forma de caminar, la manera en la que me observaba, como sonreía.

Era una maldita maquina torturadora para todos mis sentidos.


—Si decidiera darlo, yo lo adoptaría —murmuro pensativo —. Podríamos adoptarlo juntos. Piénsalo, ya que están diciendo que te he embarazado. Estaríamos adelantándonos a los acontecimientos.

Le propine un ligero golpe en las costillas con el codo.

— ¡No sigas hablando o me obligarás a arrojarme por la ventana y morir!

— ¿Pero... que tienes en contra de los niños? —preguntó sonriendo con curiosidad en la mirada.

No tenía nada en contra de ellos, pero sabía muy bien que no sería una buena madre. No tenía los ejemplos ideales.



—Stephen, fui niña en algún momento y te aseguro... ¡ni yo me agradaba!

—Imagínate una pequeña copia tuya, así rubia y con esa expresión de odiosa —una sonrisa tierna se asomó en su rostro y yo casi palidecí al escucharlo —. ¡Yo quiero una!


Mis pulmones dejaron de funcionar por unos segundos, para luego propinarle un buen golpe en el brazo que lo hizo emitir una carcajada.

Quien lo viera con ese aspecto digno de chico malo de película romántica no pensaría que por su cabeza pasara la idea de adoptar niños ajenos o tener propios. Más bien se veía como un mafioso que iba por la vida disparando a sus enemigos y secuestrando mujeres.


— ¡Oh, por el amor de Dior! —dije intentando controlar mi desagrado —. ¡Cállate de una vez que está dándome un ataque de pánico!

Su celular volvió a sonar. Pasó una mano por su cabello y frunció el ceño.

— ¿Dónde carajos está Theo?

— ¿Lo has llamado? —pregunte sorprendida y el asintió con la cabeza.

—No quería dejarte sola con Sienna, tengo una junta y Lucka necesita mi presencia.

Papá pitufo había vuelto...

Las puertas del elevador se abrieron y Theo hizo su aparición. Indignada, reprimí mi fastidio al notar que el castaño también sabia el código por más que lo hubiese cambiado. Mi casa se había convertido gradualmente en el hogar de paso de todo Manhattan.

De todas formas, cambie deliberadamente mi expresión. La compañía de Theo siempre era agradable, tenía el don de ser una persona cálida y adorable todo el tiempo.

— ¡Ha llegado la alegría! —expreso elevando las manos hasta llegar a su primo.

Era bastante más bajo de estatura y un poco menos atractivo que su primo, pero teniendo en cuenta que Stephen tenía una belleza que dejaba a cualquiera sin respiración, Theo estaba por encima del promedio de los hombres más atractivos de Manhattan, y Stephen... bueno, Stephen era un maldito dios del Olimpo.


— ¡Al fin! —camine hasta llegar a él y darle un abrazo fraternal —. ¿Podrías medio matarme así dejo de oír las estupideces que salen de la boca de tu primo?

— ¿Que le has dicho? —preguntó, cruzándose de brazos para intentar ser más amenazante.

—Que me imaginaba una pequeña niña con su cabello y esa expresión odiosa que coloca cuando está molesta...—volví a deformar el rostro de desagrado y el tatuado me señalo —. Si, justo esa.

— Oh, sí... ¡me encantan los niños! —una sonrisita socarrona se asomó —. Si tienen un bebe yo quiero ser el padrino.

Estaba a punto de sufrir una parálisis facial con lo que estaba escuchando.


—Si quedó embarazada lo sabrás porque saldré en las noticias...—ambos se giraron a observarme confundidos —. "Joven hija de empresario se arroja desde el Empire State Building y muere en el acto" —relate.

Theo puso los ojos en blanco.

— ¡Exagerada! Un bebe es una bendición.

—Pues bendícete tú, yo estoy bien así sin bendecirme —exclamé irritada.

El tema procreación me ponía los pelos de punta.

El teléfono de Stephen volvió a sonar y con la expresión que puso el tatuado, parecía querer arrojarlo hacia la pared y hacerlo trizas.


—Debo irme o Lucka colapsara —suspiro, girándose hacia mí. — Cuando termine la reunión, regresaré.

—No es necesario, pesado —respondí arrojándome al sofá.

Theo me imitó y entre los dos nos quedamos observando como Stephen desaparecía de nuestra vista. El bronceado castaño entrecerró los ojos pensativo.

— ¿Cómo te encuentras, primita? ¿Por qué tanta insistencia de Stephen en quedarme con contigo? —se acercó y toco mi abdomen. Aquella sensación me provocó nauseas —. ¿Acaso los rumores son ciertos?

La mirada gélida que le di le borro la expresiva sonrisa que tenía en el rostro.

— ¡Quita las manos de allí, Theodore James, o te quedarás sin ellas!

—Bueno, bueno... ¡es broma! —levantó las manos en señal de paz.

—Hay bebe en camino, pero no es precisamente mío. —me quedé en silencio unos segundos que a Theo le habrán parecido eternos porque hizo una mueca —. Sienna está de doce semanas.

Nunca había visto una expresión como la que Theo puso al momento de mi declaración. Parecía que le habían dicho que iría a la cárcel por asesinato múltiple, simplemente se quedó estupefacto varios minutos. Cuando creí que debía llamar al servicio de emergencias, al fin hablo.

— ¡Oh, Dios! No sé... que decir. ¿El hombre que sale con ella lo sabe?

—No, apenas y se ha enterado hace unas horas.

—Me ha dicho que está casado... no creo que quiera hacerse cargo, Jess. Esos hombres raras veces lo hacen.

Y era verdad. Solo una ingenia como Sienna creería algo semejante, además, un hombre que deja a su esposa por una amante no asegura para nada que no le hiciera exactamente lo mismo a ella, pero ahora con un bebe en camino, debía hacerse responsable.

— ¡Necesito saber quién es el imbécil! —masculle.

Theo asintió con la cabeza y tocó su barbilla.

—Ahora entiendo porque Stephen se veía bastante afectado. Toca fibras sensibles para él —aseguró frunciendo los labios de manera bastante cómica.

— ¿Por qué?

—Por su padre.

Me quede de piedra. Sabía que la madre del tatuado había fallecido, pero supuse que su padre también ya que nunca lo mencionaba siquiera al pasar en alguna conversación.


— ¿¡Tiene padre!? —pregunte casi gritando —. O sea, sé que todos tenemos uno, pero... ¿está vivo?

—Sí, es un ingeniero petrolero muy exitoso. No recuerdo el apellido, es una historia bastante complicada y ni siquiera Stephen sabe los pormenores.

—Oh, nunca me ha hablado de él —respondí algo abrumada. No podia creer que no confiara en mi lo suficiente como para hablarme de ello.

Reflexionó unos segundos, librando una batalla interna que constaba en su debía contarme la vida de su primo o no. Finalmente, optó por la primera.


—Lo detesta... con toda su alma. El padre era casado cuando se involucró con mi tía Cecile y Stephen es producto de esa relación clandestina. Cuando supo de su existencia, lo negó y se quedó con su esposa.

— Que triste... —fue lo único que salió de mi boca.

—Lo más triste es que hizo la vida de Cecile miserable. —relató mientras yo lo escuchaba con atención —. El único que siempre estuvo a su lado fue el abuelo de Stephen, lo ayudó, lo obligó a estudiar y a convertirse en lo que es ahora.


Me quedé en silencio. Sabía que cargaba una cruz respecto a sus padres, pero nunca creí que fuese algo tan profundo. En eso nos parecíamos demasiado, habíamos crecido con familias completamente disfuncionales.



—La familia de Sienna no lo soportará. —Theo cambio de tema mientras torcía el gesto —. Ellos son como mi madre, muy religiosos. La asesinaran si no contrae matrimonio antes de tener el bebé.

— ¡No pueden obligarla!

El suspiro y me dio una palmadita en el hombro.

—No tienes idea de lo persuasivos que pueden llegar a ser. —se reclinó hacia adelante —. Mi madre me tuvo arrodillado durante una hora rezando solo porque se enteró gracias a Stephen que estuve en Las Vegas.

No pude evitar reír cuando una expresión sería inundó sus hermosas facciones y recordé la historia del jabón en la boca que me había relatado Stephen. Theo fingió sentirse afligido pero en segundos volvió su encantadora y despreocupada sonrisa.

Nos sobresaltamos al ver a Sienna bajando la escalera con movimientos fantasmales. Cuando llego hasta nosotros dio un saludo tímido a Theo con la mano y se volvió hacia mi dirección.

—Gracias por todo Jess, pero me iré a casa —su vo sonaba como un suave susurro.

—No, de ninguna manera. Te quedarás aquí hasta que logres sentirte mejor —ordene.

—Necesito estar sola y organizar mis ideas.

No estaba segura. Papá pitufo había dado órdenes específicas de cuidarla en el estado en el cual se encontraba, pero también entendía que quisiera estar sola procesando la vida que tendría a partir de ahora. Estar sola y encontrarse con uno mismo muchas veces es la medicina perfecta para la depresión.

Eso y una buena botella de Johnnie Walker.

—Yo la llevaré. —propuso el primo del hombre que alborotaba mi cabeza. Sienna le dedicó una sonrisa y me dio un abrazo. Cuando Theo me abrazo, susurró en mi oído —. Quédate tranquila, no la dejaré sola.

—Gracias, cariño.

❤︎❤︎❤︎


No sabía en qué momento me había sumergido en un sueño profundo, pero en medio de mi letargo una sensación extraña me inundo. Era como cuando sientes que alguien te observa en la penumbra, pero más intenso.

No creía en fantasmas ni nada por el estilo, abrí mis ojos y choque con dos iris azules que me observaban. Me había quedado dormida en el sofá, Stephen estaba en cuclillas con su rostro muy cerca del mío y una sonrisa demasiado dulce para mi gusto.

Este hombre podía ser tan atractivo como aterrador cuando se lo proponía.


— ¿Qué haces? —desvié la mirada, ya que me resultaba demasiado tétrica la situación.

—Te veías tan tranquila así dormida que parecías un ángel. Lástima que solo es cuando estas dormida.

Stephen se notaba extraño hacía ya unos días y eso no me agradaba. Parecía como si nuestra relación de amistad hubiese cambiado drásticamente y para ser sincera me disgustaba bastante. Necesitaba retroceder el tiempo y volver a la relación amor-odio que teníamos antes de su fatídica declaración.


— No sé qué te sucede que estás tan dulce, Stephen, pero me provocaras diabetes —recrimine —. ¡Déjalo ya!

Entrecerró los ojos.

— ¡Gruñona!

— ¡Idiota!

—Malhumorada —replico.

— ¡Insoportable!

Me dedico una tierna sonrisa, de esas que provocan que tu corazón diera un vuelco.

¡Diablos, que patética!

— ¡Hermosa! —lo miré recelosa por su comentario pero el solo se reincorporó y estiró su mano —. Levántate, tenemos una cena a la que asistir.

—No iré a ningún lado, Stephen. —me desperecé en el lugar y cerré mis ojos por un instante —. Estoy agotada física y mentalmente.

—Bien, te servirá para despejarte.

Me arrojo la chaqueta, la cual atrape en el aire antes que me diera en el rostro.

— ¿Has oído de algo que se llama "consentimiento"? Deberías aprender a entender lo que significa la palabra NO.

Y una vez más, le valió la mismísima madre. Tomé mi bolso a regañadientes y ni siquiera me tomé el trabajo de cambiarme. Stephen en cambio vestía diferente, su aroma era completamente adictivo. Me sentía una abstinente, una abrasadora sensación me recorría el cuerpo. Cuando noto que lo observaba como si fuese un esclavo sexual, se le sonrojaron las mejillas.

Me sentía una violadora.

— ¿Porsche? —Pregunte al llegar al reluciente auto gris aparcado en la acera — Creí que eras un chico Aston Martín.

—Me gusta la velocidad y los vehículos alta gama, así como las mujeres de alta gama —respondió altivo.

Allí volvió Don Arrogante.

— ¿A dónde vamos?

— Una cena benéfica en el Hilton —expresó con la vista puesta en la carretera.

— ¡Dijiste que saldríamos a cenar, no a una maldita gala!

— ¿Que parte de "cena benéfica" no es ir a cenar? —Sonrió de manera tan atractiva que casi me quede sin aliento.

Malditas sean mis hormonas que lo encontraban tan perfecto. Disimule mi desconcierto mental haciendo una mueca.

—La parte donde no mencionas que es un evento público. Debiste haberme consultado.

—Es justamente lo que necesitamos, según tu padre tenemos que concurrir a eventos juntos —enarco una ceja y pude notar la satisfacción en su rostro.

— ¡Lo disfrutas, maldita sea!

—Como no te das idea —confeso alegremente y se giró para mirarme —. Deberías disfrutarlo, puedes inventar lo que sea. Estás en tu zona de confort.

Sonreí maliciosamente.

—Tienes razón, cuando anunciemos la separación, diré que me maltratabas. Las damiselas en peligro siempre atraen, tendré a todos los galanes en hilera para consolarme.

Me encantaba provocarlo.

Su expresión cambio y la sonrisa se le borro completamente. El instinto cavernícola afloraba cuando sentía el golpe de los celos.

— ¿Has podido hablar con Sienna? —pregunto con tono quedo.

En mi interior nacía la esperanza que no comenzara con sus absurdas ideas de querer adoptar a esa pequeña... cosa; o me arrojaría del auto en movimiento para no tener que escucharlo.


—No mucho. Necesito que me diga quién es el padre de su... feto —Stephen arrugo el rostro al escucharme pero no me corrigió —. Debe hacerse responsable o lo haré comer mierda.

—Si le dices que lo harás comer mierda, te aseguro que no te lo dirá. —se giró hacia mi cuando el semáforo se puso en rojo y me analizó con la mirada —. Debes esperar a que se abra a ti y quiera contarte al respecto.

—Pareces saber mucho del tema.

Volvió su vista hacia el camino, tensando las manos en el volante. Me resulto extraño su comportamiento, pero realmente me sentía demasiado exhausta mentalmente para intentar sonsacar que era lo que estaba pasando por su cabeza. Quizá el recuerdo de su padre lo estaba abrumando más de la cuenta.

Al llegar al Hilton, entrelazó su mano con la mía para guiarme hacia el interior del lugar. Varias personas nos felicitaron por nuestra relación mientras caminábamos hacia la mesa asignada para nosotros, y aunque quería desmentirlo, sonreí falsamente agradeciendo sus buenos deseos.

—Comprendo por qué te comportabas tan extraño en Los Ángeles y luego hiciste trampa en la subasta, James.

Me giré para encontrar al insistente nerd de las computadoras.

—Liam Swanson. —se acercó a mi y tomó mi mano para depositar un beso en ella.

—Jessica, siempre un placer. Me he enterado de su noviazgo. ¿Estas...? —señaló su estómago y yo palidecí al recordar aquello.

¡Joder! Matare a quien escribió ese artículo.

— ¡Oh, por el amor de Dior, no!

—No porque no lo hayamos intentado —apostilló el tatuado mientras deslizaba su brazo por mi cintura.

En sus sueños.
¡Y en mis pesadillas!

—Bueno... diría que estoy feliz por ustedes, pero sería un hipócrita. Igualmente un brindis nunca viene mal, ¿verdad? —hizo una seña al camarero para que nos deleitara con Champagne francés, nos felicitó y luego se retiró a su lugar.

El resto de la noche me la pase saludando personas que no tenía idea quienes eran, aclarando lo de mi supuesto embarazo y tomando más copas de Champagne hasta que las burbujas lograron subirse a mi cabeza y adormecer un poco mis sentidos.

Observe a Stephen mientras intercambiaba palabras con un hombre octogenario bastante elegante.
A veces olvidaba lo atractivo que era, la seriedad que manejaba a la hora de convertirse en ese empresario respetable y exitoso, combinada con esas facciones tan varoniles. Esos labios carnosos me invitaban a besarlos y morderlos. Esos ojos azules, grandes y brillantes que me dejaban sin aliento en más de una oportunidad.

Me acerque a él y lo abrace por la cintura.

— ¿Estas bien? —dijo, disculpándose con el hombre y girándose hacia mi.

—No. Estoy aburrida, y ya sabes que sucede cuando estoy aburrida... —una mirada lasciva se proyectó en mi rostro.

El solo sonrió con dulzura.
No necesitaba dulzura en este momento.

—Deberías dejar de beber, estás emborrachándote —dijo en voz baja.

—Puede ser... ¿Me acompañas al tocador? No me siento bien.

Me escoltó hasta la puerta del mismo. Una vez entre y me asegure que no hubiera nadie que nos viera allí dentro, volví hacia la puerta y estiré mi brazo para tomar su muñeca, empujándolo al interior de uno de los cubículos.

Me observo perplejo unos segundos, intentando descifrar la expresión de mi rostro.

No había mucho que entender, quería tenerlo... Justo aquí.

— ¿Te has vuelto loca? —susurró. Alcé la mano y pase mis dedos por su cabello.

—Se supone que eres mi novio falso. Debes responder a mis necesidades o me veré obligada a abandonarte —amenacé.

Me observo serio con los labios entreabiertos sin poder reaccionar.

—Nos oirán.

—Si te mantienes en silencio, no.


Le recorrí la mejilla con los labios en dirección a su oreja y atrapé él lóbulo de esta con los dientes, sonriendo al escuchar como intentaba reprimir un gemido sin éxito. Mi mano en su pecho sentía como su corazón comenzaba a latir con rapidez.

Lo observé por unos instantes, tenía un rostro perfecto, conservaba aún un poco de inocencia que yo estaba dispuesta a corromper y su cuerpo exudaba una hormona que me atraía como la mosca a la miel.

—Jess... —susurró casi sin voz y con los ojos cerrados.


Sabía que era incapaz de resistirse unos segundos más, mucho menos cuando mi mano desabrochó sus pantalones y tocó la piel sensible de su sexo.
Apreté la longitud de su miembro, subí y baje con la mano repetidas veces hasta notar como su respiración comenzaba a agitarse aún más.

Baje la cabeza hasta su regazo con mirada pervertida. Pude sentir como su cuerpo se tensó y gimió grave y pausado, intentando no perder la compostura.

Cuando mi boca succionó con fuerza toda su erección, sujeto mi cabeza y apretó los labios para no hacer ruido ya que se escuchaba de trasfondo la conversación animada de varias mujeres que habían ingresado al tocador. Seguí con mi tarea hasta que su tronco palpito contra mi lengua y eyaculo todo el líquido en mi garganta.

Note que estaba ebria cuando tragué hasta la ultima gota de él y me reincorpore para salir del lugar ante su mirada atónita y sorprendida.

— ¿A dónde vas?

—Estoy aburrida nuevamente —dije, acomodándome para salir en condiciones —. Me voy a casa.

— ¿Qué? ¡De ninguna manera! —se subió los pantalones con desesperación —. Si estas aburrida, yo sé muchas formas de divertirte.

Me acerque a él y pase mi lengua por su labio inferior.

—Vas a tener que convencerme, cariño.

—Vamos a casa, pervertida —emitió una sonrisa ansiosa y me tomó de la mano.

Salimos intentado que las personas no nos vieran sin éxito, ya que el tatuado llamaba bastante la atención, más si salía del interior de un tocador de mujeres semejante espécimen humano.

Cuando pasamos frente a los fotógrafos oficiales del evento se dio la vuelta, me apretó  contra su cuerpo con el brazo en la cintura y estampo sus labios sobre los míos tomándome desprevenida. No pudo evitar sonreír en medio del beso, lo había hecho a propósito.

Estaba disfrutando la atención, y estaba feliz de marcar territorio.

Maldito celópata engreído y sensual.

❤︎❤︎❤︎




¡Estamos proximos a los 200k de lecturas!

Como regalo cuando eso ocurra tendrán una maratón de edición para agradecerles todo el amor que le dan a mi novela constantemente ♡︎
Gracias miles bebés


≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪

❤︎ No olvides dejar tu voto apoyando la historia, comentar y compartir tus partes favoritas ❤︎

Puedes seguirme en mis redes:
TWITTER: @naiiromanovaaa
INSTAGRAM: @naiiromanova
@sagasinlimitesoficial
FACEBOOK: Historias Naii Romanova

¡Nos leemos pronto!

──── •◦ ◦• ────

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro