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| 30 | Una Revelacion Impactante





Estuve esperando unos minutos sentado en la mesa del restaurante cuando vi ingresar a Sienna al establecimiento. Era delgada y pequeñita, con un bonito cabello rojizo ondulado, largo hasta la cintura. Generalmente su frescura era agradable y su amabilidad contagiosa, pero en este momento no parecía la asistente que estaba acostumbrada a ver. Caminaba encorvada, con nerviosismo y severamente paranoica. La camarera la trajo directamente a la mesa y dejo un menú frente a ella.



—Señor James —casi susurro, aun parada frente a mi.

—Siéntate, por favor —le señale el asiento frente a mi—. Llámame por mi nombre, la charla que tendremos lo amerita.

—Lo siento.





Observe el menú con poco interés y me decidí por un buen plato de pastas. La mujer sentada frente a mi se negó varias veces a ingerir comida con la excusa de haberse alimentado con "unas galletas", pero ante mi insistencia pidió la ensalada de la casa y un refresco. La idea de terminar el día en la guardia de un hospital con una joven famélica a cuestas no estaba dentro de las opciones.

Una vez nos trajeron nuestros respectivos pedidos, apoye mis codos sobre la mesa y la observe fijamente. Mi mirada pareció incomodarla, por lo que sus ojos color avellana se posaron en su bebida de manzana.



—Vamos al punto. ¿Qué es lo que sucede entre Vittorio y tú? —pregunte sin anestesia. Su rostro palideció aun mas de lo que era — Sé que no me incumbe pero Jessica es tu amiga y que le mientan de esa forma es muy bajo.



Me arrepentí en el momento de haber sido tan directo, ya que la pelirroja se largó a llorar como si el mundo se terminara mañana mismo y las personas alrededor comenzaron a percatarse de ello.

Maldición, debí tener más tacto.



—Lo... lo siento —tartamudeo visiblemente conmocionada —. ¡Lo siento! ¡No sé cómo me sucedió esto,  yo no quería tener nada que ver con Vittorio!

—Pero aun así, los he visto en una situación que no decía lo mismo.

—Él era tan diferente, tan caballero, un día me besó y me agrado —sonó su nariz con el pañuelo que extendí para ella.

—Respira hondo y trata de tranquilizarte. No te estoy juzgando, Sienna.

—Me decía que era hermosa, que nunca había conocido a alguien como yo. Acabe incrustada hasta la médula sin darme cuenta —intentó tomar aire y me observó con sus ojos enrojecidos por el llanto  —. No íbamos a pasar a mayor... como decirlo... intimidad.  Yo no quería, pero era tan insistente. Si uno ama al otro debe hacer cosas aunque no se sienta preparado, ¿verdad?



No lograba comprender como una mujer viviendo en este siglo y con todo lo que habían logrado en cuanto a sus derechos y poder expresar libremente su sexualidad, podía decir una cosa semejante. Sienna estaba retrasada cincuenta años en la historia.



— ¡Claro que no! —casi grite, sobresaltándola —Cada cual tiene sus tiempos, él debió respetarte si no te sentías preparada. No debes sentirte obligada, ni por él ni por nadie... ¿entendido?

—Es difícil cuando amas a una persona —su voz salió grave, tomo el puño de su sweater y seco sus lagrimas.

—Más difícil es cuando esa persona no te ama, Sienna. Vittorio es casado y muy en el fondo de ti sabes que por más que diga que se divorciara de su esposa en algún momento... no lo hará, cariño.

—Pero él lo prometió. ¿Por qué mentiría?


Era increíble la ingenuidad que manejaba en materia relaciones. Yo no era un experto y una mujer me traía de las narices según Lucka, pero tampoco era un iluso en creer que Jessica se enamoraría y dejaría su soltería por mi.

Oh, dios ¿Qué estaba pensando? ¡Debía concentrarme en el tema Sienna - Vittorio!

—Hay hombres que mienten para obtener algo a cambio. Sexo, para ser más explícito.

—Estoy enamorada de el —dijo, suspirando largamente como si las palabras le quemaran en el interior —. ¿Cómo haré para cortar con ese sentimiento?

—Quizá no es amor, solo una respuesta a los buenos tratos que te proporcionaba.

—No lo sé. No creo que esto que siento no sea amor, y a veces por las personas que amamos hacemos  sacrificios. Si tengo que ser honesta esperaba algo diferente para mi —con la voz acongojada, rompió a llorar una vez mas —. Un amor como el de mis padres, que se conocen desde los dieciséis años y han estado toda la vida juntos.

—Sienna, vales mucho más como para estar con alguien que te usa como una segunda opción, solo tienes que tener el valor y terminarlo de una vez —respondí con toda la sinceridad que pude —Además, debes hablar con Jessica, porque si llega a enterarse de esto... el problema nuclear con Corea del Norte no será más que mínimo comparado con lo que el huracán rubio pueda llegar a hacer.


Dejo de llorar por unos segundos y me observo con preocupación. Sus ojos enrojecidos se exhibían bajo párpados hinchados y el maquillaje se escurría libremente por sus mejillas.


—Mi intención jamás fue acercarme a ella. Soy muy consciente de que está mal, muy mal lo que hice con su padre y en un principio me avergonzaba bastante que fuese tan amable, me sentía la peor del mundo aceptando sus consejos y su ayuda. Nunca había conocido alguien como ella y cuando me di cuenta ya me había encariñado.

—Te entiendo más de lo que crees —masculle.


Jessica Romanov era única. Tan natural, con esos ojos brillantes y hermosos, esa actitud tan cautivadora. Tan exquisita, embriagadora, tentadora y delicada, nadie era capaz de decirle no, mucho menos mantenerse alejado.


—Ustedes deberían ser novios —expresó, tomándome por sorpresa —. Se lo he dicho a Jess y me ha tratado de loca.

—Puedo apostar a que sé que te respondió.

—Que son amigos, que solo tienen... sexo. Harían una hermosa pareja. Le gustas y ella te gusta, ambos solteros ¿Por qué no darse una oportunidad?

Suspire abatido. Con Jessica las cosas no solían ser fáciles como lo eran con cualquier mujer. Ella era reservada y precavida en cuanto a sus sentimientos.

—Porque a veces es más complicado tener una relación aunque las personas se quieran —contemple con amargura.

—Lo sé, mírame a mí... enamorada del hombre que me ha obligado a tener relaciones antes del matrimonio.

Sentí asco. Un hombre como Vittorio Romanov debía estar tras las rejas, no disfrutando una vida de lujos aprovechándose de las jóvenes asistentes que se le presentaban. No pude evitar pensar en cuantas mujeres habían pasado la misma situación que Sienna en las garras de ese monstruo disfrazado de empresario respetable.
No me importaba tener que romper la sociedad que tenía con el si la pequeña pelirroja me solicitaba ayuda, siempre estaría del lado de la víctima.


—Lo único que puedo decir es que tu cuentas con mi apoyo si quieres denunciar a Vittorio.

— ¿Por que todo el mundo dice lo mismo? ¡Yo en cierta forma he accedido a su petición!

Y dale con eso.
¿Por qué no podía ver lo que era obvio?

—Linda, eso que hizo Vittorio Romanov se llama abuso de poder y abuso físico y sexual también —dije visiblemente molesto —. No estoy muy interiorizado en el tema, pero te aseguro que es un delito por donde lo mires.

—No, no puedo hacerle algo semejante —negó con la cabeza —Lo amo, no podría lastimarlo.

Fruncí el ceño confundido.

—¿Seguirás trabajando para ese cerdo machista? —mi incredulidad ya no tenia tope —Puedo hacerte un lugar en Ramhar, Lucka ha estado muy atareado, no le vendría mal una asistente.

—Gracias, lo pensare pero por ahora no creo.

Al notar que era imposible hacerla entrar en razón, observe el reloj y le hice una seña a la camarera para que trajera la cuenta.

—Debo volver, tengo una reunión en una hora.

—Gracias por el almuerzo, señor James —sonrió tímidamente.

—Stephen, por favor. Llámame por mi nombre.

—Gracias, Stephen. Y gracias por tus consejos, te aseguro que cuando sienta que esté preparada hablaré con Jessica —en sus palabras había seguridad, sabía que decía la verdad así que le regale una media sonrisa.

Cuando salimos del restaurante, Sienna se despidió y se alejó hacia su puesto de trabajo no sin que antes le recordara que podría hacerle un espacio en mi empresa, asegurándole que mi amigo jamás la acosaría, lo que prometió pensar con más claridad.

Recordar las palabras de la pelirroja y de Vittorio con respecto a Jessica hizo que me cuestionara que era lo que yo esperaba de esta amistad. Estaba claro que la rubia ocupaba mis pensamientos la mayor parte del día, pero también sabia que en su cabeza el solo mencionar mi nombre era un asociativo al sexo. El tema de conflicto era que para mi los sentimientos habían  trascendido el plano sexual, quería mas.

Mucho mas.

Mi cerebro funcionaba a mil por horas, intentando descifrar una forma de afrontar lo que me estaba sucediendo. La necesidad física de querer estar cerca de Jessica se mezclaba con el instinto posesivo protector y las ganas de ser su centro de atención constante.

¡Mierda!

No lograba procesar en que momento me había complicado tanto la existencia desarrollando sentimientos por alguien que desde un principio había dejado en claro que no los necesitaba en su vida. Mi día a día antes de conocerla era simple, vivía para trabajar, tenia sexo esporádico con mujeres hermosas que en su mayoría no volvía a ver, y si bien la idea de formar una familia en un futuro con la mujer indicada siempre había estado presente, mi cabeza aun no estaba centrada en aquello.

Sobre todo porque Jessica era todo menos la mujer indicada para formar una familia. Era libertina, descontrolada, le huía a los compromisos y ya me había dejado asentado que su visión del futuro estaba puesta muy lejos de aquí.

Lejos de mi.

Debatía si debía o no plantearle mis sentimientos al huracán rubio. Nunca pensé que existiría el día en el que yo estaría pensando hacer una declaración de «amor» si así se podía decir hacia una mujer.

Solo pensarlo me daba escalofríos. Corría el riesgo que la rubia me dejara ahí plantado y no volviera a dirigirme la palabra, o también que quizá decida que era el hombre de su vida y me propusiera una relación seria.
Es decir, eso siempre pasa en las películas románticas... ¿por qué no podía pasarme a mi?

Bien, estaba perdiendo completamente la cordura. Era claro lo que sucedería; Jessica iba a enloquecer, decir que no quiere nada conmigo y yo terminaría con el corazón roto en pedazos tan pequeños que no podría repararlo nunca más en la vida.

Aún así, debía ser valiente y confesarle lo que me sucedía con respecto a nuestro convenio pseudo amistoso.
Lucka competía esta noche en el circuito de motocross en Cold Spring y esperaba obtener un nuevo título para seguir llenando su vitrina de trofeos, así que pensé que sería una buena idea invitar a Jessica a una cita en aquel lugar.
Una cita diferente para una mujer bastante peculiar.

Le envié un mensaje.

Pasaré por ti a las ocho.
Me debes una cita.
STEPHEN 14:12 PM

La respuesta tardó un rato, pero finalmente contestó.

¿Que te hace pensar que estoy disponible?
JESSICA 14:25 PM

Tendrás que estarlo, nena.
Pague ciento cincuenta mil dólares por ella.
STEPHEN 14:27 PM

¡Te detesto!
JESSICA 14:33 PM

Esperaba que la cita sirviera para acercarnos aún más, y también logrará penetrar esa coraza de hielo así ganar su confianza y hacerle entender que no era igual que Nicolae.

Yo era mejor.

❤︎❤︎❤︎

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