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Noche de Brujas

Con cierta inspiración de Hocus Pocus 2, por cierto veanla, está divertida, el especial de Halloween.

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- Salem, 1680.

La vida en el pequeño pueblo de Salem era buena, al menos para los devotos a la iglesia y el orden establecido por el dinero, Katakuri era uno de los que disfrutaba esa vida, el hijo mayor del Pastor Charlotte, un hombre que pondría a Dios por delante y todo, inclusive su propia familia. Tenía casi todo lo que un hombre de su edad podía desear, reputación, status, inteligencia, fé, comida en la mesa, ganado y un carácter muy fuerte, pero había algo, o mejor dicho alguien, que era ese "casi" que le faltaba, una esposa joven, hermosa, devota y sobretodo, sumisa, o al menos eso era lo que hacía creer a los demás, tenía el ojo puesto desde hacía tiempo en la hermosísima Butsu, hija menor del médico del pueblo y sobretodo, soltera, pero había un detalle, su padre no permitía que cualquiera se llegase a casar con su adorada hija, alta, recatada, religiosa, obediente y femenina, con un gran material de esposa por su dedicación al hogar, pero también alguien llena de secretos, sonaba a un pervertido cuando se describía a si mismo observándola a través de su ventana, devorando con ojos he intelecto los libros de ciencia de su padre, memorizado y anotando de cada página, anatomía, boticaria, herbolaria, minerales, historia, música y fantasía, era una mujer que muy difícilmente podría encontrar, todo lo que necesitaba era estar a la altura del estándar que su padre buscaba, y tan solo así sería suya.

Pero ahora la incógnita ¿Cuál era el estándar que su padre quería? El señor Chocolatt era misterioso en ese sentido, nunca daba pistas de nada, Butsu no hablaba de ello con ningún hombre, además de que se cuidaba mucho de las lenguas chismosas.

Él estaba en sus veintes y ella tenía catorce, la presión del matrimonio le estaba yendo fuerte, pero si no conseguía un acuerdo con su padre solo quedaba que se enamorase de él, pero... ¿Cómo? Aunque sabía lo que le gustaba, aproximarse a ella tendría que ser una movida cautelosa, por lo que empezaría su plan el domingo después de la misa de la mañana, ella y su padre se sentaban junto a la ventana de atrás, por lo que apenas terminar su celebración de la Santa Palabra, se aproximaría a ella con tal de invitarles a ella y su padre ir a su casa a beber el té de la tarde, he inventaría alguna excusa para mantener a su padre ocupado y poder hablarle, con un poco de ayuda nada podría ir mal.

Excepto una cosa.

El respectivo domingo, Butsu no apareció, solo su padre estaba ahí, y no se veía con muchas ganas de hablar.

Con cierta curiosidad por su ausencia, se acercó silenciosamente detrás de su padre, el cual inmediatamente preguntó por ella, no era normal que una jovencita tan devota se ausentara un domingo.

- Ella está enferma Pastor, y me encantaría quedarme pero debo volver rápido para asegurarme de que mejore.

- Sabe que puede contar conmigo y con mi hijo si así lo necesita, su hija es buena y quizás si no puede venir a Dios... Dios puede ir a ella.

- Lo tomaré en cuenta, aunque de momento le está yendo bien con lo que le dejé, si desea escuchar la palabra, con gusto se lo haré saber, con permiso.

Dicho y hecho, el hombre se fué, dejando a un ilusionado y decepcionado Katakuri atrás, única vez que lo había planeado, y le sucedía tal desgracia. Derrotado pero sin demostrarlo, se conformaría con mirarla otra noche más, deleitándose con su lectura y observando su cabello suelto, libre de usar una cofia, demostrando cuan largo y hermoso era, contrastando con su alta figura.

Ahí la vió, débil, pálida y con pocas fuerzas para comer y tomar sus medicinas, no pudo evitar sentirse apenado, queriendo ser su compañía y cuidar de su bienestar, pero de momento, solo podía observarla a la distancia, incluso podía atreverse a enviarle un regalo por su "recuperación", sabía que le gustaban las flores silvestres, así que ya sabía que darle, es más se lo llevaría personalmente.

El lunes a primera hora llamó al primer niño que vió y le pagó para que hiciera lo que necesitaba, se tomó el tiempo de lavarse un poco, afeitarse y peinarse con más atención de lo normal, cosa que sorprendió a su familia cuando lo vió, pero bien sabían de sus intenciones de querer una esposa, y si ya había fijado sus ojos en una mujer, entonces solo conversarían un poco con él al respecto, después de todo ya era un hombre crecido, se estaba quedando atrás, apenas fué en dirección a su hogar y tocó la puerta, fué recibido por ella misma, quién se cubría con un chal y tapaba su boca con un pañuelo, se veía un poco demacrada ¿Qué padecía que la tenía así de mal? Pobre mujer.

- ¿Necesita algo señor Charlotte? Mi padre no me habló de dejarle alguna cosa importante.

- No señorita, no es eso... Yo, me enteré de que está enferma y quise traerle algo, sé que no la curará pero, espero la ayude a sentirse mejor -Le entregó las flores, haciendo que se sorprendiera un poco.

- Vaya... Gracias -Recibió el regalo, dejándolas junto a la puerta, me encantaría olerlas pero mi nariz está tapada -Se rió un poco apenada, pero apenas hacerlo se apartó y tapó su boca para toser sobre el pañuelo- Agradezco su consideración, Dios lo bendiga -Iba a cerrar la puerta, pero la mano del hombre la detuvo.

- Y también... Yo... Eh... Quería... Pedirle algo a su padre, un libro.

- Oh, me temo que en ese caso no podría guiarlo mucho, mi conocimiento en literatura es limitado, pero le contaré a mi padre cuando venga, tenga buena tarde, y gracias por el regalo -Finalizó, cerrando la puerta sin interrupciones, cosa que solo dejó al Charlotte en posición de irse.

Se vió obligado a aceptarlo y simplemente retirarse, pero insatisfecho con esa sentencia, volvió a verla durante la noche, encontrándose con que está vez no se encontraba en casa, en cambio, vió su silueta cubierta en una capa negra, yendo en dirección al bosque con una lámpara en mano; curioso por la situación decidió tomar la lámpara que llevaba consigo y seguirla desde la distancia, el bosque era denso, la noche era especialmente oscura y los pasos de la joven parecían simplemente ir cada vez más rápido de lo que le gustaría, hasta que de tanto andar, ella finalmente se detuvo, en el pequeño lago junto a la cascada, terreno que era conocido como prohibido, la vió dejar su lámpara a un lado, para comenzar a desvestirse, cosa de la que inmediatamente se sorprendió, cayendo sentado al pie de un árbol, sin poder quedar su vista de ella.

Una vez desnuda se adentró al agua, lavando su cuerpo cuidadosamente mientras que susurraba cosas que muy difícilmente podía escuchar, como si realizará un ritual sobre su propio cuerpo, poco a poco, símbolos extraños aparecían sobre su piel, y una vez los tuvo todos, salió del agua, y tal y como estaba, caminó por el bosque, a lo que él, saliendo de su ensoñación decidió seguirla, con el mismo cuidado de antes, esforzándose en no ser visto o escuchado, aunque para su fortuna, el viento y los árboles eran suficientes para encubrir su propio sonido.

Cuando volvió a detenerse, se encontró con algo que casi le provoca un paro al corazón, se reunió con otras cinco jóvenes, a cuatro las desconocía, pero la última pudo identificarla, era la hermana mayor de Butsu, supuestamente esta se había casado con un hombre muy adinerado y apuesto, y se había ido de Salem para vivir con con él, pero no, ahí estaba con aquellas mujeres, todas desnudas frente a una gran hoguera, decoraron sus cuerpos con flores y se cubrieron de lo que parecían ser perfumes, bailaron alrededor del fuego con cánticos desconocidos, tiraron hierbas y se rieron, llamando a un nombre prohibido; como parte final de su reunión, pintaron sus cuerpos con sangre, se retorcieron sobre la hierba, como si una extraña he intensa oleada de placer invadiera sus cuerpos, finalmente, al calmarse, una figura salió de entre las llamas, un hombre divinamente hermoso, con imponentes alas y total atención del grupo de mujeres, que apenas parecía estarse recuperando de aquel momento de éxtasis.

Una vez recompuestas, aullaron en dirección al cielo, mientras aquel hombre marcaba sus frentes, para entonces, unirse a su extraña celebración, disfrutando sus bailes y adoraciones en idiomas extraños.

Butsu, era una bruja... Su hermana también, debía irse, debía huir, contarle a todos lo que vió, la verdad sobre Butsu y su hermana mayor, pero algo en él no se movía, tenía miedo, estaba paralizado.

Ese fué su primer error, como si siempre lo hubiese sabido, y con movimientos rígidos, la pelinegra se volteó, mirándolo fijamente pese a la distancia.

Un paso, dos y luego tres, se iba acercando rápido... Muy rápido, y casi como una piedra lanzada a su ventana, finalmente pudo darse media vuelta y correr lo más rápido que pudo, siendo perseguido por sus risas, gritos y llamados, el camino era difícil de ver, por no decir que no veía absolutamente nada, estaba ciego, mudo y aterrado, cada paso acelerado lo cansaba, llegando al punto de dejar de correr, aunque fuera solo caminar, seguía hacia delante tanto como podía.

Hasta que por un momento, se dió cuenta de que todo quedó completamente en silencio, alzó su lámpara solo para encontrarse con que estaba apagada y rota, su ropa rasgada y algunas heridas hechas por las ramas, arbustos y piedras con los que había chocado, miró a su alrededor adolorido, pero no pudo encontrar nada, aunque intentase ver con la poca luz lunar que se colaba de entre los árboles, pero no había nada más que vegetación y tierra.

Suspiró aliviado- Santo Señor que proteges mi alma, gracias.

- No sé porqué o a quién le agradeces -Y ahí estaba ella, desnuda, el cabello le cubría los senos, y se encontraba manchada de sangre, con una extraña marca en su frente, y sus ojos... Sus ojos completamente negros, con una afilada sonrisa- ¿Porqué juras que tú Dios te está protegiendo? Charlotte Katakuri, te enteras de cosas que no deberías.

Y aunque él era más grande y fuerte, se sentía intimidado- Tú... Pagana... -A cada paso que ella daba, él retrocedía- Tu alma impura debería arder en el infierno.

- Algún día, y será maravilloso -Lo acorraló contra un árbol, extasiada por ser su depredadora- Se me hace divertido, considerando que me estuviste observando tantas veces, y apareciste en mi casa con tal de gustarme... ¿Qué es peor? Ser una pagana... ¿O que adores a una por aparentar ser lo que querías?

Enmudeció, ella lo supo todo este tiempo.

- Sé que me miras, sé que querías casarte conmigo y también sé que me seguiste desde que fuiste a mirarme... Es un pecado grave ver desnuda a una mujer que no es tu esposa, y lo hace el hijo del Pastor... Muy, muy mal Katakuri -Se acercó peligrosamente a él, casi rozando sus labios, mientras él contenía su respiración- Y ahora serás castigado por ello, arrepiéntete de tus pecados.

Lo último que pudo recordar, fué el como sus ojos se prendieron como una intensa llama, y su risa resonaba como un gran eco en su cabeza.

A la mañana siguiente despertó en su cama, viendo como tenía heridas tratadas y sudaba mucho, su corazón golpeaba su pecho con fuerza, casi amenazando con salirse. Al ir escaleras abajo vió a su padre el cual tenía un semblante serio, sentado en el comedor, al momento de ir a contarle lo vivido, este lo confrontó iracundo.

- ¡Padre esto es horrible! -Estaba sobresaltado, pero aún bajo control- ¡Descubrí algo horrible, algo...!

- ¿Tú crees que yo no? Si supieras la vergüenza que me has hecho pasar ¡Espiando a la hija del doctor, y para colmo, él mismo tuvo que venir a curarte cuando te encontró fuera de su casa!

- ¿Yo? Padre no es lo que crees, y eso no es lo importante ¡Butsu es una bruja! La ví anoche en el bosque con más mujeres, estaban desnudas y daban tributo al diablo con una hoguera.

- Estupideces Katakuri, Butsu no hizo nada de eso.

- ¡Pero padre lo ví!

- ¡Yo estuve en su casa cuando su padre volvió y cené con ellos, fuí a orar por esa niña! Y no me fuí hasta que te caíste en su granero -Alzó la mano y lo golpeó en la cabeza, fastidiado- Y más encima pensando en mujeres sin ropa y satanás ¡Vamos a confesarte!

En los próximos días, el cruzarse con Butsu era horrible, le daban escalofríos, sus manos sudaban y sentía que el corazón se le iba a salir del pecho del estrés que sentía, más de una vez la había visto observándolo desde la distancia, tenía siempre una sonrisa amable, pero también esa mirada de cazadora, como si él fuese una presa a la cual perseguía solo por placer. Si tan solo pudiese hacer que todos lo vieran, pero había un problema y era ¿Cómo demostraría lo que ella era realmente? No solo ya no podía verla sin aterrarse, sino que también su padre lo encerraba en las noches y la ventana era muy pequeña para salir por ahí.

Algo debía hacer, o aunque sea tener la ayuda de alguien que pudiese creerle.

Sin muchas opciones decidió arriesgarse y reunirse con sus hermanos mellizos, quizás ellos podrían creerle.

- Y eso fué lo que pasó... Aún no logro entenderlo, y no me hablen de superarlo, fué espantoso -Murmuró, sujetando la cruz que colgaba de su cuello.

- Yo sabía que tenía algo extraño, el que una mujer sin un estatus tan alto como para tener un instructor supiera leer tanto ya era sospechoso.

- ¿Desde hace cuánto sabías de eso?

- Hace bastante, pensé que simplemente era por ser la única hija que le quedaba al doctor, pero también vale decir que es buena mentirosa.

Esa noche no pudo dormir, pensando en qué podría hacer, exponerla públicamente era la única forma en la que su padre podría creerle, de por sí ya lo estaba considerando un loco por pensar en algo tan serio como si no fuese algo para tomar a la ligera, debía armar un plan eficiente, puede que su simple acusación diga mucho, pero si nadie le veía nada de malo ¿Qué haría? Solo se convertiría en la burla de todos y la vergüenza de su familia, sabía que era un camino difícil, pero de alguna forma debía lidiar con el problema, antes de que algo grave sucediera.

Aunque... Tenía encima la duda de que si Butsu supo todo este tiempo que él la miraba, eso significaría que seguramente sabría de su plan para deshacerse de ella, y eso lo dejaba atado de manos, sus hermanos estaban más que dispuestos a ayudarlo, pero necesitaba reunirse con ellos sin que Butsu se enterara. Y con tanto que le tomó pensarlo, para cuando salió el sol, no estaba seguro de qué hacer con respecto a ella, pero sí estaba logrando aparentar muy bien el que "se estaba reformando de su mal comportamiento" inclusive, se había reunido para disculparse con el enojado padre de la susodicha, la cual apartaba la mirada y sujetaba su chal como si estuviera entre asustada y avergonzada... Vaya arpía, lo había disfrutado.

Aquello volvió a darle la libertad de tener una habitación propia, la vista a la casa de Butsu era más lejana, pero aún podía ver un poco desde donde estaba, lo único que hacía era esperar a que estuviese pasada la hora de dormir para poder observarla con el catalejo que uno de sus hermanos le había traído a escondidas, la próxima vez que la viese salir, sería para darle caza.

Desde allí, esperó, esperó y esperó, incansablemente hasta recibir una noticia que le congeló la sangre de como nunca antes le había sucedido.

- Katakuri, tienes suerte de esto, pero te casarás con Butsu en una semana.

Aquella noticia se sintió como si lo hubieran empujado al río- Padre... No entiendo porqué.

- Ella no solo te ha perdonado, sino que realmente quiere que seas tú con quien se case, ya que por lo visto te gusta lo suficiente como para ira verla orar por su padre y un esposo todas las noches.

No siguió creando un problema al respecto, quizás era una señal, podría ser la oportunidad que tanto necesitaba para desenmascararla y así proteger a Salem de esa bruja, así que sí lo haría, seguiría adelante con el compromiso, el cual se llevó a cabo como cualquier otro, se mandó a construir una casa nueva, y vivirían en su casa hasta que estuviese lista, ella usaría un vestido familiar y él en cambio estaba en formación autodidacta para saber cómo lidiar con lo que vendría, el paso de la semana marcó el tiempo necesario para armarse, se guardó sus planes para sí mismo, al menos hasta la noche previa a la boda, en la que escribió a sus hermanos, haciéndoles saber lo que planeaba, aunque le tomara años, no le importaría sacrificar su vida con tal de salvarlos.

En la mañana de la boda todos estaban presentes y su padre celebraba la ceremonia, ella con lo que cualquiera creería era una sonrisa de felicidad, mientras que entre los presentes veía a Ginger acompañada de su padre y su "marido" igualmente sonriendo por ella, vaya descarada. Ir con Butsu al altar para tener que mirarla a los ojos, tomarle la mano y saber que ahora estaría unido a ella hasta que la muerte los separase, significaba mucho, muchísimo más que solo un día o dos, posiblemente significaría toda una vida, una vida en la que cada día sería un riesgo de morir sacrificado.

Al reunirse a celebrar la boda con una gran cena familiar fuera de su casa, no sucedió nada inusual, ninguna de las hermanas manifestó algo extraño.

Y así siguió por los próximos cuatro años, tuvieron un hijo con el que toda su familia estaba encantada.

Pero por el contrario, él estaba pasando por varias emociones, estaba molesto, preocupado y quizás feliz, era su primer hijo después de todo, no había vuelto a vivir nada extraño después de aquella noche, y quizás, solo quizás, eso podría ser una remota señal de que ella nunca volvería a hacerlo, enfocarse en otras cosas podría ser el primer paso a una beneficiosa redención, tal vez podrían llegar a ser un matrimonio pacífico.

Pero no podría ser tan fácil.

Para la noche del domingo, el día del bautizo de Brioche, se hizo la misa, que fué seguida por un festejo, el cual al terminar, solo los llevó a irse a dormir.

No supo porqué, pero despertó en la madrugada por un espanto total del sueño, solo para encontrarse con que Butsu no estaba a su lado, temiendo lo peor, corrió hacia la cuna de Brioche, para que desgraciadamente sus preocupaciones fuesen completamente ciertas, estaba vacía.

Revisó la casa a toda prisa, pero no los encontró, había actuado de nuevo una vez lo tuvo con la guardia baja, y sin esperar nada tomó una lámpara, se puso un abrigo y salió de la casa, tratando de ubicarla, divisó a la lejanía la luz de otra lámpara, y dentro de sí mismo, supo que era ella, la persiguió a todo lo que daba, ya sin importarle si lo escuchaba o no, debía salvar a su hijo.

- ¡Butsu! -Más cerca- ¡Charlotte Butsu detente ahí!

Y apenas lo escuchó, se paró en seco- Así que... Que me detenga, supongo que puedo hacerlo.

Se detuvo a una distancia prudente, ella le daba la espalda- ¡Date la vuelta y mírame!

Dicho y hecho, con una mano sostenía una lámpara y con la otra a Brioche, completamente envuelto en una cobija.

- Si me das a Brioche te dejaré ir.

Pero ella se rió- ¿Aún no puedes verlo? Pensé que serías más listo, que en algún momento te darías cuenta.

En ese momento soltó al bebé, he instintivamente él intentó lanzarse a atraparlo, este se desvaneció.

- ¡Nada de esto es real, nada! -Arrojó la lámpara a la hierba alta, haciendo que esta rompiera y la vegetación comenzara a quemarse- Has sido mi esclavo y siempre lo serás, esa noche tú nunca escapaste.

Cada palabra era un fuerte golpe de realidad que no quería aceptar ¿Falso? No, no podía ser falso, su hijo, sus planes, su vida...

- Lo único real aquí... Somos tú y yo -Se acercó peligrosamente a él, flotando ligeramente con su largo cabello y ropas ondeando en el aire, como si se encontrara bajo el agua- Despierta Katakuri, y verás la verdad.

Despierta...

Despierta...

¡Despierta...!

¡DESPIERTA!

Abrió los ojos de golpe, tomando una gran bocanada de aire, parpadeó confundido y mareado, tratando de entender lo que había sucedido.

Una vez aclaró su vista se percató de que se encontraba en un sitio que no reconocía, una cabaña pequeña, llena de velas y objetos extraños, pero lo más distinguible fueron los varios calderos que había, uno junto a otro.

- Al fin despertaste -La vió llegar, vestida de blanco con una capa negra y telas decoradas- No te preocupes, llevas tan solo unos días desaparecido -Apenas se quitó la capa se percató de los extraños amuletos que traía colgados del cuello.

- ¿Porqué traerme?

- No podía dejar que te fueras sabiendo, aunque no tuvieses forma de probarlo.

Bufó frustrado, tenía razón- ¿Y qué sigue? ¿Me vas a sacrificar?

Rodó los ojos un tanto fastidiada- ¿Para qué haría un ritual sacrificándote? No significas nada importante, me valdría más tener la sangre de tu familia, pero eso no importa, no tengo razón para usarlos, no me valen sus vidas.

- ¿Y qué harías si me suicido?

- Usaría tu sangre para fermentar vino, tu carne para hacer guiso, sopa y asado y tus huesos los haré polvo para mis amuletos y pociones.

Tal vez era mejor seguir con vida.

- Será una larga eternidad Katakuri, pero no te preocupes, yo estaré aquí para acompañarte, después de todo, nunca podrían sospechar de mí, ya que por lo que ven... yo estoy siempre en casa.

Y completamente derrotado, allí se quedó hasta el último día.

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Ya casi es diciembre y yo subiendo contenido de Halloween, soy una cosa pero bárbara.

¡Bye~ bye~!

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