Treinta y dos
No podía hacer otra cosa que mirarlo con dolor. Jamás lo había visto así de molesto y menos conmigo.
—Jimin me están lastimando tus palabras.
—¿Y qué hay del dolor que tú me causaste? ¿Cómo crees que me he sentido estos últimos días en los que me hiciste a un lado después de ilusionarme? Sobre todo, ¿Cómo piensas que me sentí cuando fui a tu casa y te vi besándote con él?
Desvía mis ojos de su mirada furiosa.
—Me dolió asta lo más profundo del alma. –Un gemido de tristeza escapo de sus labios–. Me sentí como un gran idiota, por haberme quedado a tu lado para cuidarte, por haberle entregado todo mi amor a una persona que solo me lastimo.
—Lo siento.
Jimin bufo por lo patética que me escuche.
—Yo sufrí mucho por amar a alguien que nunca aprendió a valorarme. Así que me importa un carajo lo que tú sientes porque cada una de mis palabras te las mereces. Ahora vete de aquí, ya no me importas. Ya no te levantaré ni impediré que caigas al suelo, total, a ti te encanta estar ahí.
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