Capitulo 4 (Detrás de la apariencia)
Estoy esperando, entre estas calles lluviosas, que todo esto fuera una mentira, que solo fuera una ilusión y que me llamaras para decirme que me amas. Pero siento el movimiento que hace mi corazón al romperse, siento las lágrimas caer de mis mejillas. El dolor es constante y quiero no volver a saber qué se siente enamorarse.
Es que siento como si me desintegrara por completo, como si cambiara de alma y de cuerpo. Trato de no pensar, pero tus mentiras son ahora como puertas cerradas que me acorralan y me ahorcan, sin dejarme ver algo más.
Es que no tengo las palabras para explicar por qué dos personas que se amaban tanto, ahora son dos extrañas en un mismo mundo, en otra ciudad y en otro corazón.
Sofia sinisterra
Actualidad
Después de aquella noche, la oscuridad se apoderó de mí. No lo vi durante semanas; el vacío era tan absoluto que me envolvía como una niebla densa e impenetrable. El silencio, que al principio fue una compañía tranquila, pronto se tornó ensordecedor, como si cada rincón de mi mente resonara con la ausencia de todo.
Y luego, Tomás, como si fuera el eco de un pasado que no lograba escapar, me reveló la verdad. Me contó cómo nunca había terminado con Lilia, cómo ella simplemente había ido de vacaciones y él había aprovechado la oportunidad para estar conmigo.
Ese tiempo que compartimos… Fue como un sueño efímero, algo que parecía demasiado perfecto, demasiado brillante para ser real. Y, al final, resultó ser justo eso: irreal. Sin embargo, en su momento, creí que éramos algo único. Pensé que nuestra conexión era genuina.
Con el tiempo, me fui a la universidad en Londres, acompañada de Rosalín. El dormitorio era impresionante, con una linda vista cada mañana, pero en las primeras vacaciones, decidí regresar a casa. En realidad Rosalín me convenció de volver, pero la verdad es que no necesitaba mucha persuasión. La nostalgia, me había estado devorando, y sentía que escapar de esos recuerdos era la única forma de seguir adelante.
Sin embargo, no era precisamente agradable estar en casa, especialmente después de que mamá se enteró de lo sucedido con Alex. No dudó ni un segundo en echarme la culpa de todo. Intentó que yo fuera quien arreglara las cosas, pero ¿qué podía hacer? Él ya no quería saber nada de mí, aunque sabía que la verdadera raíz de su descontento no era yo, sino el dinero. Todos sabían que la familia de Alex estaba llena de riquezas, y esa fue, sin duda, la razón de la incomodidad de mi madre. Pero, sinceramente, ¿qué más daba? Las cosas entre mi padre y mi madre ya estaban rotas. En la última cena que compartimos, se culparon mutuamente de tener amantes, sin que les importara que Rosalín estuviera allí. Ni siquiera intentaron disimular.
Y lo peor, la pieza final del rompecabezas: regresé a casa y allí estaba Alex. O, mejor dicho, él me encontró a mí.
Recuerdo del primer capítulo:
-Reflexionando todos tus pecados en la orilla de la playa, Moffin.
Mi espalda se tensa al escuchar esa voz. Una voz que aún conserva su poder de intrigarme, de provocarme. La odio, y al mismo tiempo, me atrae. Me maldigo internamente mientras giro lentamente, tomando la última pizca de energía que me queda para encararlo.
Ahí estaba él. El culpable de mi desilusión. El que había arruinado una parte de mi verano, una parte de mi vida.
-¿Antes no podías parar de hablar? ¿Los ratones te comieron la lengua?-Su mirada es más intensa de lo que recordaba, incluso noto que es más alto. Tiene barba, un cambio extraño que le favorece, aunque no se lo diga.
Mi garganta se seca por completo. Intento responder, pero las palabras no salen. Rosalín aparece con tres botellas de cerveza y algunos bocadillos. Los ignoro a ambos. Recojo mis cosas con rapidez y me marcho.
Un asco recorre mi cuerpo, una rabia contenida que no puedo desatar. A veces me odio por haber sido tan ingenua, por haber creído que podía controlar lo que sucedió entre nosotros.
Pero la realidad es que no fui yo quien tenía el control. Yo estaba bajo su dominio, atrapada en una ilusión que ni él ni yo éramos capaces de reconocer.
Es estúpido, realmente. Me recuerda lo vulnerable que fui, cómo me entregué sin pensar en las consecuencias.
Fin del recuerdo.
- Hola, mamá- digo dejando mis cosas en la isla de cocina
- Hola, cariño. ¿Alex se quedará esta noche?
Me quedo en la cocina, observando a mi madre mientras pica las verduras con una precisión que parece ir más allá de la mera acción.
Su rostro es Indiferente, Recuerdo aquellos inviernos en los que solíamos cocinar juntas, en los que la cocina se llenaba de risas, de historias compartidas. Ahora, los recuerdos son fragmentos dispersos que no logro recuperar por completo. Y en medio de esa quietud, surge una pregunta, una que me había estado atormentando durante años.
- Mamá, ¿Tenía una hermana cuando era pequeña?
Ella se detiene un momento, como si la pregunta fuera algo que no esperaba.
- ¿De qué hablas? Es una tontería. Si tuviéramos una hermana, estaría aquí.
- Entonces, ¿por qué sigo soñando con esa niña?
- Estupideces, Emma. Debe ser alguna amiga que tuviste y no recuerdo. Ya basta de hablar de eso. Si necesitas hablar con alguien, ve al siquiatra. Y por cierto, dejaste de ir hace tiempo.
- No volveré jamás, ¿Pero que hay de ti por qué te interesan tanto las apariencias Mamá?
- Emma, no quiero discutir.
- Yo tampoco, solo quiero entenderte.
- Este lugar representa todo lo que yo nunca fui, y ahora tengo la oportunidad de serlo.
La sinceridad en su voz me golpea. Intento comprender, pero algo dentro de mí me dice que esa búsqueda de identidad en un lugar que no es mío no tiene nada de genuino. Aun así, la última frase de mamá me cala hondo.
- Oye, te entiendo. De verdad lo hago. Pero no puedes vivir la vida de ensueño que no pudiste tener a través de la mía. Puedes hacer lo que te haga feliz; yo te apoyaré. Pero no iré a ese baile, y mucho menos con Alex. Entiende, no puedes poner los sentimientos de tu hija por debajo de las apariencias.*
- No te estoy preguntando si irás al baile. Ya compré tu vestido. Es un hermoso vestido rojo.
Y entonces, la realidad me golpea. Mi madre, se tan joven, tan hermosa. Con esos ojos azules que siempre brillan de forma tan intensa, con ese cabello negro que le llega hasta la cintura. Siempre me contaba cómo los hombres la cortejaban, cómo era el centro de atención en su juventud. Yo, de alguna forma, me vi atrapada en esa imagen, sin quererlo. Y quizás, sin darme cuenta, fui construyendo una parte de mí basada en lo que ella había sido.
Pero en casa, las palabras de amor entre mis padres han quedado en el olvido. Desde que tenía 12 años, no escuché un "te amo" de mamá, ni un gesto de cariño de papá. Solo una enemistad silenciosa. El mismo silencio que se instala en mi pecho cada vez que pienso en Alex.
- Extraño a la madre que eras antes.
Rompo el silencio que se había instalado entre nosotras, pero ella no me responde. Subo rápidamente las escaleras y me encierro en mi cuarto. Cierro las ventanas, las puertas. Me pongo los audífonos y trato de perderme en una película.
10:30 pm
Mi hambre me arrastra nuevamente a la cocina. Las paredes están pegajosas, el suelo resbaladizo, algo se ha caído y nadie lo ha limpiado. Mi estómago ruge con fuerza, recordándome lo vacía que me siento por dentro. Pero justo cuando creo que la oscuridad de la noche me va a envolver, escucho murmullos en la sala. Vuelvo a detenerme en seco, mi corazón late con fuerza.
-Emma no puede saber esto.
¿Saber qué? Me muevo en total silencio, como una sombra, sujetando me de las paredes.
-Deberia decírselo tu, en algún momento lo sabrá y no quiero más escándalos.
-Esto es complicado, es mi hija. No puedes comprenderlo.
Mamá suena preocupada, y el tono de la conversación me estremece. Justo en ese momento, escucho un golpe seco, como si alguien golpeara una mesa de madera con fuerza.
-Tienes hasta mañana, Cleo.
El viejo apodo que usan para mamá. Eso confirma lo que ya sospechaba: es alguien cercano, alguien que ha estado en su vida durante mucho tiempo.
Escucho pasos pesados. Alguien se acerca a la sala. Me oculto rápidamente, pero soy sorprendida por unas grandes manos que se posan en mi hombro. Las luces se encienden. Dejando a plena vista las paredes, la sangre salpica, como un recordatorio cruel de lo que está a punto de suceder.
-¿A dónde va la pequeña Emma?
¿Creen que emma es un poco cruel con su madre?
¿Que opinan de lo que emma siente por Alex?
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