06 Junio : Verano de 1987

Londres/Reino Unido

Playa: Brighton Beach

Pasar el verano en la casa de la playa de los papás de Rosalín me hace salir de la rutina. Esta ciudad costera y pintoresca me hace sentirme viva, y no me malinterpreten, no es que sienta que no tengo ganas de vivir; simplemente, estos días suelen ser monótonos y vacíos.

El sol está resplandeciente, las olas del mar golpean con fuerza, y es cuando escucho una amigable voz:

-Ey, Emma- Mi amiga Rosalin, o más bien, mi mejor amiga, luce unos shorts cortos y un bikini de la parte de arriba de color rosado.

-Iré a traer unas cuantas botanas, no demoro.

Alzo un poco mis ojos por encima de mis gafas de sol para observar su bella y reluciente sonrisa. Asiento con mi cabeza mientras la veo marcharse por el camino de piedras que llega a la casa.

La playa suele ser mi lugar favorito. Si muriera, sin duda me gustaría que echaran mis cenizas en el mar. El mar es tan profundo, tan transparente y tan oscuro al mismo tiempo. Me gusta venir a meditar aquí, y hoy no era la excepción.

Después de pelear con mamá por un tonto baile, algo que me sorprende de ella, es tan ajena al mundo, o eso solía ser meses atrás. Supongo que este nuevo lugar nos cambia a todos.

No entiendo cuál es el sentido de todo esto. Comienzo a reprochar cuando el viento tumba la sombrilla de sol, serándola por completo.

-Reflexionando todos tus pecados en la orilla de la playa, Moffin.

Mi espalda se tensa al escuchar esa voz, aquella voz tan dominante e intrigante. Maldigo una y otra vez en silencio, tomando la poca fuerza que me queda para girarme.

Ahí estaba el autor de mi molestia, quien había arruinado parte de mi verano y de mi vida.

("Muffin" es un término cariñoso en inglés. Puede traducirse al español como "cariño", "amor" o "querid@").

-¿Antes no podías parar de responderme, los ratones te comieron la lengua? -Su mirada es mucho más intensa de lo que recordaba, incluso lo noto más alto, trae una barba, algo nuevo que no solia tener antes

Mi garganta se sierra por completo, trato de hablar pero me es imposible. Rosalín aparece con tres botellas de cerveza en la mano y unas cuantas botanas.

-Ey, te adelantaste -dice Rosalin mirándolo

Me giro para encontrarme con Rosalín, que me estira la mano para darme una botella. La ignoro y comienzo mi camino, pasando por su lado.

-EMMA, espera -dice Rosalín, corriendo a mi lado.

-Si esto es una broma, es de mal gusto, Rosalín. -le digo.

-¿De qué hablas? -pregunta dejando las cervezas y las botanas en la orilla de la piscina.

-No te hagas la tonta, porque trajiste a Alex aquí -le respondí.

-Oh, por Dios, Emma, no sabía que era él. No habías dicho que era tan sexy" - Rosalín, hace un puchero, mientras lleva la cerveza a su boca.

Si no fuera mi mejor amiga, diría que es estresante. Pero yo lo soy también.

-No veo donde está lo gracioso- le arrebato la cerveza de la mano dejándola en el suelo.

-Lo he encontrado en la casa, mamá dijo que tu madre lo había traído. Supuse que era amigo tuyo y lo dejé pasar -explica Rosalín.

-No lo es, ni quiero que lo sea. Mierda, no puedo descansar ni un minuto de él

Claro que Alex es sexy; podría decir que es esculpido por los mismos dioses, y eso no era lo que me incomodaba de él. El problema era lo que había pasado El año pasado, cuando Rosalín había estado de viaje en Italia.

RECUERDO

01 DE JUNIO Verano de 1986

( Un año atrás)

cuando lo vi por primera vez. Supe que por fin tendría un romance decente y elegante. No había salido con ningún chico; había besado a varios en algunas fiestas, pero era solo eso: besos vacíos y sin sentidos con desconocidos.

Pero él era distinto. Su cabello negro y esos ojos verdes tan dominantes lo hacían un hombre misterioso.

Mi familia había sido de un estatus promedio, pero desde que papá decidió que nos mudáramos a una hora de Londres e invertir unos cuantos ahorros en un club campestre, todos lo consideraban como un hombre adinerado. No nos podíamos quejar, vivíamos bien, pero no era para tanto.

Fue allí donde lo conocí. Su familia sí es de buenos recursos; de hecho, es una de las familias más ricas del país, aunque nadie sabe exactamente cuánto dinero tienen o de dónde proviene. El punto es que lo son, y todos lo respetan.

Se pasaba en el club las tardes de los sábados. Fue él quien habló por primera vez sin alguna clase de decencia humana.

-Podría rescatarte de cualquier situación, pero creo que prefiero rescatarte de ese uniforme.

Me sentí como una presa fácil al verlo recargado contra los casilleros. Su mirada intensa me hizo arder las mejillas, y su sonrisa tan insinuante me hizo sentir que el uniforme de salvavidas era lo único que me separaba de él. Podía escuchar su respiración agitada mientras me observaba. Inclinó su cabeza a pocos centímetros de mi rostro. Su cálido aliento me abrazó, y me dejó un beso en mis mejillas. Era tan invasivo, pero tan preciso en todo lo que hacía. Esos labios fríos pero tentadores... Con él, no era la chica extrovertida. Él me hacía bajar la guardia por primera vez.

Solíamos almorzar juntos todos los días, compartiendo risas y secretos en un rincón apartado del club. Cuando el sol comenzaba a declinar y los demás se iban, nosotros nos quedábamos para nadar en la piscina. Rompíamos cada una de las reglas. Nos escabullíamos en su casa, donde el aroma de la comida recién hecha me envolvía y me hacía sentir como si estuviéramos en nuestro propio mundo.

Estar en el club me permitía ganar dinero, y era perfecto para ahorrar para la universidad. Así que pasé todos los días allí desde que salía el sol hasta que se escondía.

Me dieron un día libre. Recuerdo que estaba sentada en la sala, revisaba mis redes sociales. Escuché esos pasos pesados acercarse. Llevé mis ojos fuera del móvil, y allí estaba mi madre. Juraba que le salía humo de las ojeras. A unos pasos atrás estaba mi padre. Solía ser tan ajeno a los problemas. Siempre decía que todo tenía solución, así que no se preocupaba. Así que me di cuenta de que había encontrado una vez más un problema. Ese era el problema de estar en casa.

-¿Qué mierda es esto? -exclamó, extendiendo su mano para mostrarme su móvil y reproduciendo un vídeo en el celular-. Una fiesta en la playa, donde evidentemente estuve y me di un beso con un chico que ni siquiera recuerdo su nombre.

- ¿Acaso te propusiste este año arruinar la reputación de esta familia? ¿DIME, EMA!

-No es para tanto -intenté calmarla-. Ese chico ni siquiera es mi novio. ¿O sí? -le lancé una mirada desafiante.

-No -gritó, su voz llena de ira-. Eres patética, Emma. Eres tan miserable que no puedes tener un novio decente. ¡Eres un escándalo!

Su voz retumbó en mis oídos, y sentí que mi sangre hervía. ¿Miserable? ¿Patética? ¿Cómo se atrevía?

-Ya cállate, mamá -le espeté, mi voz llena de rabia-. Eres patética tratando de aparentar. ¿A qué le temes? ¿Que se enteren que soy igual a ti? ¿Sabes que...? Tú eres peor que yo.

Mi madre se puso pálida, y por un momento pensé que iba a desmayarse. Pero luego, su rostro se endureció, y me lanzó una mirada de odio. Me marché, tomando mi móvil y subiendo a mi habitación. Mi padre trató de detenerme, pero lo ignoré. No quería hablar con nadie. Solo quería escapar de la rabia que sentía.

-Esta habitación parece la de un tipo de 40 años que acaba de salir de presión -dije.

Algo que podía llegar a ser muy irritante de Alex era que no conocía la palabra privacidad. Para él, todo era normal, y se sentía con el poder de estar en todas partes. Me volvía loca cuando hacía eso. Pero, al mismo tiempo, era una de las cosas que más me gustaban de él: la forma en que hacía que lo cotidiano ya no fuera cotidiano.

-Tal vez la habitación está así porque personas como tú, que van por ahí trepando balcones ajenos, no respetan el espacio de los demás -le dije, mientras se recostaba en mi cama como si fuera suya.

Nota: El libro será actualizado dos veces por semana

¿Qué crees que pasará entre Emma y Alex en el próximo capítulo?

¿Crees que Alex realmente siente algo por Emma, o solo está jugando con ella?