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I

El frío se internaba hasta en los huecos más reconditos de la ciudad, así que las personas estaban completamente abrigadas con la vista en el suelo, simplemente tratando de ir a sus lugares de destino y luego llegar a sus hogares dónde podrían calentarse con una manta afelpada y una pequeña taza de chocolate.

Para el omega Baekhyun no funcionaba de esa manera, ahora se encontraba tratando de conseguir algo de calor con una manta muy desgastada y escondía los dedos de sus pies, ya que sus medias tenían huecos que dejaban entrar el frío. Estaba abrazado a sí mismo en el cuarto de un edificio abandonado.

Odiaba cuando el invierno llegaba , porque solía tener que casi pelearse por comida en los botes de basura y además tomar agua era un sufrimiento,  debido a que estaba helada.

Su historia no era un documental grandioso, sus padres lo echaron, porque estaba embarazado así que como ninguno de sus amigos le tendió la mano, tuvo que empezar a vivir en las calles, debido a todo eso terminó perdiendo a su bebé; fue cuando tuvo quince años, así que ya tenía cuatro años viviendo simplemente de lo que encontraba.

Él habitaba en el barrio de polvo, se llamaba así, ya que hace tiempo construyeron muchos edificios con la idea de que las familias alquilaran, pero el negocio no funcionó, así que quedaron abandonados perteneciendo al gobierno después. Con los años se fue popularizando, porque ahí iban las personas sin hogar o simples drogadictos. La mayoría de lugares estaban en ruinas y de ahí su nombre, porque casi todo el lugar tenía mucho polvo de los escombros.

En la tarde le comenzó a doler el estómago a Baekhyun así que se levantó, poniéndose una chompa vieja para poder mantener un poco de calor en su piel; tenía que comer, por lo que iría a buscar donde conseguir algo de alimento.

Encorvó los dedos de sus pies cuando salió del edificio, porque todo el aire helado exterior lo golpeó, filtrándose por los huecos de sus zapatos. Se abrazó a sí mismo mientras caminaba por la calle solitaria.

A veces se ponía a pensar si algún día su suerte cambiaría y finalmente podría tener una mejor vida que la que tenía, pero cuando se daba cuenta de la oscuridad en el pronóstico de su destino, prefería suspirar y distraerse en algo más.

Fue hasta el basurero de un restaurante para empezar a buscar algo hasta que encontró un pedazo de pastel y restos de papas con ensalada, así que los puso en una bandeja que estaba por ahí para luego irse antes que los empleados lo ahuyenteran como había pasado antes.

Entró a un callejón y luego comenzó a comer, lo haría en alguna banca de algún parque, pero anteriormente lo habían corrido los guardias alegando que daba mala imagen al lugar.

Ya hace tanto tiempo que no había comido algo en buen estado que incluso se había olvidado de como sabía la comida normal, su lengua se acostumbró al sabor rancio y amargo. No le prestó atención a la parte verde de las papas para simplemente seguir mordiendo con ganas. Una vez que terminó de comer, fue a buscar alguna fuente de agua hasta que halló una cerca de donde estaba y bebió un poco, también llenó la botella que solía tener consigo para así seguir bebiendo el resto del día.

Se fue de ahí luego de un rato para simplemente buscar, por si acaso podía hallar algo en algún contenedor de basura con mantas, ropa o algo así. Mientras sus ojos examinan su alrededor, pudo ver algo dentro de un escaparate. Suspiró cuando miró una cuna muy bonita y sonrió con tristeza mientras llevaba una mano a su abdomen… Dónde una vez hubo una vida. El dolor se arremolinaba en su estómago mientras sentía como otro tipo de frío se instalaba en su pecho hasta el punto en que su garganta se quiso cerrar debido a los recuerdos que venían como un disparo sin piedad a su mente. Limpió sus mejillas ya mojadas de agua salina y decidió seguir caminando.

Hace varios años él se enamoró perdidamente de quién no debió y producto de ello, se formó una vida en su vientre que no pudo alcanzar a ver el mundo exterior. Sus padres lo echaron de casa por haberlos deshonrado, así que tuvo que empezar a vivir en las calles, ya que ninguno de los que llamaba amigos, lo ayudo. Debido a la mala alimentación y pésimas condiciones su bebé no resistió y murió dentro de él. Ya había pasado cuatro años desde aquello, pero aún sangraba su corazón cada vez que el recuerdo apuñalaba su mente haciéndole pensar que quizá eso fue lo mejor; prefería que su ángel estuviera descansando antes que pasando hambre y frío como él.

Metió sus manos dentro de su chompa mientras caminaba y logró ver unos cartones en un basurero, así que decidió agarrarlos, tenía mucha suerte porque habían unas mantas junto a los cartones, así que cuando los agarró, se fue rumbo a su "hogar" donde quería pasar el resto del día, ya que se encontraba temblando por el clima. No entendía como había personas que decían amar el frío, serían los mimados que tenían calefacción y una taza de chocolate caliente, ya que vivir el frío a flor de piel era una tortura que desearía no estar viviendo. Estaba convirtiéndose en una paleta por lo que apresuró el paso para poder llegar rápido.

Una vez estando dentro de su departamento, decidió colocar los cartones en el piso para luego colocar unas mantas y otras encima suyo; aún tenía frío, pero al menos no moriría de hipotermia. Suspira mirando por la ventana quebrada como los copos de nieve habían empezado a caer. Tocó su abdomen, recordando que en una nevada así fue cuando perdió a su pequeño, debido a que la comida que ingería provenía de la basura y a veces por la sed comía nieve, de hecho se asombraba por seguir vivo.

En la noche bebió un poco de agua para calmar su hambre y se acobijo muy bien, el vidrio de la ventana estaba quebrado y tenía pedacitos rotos, pero al menos detenía un poco el viento. Sin embargo se asustó cuando comenzó a tener un poco de calor, pero pensó que quizá solo era porque está vez tenía más mantas sobre él. A la mañana siguiente, despertó algo aturdido y con algo de mareos, así que decidió tomar un poco de agua, pero vio que la botella estaba casi vacía, por lo que salió de su departamento para empezar a caminar por el pasillo en ruinas.

Pensaba que era raro que haya empezado a sudar de repente, frunció el ceño, intentando pensar si quizá tenía fiebre, pero su cuerpo se tensó cuando lo supo. Su celo había llegado, la odiosa semana que venía cada seis meses. Pensaba que debía haber alguna fuente de agua cerca de ahí, así que se iba a apresurar para llegar; el agua seria lo único que iba a llenar su estómago ese día, ya que con el celo no podría salir el resto de la tarde.

Mientras sus pies se congelaban, pudo vislumbrar una fuente a lo lejos entonces  continuó caminando, aunque por momentos debía detenerse porque las olas de calor estaban golpeando su interior con fuerza. Cerró los ojos mientras respiraba profundamente hasta que pudo seguir caminando. Finalmente llegó, así que se dispuso a llenar su pomo de un litro, sonrió contento, porque podría volver rápido a casa. Hubiera querido que hace unos pocos años existieran esas fuentes y así no hubiera tenido que comer nieve, provocando la muerte de su bebé.

Cerró la botella y se dispuso a volver, pero un ruido fuerte lo sacó de su felicidad. Sus ojos se agrandaron cuando vio unas motos unos metros más allá con tipos armados disparando a otros. —Mierda —es lo único que alcanzó a decir antes de darse la vuelta, yéndose de ahí.

Odiaba las peleas de pandillas, pero en el barrio donde vivía eran casi comunes, así que él solía esconderse bien en su departamento para que no llegarán balas perdidas por lo que era un poco obvio que tendría que tomar otro camino a casa. Por momentos tenía que poner una mano sobre alguna superficie, ya que el celo lo estaba empezando a marear, no quería llegar al punto en que rogara por la polla de un alfa. Usualmente él solía beber mucha agua fría y así el celo solía ser un poco manejable, aunque luego terminaba con un terrible dolor de estómago.

No quería terminar lo único que tenía de agua, así que decidió meterse en una casa abandonada que era parte del barrio donde estaba, pero faltaban unas cinco manzanas para llegar a su casa. No quería llamar la atención de algún alfa y ahora no sabía que podría suceder, tenía miedo. Se metió en un cuarto oscuro para luego cerrar la puerta apolillada.

🍉🥪

En otra parte de la ciudad se encontraba un trabajador ambulante, tratando de vender algo de su mercancía mientras tenía puesto un abrigo grueso y lucía una sonrisa que contagiaba.

—Lleve su sanduche caliente. ¡Hay de jamón, de queso, de chancho y de pollo! —se escuchaba la voz grave de un alfa, que estaba encima de su tricimoto.

—Deme dos —dijo un chico, acompañado de su pareja—. ¿De que quieres amor? —lo miró.

—De pollo —sonrió el omega a su alfa mientras curioseaba, mirando al vendedor entregar su pedido—. Gracias.

—Gracias a ustedes —hizo una pequeña venia con la cabeza con el afán de luego seguir conduciendo y de buscar más clientes.

Le agradaba ver parejas tan melosas como aquel par, ya que él también esperaba un día conseguir a un o una omega para formar un cálido hogar junto a muchos bebitos. Suspiró porque realmente no había tenido suerte en el amor, debido a que los omegas querían alfas millonarios y él ciertamente con su carrito sanduchero, no lo era. Aunque sabía que no todos los omegas eran así a él le era difícil encontrar pareja, sin embargo desde los quince años había trabajado muy duro para comprar la casa que tenía. No era un lujo, solamente cuatro cuartos: la habitación, el baño, la sala y la cocina, pero al menos era suyo.

Las ventas de ese día no habían sido muy altas debido al frío, porque la gente no salía mucho, prefiriendo quedarse en el calor de sus casas. Él también deseaba estar en la suya, pero tenía que ganar algo para comer,  por lo que decidió seguir recorriendo hasta acabar sus sándwiches humeantes.

—¡Lleve su sanduche calientito! ¡A cincuenta centavos! —siguió diciendo por el pequeño megáfono que tenía pegado al carrito.

Después de recorrer toda la mañana y parte de la tarde, se dio cuenta que más allá había una fuente de agua, entonces decidió detenerse, porque realmente no había tomado nada durante el día. Se bajó de su tricimoto, con un vaso desechable y mientras tomaba agua se dio cuenta de que el lugar donde se encontraba estaba bastante silencioso, así que se sintió un poco extraño y con algo de miedo.

Cuando se dispuso a volver, una ráfaga de aire lo golpeó, trayendo consigo un aroma extraño, era como sandía podrida, no entendía muy bien. El aroma era algo desagradable, pero tenía ese toque dulce de sandía y lo más raro era que ya se encontraba siguiendo el olor. Era casi hipnótico, pensaba que quizá simplemente alguien había tirado muchas sandías podridas y por eso el aroma, pero no encontró nada de eso. Ahora estaba frente a una casa muy vieja como las del resto de la calle, pensaba que nadie podría vivir ahí, pero pudo escuchar un gemido.

El alfa frunció el ceño, pensando que quizás era un animalito que estaba atrapado adentro así que decidió entrar a inspeccionar y se arrepintió al instante de hacerlo; su estómago dio un vuelco por el aroma rancio, pero algo dentro de él rugió feroz. Poco a poco su cuerpo comenzó a calentarse hasta que llegó a un cuarto donde estaba alguien. Sus ojos no podían creer lo que veían, era un omega bastante sucio con la camiseta abajo, ya que se estaba acariciando los pezones y su otra mano se encontraba encima de su pantalón en la parte de la entrepierna. El alfa tragó grueso por aquella imagen tan erótica.

El omega abrió lentamente sus ojos, ya que a su nariz vino un aroma a cilantro y tomate; tenía la mirada nublosa debido al celo, pero pudo verlo, un alfa muy alto con un abrigo largo y grueso, lo miraba desde la puerta. En ese momento su mente tuvo una disyuntiva, por un lado quiso esconderse por la vergüenza y otra deseaba abrir sus piernas a aquel hombre.

—Oye, lo siento, no quise —el alfa cerró los ojos, debido a que le estaba empezando a costar hablar—, no quise molestarte —susurró.

Aunque él quería irse para dejar al omega a solas, simplemente sus pies no obedecían a su cerebro y seguía parado ahí mientras el omega lo veía con unos preciosos ojos negros. Quería tomarlo, lo deseaba, algo dentro de él lo estaba incitando, pero sabía que estaba mal. Por otra parte, el omega se levantó con un poco de esfuerzo para luego ir hasta el alfa; en su mente solo se repetía que quería ser tomado, su juicio se nublaba más y más a cada segundo que pasaba.

—Tomame, por favor —pidió en un susurró mientras cogía la mano del alfa para conducirla más cerca de él.

—¿Qué? ¡No! —apartó la mano sucia del omega— Estás en celo, no está bien, me tengo que ir —se dispuso a darse la vuelta, sin embargo, la voz de súplica del omega envío una corriente a su pene.

—Te lo pido, necesito un alfa —rogó y luego cayó de rodillas, ya que otra punzada se enterró en su cuerpo—. P-Por favor…

El alfa giró su cuello para ver de reojo al omega en el suelo, sujetando su abdomen, parecía que le estaba doliendo mucho. Él no sabía demasiado sobre omegas, porque nunca vivió con uno, pero no faltaba tener basto conocimiento sobre omegas para saber que el chico se encontraba sufriendo. Se acuclilló para sentar al omega, quien lo veía con la mirada algo perdida. Sabía que era un indigente, era bastante claro, pero aún así pensaba que era demasiado joven para vivir en las calles. Sabía que si no lo tomaba muy probablemente otro u otros alfas lo harían.

Unos labios fríos lo sacaron de sus pensamientos, agrandó sus ojos cuando vio que el pequeño omega lo estaba besando con bastantes ganas. Era raro que la boca del chico no estuviera sabiendo horrible, pero le quitó importancia, porque sus instintos empezaron a dominarlo, así que luego de un rato empujó al omega contra el suelo para colocarse encima. Se podía escuchar claramente la saliva de ambos chocando entre sí mientras sus lenguas jugaban, queriendo ver quién dominaba con el alfa claramente ganando.

Las manos de Chanyeol comenzaron a tocar el cuerpo delgado debajo de él, realmente al chico le faltaba comer, pero no se pondría a pensar en eso ahora. Se separó del beso para luego quitarse su abrigo y luego su camiseta, tirándola a un lado. Tenía mucho calor.

—Alfa, apresúrate, quiero tu nudo —dijo lo que sus instintos le dictaban dentro de su organismo.

—Ya voy, pequeño, enseguida te llenaré —susurró y luego bajó los pantalones deportivos del omega, encontrándose con una ropa interior rota con agujeros.

A ninguno le importo ese detalle, así que el alfa simplemente bajó sus bragas para luego él bajar su propio pantalón con sus bóxer, dejando ver una erección gruesa y venosa que hizo agua la boca de Baekhyun, quien se lamió, viendo lo que iba a entrar en él. Las piernas esbeltas del omega fueron acariciadas por las manos toscas del alfa, quien comenzó a masturbar el pequeño pene rosado que ya estaba goteando y bajó la vista, encontrandose con que su agujero expulsaba sus jugos viscosos mientras se abría y cerraba como queriendo algo dentro.

El alto se colocó las piernas del omega en los hombros con cuidado para luego tomar su erección, guiandola hasta el ano hambriento del omega. Se empujó, sacando un pequeño grito del más bajo.

—Uhm, sí, muévete —arañó el suelo mientras arqueaba su cuello, dejando caer suavemente su cabello, por el placer de finalmente ser llenado por aquella polla gruesa—. ¡Amgh~! —gimoteó y luego vio como el alfa bajó su cabeza hasta sus pequeños pechos para tomar un pezón entre sus labios.

Las piernas de Baekhyun rebotaban mientras era cruelmente empujado; lo único que podía hacer era gemir, debido al placer que estaba recibiendo su próstata. Hace mucho que no era follado, pero está vez era mejor, este tipo lo estaba dominando demasiado bien.

—Tranquilo, gatito, te llenaré muy bien —susurró con voz rasposa y grave mientras sujetaba la cadera del omega para golpear con más fuerza.

—Se siente —blanqueó los ojos cuando su punto fue brutalmente golpeado sin reparo alguno—muy bien —jadeó y luego llevó sus manos a la espalda ancha del extraño para enterrar sus uñas desiguales.

El sonido del choque entre la pelvis del alto y los glúteos del omega se podían escuchar por toda la pequeña casa. Sin embargo, debido a lo solitaria que era aquella calle, nadie podía escuchar los gemidos chillones del omega desesperado. El sudor goteaba por sus piel que ardían por la excitación que atravesaba por sus cuerpos agitados. Después de un momento, la mano grande del alfa se mancho con el semen tibio del omega, quien se vino, no pudiendo soportar más tiempo.

El alto salió del pequeño cuerpo solo para luego voltearlo y agarrar sus manos con el fin de sujetarlas detrás de su espalda, haciendo presión en un ademan de someterlo, el alfa apretó las manos del más bajo mientras se volvía a introducir, sacando un grito por parte de él. Enseguida comenzó a empujarse, provocando que el pene del omega se balanceara de adelante hacia atrás.

—Parece como si quisieras tragarme —gruñó con el ceño fruncido mientras miraba la manera en que su pene se perdía entre las carnes apretadas del omega.

El alfa se colocaba encima de la espalda del más bajo para luego comenzar a acariciar y apretar sus pezones, sacando chillidos por parte de aquel precioso omega. Pensaba que era afortunado por poder tomarlo. Aún con toda la suciedad encima, podía decir que era bonito. Luego de unas cuantas embestidas más, la pelvis del alfa se presionó contra las nalgas del otro mientras maldecía entre dientes por el excelente orgasmo que estaba consiguiendo; mordió su labio inferior a la vez que metía su nudo para empezar llenar con su semilla aquel interior cálido.

Baekhyun era un lío de gemidos por los múltiples orgasmos que el nudo le estaba otorgando; cuando el alfa soltó sus manos se dejó caer contra el suelo, intentando obtener algo de oxígeno. Sus músculos se seguían contrayendo con cada descarga que recibía. En el momento en que el nudo se deshinchó, el omega se quedó dormido por el cansancio y el alfa también, por lo que ambos cayeron fulminados, pero debido a que el frío comenzó a hacer presencia, Baekhyun inconscientemente busco el calor de aquel extraño.

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