6. Aliados
*NARRA GEORGE*
Seis años atrás...
Las lágrimas de Simon y Jamie cayeron sin control cuando mi madre y yo terminamos de contarles todo lo sucedido con mi padre.
Pasaron dos meses más para que ambos pudieran venir a Nueva York para hablar sobre todo y pasar vacaciones de invierno conmigo.
—Perdóname por lo que diré. —Sollozó Jamie. —Pero tu padre es un hijo de puta por haberles hecho tanto daño. —Dijo casi en un susurro.
Simon, con lágrimas en los ojos también, la abrazó fuertemente y le acarició su espalda.
Una sensación de vacío de instaló en mi pecho al verlos así. Me recuerdan a Madie y a mi. Esa era mi forma de consolarla y hacerla sentir segura en mis brazos.
—Chicos. —Interrumpió mi madre. —Mi... John Blaise nos hizo mucho daño a todos. Y ahora que ustedes saben lo que nos sucedió. Les pido que no comenten absolutamente nada de ésto. Por seguridad de ustedes y de todos.
—Se lo prometemos, señora Blaise. —Dijeron al unísono.
—¡Lily! ¡Hora de la clase de repostería! —Le llamó una de las señoras a mi madre.
—Enseguida voy. —Respondió mamá.
—Muchas gracias, señora Blaise. Por todo, espero se encuentre bien. —Jamie le dio un fuerte abrazo a mi madre y le susurró un par de cosas al oído.
—Señora Blaise, gracias por hacernos saber todo. —Simon también le dio un abrazo a mi madre.
Ambos caminaron un poco y me dejaron a solas con ella.
—Mamá ¿Estás segura que no quieres que te lleve a casa conmigo?
Crucé los dedos para que me dijera que sí. Pero se negó a mi petición. Una punzada de dolor se instaló en mí y no pude evitar soltar un suspiro.
—Perdóname mi vida. Sé que me necesitas, sé que quieres que este contigo y te prometo que lo haré pronto. Necesito estar bien para ti, George. Tú eres mi todo, hijo. Y no quiero que me veas sufrir mis crisis, quiero ser fuerte para tí porque te adoro. —Sollozó.
Le di un fuerte abrazo y no pude evitar llorar. Tenía meses sin sentirme así de pequeño como me siento justo ahora, como un niño sin madre.
—Te prometo que la próxima vez que te vea, será para que ambos vayamos a casa. ¿Está bien?
—¡Perfecto! —Dije con una pizca de entusiasmo.
—Te amo, hijo. —Dio un fuerte beso en mi mejilla y le dije lo mucho que la amaba yo también.
La vi incorporarse con sus compañeras de clase y salí de ahí con Simón y Jamie.
Los tres fuimos a mi departamento y los instalé en la única habitación disponible. Hablamos sobre su mudanza a Minessota y su vida en la Universidad pero me perdí a la mitad de lo que Jamie estaba diciendo y en ese momento, una pregunta invadió mi mente.
"¿Madie siguió estudiando?"
Miles de pensamientos inundaron mi cabeza, soy consciente de que lo único que deseo es encontrar a Madie lo antes posible y mantenerla a salvo de mi padre.
Les confesé que pude contactarme con Madie y que está esperando un hijo mío. Ambos se quedaron boquiabiertos y sorprendidos por la noticia. Jamie no pudo evitar llorar y decir que Madie está viviendo la próxima mejor etapa de su vida y se lo está perdiendo, además que desearía poder estar con ella.
Simon me pidió que le enseñara el número del cual me llamó y eso hice. También agregué que fui a una compañía telefónica a obtener datos y el número se encontraba privado.
—Solo pude obtener el nombre de quien adquirió el equipo, se trata de un tal Frank Lawson.
Y ninguno de los dos parecía recordar si la Familia de Madie conocía a alguien llamado así.
Unas horas más tarde mi cocina era un desastre. Simon y yo arruinamos la delicia culinaria que Jamie preparó y ésta no dejó de observarnos fulminante.
—No saldrán de aquí hasta que está cocina quede impecable. —Ordenó.
—Si señora. —Dijimos él y yo al unísono. No pudimos evitar reír.
Jamie bufó y se dedicó a servir los platos.
En eso, escuché mi teléfono timbrar un par de veces y corrí a buscarlo. La pantalla no tenía imagen alguna y de nuevo el remitente decía "Unknown call".
—Chicos. Es él. —mis nervios aumentaron aún más. Ambos me hicieron una seña para que tomara la llamada en altavoz y eso hice.
—Sí. —Fue lo único que articulé.
Un carraspeo se escuchó al otro lado de la línea hasta que alguien respondió: —Hola de nuevo, hijo. —La burla en su voz hizo hervir mi sangre.
—¿Qué es lo que quieres? —Respondí secamente.
—George, George, George. Deberías cuidar como le hablas a tu padre. Sabes que soy muy... influyente. —Rió.
—Tu no eres mi padre, eres un maldito bastardo ambicioso y enfermo. —Respondí con toda la rabia fluyendo en mi.
—Veo que sigues sin jugar de mi lado. Está bien, entiendo. Traté de hacerlo por las buenas, comunicándome contigo y evadiste mis llamadas. Ahora lo haré por las malas. —Escuché el ruido de un golpe al otro lado de la línea y seguido de eso un quejido femenino de dolor.
¡MADIE!
Apreté con todas mis fuerzas el teléfono y estuve a punto de hacerlo trizas.
—Escúchame bien, querido hijito mío. Tengo a tu chica y a su madre conmigo desde hace unos meses. Si tú no vienes conmigo para hablar de negocios. Cumpliré mi amenaza y estás dos hermosas Thompson se irán al lado de su amado ¿Eso es lo que quieres? —Escuché como cargó un arma y seguido de eso un disparo.
Me quedé helado al escuchar el disparo. Mis amigos estaban reprimiendo sus sollozos y me observaron desesperados para que pudiese decir algo.
—¡¡GEORGE!! —Escuché a Madie y a su madre gritar entre sollozos.
—¡Por favor! No hagas ésto. Iré a donde tu me digas, pero por favor. No las toques, no les hagas nada. Te lo suplico, papá.
—Así me gusta, que me obedezcas, hijo.
—¿A dónde tengo que ir? ¡Dime, por favor!
—Te voy a decir ésto una sola vez. Tomaras un avión con destino a Londres, vendrás a la casa de los Thompson a las afueras de Londres, Grothford 232, Winston Forest. No llevarás contigo absolutamente nada, ni siquiera tu teléfono.
—Está... está bien.
—Escúchame muy bien, hijito. Un sólo truco y te juro que las mato. No me tocaré el corazón para terminar con ellas, así como lo hice con Connor ¿Entendiste? —Dijo con enfado.
—Entendido.
—Tienes cinco días para llegar, si no lo haces. Olvídate de ellas para siempre. —Y sin más que decir cortó la llamada.
Jamie se tumbó el el sofá y lloró desconsoladamente. Simon jaló su cabello con frustración y yo no pude evitar romper unas cosas de la encimera.
—¿Qué vamos a hacer George? —Sollozó la castaña. —Tenemos que irnos ya, por favor. No hay tiempo que perder.
—Jam, tranquila. No podemos actuar con la cabeza llena de la mierda que nos acaba de decir el padre de George. —Espetó Simón.
—¿Que me calme? ¡¿Como quieres que me calme si mi amiga esta secuestrada y nosotros estamos a cinco mil kilómetros de distancia?!—Respondió molesta.
—¡Ya basta! —Ordené. —Déjenme pensar el algo para salvar a Madie y a su madre. No discutan, maldita sea.
Los tres nos sentamos en el sofá con lágrimas en los ojos. Nos abrazamos y dejamos salir todo el dolor y coraje que sentimos en este momento.
Jamie se levantó del sofá con los ojos hinchados de tanto llorar y puso nuestros platos en la mesa.
Nos hizo un ademán para que nos sentáramos a comer y nos acercamos a la mesa.
Justo antes de tomar mi asiento, tocaron el timbre del apartamento.
Jamie y Simon me observaron con cautela y por instinto, tomé el cuchillo de la mesa.
Abrí la puerta y mis ojos, al igual que los de mis amigos se abrieron sorprendidos al ver a la persona que se encontraba parada en el umbral de la puerta.
Luce realmente irreconocible con su cabello demasiado corto y negro. Su rostro cubierto de rimel y lágrimas.
—Hola, George. —Dijo con una media sonrisa en su rostro.
Mi prima; Layla Brooks.
¡Hola a todos! Apuesto a que no se esperaban el regreso de Layla Brooks en la historia 😱 ¿O sí? 😏
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