Capítulo 31. En un solo segundo
Eso es lo que puede tardar la vida en cambiarte. Un solo segundo. ¿Sabes cuántas cosas pueden pasar en un segundo? Puedes volverte rico o pobre, recibir una noticia que te hará enormemente feliz o una triste. Un solo segundo puede ser vida, o ser muerte. Creo que muchas veces no nos damos cuenta de la importancia del tiempo, y es en los momentos malos en los que te detienes a meditarlo.
Solo un segundo fue suficiente para que mi mundo dejara de girar ante la noticia que recibí. Mi corazón se detuvo un microsegundo y podría haberse infartado si acaso no hubiese comenzado a latir frenéticamente. Y en lo que dura un chasquido, corrí hacia el hospital.
— Piper —escuché mi nombre, y me giré en busca de aquella voz tan conocida.
Era Aiden.
Agitada, agotada y con el corazón a punto de colapsar, me acerqué deprisa a él, que se veía casi resignado.
— ¿Cómo está él? —pregunté con el alma en mis manos, y a punto de desfallecer de agonía. La espera y las imágenes catastróficas que llegaban a mi mente no ayudaban.
Su mirada desató una punzada dolorosa, y sus brazos se aferraron a mí con tanta fuerza y emociones, que no supe que decir o hacer. Y así, rompí a llorar.
— Tranquila —me susurró—. Todo está bien, ya salió de peligro —agregó, y pese a que creía absolutamente en su palabra, no estaría tranquila hasta verlo con mis propios ojos.
— Necesito verlo —dije sollozando.
— Ahora no se puede, está en terapia intensiva pero está estabilizado —insistió—. No hay nada de qué preocuparse, intentaré hablar con el jefe de terapia y veré si puedo convencerlo de que te deje pasar un rato —agregó.
Le sonreí con tristeza, y no pude evitar no llorar cuando lo vi tan sereno y confiado. Lo besé profundamente y volví a abrazarlo, porque él me hacía sentía más segura.
Junto a Aiden, deambulamos por el hospital y hablamos con colegas hasta que nos permitieron pasar. Sentía los latidos de mi corazón cada vez más desenfrenados a medida me acercaba a la puerta, pero todo el temor del mundo se esfumó cuando vi a mi hermano, sentado en su cama conversando con una joven enfermera como si nada le hubiese pasado.
«Maldito descarado seductor, ¿es que ni en estos momentos puede dejar de coquetear» pensé, y busqué en Aiden algún atisbo de queja, por si acaso hubiese dicho mis pensamientos en voz alta. Menos mal que no fue así.
Robb al vernos sonrió, y no pude evitar corresponderle. Tenía rasguños y magulladuras de su accidente en coche, pero se lo veía bien y eso bastó para tranquilizarme. Cuando estuve a su lado lo abracé tan fuerte que pude haber roto los huesos que habían logrado salvarse. Del otro lado de la cama, Aiden despidió a la enfermera con amabilidad y se acercó a su mejor amigo de la infancia con expresión tranquila. La preocupación que sus ojos me habían delatado, ya no existía. Él me sonrió suavemente y sin querer, comenzó a hacerle preguntas cotidianas que irremediablemente tomaron otro tono.
— ¿Y te hicieron una tomografía? —inquirió, pispiando la bolsa con suero que colgaba a un lado y monitoreando la frecuencia cardíaca.
— Todo está bien, mamá y papá —se quejó Robert, desplomándose contra la almohada. Hice una expresión de dolor y me aseguré que no se lastimara o sufriera; era demasiado paranoica y propensa a sobreproteger a las personas que quiero.
— ¡Ten cuidado Robert! —le dije, pero realmente, él no sentía nada, probablemente estaba tan sedado que ni siquiera se acordaría que estaba teniendo aquella conversación.
Mi hermano se rió como si acaso hubiese dicho el mejor chiste del mundo, y déjenme decirles que todos mis chistes son horribles. Espantosos y denigrantes. Lo miré indignada, mientras Aiden ponía los ojos en blanco. El resultado de aquel choque había sido casi milagroso; dos autos colisionaron, cero muertes, tres heridos. ¿Quiénes eran los otros? Pues, una pareja de jovencitos que iban discutiendo a medio camino de su casa, y mi hermano también pagó por la distracción de ellos.
La noche había caído desde hacía rato, y viendo que mi hermano estaba bien, lo mejor sería comentarle lo ocurrido a mis padres mañana en un momento en que ellos puedan comprender, yo pueda explicar y Robert no se ría por cada tontería que veía a su alrededor.
— Dice Pip, sabe tu nombre —me dijo él, refiriéndose al sonido del monitor.
Mi expresión se volvió irónica por un instante, y tuve que soportar que Aiden se riera de los chistes tontos de un Robb sedado. Era como volver a tener 15 años. ¡Santo cielo!
Caminábamos a través de los oscurecidos pasillos de un hospital que dormía. El murmullo de la ciudad y la atención en la guardia se filtraba suavemente. Aiden me guiaba, sosteniendo con firmeza mi mano, mientras me movía por pura inercia con la mente en mi hermano, pero mucho más tranquila.
Robert estaba bien, y eso significaba que yo también lo estaba. Él podía no ser perfecto, pero era mi hermano y lo amaba.
Al llegar a una zona un poco más iluminada reconocimos en uno de los extremos, un grupo de personas; entre ellos, se encontraba Margot, Christopher y Loreley. Aiden y yo soltamos nuestras manos, como acto reflejo por encontrarnos en el hospital, y noté la expresión irónica de Loreley.
— No sé porque se molestan en seguir simulando no tener una relación; ya todo el hospital lo sabe —comentó. Entorné mis ojos sobre ella, con malicia y contemplé con envidia el bonito uniforme color turquesa que llevaba puesto, el cual combinaba con sus ojos.
Ella me sonrió con soberbia.
— ¿Cómo está Robb? —preguntó Margot, decidiendo omitir nuestro comportamiento poco maduro.
— Él está bien, diría que mejor que todos nosotros —sonrió Aiden, y su expresión se palideció al mismo tiempo que la mía, en el instante en que divisamos a alguien más allí.
Me erguí, tomando coraje, como si tuviese que pelear una gran batalla. Tenía tanto conocimiento de mi expresión huraña como de la tensión en el cuerpo de Aiden. Sus manos se cerraron en puños y sus ojos se ensombrecieron.
— Yo le avisé —dijo Loreley, como si acaso Logan necesitase que lo defendieran. La hubiese mirado de mala manera si acaso él no fuera amigo de ella y de mi hermano.
— Tranquila Lo, no necesito que hables por mí y te metas en problemas —comentó él, con ese tono de desdén que lo caracterizaba—. Solo quería saber cómo estaba Robb, y cómo estabas tú —dijo, mirándome a los ojos.
Su mirada estaba encendida, y podía apostar que tenía tantas ganas de abrazarme como yo de que lo hiciera, pero el dolor en mí y el rencor que envenenaba mi ser no me permitía dar el brazo a torcer. No aún.
— Estamos bien, gracias por venir —dije, sintiéndome tan tonta al oír la inseguridad de mi voz, y el pánico que ocultaba.
Logan sonrió con tristeza y posó sus ojos en su hermano. Había rabia y recelo en su expresión. Estaba tan cansada de verlos así, como de la tristeza que me embargaba en el último tiempo. Respiré hondo y los encaré.
— ¿Por qué no van a uno de los consultorios y hablan? —pregunté—. Creo que deben...
— No tengo nada que hablar con él —exclamó Logan, aumentando la gravedad de su voz para romper con la poca calma que reinaba.
— Es imposible hablar con él, ¿aún no te das cuenta que no hay esperanzas de que madure? —me preguntó Aiden, pero sin quitar los ojos de Logan.
La tensión aumentó, cuando Logan se acercó más, irguiéndose para mostrar su superioridad corporal, pero aún así, Aiden no se aminoraba. Continuó mirándolo con provocación y autoridad.
— En serio Piper, ¿Cómo haces para soportar su patanería diaria? Debe ser realmente bueno en la cama, con toda la experiencia que tiene, sino no entiendo cómo puedes sobrevivir con él tanto tiempo —dijo Logan, desafiante, mirándolo tan cínicamente, que podría haber perforado el cráneo de Aiden con sus ojos—. ¿Recuerdas lo patéticos que nos hacía sentir? Cómo le gustaba juzgarnos y hacernos sentir como inferiores a todos, y él se divertía con sus amigos y sus novias de turno, y tu llorabas por él...
Logan decía la verdad, una verdad que me recordaba todo lo feo y me enfurecía, pero su discurso se detuvo abruptamente en un solo segundo. En el momento en que Aiden se cansó de todo el rollo psicológico que Logan le hacía, y cerró su mano en un puño que fue directo a su cara. Poco le importó su mano para operar, estar en un hospital o salvaguardar el bienestar de una persona.
Y parecía que la guerra estallaría brutal y caóticamente, pero Christopher apareció tras Logan sosteniéndolo para que no golpeara a Aiden, y yo agarré del brazo a un Aiden sacado de quicio, junto a un Matt que no entendía nada pero que tenía la seguridad de que si Aiden era liberado, podría matar a su hermano.... o por lo menos dejarle una gran contusión.
Mi mente quedó en blanco y por un momento no supe que estaba ocurriendo, hasta que Margot se materializó frente a nosotros, como si se tratara de un árbitro y se podría decir que Aiden y Logan tuvieron tarjeta roja, y yo una amarilla.
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Entonces, la situación fue la siguiente. Éramos un grupo de personas reunidas en la sala de la casa de Margot y Christopher, donde Aiden, Logan y yo éramos el eje central de todo eso, sentados en el gran sillón de la casa. Parecía un juicio oral y público; nosotros estábamos siendo juzgados, y Margot y Chris eran los jueces.
— ¿Ustedes se dan cuenta todo lo que ha ocurrido en el último tiempo en sus vidas? —inquirió Margot en medio de su largo monologo, observándonos fijamente para mostrar toda su crueldad.
Torcí mis labios con disgusto, mientras que Aiden y Logan, que me flanqueaban a cada lado, emitieron unos extraños sonidos que no eran ni una afirmación ni negación. La mirada de Margot se profundizó sobre ellos con furia, y no les quedó más alternativas que asentir como dos niños siendo reprendidos por su madre.
Ella continuó hablando pero mi mente no soportaba tanto palabrería, y llegaba un momento donde me iba hacia la estratósfera. Por más tensa y seria que fuese aquella situación, tuve que luchar con la sonrisa que nacía de mis labios y tapé mi boca con mis manos. Disimuladamente, busqué la mirada de Loreley y la encontré riéndose tras la espalda de Matt.
En un momento sentí un codazo de Aiden, y lo miré con reproche antes de que comenzara a hablarme.
— ¡Sh, no hables! —lo silencié antes de que continuara, para intentar salvar mi vida y la de él.
— Pero... —comenzó a decir, con esa mirada de cachorro abandonado que me daban ganas de besarlo.
— Aiden, calla tu maldita boca mientras hablo —gritó Margot.
— Te lo dije —le susurré, y me encontré con su mirada oscura y demoníaca. Le sonreí tiernamente, pero no sirvió para una mierda, así que me crucé de brazos y quedé en silencio.
— Ustedes tres deben darse cuenta muy bien la culpa que conllevan en todo esto —continuó hablando—. Tu eres un mentiroso, manipulador que no sabe comunicarse como se debe y has creado una relación tóxica con Piper —lo señaló y me miró seriamente—; de ti ya hemos hablado, pequeña rencorosa con importantes problemas para reconocer, afrontar y avanzar —me gruñó, y tuve deseos de reprocharle que estaba equivocada... pero no era así—; y tu, señor excelente cirujano, solo escondes tus miedos y defectos, poniendo énfasis en los defectos de los demás y teniendo una personalidad egocéntrica y sarcástica, y resultas ser igual que tu hermano en la comunicación y en afrontar realidades —agregó.
— ¡Yo no soy igual que él! —Logan y Aiden gritaron al mismo tiempo, señalándose culposamente; viéndose lamentables.
— ¡Sí, lo son! —gritó Loreley, desde el otro lado de la sala, y sonrió al recibir todo el veneno de las miradas de Aiden y Logan.
— ¡Orden en la sala! —murmuró en tono desenfadado Christopher, dando pequeñas palmadas en su pierna. Margot puso los ojos en blanco, y volvió a nosotros.
— Ustedes dos —canturreó, mirándonos de un modo que me heló hasta los huesos. Sus ojos se oscurecieron enigmáticamente, y podría asegurar que así de hermoso y terrorífico se vio Lucifer antes de caer del cielo—. Quiero que reconozcan cuál es el problema con el otro, la causa de tanta competencia y enemistad, y la razón de por qué no pueden tener una relación normal —les dijo.
Oh... ella es realmente malvada.
Me volví hacia cada uno de ellos, y los vi luchando internamente contra sí mismos. Aquello no era fácil. Era remontarse hacia demasiados años atrás, rememorar todo e intentar dilucidar la esencia de las cosas.
— ¿Alguno quieren comenzar? —insistió.
Aiden miró con recelo a un Logan inexpresivo y pálido, que observaba sus manos como si fuesen la cosa más interesante del planeta. Lo vi atormentarse y resignarse, dando un resoplido audible que dio comienzo a su confesión.
— Siempre nos peleamos con Logan, pero era a modo de juego. Nos enemistábamos y amigábamos cientos de veces al día, pero éramos los únicos amigos reales que teníamos —dijo.
— Hasta que llegó Piper —agregó Logan en voz tan baja que quienes ocupaban la mesa, se preguntaron qué rayos había dicho. Sentí como que todo giraba en torno a mí, y la culpa me embargó. La mano de Aiden cubrió al mía, y la sostuvo con fuerza para darme ánimo—. Con Piper congeniamos en el instante en que nos conocimos, y fue imposible que nos separáramos. En cambio con Aiden era distinto...
— Mientras Logan la perseguía para jugar, yo la perseguía porque simplemente quería estar a su lado, pero él no me dejaba. Insistía en que era suya, y me hacía sentir fuera de toda esa amistad. Dejamos de ser Logan y Aiden, para ser Logan y Piper contra Aiden —explicó, y nuestras manos se apretaron con más firmeza.
— Aiden solo quería molestarla, y creí que lo mejor para ella era no juntarse con él —opinó Logan.
— ¿Lo mejor para ella? —preguntó Margot, casi desafiante. Logan resopló y se movió inquieto.
— Quería que solo estuviera conmigo, si sabía que Aiden era genial, ella me dejaría por él, y dejaría de ser mi amiga... como al parecer sucede ahora —confesó.
Lo miré con reproche, y si Aiden no sostuviera mi mano, le hubiese golpeado en el ojo que le quedaba sano.
— Tú te alejaste de mí, ¿cuántas veces te lo tengo que decir? Dices que quieres protegerme, pero no hablas conmigo y no sabes que es lo que quiero. Haces las cosas según suposiciones —le dije, y respiré hondo para deshacerme del nudo angustioso—. ¿Así que ustedes se lleven mal es toda mi culpa? —pregunté enojada.
Me vi realmente aliviada cuando ambos negaron.
— Aiden siempre quiere tener la razón sobre a mamá y las cosas de la casa —se quejó Logan.
— No quiero tener razón, solo analizo los hechos y pienso en el bienestar de mamá. ¿En verdad prefieres que se quede encerrada en una casa solitaria, en vez de descubrir el mundo y relajarse de un modo que antes no pudo? —preguntó Aiden. Logan rebuznó, cual caballo en un campo, y podría haberle dado un poco de pasto si hubiese tenido a mano— Mamá no volvió a tener una pareja porque a ti te molestaba, se privó de hacer cosas que quería para hacerlas tal cual tus gustos para mantenerte satisfecho —renegó Aiden—. Tú tienes tu vida, déjala tenerla a ella también.
La mandíbula de Logan se pronunció con la fuerza que ponía en sus músculos. Se encogió sobre sí mismo y cerró sus manos en puños. Lo conocía bien; a Logan le gustaba mantenerse en el terreno de lo conocido, y temía a lo inexplorable. Era un chico costumbrista, por raro que pareciera, y que las cosas cambiaran, le resultaba caótico y lo llenaba de malestar.
— Todo lo que hago es solamente para proteger a las personas que quiero; no me ha salido bien, pero no me culpen por intentarlo —susurró Logan, sonando como un ruego. Tuve ganas de llorar y con mi mano libre, sostuve la de él. Estaba a solo un latido de llorar como una niña.
Logan aceptó mi pequeña ofrenda de paz, y enlazó sus dedos suavemente con los míos. Lo sentí relajarse poco a poco, sobre todo a medida que hablaba y Aiden escuchaba, opinando de manera correcta sin llegar a ofenderlo. Así repasamos lo que quedaba de la niñez, adolescencia y adultez.
— ¿Y si resulta que no eran tan enemigos como parece que lo son, por qué no pueden tener una relación de hermanos normales, como la de ellos? —preguntó Christopher, señalando a Matt y Allie, quien tenía entre sus brazos al pequeño Lionel. Matt y Allie cruzaron miradas que parecían indicar más bien, que no eran precisamente el tipo de hermanos que debían de poner como ejemplo a seguir.
— Nunca hablamos de todo esto, y siempre dimos por sentado hechos que no se aclararon. Dejamos correr el agua y nunca la detuvimos, callamos y guardamos con rencor cosas que intentamos echárnoslo en cara cuando podemos —murmuró Logan. Encontré en Aiden una expresión de asombro que costaba ver en él; quedó detenido por un instante y sacudió su cabeza.
— Logan tiene razón —reconoció, y ahora fue el turno de Logan de verse asombrado.
Los hermanos Harrison compartieron una pequeña mirada pacífica, repleta de entendimiento. Yo sonreí por ellos, con la esperanza de que todo eso pudiese ser el inicio de una nueva etapa en la que ambos pudiesen dejar el pasado atrás y ser más unidos, aunque eso significara que debía dar un paso al costado.
— Muy bien —murmuró Margot, cruzándose de brazos con pose altiva—. Ahora vamos contigo —me dijo y temí por mi vida—. Nosotras tuvimos una conversación sobre el rencor, el reconocer y avanzar. ¿Qué pasó con todo eso? —me preguntó. Me encogí de hombros y ella afinó sus ojos para indicarme que debía darle una respuesta más específica.
— Sabes que he reconocido y avanzado bastante: hablar con Dylan me ayudó a avanzar y reconocer mis sentimientos con Aiden me liberó para poder perdonarnos por el pasado. Ahora estoy dejando todo eso atrás para iniciar una nueva etapa —respondí. Aiden hizo círculos con sus dedos en mi manos, y noté como la expresión de Logan cambiaba para mirarme confundido.
— ¿Hablaste con Dylan? —preguntó. Lo miré con extrañeza, y asentí torpemente.
— Hace unos días, nos reunimos a tomar un café. Él me habló de todos sus miedos e inseguridades al buscar una forma de decírmelo, y cuanto le costó reconocer a sí mismo que era lo que quería; entre otras cosas —le expliqué—. Aceptamos que fuimos felices mientras estuvimos juntos pero que no era realmente nuestro destino —agregué, sintiéndome pequeña con todas las miradas puestas en mí.
— No lo sabía —susurró Logan, evidentemente sorprendido por aquel dato.
— Era imposible que lo supieras tras todo lo que me dijiste —me quejé. El dolor y la culpa se dibujaron en su rostro, y oí a Margot quejarse.
— Piper —dijo mi nombre como si acaso fuese mi mamá a punto de reprenderme; esta mujer sí que sería buena madre para Lionel—, ¿qué dijimos del rencor? —inquirió.
— Que soy una perra rencorosa —reconocí. Margot golpeó suavemente su frente con mano y suspiró, intentando encontrar la paciencia necesaria.
— Debes analizar, reconocer y avanzar en todos los aspectos, y todos sabemos que lo único que te queda pendiente es Logan, para poder liberarte —me dijo—. Necesitas decirle todo lo que tengas adentro —agregó.
Ladeé mi cabeza para contemplarla como un cachorro confundido. Ya le había dicho todo lo que tenía dentro, pero aún así respiré hondo y me aferré a las manos que sostenía.
— Eres mi mejor amigo, te amo ahora y siempre, y pese a que eres un idiota e imperfecto, te quiero así porque si no, no serías tu —murmuré.
— Con eso queda claro que la única mejor amiga perfecta soy yo —susurró Loreley, un poco más fuerte de lo que debería, obligándonos a todos a mirarla con advertencia. Ella hizo caso omiso a todos y continúo jugando con su móvil.
— Puedo perdonarte todo, pero no que me faltes el respeto del modo en que lo hiciste y me hicieras sentir la peor mierda del mundo. Eso, realmente duele mucho —le dije. Logan sacudió su pelo con su mano libre, y miró nuestras manos enlazadas.
— Lo lamento, en serio. Me siento terrible por como actué... con ambos, y sé que debo cambiar, e intentaré hacerlo —murmuró, apretando mi mano como si acaso me fuese a alejar—. No quiero perder a mi mejor amiga y a mi hermano.
— Y yo tampoco quiero perder a mi mejor amigo —sonreí, sintiendo las lágrimas inundar mis ojos—, pero tampoco quiero perder a mi novio —agregué, mirando a un Aiden que estaba demasiado silencioso. Él me sonrió de un modo que me tranquilizó y me hizo saber que no estaba sola en eso. Y al volver a ver a Logan supe que todo estaba bien nuevamente y que todo aquello había quedado en el pasado para ser enterrado.
— Muy bien, todo solucionado —susurró Margot aliviada.
— ¡Genial! Se finaliza esta sesión formalmente —exclamó Christopher volviendo a la vida—, ahora necesito un whisky.
— ¡Yo quiero uno! —exclamó Chuck, y todos nos volvimos a él, dándonos cuenta de su presencia en aquel instante.
— ¿Y tú qué haces acá? —preguntó con tono agresivo Matt. Chuck sonrió con sorna y le dedicó una encantadora mirada a su novia.
— Mi chica me necesitaba, no la puedo dejar sola —se encogió de hombros con despreocupación. Matt se hubiese levantado para agarrarlo del cuello y sacarlo de la casa, si no estuviese tan cansado y con deseos de una bebida. Y así fue como todos siguieron a Chris, y nos quedamos Aiden, Logan y yo a solas en la sala.
— ¿Y cómo se supone que debemos sellar este acuerdo de paz? —preguntó Logan juguetonamente pero con cierta timidez. Aiden sacudió su pelo, y yo dudé.
— ¿Qué les parece si nos vamos al bar de Jimmy? Ando extrañando ese lugar —respondió Aiden. Logan y yo nos miramos con entendimiento, compartiendo una sonrisa.
Aquel lugar era nuestro templo, y no dudamos en aceptar la propuesta, escabulléndonos sin que los demás nos vieran. Y fue cuando volví a pisar el bar de Jimmy que recordé la primera vez que estuve allí, y fue de un modo similar; con Aiden llevándonos a hurtadillas por ser menores de edad, y así poder creernos grandes como él. Ese recuerdo era una buena señal, o eso quería creer.
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