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Capítulo 23. El Plan

Era el siguiente: acorralar a Logan en un sitio, atarlo y amordazarlo para luego hacerle un arduo interrogatorio. ¿El problema? Es casi imposible llevarlo a cabo, sobre todo porque Logan tiene el doble de mi tamaño y más fuerza que yo. Aún así, ideé todo como si fuese a seguir eso aunque nada salió como quería...

— ¿Por qué rayos estás escondida debajo de mi escritorio? —inquirió Logan, agachado para verme hacer un patético intento de espionaje y acorralamiento.

— ¿Me crees si te digo que mis intenciones son muy buenas? —pregunté, totalmente incómoda. La única conclusión que pude sacar de eso, era que como contorsionista apestaba.

Él entrecerró los ojos y me miró como una madre a punto de regañar a su hijo de ocho años por romperle las plantas de jardín. Le sonreí con inocencia en un intento de poder mejorar las cosas, y al parecer le di lástima ahí acorralada porque estiró su mano para ayudarme a salir de allí.

Si hay algo que Logan es... es ser atento y caballero.

Una vez lejos del escritorio, sacudí mi ropa mientras lo mirada de reojo analizarme intranquilamente.

— ¿Cómo supiste que estaba ahí abajo? —pregunté; si alguna vez debía volver a hacer algo parecido, sentía la necesidad de saber qué debía mejorar.

— El escritorio abajo está abierto y te ves perfectamente ahí —murmuró en tono de reproche y yo torcí el gesto con disgusto. Realmente debía mejorar en lo que concierne al espionaje—. ¿Y entonces? —preguntó inquieto Logan, evaluándome con sus ojos claros al mismo tiempo que tomaba su lugar.

Él se veía muy atractivo con el traje negro y esa actitud de abogado todo poderoso. Peinó su pelo a un lado mientras yo me sentaba frente a él.

— Tenemos que hablar —dije. Noté como una de sus cejas se elevó con diversión, y creo que si su personalidad y humor fuese el de siempre, se hubiese echado a reír. Pero no lo hizo.

— ¿Me vas a venir con el "no eres tú, soy yo"? —inquirió, con la misma soberbia que hablaba Aiden; en momentos así, te dabas realmente cuenta que eran hermanos. Puse los ojos en blanco y me puse a jugar con el pisapapeles de su escritorio.

— Algo te está sucediendo —escupí rápidamente, sentía que no valía de nada alargar las cosas para seguir atormentándome y creando cosas que quizás no existían—. Y antes de que me digas que no, quiero decirte que te conozco bien y no pienso dejar que me mientas para salirte con la tuya —le advertí, soñándolo con el dedo con mi más sincera expresión de amenaza mortal y apocalíptica.

Logan abrió la boca y volvió a cerrarla. Esa mínima respuesta aunque sin palabras, ya me advertía que tan loca y paranoica no estaba. Otra cosa que Logan nunca perdía, era la capacidad de hablar y defenderse.

Con un suave y elegante movimiento, se desprendió el saco para estar más cómodo. Levantó la vista para mirarme y apoyó su rostro sobre su mano, contemplándome pensativo.

— ¿Qué te hace pensar que me sucede algo? —inquirió.

Lo miré con evidente burla.

— Eh... no sé, quizás que me estás respondiendo con otra pregunta —comenté, entrecerré mis ojos y dejando el pisapapeles con dramática fuerza.

Logan volvió a acomodarse el pelo y resopló con frustración. Lo veía observar todo, sin poder encontrar vaya a saber qué y sin mirarme a la cara.

— ¡Logan! —elevé mi voz. Sus ojos verdes se posaron en los míos; oscuros, profundos y turbios.

Era claro que algo lo atormentaba y me dolía haber tardado tanto en darme cuenta para intentar ayudarlo.

— No me sucede nada Piper —respondió toscamente. Logan erigió una coraza completamente impenetrable de inexpresividad e insensibilidad, y no tenía idea de cómo sentirme.

¿Acaso no confiaba en mí?

Estaba completamente segura que algo pasaba pero, ¿Por qué no podía decírmelo? ¿Nuestra amistad no significaba nada para él? ¿O quizás era que habíamos cambiado?

Una punzada de amargo dolor me recorrió agriamente y tensé mi espalda para sentirme segura ante aquel tempano en el que se había convertido mi mejor amigo, a quien poco a poco sentía más lejos.

Parpadeé sin saber que decir ante su actitud. Él miró su lejos y volvió a posar su mirada en mí, realmente sin mirarme a los ojos.

— Creo que deberías irte, tengo trabajo que hacer. Si quieres, luego hablamos en mi casa —dijo en tono de orden.

Genial. Me estaba echando de allí.

Solté el pisapapeles y me alejé del escritorio rápidamente, poniéndome de pie mientras asentía mecánicamente, haciendo un enorme esfuerzo para que la frustración y el dolor no fuesen demasiado evidentes y no llorar.

— Está bien —dije, deseando que aquella actitud no me afectase—. Sabes que cualquier cosa que pase, siempre voy a estar, ¿no? —pregunté.

Logan asintió sin palabras, y me despedí en silencio para irme lo más rápido que fuese.

— Piper —la voz de él me detuvo. Y me di cuenta que se encontraba más cerca de mí de lo que creí cuando agarró con fuerza mi hombro.

La nota de tristeza en su voz me hizo sentir peor. No dije nada, a la espera de lo que sea que necesitaba decir. Pero él solo me rodeó en un abrazo fuerte, dándome un prolongado beso en la frente.

— Aún no estoy preparado —susurró, casi para sí mismo. Y a pesar de que lo entendía, aún dolía—, más tarde intentaré llamarte —me dijo, dándome un último beso y liberándome de su abrazo.

Su calidez y esa seguridad que siempre sentía a su alrededor se disolvió al alejarme e irme de su oficina. Seguí caminando, con la mirada puesta en el suelo porque no aguantaría ver su cara y no sentir que había fallado como amiga. Había ido con mis mejores intenciones, y volvía con el corazón casi destrozado. De nuevo.

~~~

Caminé y caminé. No me di cuenta por cuanto tiempo, y ni siquiera presté atención hacia donde iba hasta que me detuve. La frustración, la incógnita y el dolor habían disminuido, pero me sentía vacía y sin ánimos.

Simplemente, era un ente deambulando por las calles de Londres, bajo un cielo nublado y con un clima inestable... tal como yo. No dejaba de pensar en qué podría haber hecho mal o qué era lo que le sucedía a Logan. Preguntas y más preguntas, sin respuesta.

Miré mi mano sobre el timbre de la casa de Aiden. ¿Qué demonios estaba haciendo?

Sacudí mi cabeza, volviendo a la realidad y oyendo voces en el interior. Un sentimiento encontrado me recorrió. Él tenía visitas y yo ni siquiera lo había llamado ese día. Tendría que haber recurrido a Loreley, pero ella trabajaba así que me encontraba sola.

Sola. Qué extraña palabra. Tan pequeña y de apariencia insulsa pero que nos hace sentirnos tan desprotegidos.

Viéndome a mí misma patética allí de pie, decidí irme en el momento en que la puerta se abrió. Y así fue, como quedé con la expresión en blanco mirando los ojos negros de una chica que no conocía. Ella era alta y de tez morena, con el pelo ondulado. Era preciosa y exótica, y por alguna razón me sentía amenazada.

— Hola —me dijo ella, moviendo sus labios en una suave sonrisa.

— Eh... hola —por poco se me olvida hasta como hablar. ¿Quién es ella?

— Soy Allison —me dijo, y mi expresión se llenó de confusión hasta que quedé con la boca abierta como un pez.

— Lo pensé en voz alta, ¿no? —inquirí y ella asintió con una sonrisa divertida. Torcí el gesto y sonreí con tristeza, quería decir algo, no sé, lo que fuese.

— Allie, ¿quién es? —oí la voz de Aiden; mi corazón se apretujó al verlo tan fresco y divertido, a diferencia de mi apariencia completamente falta de entusiasmo.

— Es Piper, tu novia —respondió ella. Tanto Aiden como yo la miramos como si fuese un bicho raro. No tenía idea como ella sabía de mí, y yo no de ella, pero aquello nos llenó de confusión.

— Yo... —comencé a decir, pero Aiden le dedicó una mirada venenosa a Allison para que volviera al interior.

Allison me sonrió con simpatía, y me guiñó un ojo antes de irse. Quedé contemplándola desorientada hasta que Aiden se interpuso en mi campo de visión.

— Esa niña es una metida —se quejó, aunque no sonaba realmente molesto. Peinó su pelo, con nerviosismo y se acercó más a mí, mirándome fijamente— ¿Estás bien?

—Sí, yo solo... —respondí, y otra vez la torpeza volvió a mí al igual que las ganas de llorar. ¿Es que no puedo comportarme como es debido?

Volví a esforzarme para que las lágrimas no salieran. Sentí la presión de sus dedos sobre mi muñeca pero eso me causaba más dolor. Cerré los ojos con fuerza.

— ¿Intentaste hablar con mi hermano? —inquirió, sonando enojado y asentí mecánicamente.

Aiden comenzó a maldecir y percibí como me atraía hacia él. Me abrazó y mi fortaleza se rompió. Lágrimas silenciosas caían mientras lo rodeaba por la cintura.

— Te dije que no fueras, que yo mismo intentaría averiguar más —me reprendió, y es que alrededor de cincuenta veces me lo había repetido pero soy tan terca que no creí que él no quisiera hablar conmigo.

— Pero él es mi amigo, ¿Quién más lo va a ayudar si no soy yo? —susurré.

— Quizás necesita tiempo, para ordenar su mente, saber qué le pasa y cémo pedir ayuda —me dijo, su mano recorría suavemente mi espalda, y junto a los breves besos sobre mi frente y pelo, me sumergía en la sedación.

Si algún día, necesitase anestesia y no pudiese encontrar un buen fármaco, creo que una buena dosis de Aiden sería ideal.

— Eso mismo me dijo —murmuré, acurrucándome como un gatito. Él meneó la cabeza y estaba completamente segura que estaba pensando en decirme: "Te lo dije".

Aiden suspiró y siguió con sus suaves masajes. El sonido de las voces en el interior volvió a ocupar mi mente e intenté alejarme un poco para secar mis lágrimas.

— Siento haber interrumpido —dije.

— No interrumpes nada. Matt se apareció en mi casa para conversar sobre el próximo congreso, y la molesta de Allie simplemente apareció con el infradotado del novio —me explicó burlonamente, dedicándome una suave sonrisa.

— ¿Cuál congreso? —pregunté.

— El próximo mes se hará un congreso sobre las actualizaciones de cirugía torácica y cerebral; Matt y yo seremos disertantes —su sonrisa se extendió y vi el orgullo en sus ojos.

— Eso es grandioso —exclamé, olvidándome por un momento de mí y mi drama. Aiden asintió y con sus manos se deshizo de las últimas lágrimas que me quedaban.

— Vamos —me dijo, agarrándome de la mano sin darme alternativa a rehusarme.

Quise quejarme porque mi apariencia no era la mejor pero qué más daba. Solo me movía porque Aiden me llevaba con él. Recorrimos la sala y terminamos en la cocina, donde se encontraba Allison y Matt discutiendo con otro chico. Éste era joven como Allie, delgado y de pelo rubio arena. Él se reía divertido mientras Matt le gritaba.

— Mira bastardo —exclamó Matt mirándolo con determinación—, aleja tus sucios dedos de ella estando yo aquí porque te juro que me deshago de ti de alguna forma —lo amenazó.

El chico rubio rió con fuerza, rebelándose y yendo hacia Allison para besarla apasionadamente. Los ojos de Matt se volvieron furiosos y cerró sus manos. Creo que estaba a punto de golpearlo si no fuese porque nos vio.

— Hola Piper —dijo; todo el enojo se disolvió y me miró con una simpática sonrisa.

— ¿Piper? ¿Ella es la Piper de la que siempre hablan? —preguntó el chico rubio, despegando sus labios de Allison y mirándome con intriga. Mi cara enrojeció y levanté los ojos hacia Aiden.

Él meneó la cabeza; apenado. Y Matt estiró su mano para golpear al chico con un movimiento seco mientras que Allison lo miró con impaciencia.

— Piper, ella es Allison la hermana de Matt, y él es el bastardo de Chuck, el hermano de Douglas, no sé si lo recuerdas —me explicó.

Por supuesto que recordaba a Douglas. Miré a Chuck y vi el parecido entre ambos, solo que Chuck se veía más desestructurado y desenfadado que su hermano que irradiaba poder y elegancia.

— Buenas, preciosa —Chuck me guiñó un ojo, apoyándose en el mostrador. Era simpático y adulador, y eso me resultaba divertido. Matt posó su mano en su hombro poniéndolo bajo amenaza, y Allie se cruzó de brazos decidida a vengarse si era necesario—. Tu eres más preciosa, corazón —le dijo a Allie. Ella sonrió satisfecha.

— Buenas tardes a todos —los saludé, sin saber cómo actuar ante aquella extraña escena. Aiden me ahorró el esfuerzo de pensar una forma de hacerlo, cuando volvió a tirar de mí hacia él, en un medio abrazo.

— Ella se queda a cenar —dijo, mirándome implacablemente, sin dar lugar a negarme.

— Estupendo, estoy harta de ser la única mujer entre ustedes —se quejó Allison, aplaudiendo como una niña.

— Eso te pasa por meterte donde no te llaman —siseó Matt, y ella le mostró el dedo medio de su mano.

— Ellos siempre son así —susurró Aiden—, y empeoraron cuando Allie y Chuck comenzaron a salir. Realmente... no quisieras ver a Douglas con ellos. Todo se vuelve sangriento y lamentable —me sonrió y no pude evitar responderle con una sonrisa.

— Gracias —le dije; porque en este corto tiempo me había olvidado de todo y respondió cuando había necesitado no estar sola.

— No hay nada que agradecer —murmuró, besándome en la sien e invitándome a unirme al resto.

Intenté poner mi mejor actitud y sonrisa. Olvidarme de todo el plan que no funcionó, y centrarme en lo que sí estaba funcionando. En Aiden.

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