Capítulo 27. Matilde.
En cuanto terminé el examen, me dirigí a la salida, pasando por la secretaría del colegio. Estaba deseando irme y llamar a Verio. Quería ver cómo le iba todo. Seguro que en el pueblo tampoco le estaría siendo fácil. Suspiré. Tenía bastante ya para añadirle lo de la noche anterior. Si no hubiese salido conmigo, no le hubiese pasado eso. Si no hubiese salido conmigo...
-Matilde. ¡Espera!-me llamó la de secretaría cuando estaba a punto de salir por la puerta. Yo me paré en seco y la miré, intentando entender por qué me había llamado-Tienes que ir al despacho. Tú padre ya está ahí.
-¿Mi padre?-pregunté extrañada.
Era cierto que le había comentado tirar de contactos a Nerea, pero no me esperaba que hubiese pillado un hueco para venir. Estaba a tope con la novela y con reuniones la editorial. No esperaba que pudiese venir presencialmente. Aunque, era cierto que siempre estaba ahí, así que no era muy de extrañar.
La secretaria asintió con la cabeza y yo me dirigí al despacho del director. Desde el otro lado de la puerta se podía escuchar gritos desde el interior. "¡Una profesora no debe apuntar a sus alumnos con un arma!" gritaba uno. "No estaba en horario lectivo y apuntó al aire y al coche." defendió mi padre, intentando estar calmado. Vaya, la cosa estaba tensa dentro. En fin, si había cortar cabezas, será todo un honor.
Llamé a la puerta y el silencio reinó en la sala. Un "¿Quién es?" por parte del director sonó. Yo me asomé como respuesta. Mi padre sonrió al verme, el director también... pero los demás no. Los demás me miraron con repugnancia, incluso. Bueno, nada nuevo, la verdad. Después de todo, el sentimiento era mutuo.
-¡Hola, Matilde!-exclamó el director-Siéntate con tu padre, por favor. Estamos intentando entender bien qué pasó para tomar las medidas adecuadas. Por favor, toma asiento.
El director era una persona muy agradable. Era una persona tranquila que le gustaba su trabajo. Sin embargo, desde que era director, se le veía más agotado e incluso más mayor. ¿Cuánto trabajo tendría que hacer día a día para que ese colegio funcionase y hacer que todo el mundo estuviera contento?
Miré a todos los que estábamos en esa sala mientras me sentaba. Estaban los de la foto del coche y adultos acompañándolos. Sin embargo, esos adultos no eran sus padres. Serían abogados, representantes incluso. Sus padres no habían podido hacer un hueco en sus agendas para responder por sus hijos, si no que habían mandado a quienes podían medir cuánto podía afectarles ese drama. El único padre que sí había venido era el mío, y había venido a defender a Verio, no a mí. Supongo que eso marcaba la diferencia entre nosotros. Ahí, recordaba las palabras de Nerea: "Padres deseando que sus hijos sean los mejores para poder presumir en el club de golf e importándole una mierda si son felices o no. Normal que los niños luego salgan así, después de todo, el dinero es lo único que tienen. ¿Cómo no se les va a ir la olla?". Por primera vez, dejé de mirarlos con odio por un momento, para mirarlos con lástima. Algo que ellos se tomaron aún peor.
-Hola, Matilde. Antes de nada, nos gustaría saber si sabes tú qué ha pasado y por qué estás aquí-comenzó a decir de forma muy educada el director
-Sí, creo que sí. Ayer, los aquí presentes, rompieron el coche de la señorita Expósito y después, fueron a por los que pasaban por ahí. Desgraciadamente, el que pasaba por ahí era mi novio. No pararon hasta que la señorita Expósito salió e hizo que se largasen-dije con una voz dulce y educada, pareciendo la niña buena que no era y nunca había sido
-Con un arma, hizo que se largasen con un arma-insistió uno de los adultos que acompañaba a mis compañeros
-Hizo que se largasen, que era lo importante-le contesté, dejando a un lado el tono agradable que estaba mostrando. Respiré hondo. No, Matilde, no era momento de sacar tu mala leche-Disparó al cielo, asegurándose que no le daba a nadie. Luego, disparó el microcar, sí, pero sabiendo que no iba a pasar nada. La señorita Expósito tiene licencia de armas y lleva disparando desde que era pequeña, ya que su familia tiene una gran afición a la caza. Si hubiera querido dispararles directamente, lo hubiese hecho. Si es lo que insinúa.
Terminé esto con una sonrisa y voz adorables, aunque realmente quería agarrarle la cabeza y estamparla con el pico de la mesa. No lo hacía por tener educación, obviamente. Sin embargo, esperaba que no me diesen motivos. La educación podía mantenerla hasta cierto punto.
-Sí, eso ya nos lo había comentado la señorita Expósito. Sin embargo, ¿por qué piensas que no les dispararía en ningún caso? Yo tengo claro porque tiene una integridad envidiable, igual que todo docente del centro. Aun así, me gustaría saber tu opinión, Matilde-contestó el director, curioso por lo que tenía que decir. ¿Estaba intentando sacar trapos sucios de Nerea? De todas maneras, ella quería salir de allí, daba igual lo sincera que fuese, ¿no?
-Porque, en el fondo, se preocupa por ellos. Para ser más exactos, les da pena-contesté, a lo mejor, con demasiada sinceridad
Mi padre abrió los ojos de par en par, al escuchar mi respuesta. Los adultos que acompañaban a mis compañeros empezaron a quejarse, les sentó fatal que les diese pena. Sin embargo, ellos se miraron entre ellos, dándose cuenta de cómo la habían cagado. Se apiadaron entre ellos. Incluso alguno le puso la mano en el hombro a su colega. ¿Por qué alguien que estuviese bien haría algo así? ¿Por qué sentirían que, si un negro que no conocían se presentaba en la puerta del colegio, sería una amenaza? ¿Estaban podridos? Sí, pero estaban podridos porque la planta de la que venían también estaba podrida. ¿Cómo iban a salir sus frutos bien?
-Vamos a calmarnos un momento, por favor-pidió el director lo más tranquilo que pudo, dada la situación
-¿Calmarnos? Primero, un negro los ataca, luego, una profesora saca un arma y... ¿La culpa es suya?-gritó uno de ellos, indignado
-¿Un negro los ataca?-le pregunté con todo de repugnancia-¿Verio, el cual es bastante dulce, tranquilo, y le falta una mano? ¿Ese es el negro que los atacó? Es broma, ¿no?
-Sí, como buen negro-respondió ese hombre indignado
-Espera un momento...-otro de los adultos que acompañaban a mis compañeros se metió en la conversación-¿Es discapacitado? Esto puede quedar muy mal en la prensa-miró decepcionado al hijo de una de las socialités más importantes del país. Después de todo, estaban viendo cómo iba a afectadles eso, más que cómo estuvieran mis compañeros.
-No a todos-contestó ese hombre pesado de nuevo, vale, ya sabíamos quién era. El representante de uno de los políticos de derechas más importante del país. El representante del padre de Francisco. Eso explicaba muchas cosas.
-Su amigo ha atacado a un negro, no al revés. ¿Cómo vais a decir ahora que los inmigrantes son la mayor población de delincuentes si ha sido al revés?-contestó indignado otro adulto, el cual se hallaba al lado de Pelayo, hijo de uno de los políticos más importantes de la izquierda del país. Ese sería su representante. Después de todo, eran todos iguales, ¿no?
-Esto tiene fácil solución.-empezó a decir mi padre, mirando a todos y a cada uno de ellos.
Mi padre tenía el poder de la oratoria. Después de escribir tanto, sabía expresarse bastante bien. Era el momento en el que lo iba a usar a su favor. No sabía si estaba preparada para el espectáculo que venía a continuación.
-¿Y si hacemos como si esto no hubiese pasado? Sí, el colegio puede tomar la repercusión que vea oportuna con los alumnos. Sin embargo, quedará muy mal que no vayan todos a Selectividad este año, ¿no? Deberían hacer el examen que no han hecho hoy. Seguro que a Nerea se le ocurre alguna forma de que compensen el coche roto, de forma discreta, y que puedan presentarse.
Todos asintieron la cabeza. A todos le parecía bien lo que acababa de decir mi padre.
-Sí, hablaré con ella para que sea así-respondió el director
-Además, así dejamos en paz a Verio y no nos metemos en un problema de prensa. Si lo lleváis por beneficio propio, contactaré con mis abogados y os arrepentiréis de hacerlo. Convertiremos el juicio en uno de los más famosos, apoyando los derechos de los negros, de los disminuidos... Hay tanto que defender que quedaréis fatal, todos y cada uno de vosotros, seáis políticos, empresarios, salariados, funcionarios, socialités... Un juicio tan importante puede afectar negativamente a cualquiera. Entonces, ¿por qué no hacemos que esto no salga de aquí? Además, llevan el uniforme del colegio, eso es mala prensa para el colegio, también. Después de todo, se supone que es el colegio de niños de bien. ¿Los niños de bien rompen coches de sus profesores?
-No, no lo hacen-respondió el director, mirando decepcionado a sus alumnos
-Entonces, olvidémonos de todo-remarcó mi padre
Los adultos se miraron entre ellos, como si así estuvieran decidiendo que hacer. Mis compañeros se miraron, de cierto modo, aliviados, pero, por otra parte, picados. No era completamente lo que hubiesen querido. Sin embargo, era una de las mejores opciones.
-Está bien-respondió uno de los representantes
Después de ese representante, todos empezaron a decir que estaban de acuerdo. Incluyendo al pesado de turno. Con eso terminó la reunión. Salimos allí con una victoria. Nosotros desprendíamos felicidad, mientras ellos desprendían decepción. Supongo que no siempre se podía ganar.
Mi padre y yo nos dirigimos al coche eléctrico que había pedido para que nos recogiese. Estábamos en silencio, pero con una sonrisa. Queríamos hablar, pero todavía no, mejor a que nos quedáramos solos. Una vez en el coche y lejos del colegio. Nos miramos, sabiendo que era el momento para hablar.
-¿Ya crees ser suficiente para Verio?-me preguntó mi padre, mirándome con bastante seriedad
-Algo más que anoche-le confesé
-Hija, no es culpa tuya lo que ha pasado. Verio está bien y va a estar bien.
-Esta vez sí, pero, ¿y la siguiente?-le pregunté preocupada
-¿Qué siguiente, hija?-me preguntó extrañado
-No sé. Seguro que hay una siguiente. Atraigo los problemas.
-¿Atraes a los problemas? ¿De dónde has sacado eso? No es verdad-dijo mi padre poniendo su mano encima de mi hombro, como forma de apoyo. La verdad es que aliviaba bastante.
-¿No piensas que atraiga a los problemas? Si no hubiese venido a recogerme, esto no hubiera pasado...
-¿En serio te vas a culpar de que estos niños necesiten hacer barbaridades como esta para tener un mínimo de amor propio? Por favor, Matilde...-me reprochó mi padre, un tanto decepcionado
Tenía razón. Alguien que estuviera bien no lo hubiera hecho. Pero lo habían hecho.
-Ya, pero es que este es mi mundo, papá. Nuestro mundo. ¿Qué más puede pasarle? Somos una familia conocida, seguro que acaba pasando algo.
-Y ahí estaremos para ayudarle a ti y a él, Matilde. ¿No ves que ese chico quiere estar contigo a pesar de todo?
-Eso no significa que sea lo mejor para él...-le dije, con un tono melancólico
-¿Y quién eres tú para saber lo mejor para él? ¿Dios? ¿El mismísimo papá? La única persona que sabe que es lo mejor para él es él mismo, así que déjate de tonterías, Matilde, y valórate un poco, que vales mucho y por eso le renta estar contigo.
Yo me quedé observando a mi padre. Estaba hasta enfadado por mi actitud. Le dolía que hablase así de mí y se notaba. A lo mejor, tenía razón después de todo. Así que suspiré e intenté relajarme y pensar, que a lo mejor sí valía suficiente la pena como para pasar por eso.
-Por cierto, te voy a pedir una cosa-cambió de tema mi padre-Si se pone en contacto contigo ese tal Javier o incluso te habla, lo grabas, le haces captura o me da igual. No me ha gustado como ha hablado de ti y de Verio, y se notaba mucho que era la cabeza pensante. No me gusta ese chico. ¿Por qué nunca me has hablado de él?
-¿Es acaso importante ese chico?-le pregunté, encogiéndome de hombros
-Lo es si hace daño a los míos, y esta vez se ha pasado. Tan sólo hazlo, ¿vale?
Yo asentí con la cabeza. Al ser padre y madre al mismo tiempo, a veces le daba vena de madre leona a mi padre. Era muy interesante verlo cambiar de blandito a defensor de la familia. Mi hermano decía que era un gran padre por ser Cáncer, pero yo no sabía si era por eso o no, sólo daba gracias por tenerlo como padre.
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