Capítulo uno
-Esto no puede arreglarse, está completamente roto-. Dijo el técnico encogiéndose de hombros.
-Vale-. Suspiré, el asintió y salió del departamento. Segundos después mi celular comenzó a vibrar.
-¿Bueno?-. Pregunté descolgando.
-Violet, ¿qué pasó?-. Preguntó Marie.
-Está completamente rota, no se puede reparar-. Dije algo cansada.
-Uh... Puedes venir a mi casa a lavar la ropa si quieres-. Se ofreció.
-Gracias, pero no lo creo, no puedo ir todos los días sería una molestia.
-¿No había una lavandería abajo del departamento?
-Si pero... No me gusta ir ahí-. Me quejé.
-Es la única opción-. Suspiró.
-Lo sé, iré hoy y te aviso, ¿vale?
-Vale, adiós-. Colgué y guarde mi celular.
Tomé la canasta llena de ropa y salí del departamento, bajé los tres pisos y al llegar algo cansada vi en la entrada la lavandería, suspiré y me adentré a ella.
Solo había dos personas, cosa que agradecía ya que no tardaría tanto en esperar.
Tomé una lavadora libre y metí mi ropa ahí, agregué un poco de jabón y la prendí, para después sentarme en la banca de en frente con las manos en mi rostro.
-Uh, disculpa-. Destapé mi rostro y mire hacia quien me hablaba-. ¿Podrías ayudarme?-. Preguntó el rascando su nuca nervioso.
-Claro-. Me levanté y lo seguí hacia una lavadora.
-¿En qué necesitas ayuda?-. Pregunté mordiendo mi labio.
-Nunca he lavado antes-. Ambos reímos un poco.
-Bien-. Susurré tomando su canasta, metí su ropa en la lavadora y un poco de jabón para después ponerla a andar.
-Uh, gracias-. Sonrió y sin poder evitarlo mire sus pequeños hoyuelos por unos segundos, hasta que vi su mirada divertida.
-Cuando quieras-. Sonreí cerrando los ojos mientras negaba con la cabeza.
Volví a la banca y saqué la ropa para después meterla a la secadora y esperar de nuevo.
Dios, esto es terrible.
De pronto vi como él mismo chico que me había pedido ayuda sacaba la ropa empapada y trataba de ponerla en la secadora.
-No, no-. Sonreí mientras corría hacia el y volvía a poner la ropa en la lavadora-. Sigue mojada-. Murmuré divertida.
-Lo noté-. Rió viendo su ropa totalmente mojada.
-Espera unos minutos, ahora te ayudo con esa-. Murmuré yendo hacia mi secadora, comprobé que la ropa si estuviera seca y la saqué colocándola en la canasta.
-Listo-. Saqué la ropa para después meterla en la secadora y prenderla.
-Lo siento-. Trató de no reír, para después sacar una fuerte carcajada contagiándome.
-No hay problema-. Sonreí. Volví por mi canasta, lista para irme.
-Nos vemos luego-. Grito, lo mire de nuevo y agité la mano despidiéndome.
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