La más triste despedida es aquella que sabes que es por siempre.
La que sabes que es real,
pero te jodes,
y aguantas,
a duras penas,
pero aguantas.
Aguantas y lloras,
lloras en su hombro,
siempre con él.
Y el dolor desaparece,
o eso es lo que él te hace creer,
pero vuelve,
y joder,
no quiere irse ,
y mientras está en tu interior te va destrozando,
lentamente,
pero destrozando.
Y sabes que no puedes hacer nada,
que por muchas lágrimas que eches,
por muchos llantos desolados,
por torturarte con todos los recuerdos,
por escuchar su canción favorita,
por ver las fotos,
por repasar todos y cada uno de sus rasgos,
no volverá,
y vuelves a llorar.
Y revives todos los momentos a su lado,
pero claro ya no está,
se fue...
Y jamás volverá...