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Capítulo 28 "Una partida dolorosa"

"Una partida dolorosa"

Todo se detuvo.

Mi corazón no bombea.

Papá.

¿Papi, estás bien?.

Mi papá…

Mi mente está en blanco.

Papá murió.

– Oye, mírame– William toma mi rostro con sus mano y me obliga a mirarlo– Tienes que calmarte, ¿Bien?– su teléfono vuelve a sonar, maldice y me observa– Voy a contestar, te quedarás aquí y te vas a calmar, ¿Entiendes?.

No digo nada.

No hago nada.

Lo veo salir de la habitación y me quedo sola, con un vacío en mi garganta, en mi mente, en mi corazón.

Un sollozo sale de mis labios y mi pecho se estruja.

Pego mis piernas a mi pecho y las rodeo con mis brazos.

Me desvanezco.

Me deshago.

Me pierdo.




– Caramelo, vamos– la voz de William llama mi atención y tomo la mano que me tiende, lo sigo fuera del jet y subimos al auto que nos espera.

Mi madre recibió una llamada a las nueve de la noche, en donde un fiscal de la policía de Italia le decía que habían encontrado el cuerpo sin vida de papá. 

Según el informe que le dieron a William ayer, mi padre estaba saliendo de su hotel para abordar el avión que lo traería de vuelta a Núremberg, en el transcurso un auto interceptó el de mi padre.

Dijeron que por tratar de robarle sus pertenencias le dispararon.

Tan solo un disparo.

El disparo que le quitó su vida.

El cuerpo lo trasladaron de Italia a Núremberg la mañana siguiente de lo ocurrido, hoy será su funeral.

Llegamos a la casa y cuando entro, me encuentro con Christa abrazando a mi madre, está última se deshace en lágrimas y en lamentos.

Mi cuñado está con sus dos hermosos hijos y lo único que hago es caminar en dirección al patio trasero para después sentarme sobre el césped.

La brisa fresca acaricia mi rostro.

Ayer Wendy me llamó, se sentía muy triste por no poder estar aquí.

Casi obligó a Dominick a volver, pero le dije que disfrutará su luna de miel al máximo y que después podría recompensarme.

No puedo creer que mi papá ya no está.

No lo volveré a ver.

Las mejillas se me llenan de lágrimas y cierro los ojos para poder convencerme de lo que está pasando.

Papá murió.

Erick se sienta a mi lado con el pequeño Erick en sus brazos.

Mi muy despierto sobrino me sonríe y se tira sobre mí, lo rodeo con mis brazos y me deleito con su suave piel de bebé.

– ¿Y Christian?– cuestiono.

– Está dormido– murmura– ¿Estás bien?.

– No lo sé– me encojo de hombros– No todos los días tu padre muere.

– Lamento mucho lo que está ocurriendo– toma mi mano y yo le doy un apretón– Christopher era un excelente hombre, fue un padre para mí.

– Lo sé– sonrío– Era increíble.





Acomodo mi vestido negro corto de mangas largas, recojo mi cabello en una coleta alta y me aplico perfume. Levanto la mirada al espejo y observo a William, quién está con su traje negro apoyado contra la puerta, su rostro es inexpresivo. Me doy la vuelta y me acerco a él. 

Me detengo frente a él, su mano se eleva y acaricia mi mejilla. Seca una lágrima que resbala sin mi permiso, tira de mi cuerpo al suyo y me apego a él. Apoyo mi mejilla en su pecho y me pierdo en su aroma.



El reverendo le pone fin a su discurso y antes de que bajen el ataúd, mi madre se acerca y coloca una rosa blanca sobre el. No puedo ponerme de pie, porque se que si lo hago me desplomaré.

Cuando veo que van a bajar el ataúd, cierro los ojos. Pego mi frente al hombro de William, siento los sollozos de mi hermana y de mi madre. Aprieto la mandíbula para que un gemido doloroso no salga de mi boca, la mano de William aprieta la mía y las lágrimas mojan mi mejilla.

Mi papá murió.




Entramos a la casa y Zeus corre a recibirnos, acaricio su cabeza y le doy una media sonrisa. Subo a la habitación y rápidamente cambio mi ropa por una sudadera de William, me meto en la cama y me dispongo a dormir.

No quiero hablar, no quiero que nada me recuerde que papá ya no está.

Quiero que sea mentira.

Pero lastimosamente, sé que no lo es.



Doy la vuelta en la cama y me doy cuenta de que William no está. Cierro los ojos nuevamente y deseo dormir más.

Papá murió.


Los días se vuelven rutina, la semana pasa y lo único que sé hacer es levantarme, comer, vomitar y dormir.

Esa es mi rutina.

Los segundos pasan convirtiéndose en horas y siento que jamás podré superar esto.

¿Es normal que duela tanto?.

No lo sé, pero me duele el alma.



Vómito una y otra vez hasta que mi garganta arde.

Enjuago mi boca y cuando me dispongo a salir del baño, me tropiezo con William en la puerta.

Tenemos que hablar– su tono serio me estremece.

Mierda.




¡Otro capítulo!
¡Que triste todo esto!
Solo faltan 3 capítulos para el final, más el epílogo.
Les tengo un sorpresa (tiene que ver con INVIERNO DE FUEGO), no desesperen. Pronto les diré más.
¡Voten y comenten mucho!

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