"Una sorpresa y una despedida"

El olor a limpio me invade la nariz y hace que pestañee, abro los ojos lentamente y me encuentro con un techo blanco. Miro a mi alrededor, más paredes blancas. 

¿Por qué estoy aquí?.

Sacudo la cabeza y recuerdo que estaba en casa vomitando, luego con William y ahora estoy aquí. Bien, seguramente él me trajo al hospital.

Me siento en la camilla y me hago un moño desordenado en la cabeza, paso las manos por mi rostro y levanto la vista cuando la puerta se abre.

William entra y me sonríe.

– Ya estás despierta– se sienta en la camilla, quedando frente a mi y pasa su mano por mi mejilla. Cierro los ojos e inclino mi cara hacia su toque.

– ¿Cuánto llevo aquí?.

– Dos horas– toma mis manos y las acaricia– El doctor que te atendió te hizo unos exámenes, nos dará los resultados en un momento. – Tengo sueño– murmuro y William sonríe.

Sus labios se pegan a los míos y me da un beso tierno y húmedo.

Un toque en la puerta nos hace separarnos y un doctor entra por la puerta.

– Buenas tardes, señora  Ackermann…

– Solo Christel, por favor– sonríe y asiente.

– Bueno, llegaste aquí inconsciente por una descompensación. Es normal, no te preocupes. Lo único que veo aquí, para dar un porque de tu desmayo es que estás embarazada…

Embarazada.

Embarazada.

¿Embarazada?.

¡¿Embarazada?!.

– ¿Qué…?– susurro.

– Chris. Caramelo, mírame– William toma mi rostro con sus manos y me obliga a mirarlo.

Observo a todas partes.

– ¿Y el doctor?– cuestiono.

– Llevas quince minutos mirando a la nada, tuvo que atender a otros pacientes– dice y yo lo miro.

– ¿Estoy embarazada?– él asiente y sonríe como niño pequeño– Estoy embarazada.

– Si, cariño. Estás embarazada– besa mis labios– La ginecóloga del hospital vendrá para hacerte un chequeo.

Asiento.

Estoy embarazada.



– Bien, Christel. Busquemos a tu bebé– dice la doctora aplicando la gel en mi abdomen– Veamos– comienza a mover el aparato por mi vientre y observa el monitor– Aquí está, ahí– apunta con su dedo en la pantalla y un pequeño puntito se observa.

– ¿Está segura que es un bebé?– cuestiono– Puede ser un quiste.

– No, es un bebé– sonríe.

– Pero mi ginecóloga me dijo que mi pelvis era demasiado baja como para quedar embarazada fácilmente– digo observando a William quién está a mi lado.

– Si, note que tú pelvis era baja, pero no tanto como para ser muy difícil quedar embarazada– explica.

– Yo me aplique la inyección anticonceptiva hace dos semanas.

– No siempre funciona– me mira– Claramente estás embarazada, tienes seis semanas. El bebé está muy bien, solo te recomendaría tomar más vitaminas para que un mejor crecimiento y desarrollo. Así también pueden ayudarte a ti. Felicidades.

La doctora nos da una pequeña fotografía del quiste. Sonrío.

Voy a ser mamá.

Voy a tener un quiste… bebé. ¡Voy a tener un bebé!.

Una vez solos en la habitación, William se sienta junto a mí y me observa con el ceño fruncido.

Mierda.

– ¿Vas a decirme por qué sabías que sería difícil ser padres y no me lo contaste?– cuestiona con voz dura.

– Yo… me asusté, ¿Bien?. La ginecóloga me dijo que sería difícil, más no imposible y que cuando llegara el momento podríamos aplicar un tratamiento. Además, cuando lo supe no estábamos listos aún, solo teníamos un mes de casados. No era el momento– termino mi explicación sin aliento y él entrecierra sus ojos.

– Voy a dejarlo pasar por qué estoy muy feliz, pero no se me olvidará nunca que me ocultaste esto. ¿Entendido?– asiento frenéticamente y sonrío.

– Vamos a tener un bebé– susurro sintiendo las lágrimas llenar mis ojos, William me abraza y yo enrollo mis brazos en su cuello.

¡Vamos a ser papás!.



Bajamos del auto y caminamos hacia la casa de mis padres.
Apenas nos enteramos que estaba embarazada hace dos días, quise venir a Núremberg a contarle a mis padres.

Ya el señor Ackermann y la tía Evelyn lo saben, y Wendy no paraba de gritar que sería la mejor tía del planeta y Dominick decía que por fin iba a tener un sobrino, ya que él es hijo único.
Toco la puerta y cuando está se abre mi mamá aparece, está me observa incrédula.

– Nenita, ¿Qué haces aquí?– me abraza y me apretuja contra ella.

– Tenemos que contarles algo– digo cuando estamos todos adentro.

– ¿Qué es?– cuestiona intrigada.

– Primero tenemos que estar todos, ¿Y papá?– camino al patio trasero, la pregunta se responde sola cuando encuentro a papá sentado en la mesa que está en el patio trasero.


– Bien, tenemos que decirles algo importante– digo y tomo la mano de William por debajo de la mesa– ¡Estamos embarazados!.

– ¡Oh Dios!– exclama mamá con sus ojos bañados en lágrimas.

Papá y mamá contentos con la noticia, deciden llamar a Christa para contarle. También aproveche para llame a Barbara y contarle.

– ¡Voy hacer tía!– chilla mi amiga al otro lado de la línea.

– Si, vas a ser tía. Una tía vieja– me burlo.

– Solo tengo veintidós– se defiende– Es la mejor sorpresa de cumpleaños que he tenido. Felicidades amiga.

– Gracias, Barbie.

Mi mamá se robó a William y le ha hecho un montón de preguntas como si él fuera el que estuviera embarazado. Ruedo los ojos y me acerco a papá.

– Estás muy callado– le digo sentándome a su lado– ¿No te gustó la sorpresa?.

– Claro que sí, nenita– me sonríe– Siempre es bueno tener nietos. Pero es raro saber de que mi bebé va a tener un bebé.

– Ay, papá– río– Sabías que pasaría en algún momento.

– Lo se, pero no pensé que tan pronto– toma mi mano y la aprieta– Siempre serás mi bebé, lo sabes, ¿No?– asiento– Y voy a amarte por el resto de mi vida, nenita.

Las lágrimas se juntan en mis ojos y sonrío a medias.

– ¿Por qué me dices eso papi?– cuestiono.

– Por qué quiero que lo sepas– me sonríe.

– En ese caso, yo también te amo– le digo y apoyo mi cabeza en su hombro.

– Yo más, nenita– besa mi frente

– Yo más.

¡Otro capítulo!
¡Estamos embarazados!.
3/3
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No los quiero asustar, pero... falta poco para nuestro final.
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