Capítulo 25 "Alegría por doquier"
"Alegría por doquier"
Agosto llegó y con el la boda de Wendy y Dominick.
Mi amiga está nerviosa, demasiado, a decir verdad. El tenerle el cabello a la novia para que vomité su estómago, no tiene precio. Paso la mano por su espalda para tratar de relajarla.
Nada funciona.
– Vamos, Wen– aparto el cabello de su rostro– Es tu boda, no quieres dejar plantado a tu novio, ¿Oh si?.
– No… es solo que…– y no termina la frase cuando su cabeza está en el inodoro.
– Tienes que calmarte– hablo firme– No te has esforzado todo este tiempo en organizar la mejor boda del siglo, como para que no asistas a ella.
– Tienes razón– le doy un pañuelo y ella limpia su boca– Tengo que salir y mostrarle a mundo quien es la novia.
– Así se habla– la ayudo a ponerse de pie y la llevo nuevamente a la habitación.
Me encargo de arreglar su maquillaje y ayudarla con su vestido.
Wendy es una novia hermosa, de eso no cabe duda.
Wen se sienta a un lado de su cama y empieza a jugar con su teléfono.
Empiezo arreglarme, me coloco el vestido verde menta que Wendy escogió para mí.
Es corto en la parte delantera y tiene una sutil cola en la parte trasera. Me coloco mis tacones transparentes y rizo mi cabello completamente. Me hago un maquillaje natural y pinto mis labios con brillo labial. Me aplico perfume y estoy más que lista.
Cuando llega la hora, baje las escaleras y dejé a Wendy a solas con su padre. En la cocina me encontré a William con su esmoquin negro y su camisa verde menta, de alguna manera convenció a Wendy que lo dejara venir sin corbata y creo que funcionó por qué no la tiene puesta.
– ¿Está lista?– pregunta refiriéndose a su hermana.
– Creo que sí, solo está nerviosa– me encojo de hombros y bebo un vaso de agua.
Últimamente tengo mucha sed y más hambre de lo normal. Pero creo que está bien, así puedo subir unos kilos, estoy muy delgada.
Me acerco a William y me coloco junto a él. Este me observa fijamente y yo bajo mi boca a la suya. Le doy un pequeño beso y me separo de él para que nos coloquemos en nuestras posiciones.
La marca nupcial empieza a sonar y todos los presentes se ponen de pie.
Al final del pasillo una visón en blanco de una hermosa Wendy Ackermann, hace acto de presencia. Veo la emoción marcada en su rostro y con disimulo observo a Dominick, quién mira a su futura esposa como si fuese un ángel.
Y creo que no está lejos de serlo.
El señor Ackermann, guía a su hija a lo largo del pasillo y cunado llegan al altar se la entrega a Dominick.
La ceremonia inicia y los sentimientos flotan en el aire. El amor brota por los poros de cada uno de los que apreciamos a la hermosa pareja que está uniendo sus vida en este instante.
Los votos de cierta manera, son las palabras más hermosas que he escuchado. La sonrisa de Dominick en el momento en el que le dijeron que Wendy era su esposa, no tiene comparación.
La alegría de ello, llena de lágrimas mis mejillas y un sentimiento de felicidad me aborda.
Creo que estoy demasiado sentimental.
Ver la felicidad en el rostro de mi amiga, no tiene precio. Verla bailar con el que se perfectamente, es el amor de su vida, me llena de alegría.
William rodea mis hombros con su brazo y besa mi sien repetidas veces haciéndome reír. Subo mis pies a sus piernas y él no duda en acariciar mi muslo por debajo del vestido.
– ¿Estás cansada?– enrolla su dedo en uno de los rizos de mi cabello.
– Algo– dejo caer mi espalda en la silla– Tengo hambre.
– ¿No crees que estás comiendo mucho?– niego.
– No, toda mi vida mi madre me ha dicho que si el cuerpo pide comida, comida hay que darle– cito las palabras de mi mamá y él ríe.
– ¿Y como haces para no engordar?.
– Nada, no soy de las que hacen dieta. Y creo que es mi metabolismo el que no deja que engorde– me encojo de hombros– Justo a tiempo– susurro mientras veo como uno de los meseros deja una bandeja en la mesa.
Me incorporo en la silla y observo lo que hay en el plato.
– ¿Qué es eso?– pregunto arrugando el rostro.
– Creo que es camarón– responde William.
– ¿Y por qué…?– siento como mi estómago se revuelve– Voy al baño.
Me pongo de pie y corro al baño.
Una vez en este, vacío mi organismo en el inodoro.
Creo que hasta mi páncreas lo vomité.
Que asco.
Me pongo de pie y enjuago mi boca y lavo mis manos. Cuando salgo del baño me encuentro con William apoyado en la pared al otro lado del pasillo.
– ¿Vas a seguir comiendo?– me pregunta con burla.
– Cállate, ¿Si?– ruedo los ojos y él ríe para después bajar conmigo las escaleras.
– Voy a extrañarte– abrazo a Wendy y observo sus ojos llorosos.
– Voy a llorar– se queja y yo sonrío.
– Tienes que irte, tu esposo te espera– ella asiente y antes de dar la vuelta me abraza nuevamente.
– ¡Te enviaré fotos!– exclama para después ir en dirección de su hermano y abrazarlo hasta estrujarlo.
Se despide de todos y sube al auto de su esposo.
Va ser raro no verla por dos meses.
Ella alegra le vida de cualquiera.
Hoy hace frío, más frío de lo normal.
Mi hermoso Zeus está corriendo por todo el patio y William está en su estudio haciendo quien sabe que.
Desde que atraparon a Marlon Frei, no han vaciado más cuentas y eso en cierto modo es bueno.
Pero por otra parte, me causa nervios, saber que hay alguien más detrás de todo esto y que en cualquier momento hará algo grande en contra de nosotros.
Me he puesto a pensar en que todo lo que ha ocurrido no va en contra de William y mucho menos de mi.
Por qué las cuentas que han vaciado son las de mi padre y la empresa afectada fue la de Augsburgo, que casualmente, es de él.
Mi padre es el pez gordo, y él lo sabe.
Un ligero mareo me retuerce la vista y me saca de mis pensamientos. Me coloco de pie y cuando lo hago las náuseas me abordan.
Corro dentro de la casa y luego escaleras arriba, me encierro en el baño y vacío mi estómago en el inodoro.
¡Que asqueroso!.
Las arcadas me invaden y de mi garganta solo sale líquido.
Cuando ya en mi estómago no queda nada más, me pongo de pie y me enjuago la boca, cepillo mis dientes y lavo mi cara.
– Caramelo, ¿Estás bien?– cuestiona la voz de William al otro lado de la puerta.
– Si, ya… solo me mareé– digo y salgo del baño para entrar a la habitación y me encuentro con William sentado sobre la cama.
– Estás pálida– se levanta y toca mi frente con su mano y sujeta mi mejilla con la otra– ¿Segura que te sientes bien?.
– Si– cierro los ojos y suspiro– Me mareé, solo eso.
– No me convence tu respuesta– ruedo los ojos y lo miro.
Mi cabeza comienza a dar vuelta y en menos de un instante, me desplomo.
Todo se vuelve obscuro.
¡Otro capítulo!
¿Que estará pasando?.
2/3.
¡No sé vayan! !Todavía falta!.
¡Voten y comenten mucho!
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