Capítulo 23 "Estúpida pelea"
"Estúpida pelea"
Esperar nunca fue lo mío, siempre estoy tratando de hacer algo así sea lo más mínimo.
Me gusta hacer cosas, trabajar, limpiar, salir, lo que sea con tal de no estar sentada en un lugar mirando a la nada, sin hacer absolutamente nada.
Pero ahora, en este mismo momento, estoy haciendo eso.
Estoy sentada en eso sofá de la sala, con Zeus a mi lado, mirando a la nada y sin hacer absolutamente nada.
¡Increíble!.
Creo que mi sarcasmo se nota.
– ¡Llegué!– grita Wendy entrando a la sala con Dominick.
La rubia vuela– literalmente– hacia mí y cuando está por estrujarme, la voz de William la detiene.
– No la estrangules, por favor– su hermana lo mira raro– Tienes cinco puntos en su costado y con lo delicada que eres, puede y hasta que se los quites.
– Patrañas– Wen hace un ademan con la mano y se sienta junto a mí– Amiga, no sabes lo preocupada que estaba por ti. Pensé lo peor.
– Yo también, Wendy– correspondo a su abrazo con delicadeza.
– ¿Cómo te sientes, Chris?– pregunta Dominick sentándose en el sofá individual.
– Estoy bien, dentro de lo que cabe– me encojo de hombros– No todo los días te secuestran– río– Pero estoy bien.
– Que bueno escuchar eso– me sonríe– William estaba por volverse loco y a mi en el proceso.
Observo a William cuando se sienta a mi lado, besa mi sien y yo apoyo mi cabeza en su hombro.
La tarde pasa volando, Dominick y Wendy no saben que hacer cuando están juntos y para colmo, los dos son sumamente dramáticos.
Es divertido observarlo discutir, pero de un momento a otro ya se están comiendo a besos.
Si es que a eso se le puede llamar besar.
– ¿Cuándo podré estrujarte cómo se debe?– pregunta Wendy cuando está a punto de salir de la casa.
– El viernes me quitarán los puntos– digo– Y también tendré cita con el dermatólogo.
– Bueno en dos días vendré para abrazarte bien– reímos junta y luego de llenarme de besos, se va junto con su prometido.
– En dos semanas, podremos descansar de ellos por dos meses– dice William después de cerrar la puerta y venir a abrazarme.
– Si, ojalá se casen rápido para que puedan irse y disfrutar el uno del otro– digo besando su mejilla.
William busca mis labios y los pega a los suyos, sus manos sube a los costados de mi cabeza y me sostiene contra su boca. Suspiro cuando su lengua entrar en contacto con la mía y luego rodeo su cuello con mis brazos.
Sus besos bajan a mi cuello y mi piel se eriza. Cuando queremos ir por más, recuerdo los cinco puntos de mi herida y creo que él también, porque disminuye la intensidad de sus besos.
Con un último beso húmedo en los labios, junta su frente con la mía y me observa.
– Aún… me debes una… luna de miel cómo se debe– susurro sin aliento.
– Cuando salgamos de todo este lío, te llevaré un mes entero de luna de miel– dice sonriendo.
– ¿Solo uno?, ¿No pueden ser dos?– cuestiono con el ceño fruncido.
– ¿No quieres tres?– pregunta burlesco.
– Si– finjo meditarlo– Con tres me conformo.
– Eres única, ¿Lo sabes?– ríe.
– Así me amas– me encojo de hombros y él niega con la cabeza.
– Cierto, así te amo– besa mis labios castamente– Te amo, caramelo.
– Yo te amo más, amor– le devuelvo el beso.
Con cuidado me coloco mi camisa mangas largas blanca y mis jeans rotos color azul cielo. Me siento al borde de la cama para poder ponerme mis Converse blancas.
Trenzo mi cabello hacia atrás y me aplicó brillo labial. Me baño en perfume y tomo mi teléfono para después bajar las escaleras y encontrarme con William en la cocina.
– No entiendo por qué no fuiste a trabajar– le digo deteniéndome a su lado, él desvía la mirada de su teléfono y me observa.
– No voy a dejar que salgas sola– frunce ceño.
– No voy a salir sola– enfatizo– Iré con Jonh.
– No importa, voy a ir al hospital contigo y fin de la discusión– se coloca de pie y camina fuera de la casa dejándome con la palabra en la boca.
Subo al Mustang y abrocho mi cinturón.
Cuando el auto se pone en marcha, mi lengua se desata.
– Cuándo estés trabajando y yo te diga que iré hacer las compras del supermercado y que Jonh me acompañará, ¿Tu vendrás corriendo acompañarme hacer las compras?– pregunto y me siento a modo que observo su perfil– No puedes estar en todas partes, William. Se supone que Jonh ahora es mi guardaespaldas y si tú ibas a ser mi chófer, no le hubieras dado ese puesto.
– Solo quiero protegerte– dice apretando la mandíbula– Y quería venir contigo al hospital.
– Créeme eso lo sé– coloco mi mano en su antebrazo y le doy un ligero apretón– Pero que pasaría si hoy hubieras tenido una junta de suma importancia en la empresa, ¿La hubieras cancelado?.
– Si– espeta, ruedo los ojos.
– William, hoy me quitarán los puntos. Ya mañana no tendré nada, si quiero salir, lo haré con Jonh. Ese es su trabajo, ¿No?– asiente– Entonces deja que lo haga.
No dice nada y yo me indigno más.
¿Por qué tienes que ser tan cavernícola?.
El transcurso en el auto es silencioso y eso me frustra.
Cuándo llegamos al hospital, bajamos del auto y nos dirigimos a la recepción sin decir una palabra.
Una enfermera nos informa que tenemos que esperar mientras me llaman para retirar mis puntos.
Me siento en la sala de espera y William lo hace junto a mí. Sé que está pensando en todo lo que le dije, y sé que sabe que tengo razón.
Valoro mucho que este aquí conmigo, acompañándome. Pero si tuviera algo importante en el trabajo, preferiría que estuviera allá.
– ¡Christel Ackermann!– una voz melodiosa llama mi nombre y me coloco de pie sin esperar a William– Buenos días, señora Ackermann. Soy Rachel y soy la enfermera que le atenderá hoy.
– Hola, solo dígame Christel– ella sonríe y asiente.
Me indica que me acueste en la camilla y suba mi camisa. William se sitúa a mi lado, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, su mirada fija en algún punto de la pared.
La enfermera se coloca sus guantes de látex y se acerca a mi con una pequeña pinza.
Quita el parche de algodón que cubre la herida y luego cierro los ojos al sentir la pinza tirar del pequeño hilo que une piel.
Un pequeño cosquilleo se hace presente cuando el hilo se desliza por mi piel.
– Listo, trata de no hacer movimientos bruscos durante un par de días– me siento y bajo mi blusa, bajo de la camilla– La herida puede estar cerrada por fuera pero si haces algún esfuerzo indebido puede que se abra por dentro y por fuera. Sin más, eso es todo.
– Gracias– sonrío y salimos del consultorio y nos dirigimos a la clínica dermatológica.
La estadía en la clínica pasa igual, William ignorándome y yo a él.
Sé que es una estupidez que estemos peleados por esto, pero me chocha que quiera hacer todo lo que se le dé la gana.
El dermatólogo era un muchacho joven y muy simpático, fue amable y William lo fulminaba con la mirada cada que podía, me divertía verlo celoso.
Me recetó un esmalte para la piel de mi dedo y unas pastillas de colágeno para el crecimiento.
Con suerte en tres semanas ya tendría mi uña de vuelta.
Me despido del doctor con una sonrisa y camino el pasillo hasta la salida y antes de llegar al Mustang la mano de William se cierra alrededor de mi muñeca y tira delicadamente de mi cuerpo hacia el suyo.
Ahogó un grito de sorpresa cuando sus labios muerden los míos de manera posesiva y me rodea con sus brazos.
Mis manos se pierden es su cabello y yo me pierdo en él.
Es tan difícil pelear con él.
¡Volví y con un nuevo capítulo!.
¿Que les parece esta pelea?.
Son tan tiernos que dan ganar de comérselos.
¡Voten y comenten mucho!
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