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Capítulo 14 "Una desagradable sorpresa"

"Una desagradable sorpresa"

Me levanto como siempre, a las cinco de la mañana. Para luego bajar a la cocina y beberme un café, preparar el desayuno y esperar a que William baje. Verlo salir todas las mañanas y besarlo hasta el cansancio, después dormir hasta la diez de la mañana. Si, esa es mi vida de casada.

Mi jueves pasa tranquilo, Zeus y yo nos recostamos sobre el césped del patio trasero y aprovechamos que el día está soleado, el clima en Múnich casi siempre es frío pero por alguna razón hoy el sol está en su punto más alto. 

Mi teléfono suena y la palabra “Mamá” se marca en la pantalla.

–Hola, ma– digo después de contestar.

–¡Hola, mi nenita!. ¿Cómo estás?– exclama mamá.

–Excelente, ¿Y tu?. ¿Cómo has estado?– acaricio la cabeza de Zeus que se posa en mi estómago.

–Bien, nenita. Tu padre cada vez más insoportable, pero todo está bien– río bajito– Te llamaba para decirte que te tengo una sorpresa.

–¿De verdad?– elevo mis cejas.

–Si, pero tienes que venir. Sino, no puedes saber qué es.

–¿Tengo que ir?– pregunto.

–¡Si!. Solo un día, puedes venir el sábado y te vas el domingo por la mañana.

–Mamá, no se…

–¡Vamos!– me interrumpe– ¿Hace cuánto no ves a mami?, Vamos, Chris. ¿Si?.

Lo medito. No es que William no me deje salir, es solo que no le gusta que viaje sola y en estos momentos la empresa lo tiene algo estresado.

Pero mamá tiene razón, hace más de dos meses no la veo y me encantaría saber cuál es la famosa sorpresa que me tiene.

–Esta bien– digo y la escucho chillar– Pero solo un día, ¿De acuerdo?.

–Esta bien, nenita. Te espero, te amo, mi nenita.

– Y yo a ti, adiós– cuelgo y suspiro.

¿Qué clase de sorpresa será?, ¿Me habrá comprado uno de esos feos vestido largos que ella siempre usa?, ¿Me obligará a usar uno también?.

Sacudo la cabeza ahuyentando esos terroríficos pensamiento. Solo es mamá, puede que sean una de esas cosas locas que ella hace. Tal vez sea una fiesta a la que quiere ir y papá no, entonces me arrastrará con ella.

No puede ser tan malo.

Son las tres de la tarde y la brisa fresca hace que el sueño se acople en mi cuerpo. Me pongo de pie y le doy de comer a Zeus, luego subo y me coloco una sudadera roja de William– la cual me queda enorme, por no decir gigante– y decido dormir.

Últimamente tengo mucho sueño, tal vez sea el aburrimiento. No importa, si mi cuerpo quiere dormir. Pues duermo.

La voz elevada de William me despierta de golpe, un ligero mareo llega al momento que me coloco de pie. Bajo las escaleras y a medida que me acerco a la cocina la voz de William– proveniente del estudio– llega a mis oídos.

¿Qué es tan malo para que esté tan furioso?.

La puerta está abierta, solo llegó y me apoyo en el marco de la puerta. Lo observo caminar de un lado para otro hablando por su celular.

–¿Y como se supone que tuvieron acceso a esa parte de las cuentas?... No, todas las cuentas están a mi nombre… a excepción de una que esta a nombre de mi suegro y la otra con el de mi esposa– esperen ¿Qué?– Bueno, quiero que investigues todo sobre eso… no mañana quiero una junta con el gerente… si el del banco y también una videoconferencia con el encargado de la sucursal de Augsburgo, está bien. Nos vemos.

Camina hasta su silla y se sienta poniendo su cabeza entre sus manos, despeina su cabello y lo tira con sus dedos, levanta la mirada y me mira. Pero creo que de verdad, no me está observando.

–¿Desde cuándo estás ahí?– cuestiona.

–Lo suficiente para saber que querías quedarte calvo– me burlo y él niega con la cabeza, para luego fruncir el ceño– ¿Está todo bien?.

–No, nada está bien– me acerco al escritorio y me quedo de pie al otro lado de la mesa.

–¿Quieres contarme?– pregunto tímidamente.

–No… solo déjame un rato solo, ¿Si?. Sigue durmiendo.

–Pero si quieres…

–¡No, Christel! ¡Solo déjame solo!– su voz elevada me hace parpadear.

¿Me gritó?. Ladeo la cabeza, ¿En serio me gritó?.

–Espera, ¿Acabas de gritarme?– la confusión llega y al mismo tiempo la ira. Pero decido darle la mano a la ira– Primero, baja tu tono conmigo. Segundo, soy tu esposa, no uno de tus empleados a los que puedes gritar cada que te plazca. Tercero, si estoy aquí, es porque me preocupo por ti y quiero saber que te tiene así– William me observa fijamente– Así que, te vas a tomar un vaso de agua fría y te vas a calmar antes de que te dé un infarto.

Sé que mi rostro debe estar rojo por el enojo, William solo me mira. Me doy la vuelta y camino hasta puerta, pero antes de salir me giro y lo observo.

–Y por si te interesa, estaré en la habitación esperando por ti. Cuando el humor de mierda que tienes se te quite, puedes buscarme.

Salgo y doy un portazo. Corro escaleras arriba y me encierro en la habitación.
Siento las llamas salir por mis orejas. ¿De verdad se atrevió a gritarme?. 

– Estúpido– murmuro y me pongo a empacar el bolso de mano para ir mañana a Núremberg. Mi teléfono suena y contesto sin siquiera ver quién es– ¿Si?.

–¡Amiga!– la voz de Barbie me distrae– ¿Estás bien? Te escucho rara.

–Si, solo tengo alergia. Tú ¿Cómo estás?.

–Excelente, solo te llamaba para decirte que estaré en Alemania el sábado y quiero que nos veamos.

–¿De verdad?– cuestiono emocionada.

–¡Si! Voy a acompañar a mi suegra a resolver unos asuntos allá y quiero verte.

–Yo también quiero verte. El sábado iré a Núremberg a ver a mamá, si quieres podemos vernos allá.

–Si, me encantaría. Entonces, no te molesto más. Nos vemos el sábado, amiga.
Te quiero.

–Y yo a ti, Barbie.

Cuelgo y termino de empacar. Son las nueve de la noche, voy al baño y cepillo mis dientes, lavo mi cara y me acuesto en mi cama. Tomo mi teléfono y me dispongo a jugar Candy Crush.

Desconecto mi mete, no quiero pensar en William gritándome. Si me pongo a recordar, creo que esta es nuestra pelea desde que nos sacamos–  excluyendo esa vez en mi casa, la primera vez que lo hicimos– y no me gusta nada.

Apagó el teléfono y me acuesto de lado tapándome hasta el cuello con la sábana. Mis ojos se cristalizan pero alejo las ganas de llorar.

No voy a llorar, soy fuerte. No voy a llorar, ¡Mierda!.

Una mano se pasea por mi abdomen sacándome de mi sueño. El olor de William me llena por completo y suspiro. Su piel está fría y huele a jabón, por lo que supongo que, acaba de salir de la ducha. Su cuerpo se pega a mi espalda y yo me acurruco contra él. Recuerdo que estoy molesta con él y me golpeó mentalmente. No me muevo, me quedo allí pegada a su cuerpo.

–¿Estás molesta?– no respondo– No debí gritarte.

–No, no debiste– murmuro y sus brazos se aprietan más a mi alrededor– A veces te comportas como idiota lo sabes, ¿No?.

–Si. Lo lamento– besa mi cuello pero no me giro me quedo allí pegada a él– En serio lo siento.

–Esta bien– susurro y me doy vuelta quedando frente a él– Como vuelvas a gritarme, te golpeó en la entrepierna. ¿Esta claro?.

–Muy claro– besa mis labios– No sabía que eras tan violenta.

–Bueno, ahora lo sabes. No te metas conmigo, Ackermann o te irá muy mal.

–No molestar a mi esposa, ya está agregado a mi agenda– se burla.

–¿Vas a decirme por qué estabas tan molesto?– su cuerpo se tensa– Vamos, William.

–Vaciaron una cuenta en la empresa de Augsburgo– frunce el ceño– Pero no sabemos quién fue porque el dinero fue sacado en efectivo y tampoco sabemos cómo tuvieron acceso a la cuenta.

–¿Esa empresa no es la que está aliada a mi padre?– asiente– ¿De cuánto era la cuenta?

–Treinta millones– me siento en la cama de golpe.

– ¿Qué?, Pero ¿Cómo…?– estoy impactada. ¿Quién accedió a tanto dinero?.

–Si, yo también me sorprendí. Por eso tengo que hablar con el gerente de finanzas mañana, no quiero viajar a si que mejor hago una videoconferencia.

–Eso es demasiado dinero, pero los que tienen acceso a las cuentas ¿No son los propietarios?– asiente acariciando mi muslo de arriba abajo– ¿Entonces?.

–Para eso tengo que hablar con el gerente. Tu padre ya está al tanto de todo, él quedo aún más confundido que yo.

–¿No tienes que tener una identificación para sacar dinero?.

–Si. La única forma es que hallan falsificado alguna de las identificaciones.

–¿Por qué yo tengo una cuenta en tu empresa?– ese detalle lo recuerdo.

–Porque eres mi esposa y porque la empresa de tu padre se alió a la mía y tienes una cuenta por si algo inesperado ocurre.

–¿De cuánto es?– siento curiosidad de pronto.

–¿De verdad quieres saberlo?– pregunta sonriendo. Asiento– Ochenta millones– me atraganto con mi propia saliva. Comienzo a toser y William da palmaditas en mi espalda– Te dije que no querías saberlo.

–¡¿Por qué tanto?!– exclamo con los ojos abiertos a tope.

–Ya te lo dije, por si algo ocurre. Esperemos y no tengas que usar esa cuenta.

–William, mi cuenta personal es de un millón. ¿Qué se supone que haré con ochenta?.

–Nada, por qué no ocurrirá nada para que tú tengas que acudir a esa cuenta– se sienta junto a mi y hace que me siente a horcajadas sobre él.

–¿Qué hora es?– pregunto.

–Las dos– observo la ventana y la luna está llena– Oye. Te amo, caramelo.

–Y yo te amo a ti, William– beso sus labios.

Me despierto sobresalta, mi corazón late como loco. Llevo una mano a mi pecho y respiro lentamente tratando de tranquilizar mi corazón y a mi en el proceso. William sigue dormido, son las cinco treinta. Me levanto y voy al baño.

En la cocina, me decido por hacerle un sándwich a William. Yo no tengo hambre por lo que me tomo un vaso de leche. Veo a William bajar y sentarse en el taburete. Me da los buenos días y devora su sándwich en un mordisco. Mi mente está en blanco y no sé porque.

–Christel– la voz de William me llama la atención y lo observo– ¿Estás bien?, Luces distraída.

–Eh… estoy bien– sonrío y él levanta una ceja– Viajaré a Núremberg está noche.

–¿Cómo?– pregunta frunciendo el entrecejo.

–Sola.

–Eso lo sé, ¿Pero como?– me mira.

–En avión– rueda los ojos y se que se está molestando– Compraré un boleto hoy.

–No. El jet está disponible– niego– Entonces, yo me encargo de comprar un boleto en primera clase.

– William, es solo un vuelo– le doy a vuelta a la barra y me sitúo junto a él.

–Es el jet o el boleto de primera clase. Tú elijes– espeta de forma dura. Él y el ultimátum. 

Ahogó un grito de exasperación y hago un berrinche de niña pequeña.

–¡Esta bien!– exclamo– Iré en primera clase– me cruzo de brazos y él me sujeta de la cintura para pegarme a su cuerpo– Suéltame.

–Dame un beso– niego frenéticamente para que sus labios no toquen los mío– Dame un beso, caramelo.

–¡No!– él se pone de pie y con su altura intimidante me sujeta el rostro con sus manos y me besa bruscamente.

Jadeo en su boca y abrazo su cuello con mis brazos. Él me levanta y me sienta en el mesón, deja de besarme y junta nuestras frentes.

–¿Qué harás en Núremberg?– cuestiona mirándome.

–Mamá tiene una sorpresa para mi y Barbara también estará allá así que, tal vez nos tomemos un café– asiente– Regresaré el domingo en la noche, por lo que estaré el lunes en la mañana aquí.

–Bueno, no te portes mal. ¿Entendido?.

–Entendido– vuelvo a besarlo y ambos nos quedamos sin aire.

–No haga locuras– dice nuevamente. – No haré nada, no te preocupes.

William insistió en llevarme al aeropuerto y no ha dejado de molestar. Es estresante.

–Relájate, estaré de vuelta el lunes– le digo y en los altavoces llaman a los pasajeros del vuelo a Núremberg.

–Diviértete– besa mis labios– Te amo.

–Yo también te amo– lo beso una vez más y salgo disparada a la sala de abordaje.

Creí que el vuelo sería más tedioso, pero no lo fue. Estar sola en una cabina fue genial, tenía Wifi y televisión. William y yo deberíamos viajar más seguido en aviones como estos.

Bajo las escaleras del avión y salgo a buscar un taxi.

Extrañaba Núremberg, es mi ciudad después de todo. Nací y crecí aquí, aunque ya me enamoré de Múnich. Bajo del taxi y camino hacia la puerta.

–¡Nenita!– dice mi madre después de abrir la puerta.

–Hola, mami– sonriendo la abrazo– Te extrañé.

–Y yo a ti, mi niña. Pasa, alguien quiere verte.

–¿Alguien?– asiente.

–Tú sorpresa. Vamos al patio.

Salimos y cuando observo la figura masculina en el jardín mi corazón se paraliza.

Esto no me puede estar pasando.

¡Otro más!.
¡No me odien!, en el próximo capítulo sabrán de quién se trata.
Lo estaré subiendo el 02 o 03 de enero.
(Quizás antes, ¿Quién sabe?).
¡Voten y comenten mucho!

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