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Capítulo 11 "Una navidad distinta"

"Una navidad distinta"


–Vamos, Zeus– suplico tratando de vestirlo– Necesito ese Jeep. Por favor, muñeco. Déjame vestirte.

Desde que William me dijo que si vestía a Zeus me compraría un Jeep, hice todo lo posible por conseguirlo, pero Zeus es demasiado inquieto. Tengo una pequeña herida en mi muñeca izquierda por qué Zeus enterró una de sus garras ahí. Si no lo amara tanto, ya lo hubiera regalado.

Esta noche viajaremos a Núremberg para pasar navidad con mis padres, ¡Estoy emocionada!. Hace casi un mes que no los veo, también me gustaría ver Christa, pero ella pasará navidad con sus suegros en Francia. Wendy y Dominick vendrán con nosotros, y Zeus está incluido en el plan.

Tomé el gorro de elfo y trate de colocarlo en la cabeza de Zeus– que por alguna razón, está quieto– y paso el elástico por debajo de esta.

–¡Ya está!– me levanté y empecé a saltar– ¡Estas vestido!.

Saque mi teléfono y rápidamente le saque una fotografía. La prueba. Zeus me miraba como si estuviera loca.

–¡Gracias, precioso!– bese su cabeza y se sacudió haciendo que el gorrito volara. Le quite el resto del disfraz– Ve a jugar.

Dicho eso, el pitbull corre en dirección al patio trasero. Subo las escaleras corriendo y me dedico hacer las maletas. Solo hago una con la ropa de William y la mía, solo nos iremos por tres días, ya que, queremos pasar año nuevo aquí en Múnich. Preparo la bolsa de mano, una negra de cuero que tenía William en el armario.

A pesar de ser viernes, mi querido esposo fue a su empresa para dejar todo listo mientras él no esté. Decidió tomarse unas mini vacaciones, después de todo, solo le queda una semana al año.

Bajo las maletas a la sala y me dirijo a la cocina para preparar el bolsito de Zeus, dónde llevaré dos bolsas de croquetas y tres de sus juguetes. Para ser muy grande, nuestro perro es todo un bebé.

Subo otra vez y optó por darme un baño.
Preparo la tina y cuando estoy a punto de quitarme el sujetador, unas grandes manos hacen la tarea por mi. Sonrío.

Sus manos se pasean por mi vientre y su rostro se esconde en mi cuello.

–¿Me invitas?– susurra en mi oído, su voz está ronca. Solo asiento.

Una vez dentro, me posiciono frente a él, en medio de sus piernas y con las mías pegadas a mi pecho. 

–Veo que tienes todo listo– asiento– El jet saldrá a las diez de la noche, así podremos llegar a Múnich a las ocho de la mañana.

–¿Cómo te fue en la empresa hoy?– cuestiono jugando con sus manos.

– Todo está listo. No tendré que ir hasta el cinco de enero– aleja el cabello mojado de mi rostro y se inclina para capturar mi boca con la suya– Soy todo tuyo.

–Eso es bueno– susurro sobre su boca y enrollo mis brazos en su cuello– Pero ya eras mío, ¿Recuerdas?.

–Cierto– sonríe y tira de mi cuerpo hasta que me tiene sentada a horcajadas sobre su regazo. Y luego nos besamos.

–¡Christel!– la voz de Wendy se escucha en la planta baja.

–¡Enseguida bajo!– grito de vuelta y termino de colocarme mi sudadera.

Corro escaleras abajo y en la sala están William con una sudadera igual a la mía y Wendy con Dominick junto con sus con sus dos maletas. Bebé Zeus tiene su correa puesta.

–¿Tenemos todo?– pregunta William y todos asentimos.

Salimos de la casa y Jonh es quién nos lleva al aeropuerto. William le da de comer a Zeus una croqueta con un sedante para que no se asuste durante el vuelo. No es muy fuerte, además, el veterinario lo recomendó.

Subimos al jet, Dominick y Wendy se quedan en la primera cabina y nosotros en la segunda. Por lo que estaremos separados.

–¿Lista?– William toma mi mano después de que abrochar su cinturón de seguridad– ¿Estás emocionada?.

–Si. Quiero ver a mamá– digo sonriendo y él besa mi mejilla– Tengo que mostrarte algo.

–¿Qué cosa?.

–No puedo encender el teléfono todavía– él entrecierra sus ojos hacia mí y yo lo beso.

El vuelo es tranquilo, no hay turbulencia por lo que pudimos dormir un rato. La estruendosa risa de Wendy se escucha hasta aquí haciéndonos reír también. 

–Observa mi obra maestra– le paso mi teléfono a William para que vea a Zeus vestido.

–Increíble– sonríe– Pudiste vestirlo. Creo que te debo un regalo.

–Si que me lo debes.

–Son las dos de la mañana, duérmete– ordena, me levanto de mi asiento y hago que recliné el suyo.

Me acomodo sobre él y coloco mi cabeza en su hombro. William nos cubre con la manta que empaque y me rodea con sus brazos. Cierro los ojos y dejó que el sueño me consuma.

Mi mano se mueve inquieta sobre mi pierna y la emoción se escabulle en mi interior. Voy a ver a mis padres. ¡Por fin!.
Relájate, caramelo– la mano se William se posa en la mía. Él me mira divertido y yo sonrío.

Cuándo el auto se estaciona, soy la primera en bajar y trotar hasta mi antigua casa. Toco el timbre repetidas veces y cuando está se abre, abrazo a mi padre con fuerza.

–Te extrañé, papi– él corresponde a mi abrazo.

–Yo a ti, nenita– besa mi frente y seca las lágrimas que se escaparon de mis ojos.

–¿Y mamá?– pregunto.

–En la cocina– entro a la casa y voy a la cocina, mi madre está organizado todo.

–Mami– la llamo y rápidamente se gira y viene hacia mí para abrazarme.

–Mi nenita. Mírate, ¡Estás hermosa!– dice después de soltarme– ¿Y los demás?.

–Están afuera. ¿Miriam?.

–Le dimos la semana libre para que fuera con su familia en Ámsterdam– asiento.

Acompaño a mamá a la sala y está no duda en llenar de besos a sus invitados. Mi madre se encargó de ubicarnos en las habitaciones, a Wendy y Dominick les dieron habitaciones separadas por que aún no están casados. Ay, madre, si supieras. En cuando a William y a mi nos dieron mi antigua habitación, la cual, acepté encantada. Zeus dormirá en nuestra habitación, así que, estará cómodo. Nos apresuramos a instalarnos y descansar por el largo vuelo que tuvimos.

Pasar la tarde con mi familia fue agradable y que William estuviera aquí lo hacía aún más especial. William se ha convertido en una pieza importante en mi vida en estos últimos meses y me es grato pasar esta clase de momento a su lado.

Barbara me llamó hace dos días, no hablamos mucho– debido al cambio de horario– pero aún así, seguimos en contacto. Me contó que va a casarse en marzo del próximo año y que su prometido es todo un galán, pasará navidad en Inglaterra con su familia y la de su “apuesto príncipe” como ella lo llamó. Esta feliz, lo escucho en su voz y eso me hace feliz.

La navidad es una de las épocas que más me gustan del año, por la nieve. En Núremberg, la nieve es poca, pero aún así, me gusta verla.

Pasé mi tarde jugando con Zeus en el patio trasero, ayudando a mamá con la cena y en cada oportunidad que tenía, besando a William. Él por otro lado, encontró su alma gemela. Mi padre. Se supone que están de vacaciones, pero a ellos eso no les importa por qué siguen hablando de negocios. 
Wendy y Dominick se les ve más unidos y sonrientes. Se apoderaron del sofá de la sala y están uno arriba del otro, es divertido verlos. Me alegro mucho por ellos.

Arreglo mi cabello en una coleta alta y dejo dos mechones de mi cabello fuera de esta. Mi vestido corto– extremadamente corto, según William– color blanco con puntitos negros se ajusta a mi cintura y cae en una corta falda. Tiene un lindo escote de corazón y unas delgadas tiras. Pinto mis labios de rojo intenso mate y me coloco máscara en las pestañas. Me pongo mis zapatillas de piso blancas, me rocío una gran cantidad de perfume y estoy lista.
William sale del baño abotonado los gemelos de su camisa verde oliva y me observa. Esta hermoso. Se acerca a mi y lleva sus manos a mi cintura.

–Sigo creyendo que el vestido es muy corto– roza sus labios en mi mejilla.

–No lo es– susurro tocando sus musculosos brazos.

–Si lo es– mete sus manos bajo mi vestido y aprieta mi trasero con fuerza haciéndome reír y gemir al mismo tiempo– ¿Ves que si lo es?.

–Si, ya veo– siento su sonrisa en la piel de mi hombro– Pero nadie tiene permitido hacer eso.

–Lo se, todo esto es mío– besa mi cuello.

–A veces eres cavernícola, lo sabes ¿No?– asiente y acerca su rostro al mío pero detengo su intento de besarme– Arruinaras mi labial.

Tomo sus mejillas y le doy un pico, a él no le agrada pero no sé queja. Se acerca al tocador para colocarse su reloj pero lo detengo.

–Espera– digo rebuscando en el bolso de mano la caja negra– Tengo algo para ti.

–¿Qué es?– pregunta curioso. Me acerco a él y le tiendo la caja, él la abre y su boca se entreabre.

–Estaba en el centro comercial buscando tu regalo, pero no sabía que comprarte– digo tímida– Así que, entre a una joyería y mandé a hacer un Rolex para ti– digo– Dale vuelta.

En la parte posterior del reloj mandé a que le escribieran un mensaje “Eres mi todo y un poquito más”. Miro sus ojos y en menos de un segundo tengo su boca sobre la mía. El repentino choque me hace gemir y me aferro a él como un chicle.

Mi labial se fue a la mierda.


Bajamos y creo que es la mejor cena navideña que he tenido. Estoy rodeada de las personas que quiero y aunque mi hermana no está presente, se que ella está feliz y eso me tranquiliza. 

Repartimos los regalos, las risas y los gritos de Wendy, fueron lo mejor. William me arrastra al garaje y yo no sé qué mosco le picó.

–William, ¿Puedes decirme para que vamos al garaje?.

–Espera. Ya verás– sigue tirando de mi hasta que llegamos– Se que lo querías, así que lo compré. Espero te guste tu regalo.

Coloca sus manos en mis hombros y me hace girar. Mi sonrisa se desvanece. El Jeep negro mate que tanto me gustó. Está frente a mi con un gran moño rojo en el capó.

–Feliz navidad, caramelo– susurra William en mi oído.

Mi sonrisa vuelve a la vida.
Giro y me lanzo sobre él, mis piernas abrazan su cintura y beso sus labios. Este hombre es único. Me encanta. Lo quiero demasiado.

¡Nuevo capítulo!
Este es nuestro especial de navidad.
El próximo capítulo será el 22/12/19 (Tal vez mucho antes).
¡Voten y comenten mucho!

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