Capitulo 1 "Una propuesta afirmada"
Una propuesta afirmada.
Estoy lista, estoy lista, estoy lista.
Me he dicho esto desde hace tanto tiempo que, se ha convertido en una mantra.
Abro mis ojos y me miro al espejo, con mi vestido corto, ceñido y sin mangas de color rojo, mi maquillaje natural pero al mismo tiempo cargado, mis tacones transparentes de tacón grueso, mi cabello negro liso – ondulado largo, extremadamente largo y suelto, estoy más que perfecta para mí fiesta de cumpleaños número veinte.
Estoy hermosa, lo sé, me siento hermosa y eso es lo que importa.
Pero tengo un desgraciado nudo en el estómago que no me deja respirar. No estoy nerviosa por la fiesta, prácticamente conozco a todas las personas que estarán abajo—porque la fiesta es en la gran casa de mis padres—estoy nerviosa porque, está noche, conoceré a quien, dentro de muy poco tiempo, se convertirá en mi esposo.
Ni siquiera sé cómo se llama, lo único que sé es que es de Múnich, y su empresa es una de las industrias más grandes del país—después de la de mi familia—y pues, yo soy la carnada para el pez gordo. De todas las empresas del país, la única con la que no tenemos alianza, es con la suya.
Mi mente es un remolino, en dónde, miles de cosas pasan por ellas. ¿Y si no le gusto?, ¿Y si es feo, gordo y viejo?, ¿Y si es amargado?.
Un escalofrío recorre mi columna y el nudo en mi estómago se intensifica.
Un golpe en la puerta me sobre salta.
— Chris, ¿Estás lista?.— la voz de mi madre se escucha al otro lado del pasillo.
— Si mamá, pasa.— respondo con voz, aparentemente, calmada.
Mamá entra a la habitación, con su vestido largo de color rosa pálido. Tan linda mi mami cómo siempre.
— Mi nenita, pero si estás divina.— me halaga mi madre con voz chillona.
— Gracias, ma.— sonrío— ¿Ya llegaron todos?.
— Si, solo falta la hermosa cumpleañera.
Asiento y suspiro. Mamá me indica que baje y sale de mi habitación, me contemplo en el espejo una vez más y me sonrío, me digo a mi misma que nada puede conmigo porque de algo estoy segura, y es que soy más fuerte de lo que parezco.
Salgo de mi habitación, atravieso el pasillo y luego con suma delicadeza bajo las escaleras. Cuando llegó al patio trasero de la casa, veo que todo está decorado, con colores negro, rojo y dorado. Mis colores favoritos. Casi toda mi familia está aquí y muchos socios de papá.
Mi mejor amiga Barbara es la primera en acercarse a mi y abrazarme hasta casi romperme.
— ¡Feliz cumpleaños!.— grita por sobre la música— Estás hermosa, Chris.
— Gracias, barbie.— sonrío y ella besa mi mejilla— Tu también estás divina.
— Soy la mejor amiga de la cumpleañera, ¿Que esperabas?.— cuestiona con aire de suficiencia, río por lo bajo, ella es única.
Nos conocemos desde hace quince años, prácticamente nos criamos juntas. Con ella he pasado los mejores y peores momentos de mi vida. Podría decir que es casi mi hermana.
En cuanto a mi hermana Christa, ella no pudo venir de San Petersburgo, ya que su esposo está muy ocupado con su empresa, ella es muy feliz, su esposo es un hombre realmente bueno y con ella mucho más. Es de los pocos matrimonios que veo derrochando amor por doquier.
Me acerco a papá y lo abrazo por la espalda.
— Pero miren quien se dignó a saludar.— dice, se da la vuelta y me sonríe abiertamente— Feliz cumpleaños, mi niña.
— Gracias, papi.— lo abrazo fuerte. Amo a papá, es el mejor hombre que he podido conocer en esta vida. Mis expectativas respecto a los hombres son realmente altas, debido a semejante hombre que tengo como padre.
Durante dos horas, me la he pasado caminando de aquí para allá, saludando a todas las personas que asistieron a mi fiesta, pero no he tenido la fortuna de conocer a mi pretendiente.
Tal vez no vino, cansada de caminar por todos lados, me acerco a la mesa de dulces y tomo un puñado de caramelos de colores. Salgo al jardín y me detengo junto a una de las mesas que están por allí.
Absorta en mis pensamientos y comiéndome todos mis caramelos, no me percato de que hay alguien detrás de mi.
— Si sigues comiendo así, te dará diabetes.— dice una voz ronca y gruesa. Me coloco recta de un movimiento. Siento sus pasos acercarse a mi, hasta que está de pie junto a mí, a dos pasos de distancia— No deberías esconderte en tu propia fiesta, caramelo.
— No me estoy escondiendo.— digo rápidamente, aún sin mirarlo— Y mi nombre no es caramelo.
— Entonces, ¿Cómo te llamas, caramelo?.— pregunta divertido y hace énfasis en la última palabra.
Me giro lentamente y lo encaro.
Es alto, mucho más que yo, es rubio y tiene ojos azules. Los ojos más lindos que he visto en mi vida. Tiene un esmoquin negro, con una camisa roja. No trae corbata y los primeros dos botones de su camisa están desabrochados. Tiene una barba bien cuidada. Mierda, este hombre es sexy. ¡Es hermoso!.
— ¿Ya dejaste de analizarme?.— pregunta y doy un respingo.
— Yo... no... — me golpeó mentalmente por lo estúpida que me debo ver.
— ¿Vas a decirme tu nombre?.— dice sonriendo de lado. No mires su boca Chris.
— Christel Klausen.— tiendo mi mano en su dirección, educadamente.
— William Ackermann.— responde, llevando mi mano a sus labios y dando un beso en el dorso de la misma.
No sé porque, pero al escuchar su nombre me erice, pero sospecho el porqué.
— No te había visto antes.— digo dando un paso atrás, para poder respirar aire y no su perfume— ¿Eres nuevo en la corporación?.
— Algo así.— se encoje de hombros y apoya sus brazos en la mesa— Estoy cerrando unos negocios, con quién supongo, es tu padre.
Mierda.
— Ya, ¿Serás socio?.— pregunto.
— Si, eso creo.— responde mirándome fijamente. Sus ojos son tan bonitos— Eres hermosa, caramelo. ¿Te lo han dicho?.
Ay, Dios mío. Creo que tengo calor.
— Si, lo he escuchado antes.— me encojo de hombros, fingiendo que sus palabras no me causaron escalofríos— Muy pocas veces.
— Pues, deberían decírtelo más a menudo.— dice— Porque en serio, eres demasiado hermosa. Por no decir sexy.
¡Santo Cristo!, Ayúdame Dios mío. Siento el calor subiendo por mis mejillas. Él sonrie descubriendo el efecto que sus palabras tienen en mi.
— Tengo un regalo para ti.— dice de pronto— Espero te guste.
— ¿Que es?.— trato de ocultar mi emoción y al mismo tiempo la curiosidad.
Se pone recto y del bolsillo de su pantalón saca una cajita negra de terciopelo. ¡Dios!.
Se acerca a mi, desapareciendo los tres pasos que se interponen entre nosotros. Abre la cajita. Dejo de respirar. Es un anillo de compromiso.
Es de oro, con un pequeño diamante tornasol en el medio. Toma mi mano izquierda y saca el anillo de la caja, está la guarda en su bolsillo nuevamente. Con una delicadeza que me desarma, coloca el anillo en mi dedo anular.
— Feliz cumpleaños, caramelo.— susurra cerca de mi rostro. Cierro los ojos ante su cercanía— ¿Te gusta?.
— Es perfecto.— musito observando el anillo en mi dedo— Gracias.
— Todo para usted, señora Ackermann.
Mi corazón bombea de manera desenfrenada, el aire abandonó mis pulmones.
— Aún no lo soy.— murmuro bajito, cuando acaricia mi mejilla con sus nudillos.
— Pero pronto lo serás.— dice— Nos vemos, caramelo.
Me da un beso en la comisura de mi boca, para después dar la vuelta e irse.
Dejándome con el corazón latiendo a mil por hora y con las ansias de sentir sus labios sobre los míos.
∞∞∞
¡Primer capítulo!.
Espero les guste.
¡Voten y comenten mucho!.
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