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Hermanas de las destrucción

Se materializaron, una vez más, en el centro de la ciudad. Ambas estaban mareadas, se habían transportado una gran distancia de donde estaban inicialmente hasta allí.

-No volveré a hacer esto nunca más- se quejó, sosteniendo su cabeza.

-Cállate. No puedo creer que, yo también sufra los efectos de la magia, soy una alquimista- afirmó descompuesta -Debe ser la pequeña parte que heredé de mamá- su hermana, asintió, mareada.

-Seguramente. En hechicería le decimos drenaje mágico- aclaró la duda -Ustedes, los alquimistas, le dicen intercambio equivalente-

Un poco recompuestas, se sentaron en el suelo, descansando en una pared un poco extraña. Era humeante y desprendía calor.

-¡Aahhh!- gritó la hechicera, alejándose, al reconocer donde estaban -¡Gaia! ¡Aléjate de esa cosa!-

Detrás de ellas, se encontraba el cadáver de un gigantesco titán. La alquimista, estaba maravillada, tocándolo con sus manos. Nunca había visto algo como eso, era increíble.

-No te preocupes, Dea. Este ya esta muerto- lo pateó -Mira...Su cuerpo se deshace solo, es como si sufriera una especie de combustión espontánea, ¿No es sorprendente?-

Preguntó, transmutando una lanza, para extraer tejido de la criatura.

-Eso es asqueroso- dijo asqueada, su gemela.

Sin pensarlo dos veces, transmutó un pedestal bajo sus pies, para subir a los restos de ese titán. Caminaba con cuidado y tranquilamente en la espalda de esa cosa, lo observaba, meticulosamente. Una teoría extraña se formuló en su cabeza al llegar a la base del cuello de la criatura, donde podía apreciarse un profundo corte. Con un pañuelo, tomó una gran muestra de sangre para poder observarla y olerla.

-Amigo, ¿Qué fue lo que hicieron contigo?- cuestionó, horrorizada, al cadáver de ese ser - Tú eras humano- afirmó, luego de bajar de la criatura en shock.

Su hermana se acercó preocupada, al verla pálida como una hoja de papel.

-Gaia, ¿Qué te sucede?- la observó a los ojos, comprobando su estado -¿Te encuentras bien? ¿Qué viste?- ella, simplemente, la abrazó.

-¡Dea! ¡Esto es horrible!- temblaba de pánico en los brazos de ella -¡Esas criaturas! ¡Eran humanos!- exclamó.

-¿Cómo te diste cuenta de eso?- la apartó, mirándola a los ojos -¿Cómo puedes saberlo, hermanita?- cuestionó.

-Por su sangre y sus tejidos, son claramente humanos- aclaró -Pero su aroma y su textura, son totalmente diferentes. Es como si hubieran puesto algo en ellos- se apartó de ella unos metros -Tengo que averiguar que es-

Colocó el pañuelo y el tejido del titan en el suelo, se arrodilló y transmutó sobre ellos. La materia se descompuso en varias partes, transmutándose finalmente, en un líquido verdoso y espeso, dentro de un frasco. Estaba exahusta, pero había logrado su cometido. Dispuso ambas manos en el suelo para sostenerse y evitando desfallecer.

-¡Gaia!- gritó su hermana, acercándose -¿Qué es eso?- miró el frasco en el suelo.

-Eso es...- contestó jadeante -Eso es... Lo que produce a los titanes- intentó ponerse de pie pero no puedo.

Una figura aterrizó, velozmente, junto a ella. Pero no lo miró al reconocer sus botas, ya sabía de quien se trataba. El capitán Levi.

-¿Qué paso aquí?-

Habló neutral y sin cambiar ni un mínimo rastro de actitud. Dos figuras más aterrizaron junto a él, después de hacer esa pregunta.

-Acabo de realizar... Una transmutación hiladora de vidas...Señor- contestó como un soldado -Lamento... Haberlo... Incomodado-

Guardo el frasco en su bolsillo y su hermana, la ayudó a incorporarse.

-¿Qué tienes en tu bolsillo?, Dámelo-

Ordenó, acercándose a ella, pero Dea lo detuvo con su mano. No daría un paso más y mucho menos, dando órdenes.

-Eso a usted no le importa- dijo fría con ojos sus en llamas.

Él le devolvió una mirada indiferente. Eren sonrió por la imprudencia y el poco temor que ella tenía hacía su Capitán.

-Dea déjalo, él tiene que saberlo. Es una persona importante aquí- sacó el frasco de su bolsillo y lo tendió al hombre frente a ellas -Esto, señor. Es lo que usan para producir titanes, pero estoy segura que usted ya lo sabía, ¿Verdad?-

El capitán la miró sin emoción. Esa chica era brillante. Sus conclusiones eran certeras a pesar de tener poco tiempo allí.

-Si- contestó indiferente -¿Podría quedarmelo?- preguntó.

-Claro, lo quiero lejos de mí- le entregó el pequeño frasco -No quiero llevar esa cosa a Amestris y mucho menos, teniendo una pequeña hija allí- mencionó sin pensar.

Las tres personas con ellas, la miraron asombrados. Ella era muy joven para ser madre.

-¿Tienes una hija?- cuestionó y ella, asintió -Pero eres muy joven, ¿Qué edad tienes? ¿Veintiuno o veintidós años?-

-Veintidos. Bueno, casi veintitrés- sonrió de nuevo -Y por lo que puedo deducir, usted tiene cerca de treinta años, señor y los jóvenes detrás suyo, tienen como mucho, entre diesises o diesisiete años, ¿No es así?-

El Capitán, afirmó.

-¡Oye! ¡Tú!- lo señaló indignada, la otra joven  -¡No es justo que seas más joven que yo, Eren!-

Exclamó horrorizada, acercándose y él rió. La chica a su lado lo miró extraño, él nunca reía de esa manera.

-En realidad, pensé que eras más joven que yo- se acercó a ella y tomó un mechón de sus largos rizos - Estás muy bien conservada para ser una anciana- Ella lo golpeó a la defensiva.

-Silencio...No sé si alegrarme u ofenderme por lo que acabas de decir- rió con él -Pero puedo decirte algo, amiguito. Que es gracias a la hechicería que me vea así- aseguró, dando una vuelta completa -Las hechiceras, tenemos la ventaja de permanecer jóvenes por mucho más tiempo que otras mujeres, por nuestro potencial mágico. Al igual que las alquimistas- agregó, sonriendo a su hermana -Tendrían que conocer a nuestra madre, tiene casi cincuenta años y es hermosa. Está radiante, como hace diez años atrás, ¿No es verdad, Gaia?- ella asintió, feliz.

-Y su madre, ¿Es hechicera o alquimista?- preguntó con curiosidad, el adolescente.

-Ambas- contesto la otra muchacha, provocando confusión en los presentes -Nuestra madre biológica, era una hermosa hechicera proveniente del suroeste de Keisalhima. En cambio, nuestra madre adoptiva, es una digna alquimista amestrisana- explicó sin más.

-Eso es cierto, son unas hermosas mujeres- caminó hacia su hermana que se encontraba apoyada y sostenida por el capitán Levi -Bien, Gaia. Es hora de encontrar a Lai y Keilot- dijo un poco incómoda, acercándose -¿Estás mejor?- ella, asintió.

-Gracias, Capitán...- se separó de él y se acercó a su hermana -¿Por donde empezamos?- preguntó pensativa.

-Déjamelo a mí- se alejó de los presente.

Eren la miraba, atentamente. Ella llevó sus manos en un puño a su pecho y cerró los ojos para concentrarse en su búsqueda.

-¿Qué está haciendo?-

Pregunto a la alquimista, mientras observaba a la hermosa hechicera trabajar en lo que sea que estaba haciendo.

-Está buscando el potencial mágico de Lai-

Él volteó a mirarla para averiguar la procedencia de ese sujeto.

-¿Quién es Lai?- preguntó en tono neutral.

-El padre de su hija-

Respondió, simplemente, mirando a su hermana. Él se sorprendió.

-¿Ella también tiene una hija?- preguntó traumado ante la idea.

-Así es, una pequeña de casi un año y medio. Se llama Eyra-

Su hermana había terminado su búsqueda y abrió los ojos de golpe.

-Están por allá-

Señaló en dirección frente a ella y salió disparada hacia allí.

-¡Odio que haga eso!- exclamó exasperada -¡Dea, espera! ¡Es peligroso!- salió corriendo detrás de ella -¡Adios! ¡Fue un gusto volver a verlos!- se despidió gritando hacia ellos.

-¿Capitán?-

Preguntó el muchacho a su superior, mirando en dirección a las dos jóvenes.

-Déjalas...Saben como defenderse bien- volteó caminando en sentido contrario -Esa alquimista, es sumamente brillante-

Su subordinado, movió la cabeza dándole toda la razón.

-Usted tendría que haber visto lo que yo ví - exclamó junto a él -Esa hechicera es muy poderosa. Le arrancó la cabeza a un titán con sólo unas simples palabras-

Mikasa, lo observó molesta y sobre todo, dolida. Él nunca había dicho cosas así sobre ella. Sin perder el tiempo, con su equipo de maniobras tridimensionales, se arrojó en dirección a las muchachas. Tenía que averiguar quiénes eran. Los dos hombres tomaron el camino opuesto.

-¡Por fin puedo alcanzarte, Dea!- se quejó agitada -¿Están cerca?- preguntó mirándola.

-Si, están a unos pocos met...- no puedo terminar, habían chocado contra dos cuerpos frente a ellas -¿Es en serio? ¿Otra vez?-

Preguntó a la nada tendida en el suelo junto a su hermana.

-Parece que si- rió poniéndose de pie -Vaya, Dea...Mira, hemos encontrado a un par de gavilanes-

Los padres de sus hijas, las observaban de pie en forma molesta. La nombrada, se incorporó como una bala.

-Hola, chicos ¿Cómo están?- preguntó, sacudiendo su ropa como si nada.

-¿Cómo estamos?- respondió Lai, irónico -¿Es en serio, Keilot?-

Cuestionó, mirando a su amigo y señalandola.

-¿Dónde estaban?- preguntó este último, al borde del colapso -Las buscamos por todas partes enfrentando a unos cinco o seis titanes, sin poder encontrarlas- se acercó a su esposa con ojos furiosos -¡Pensé que te habían devorado!- la tomó de los hombros y la zamarreó -¿¡Cómo se te ocurre huir así de mí a un lugar tan peligroso como este!?- ella se estremeció de la impresión y él, la abrazó -Por suerte estás bien- besó su coronilla, suspirando.

-Lo siento, no volverá a pasar- se disculpó -Siento haberte asustado- habló apoyada en su pecho - Sabés, maté a un titán yo sola- él río, descansando su barbilla en su cabello.

-No me sorprende. Eres muy fuerte- se separó y la miró con anhelo -Pero yo maté a tres- sonrió orgulloso -Los cazadores de aquí, son lamentables-

Ambos sonrieron. Ya habían hecho las pases.

-Lai, ¿Te encuentras bien? Estás herido- afirmó esto último.

Ella se acercó despacio. Tenía un corte en su mejilla. Él no la miraba.

-Estoy esperando una disculpa- habló frío y sin emoción -No puedes transportarte a una ciudad tan peligrosa como esta, para después volver como si nada y sin decir un sola que no sean incoherencias- la miró con los ojos más fríos que había visto nunca -Un "Lo siento", estaría bien- se acercó a ella -Casi muero de angustia al encontrar esto cerca de una gran charco de sangre-

Levantó el colgante de la torre y ella tocó su cuello. No se había percatado de su ausencia.

-¿Cuando lo perdí?- lo tomó con las manos temblorosas, mirándolo  -Seguramente, fue en mi huida del primer titán- levantó la vista hacia él -Lo siento mucho, Lai. Prometo que no volveré a marcharme enojada contigo- él se acercó a ella y la abrazó.

-Con eso tengo más que suficiente- besó su mejilla -Al menos, estás bien y no estás herida- acarició su cabello -Eres una gran hechicera, debí imaginar que sabrías cuidarte bien- Ella le sonrió, agradecida.

- Sabés, conocimos a dos hombres muy interesantes el día de hoy ¿No es así, Gaia?-

La alqumista, se encontraba abrazada a su esposo y asintió.

-¿De verdad? ¿Quiénes eran?- preguntó el vidente, sentándose en la acera con la madre de su hija.

-Uno de ellos, era Eren. No nos dijo su apellido, pero puedo suponer que era un recluta- su hermana, afirmó -El otro, era un Capitán llamado Levi Rivaille- levantó la mirada hacia su esposo -Keilot, él me salvo la vida-

-¿Cómo es eso?- preguntó, desconcertado.

-Un titán saltador, rompió una de las torres alquimicas donde yo estaba, haciéndome caer-  le explicó y él se veía aterrado frente a ella -Pero él, me atrapó en el aire y me salvó. Es un hombre muy fuerte a pesar de su tamaño- culminó, sonriendo.

-Cuando lo vea, le agradeceré- besó la cabeza de su esposa.

-Que seres vivos extraños son los titanes, ¿Verdad?- todos asintieron a lo dicho por Lai -¿Cómo habrán surgido en este mundo?- indagó especulativo.

-Según Gaia, son el posible producto de un experimento fallido con humanos, ¿No es así?- la nombrada, asintió -De hecho, pudo hilar el suero que utilizaron para crearlos-

-¿En serio?- cuestionó el esposo de esta.

-Si, es horrible, Keilot ¿Cómo alguien puede hacer algo como eso?-

-Nosotros nos preguntamos lo mismo, alquimista- dijo la voz de una joven llamada Mikasa, aterrizando junto a ellos -De hecho, nuestra búsqueda está enfocada en destruir al creador de esas criaturas-

-¡Vaya!- la hechicera, se acercó a ella -Eres sorprendente y muy veloz. Seguro que ya la conocen, ¿No es así, chicos?- ambos asintieron al unísono -Es un gusto volver a verte, Mikasa- le sonrió, pero ella, la miró indiferente.

-¿Dónde pasarán la noche, hechicero?- preguntó al vidente detrás.

-No lo sé, pensábamos en buscar un refugio aquí cerca- contestó, alejando a Dea de ella.

Algo en esa chica le causaba intriga y temor. Parecía que en cualquier momento, podría atacarla y acabar con ella. Aunque, esta última, ignoraba esa actitud.

-Bien, como son unos simples civiles- Miró indiferente a todos -Van a tener que venir conmigo al campamento de nuestro escuadrón- miró al cazador y a la alquimista -Les aconsejo que me sigan y sean rápidos, la distancia es muy larga-

Él cargó a su esposa en su espalda, dispuesto a correr a gran velocidad. Podía hacerlo sin cansarse o agotarse, por un largo tiempo. Por otro lado, el vidente, tomó en brazos a la hechicera para transportarse en esa direccion. Él tenía un gran poder mental y podía realizar esa clase de hechizos sin sufrir drenaje mágico.

-Disculpa, muchacha ¿Hacia que dirección queda el campamento?- Ella lo miró sin expresión.

-A unos tres kilómetros hacia el sureste- mencionó cubriendo su boca con una bufanda.

-Perfecto. Nos vemos allá-

Pronunció un hechizo y él, junto con la mujer en sus brazos, desaparecieron en el aire.

-Bien. Siganme-

Habló a los otros dos emprendiendo camino hacia el campamento.

-Dea, ya llegamos- le habló y ella se había dormido al materializarse -¿Otra vez?- sonrió y la besó en la mejilla.

Caminó despacio hacia un grupo de soldados que no habían apreciado su presencia. Estaban escuchando el relato de un joven sobre lo sucedido esa tarde.

-Tienen que creerlo, chicos...Esa chica, hizo algo sorprende con sólo palabras y energía en sus manos, le arrancó la cabeza a un titán de 10 mentros- contó entusiasmado a sus camaradas -Dijo algo como drago, drego slave o algo así-

Los demás lo miraron sin comprender nada. Eren al fin se estaba volviendo loco.

-En realidad, es Drag Slave-

Se acercó al grupo de soldados con la chica en sus brazos. Los demás ya lo conocían, excepto, el que hablaba.

-Es ella- afirmó, poniéndose de pie -¿Qué le sucedió?-

Preguntó, intentando tocarla, pero se detuvo.

- Está dormida, sufrió drenaje mágico- le aclaró sonriendo - Tú debes ser Eren. Ella me habló de ti- el chico, asintió.

-Si, soy Eren Jaeger, ¿Se pondrá bien?-

Cuestionó, preocupado, mirando a la hermosa muchacha.

-Si, sólo necesita descansar, ¿Podrías ayudarme?- la miró y le besó la sien.

-Si, claro. Sigueme- respondió un poco perturbado, por el interés que presentaba ese sujeto hacia ella - Tú eres Lai, ¿Verdad?- afirmó, iluminado.

-Si, es un placer conocerte- dijo sincero.

-Igualmente-

Contestó, abriendoles paso hacia una barraca.

En otra parte del camino, muy cerca de allí, un cazador y una alqumista, habían perdido de vista a la muchacha que los guiaba.

-Genial, la perdí- bufó exasperado -Quédate aquí, voy a intentar rastrearla-

Bajó a su esposa al suelo, en una calle oscura debajo de una pequeña farola encendida. El escuadrón, siempre encendía las luces para alumbrar el camino al campamento. Un ruido se sintió detrás de ella y se puso en guardia, juntando sus manos y transmutando una lanza como defensa.

-No creo que eso sirva para acabar con un titán- aseguró el Capitán desde las sombras -No tienes porque preocuparte, ellos tienen poca actividad de noche- suspiró aliviada.

-Capitán, es usted- soltó todo el aire en su sistema cuando él se acercó -Créame, pude deducir que no era un titan- sonrió, rascando su frente -Pensé que un depravado quería atacarme- aseguró.

-No hay depravados en mi escuadrón- habló serio y sin emoción -¿Qué haces a estas horas aquí sola?-

Se acercó un poco más a ella. Ambos tenían la misma estatura y podían mirarse a los ojos, sin problemas.

-En realidad, estoy esperando a alguien- le sonrió mirando a sus alrededores -Mikasa nos estaba guiando al campamento, pero la perdimos de vista. Entonces Keilot, fue a rastrearla, dejándome aquí- miró al capitán.

-¿Quién es Keilot?- preguntó indiferente.

-Mi esposo- respondió, sin mirarlo, divisando al cazador acercándose a ellos -Mire, allí viene-

El capitán, estaba en shock, no creyó que ella estuviera casada, de hecho, imagino que era madre soltera. Se veía una chica tan libre y propia de si misma, que no la imaginó atada a alguien.

-No imaginé que estabas casada- expresó serio.

-Yo tampoco- rió ante la idea de no tener esposo -Mira, Keilot. Él es el capitán del que te hablé hoy- mencionó cuando él llegó junto a ellos.

Él parecía un gigante junto al pequeño capitán de 1,60 y complexión delgada. Ambos eran fuertes a su manera, pero igualmente atractivos.

-Gracias por salvar a Gaia, Capitán- agradeció con respeto al hombre frente a él -Es un honor conocerlo. Soy Keilot Helsing, un cazador oriundo de Keisalhima-

-Era mi deber- comentó indiferente -El capamento queda a un kilómetro de aquí, en esa dirección- señaló hacia delante.

-Lo sé, llego de allí- le dió la espalda a su esposa -Sube, Gaia. Ya falta poco-

Ofreció, tan caballero como siempre.

-Ni lo sueñes. Iré caminando, sabés que no tolero tu velocidad de alfa- se dió la vuelta y emprendió camino -Gracias Capitán, nos vemos luego- se despidió sin mirarlo, levantando un puño hacia él.

-Mujeres- murmuró el cazador, mirándola -Gracias, Capitán- se despidió de este alcanzando a su esposa.

El capitán, aprovechó la oportunidad, se impulsó hacía el aire con ayuda de su equipo y levantar a la alquimista al vuelo, apartandola en un instante de su esposo.

-Sigueme, cazador- dijo con ella en brazos, que no entendia nada -A ver si eres tan rápido como dicen-

Él aceptó el desafío con gusto. Lo que más le gustaba, era medir fuerzas con otro hombre y con más razón, si el premió era su hermosa esposa.

-¡Oohh! Capitán, no debió hacer eso- mencionó, mirando hacia atrás por arriba de su hombro -A él le encantan los desafíos personales-

Sonrió, buscando a su esposo con la mirada, pero no lo encontró.

-Es un hombre común, como cualquier otro- aseguró taciturno -No creo que tenga nada de excepcional- finalizó en el mismo tono.

-Yo no diría eso si fuera usted- sugirió -Los cazadores por naturaleza, tienen muy buen oídio. Además, él no es un simple cazador, es un alfa. Algo poco común entre ellos- explicó erudita, como siempre -En batalla, Keilot puede ser tan rápido como un demonio e indestructible, como un ser celestial- lo miró sonriendo - Tan sólo, al escuchar el llamado de los suyos, puede convertirse en una bestia- el capitán la miró indiferente, no creyendo una sola palabra de lo que decía -No me mire así...Déjeme demostrárselo-

Ella bajó la mirada, aclaró su garganta y gritó desesperada, como si alguien la estuviera lastimando.

En un instante, una sombra se cruzo en la trayectoria de ambos, arrebatandola de los brazos del capitán, haciéndole perder el control de su arnes y casi cayendo al suelo, pero se sostuvo a penas en el aire.

Cerca de él, se encontraba de pie un jadeante cazador, cuya masa muscular, había incrementado considerablemente y sus ojos, se habían vuelto completamente verdes y brillantes. Era lo más parecido a una bestia. Incluso, se podía decir que, salían gruñidos jadeantes de su boca.

El capitán se incorporó, desenfundando sus hojas. Cualquier persona que viera al cazador en ese instante, pensaría que, era un humano a punto de convertirse en titán.

-Lo ve- habló ella en los brazos de él -Se lo dije, es lo más parecido a una bestia- bajó de los brazos de su esposo que se encontraba en transe -Agradezca que no sale sangre de mí, si no esto, sería una masacre- se acercó al capitán bajando sus hojas -Yo me encargo- volvió hacía el cazador y lo tomó del rostro -Hola, Keilot- habló dulce mientras los ojos de él, cambiaban.

-¿Gaia?- murmuró, mirándola -
¿Estás bien, amor?- ella asintió. La actitud defensiva y su cuerpo, cambiaron en un instante -¿Por qué gritaste así?-

La aferró del rostro y ella no sabía que decir. No tendría que haber hecho algo como eso, Keilot era muy peligroso en ese estado.

-Pues veras...- tocó su cuello buscando su dije y no lo encontró -¡MI FLAMEL!-

Gritó desesperada, buscando a su alrededor. El capitán se acercó a ellos.

-Tendrías que unirte a nosotros, cazador. Serías una gran arma contra los titanes- el nombrado, lo observó sin interés.

-No quiero faltarle el respeto, Capitán- lo miró serio -Pero su oferta, no me interesa. Estamos de paso por aquí- se acercó a su esposa -¿Lo encontraste?- preguntó.

-No- respondió ella - Tú sabés lo importante que es ese flamel para mí. Tenemos que encontrarlo-

-Sugiero que lo que estén buscando, lo hagan mañana- habló serio a la pareja de esposos -No lo encontraremos a esta hora, sigamos- ordenó, retomando su camino.

-Él tiene razón, Gaia. Mañana a primera hora lo buscáremos-

-Si, está bien. Vámonos-

Contesto triste, caminando junto a su esposo y siguiendo el rastro del capitán.

En otra parte, precisamente en el campamento militar,una hambrienta Dea, despertaba en un catre por el olor a comida.

-¡Comida!-

Exclamó, incorporándose e intentando correr hacia el olor.

-¡Alto ahí, señorita!- la detuvo el joven soldado, entrando a la barraca con un plato de comida -¿A dónde creés que vas?- preguntó y ella, se sentó en su lugar.

-¿Qué haces aquí, Eren? ¿Y dónde está Lai?- cuestiono a la defensiva.

-Cuando los otros reclutas averiguaron que era un vidente, lo obligaron a predecir su suerte- se acercó a ella, entregándole su plato -Come- ordenó.

-Gracias- se metió un trozo de pan a su boca -Pobre Lai, no me gustaría ser él en este momento- rió ante el infortunio del padre de su hija. El joven frente a ella, la miraba con intensidad -¿Qué?- preguntó con la cuchara en su boca.

-Nada...Es sólo que, siempre estás riendo- dijo sin mas. Lo miro extraño, más que extraño -En esta parte del mundo, las personas no ríen como tú-

Aclaró la pregunta silenciosa que ella le dió con la mirada.

-Créeme, no lo hago por placer. Estoy riendo para no llorar todo el tiempo- aseguró sin una pizca de mentira -Estamos de salida por aquí, porque es la única manera de llegar a Keisalhima por tierra para recuperar a mi hija, a través del paso penínsular de Aerugo-

El hambre se había ido de su sistema. No podía probar un bocado más.

-¿Qué pasó con ella?-

Cuestionó serio. No podía creer lo que le estaba contando, ¿Qué clase de persona secuestraria a una niña pequeña?

-Hace unos días atrás, la robaron en el parque junto con mi sobrina y la alejaron de mí- desvío la mirada y se limpió una pequeña lágrima con rabia -Disculpa, tengo que ir por Lai- se puso de pie y le devolvió el plato, sin mirarlo -Gracias por la comida- salió de la barraca, sin mirar atrás.

-Eso no me lo esperaba-

Fue lo único que murmuró al verla partir de allí.

-Caballeros- habló la muchacha a todos los presentes, parándose sobre una mesa para llamar su atención -Lamento informarles que, el show de magia y adivinación, terminó- bajó de allí y se acerco al vidente -Vámonos, Lai-

Lo tomó de un brazo y lo sacó de allí. Ya había tenido suficiente de esas personas.

-Gracias- suspiró, cansado -La mayoría de ellos, iba a morir en unos días. Prácticamente, tuve que inventar las últimas visiones- aseguró, aterrado.

-Me lo imagino, ¿Has visto a Gaia?- preguntó.

Como si fuera invocada, la alquimista, apareció detrás de ella con su esposo.

-Aquí estoy- dijo triste -Dea, perdí mi Flamel- miró a su hermana -Tenía planeado colocárselo a Ivi cuando la encontremos-

Su voz se quebró, tapando su boca para no sollozar y ella, la abrazó.

-No te preocupes, mañana antes de partir, lo buscaremos- ella asintió -Ven, vamos a comer-

El grupo, se dirigió donde repartían los alimentos para la cena, siendo observados a la distancia por un capitán de mirada gris.

-¿Por qué los observa tanto, Capitán?- preguntó Eren, mirando a la hechicera y al vidente que reían -¿Sospecha de algo?-

-Esos cuatro, son un equipo indestructible- indicó, sin señalar a nadie. Observando a la alquimista y al cazador. Había algo en ella que no podía dejar de mirarla -El cazador, se vuelve una bestia en batalla. El vidente, según me dijeron, acabó con los titanes con sólo señalarlos e invocar hechizos breves- expresó, neutro -Y ellas dos, la alquimista y la hechicera, son las hermanas de la destrucción-

Volteó en otra dirección sin decir una palabra más.

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