Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Despedida

El grupo de cuatro personas, constituido por una alquimista, un cazador , una hechicera y un vidente. Se encontraban dentro de la oficina del Capitán Levi, para aclarar una situación reciente.

-Estoy muy decepcionado de ustedes cuatro-

Habló neutro a las personas presentes que, presentaban heridas y raspones en su cuerpo, al igual que él.

-¡Ahora llamará a nuestros padres y nos expulsarán!-

Exclamó la hechicera, sin darle importancia al asunto y como si se tratara de una situación escolar. Las hermanas estallaron en carcajadas y los dos hombres detrás de ellas, hicieron muecas para no reír. El capitán, las hizo callar con una fría mirada.

-¿Le parece gracioso, señorita Dea?- bajaron la mirada por sus palabras -A mí no me parece gracioso, que haya destruido media ciudad, herido a una centenar de cadetes, entre ellos a mí y por último, dejado inconsciente a nuestra única arma contra los titanes-

Señaló a Eren, que se encontraba sobre un catre con heridas, raspones y moretones en todo su cuerpo.

-Lo siento- murmuró ella -Pero los reclutas me lo...-

-Esperé, esperé, todavía no he terminado con mi sermón- la interrumpió -¿A usted le parece divertido, señorita Gaia? Provocar un sismo tan grande con su alquimia, que destruyó la otra mitad de la ciudad- se acercó a ella, mirándola a los ojos.

-No, señor- contestó seria -Mi alquimia, era lo único que podía detener el poder de mi hermana- excusó.

-Usted diga lo que quiera, pero la mitad de mi escuadrón salió expulsado por los aires, por su imprudencia- contestó frío -Si hubiera sabido que ambas eran tan destructivas, ante ninguna circunstancia, les hubiera permitido ingresar a la ciudad- respondió firme -Voy a tener que castigarlas-

-¿¡Castigarlas!?- preguntó a la defensiva, el cazador. El capitán, lo miró indiferente -¿Acaso usted perdió la cabeza?-

-Usted no puede castigarlas o enjuiciarlas, Capitán. Nosotros no somos oriundos de este lugar- respondió Lai, sin titubear -Al no ser ciudadanos de aquí, no puede hacer eso- él tenía razón.

-Usted tiene razón, vidente. Pero van a tener que pagar por lo que hicieron, de alguna u otra manera- respondió neutral -Tendrán que reparar la ciudad y además, sellar la entrada para posibles titanes- dijo en el mismo tono.

-¿Eso es todo?-

El Capitán asintió, mirando a la alquimista cuando habló.

-Si, es todo. A pesar de que destruyeron la ciudad, acabaron con todos los titanes, en cuestión de minutos-

Una leve sonrisa, casi imperceptible, apareció en el rostro del hombre. Provocando terror en los presentes que, se abrazaron entre ellos como acto reflejo.

-¿¡Qué es eso!?-

Preguntó la alquimista, aferrada a su hermana que la abrazaba.

-¡Es horrendo!- acotó ella y él, las miró ofendido.

-Así sonrio, señoritas. Pueden retirarse- el grupo se estaba por salir -Gaia, espera, tú vendrás conmigo- Ella miró a su esposo y este, asintió.

-¿Qué hacemos aquí, Capitán?- preguntó, mirando un gran hoyo en una parte de la muralla.

-Este será tu trabajo. Tendrás que sellar esta entrada con alquimia- Respondió como siempre.

-No puedo hacerlo, nuestro auto se encuentra del otro lado- miró al hombre junto a ella.

-Ya solucioné eso-

Un grupo de cuatro cadetes, ingresaba a la ciudad, tirando de un destrozado auto antes de que sellaran la entrada.

-Bien, gracias Capitán- juntó sus manos y la apoyó en la pared, rearmandola por completo -Con esto alcanzará-

Se tambaleó un poco y el Capitán, la sostuvo para que no cayera.

-¿Estás bien?-

Preguntó el capitán, limpiandole la nariz con un pañuelo que despedía sangre. Ella apartó su mano.

-Si...- respiró profundo -Eso se llama, principio de intercambio equivalente- explicó, sosteniendo su nariz -Prácticamente, acabo de transmutar a partir de la nada. Use mucha energía, para poca materia- mencionó, extrayendo el pañuelo que Armin le había dado esa tarde de su mochila -No se preocupe, estaré bien-

Se apartó y se acercó al automóvil.

-Aquí seguimos usando caballos- aseguro él, mirando el vehículo con cautela -¿Cómo funciona?- preguntó.

-Eso es fácil. Tiene un motor de combustión interna. Al quemarse combustible a través de unos pistones y una fuente de ignición, genera energía interna que, a su vez, se convierte en cinética para que el auto se mueva- abrió el capo del mismo.

-Eso es asombroso-

Dijo él en pocas palabras que se acercó a mirar dentro.

-¿Verdad que si?- lo miró sonriendo -Parece que todo está intacto, pero necesitamos de un experto para esto-

Colocó dos dedos a su boca, silbó al aire y se acomodó en el auto, esperando a esa persona.

-¿A quién acabas de llamar?- preguntó el Capitán.

-Esperé y verá-

A los pocos minutos, apareció Keilot frente a ellos un poco agitado por la carrida. El capitán Levi, lo miró, molesto. Ese hombre era excepcional, no parecía humano y eso, le molestaba.

-¿Me llamaste, bonita?-

Preguntó dulce y caballeroso, como siempre. Bueno, como siempre fue con su esposa y con el resto de las mujeres que rodeaban su vida. Ella rió, no importaba a cuantos kilómetros de distancia estuvieran, él la escuchaba.

-Si, mira lo que nos trajo el capitán- levantó el capo del auto para que él mirara -¿Cómo lo ves?- se acercó.

-El motor parece completo. Tendríamos que encenderlo para ver si funciona- ella asintió y se introdujo dentro -Ahora, Gaia- le dio marcha y el auto, encendió.

-¡Si!- golpeó feliz el volante -Ahora me toca a mí- salió de interior y se dirigió al otro hombre con ellos -Disculpe, Capitán ¿Podría conseguirme algo de metal o acero?-

Preguntó. Él miró a su alrededor y lo único que vió fue, su equipo y unos cañones sobre la muralla.

-¿Cuánto necesitas?- preguntó neutro -Allí arriba hay unos cañones, el problema sería bajarlos-

-Descuide, podemos bajarlos- aseguró -Ven, Keilot-

Se acercó a ella que transmuto una plataforma, hasta llegar a la cima de la muralla. Su esposo, sin dificultad, empujó en cañón sobre la plataforma y bajaron.

-¿Lista, bonita?-

Preguntó a su esposa, cargando el cañón y colocándolo sobre el auto.

-Nací lista-

Juntó sus manos una vez más y las colocó sobre el auto, dejándolo intacto y mucho más grande de lo que era.

En otra parte de la ciudad, una hechicera acompañada de un adolescente, que se convertía en titán, arreglaban los edificios menos destruidos.

-Curó las cicatrices del declive-

Pronunció con los ojos cerrados y el edificio, quedó intacto.

-No entiendo, ¿Cómo puedes hacer eso? Es asombroso- mencionó el joven titan -Lo mismo que tu amigo-

Señaló a Lai,ñ que estaba a unos metros de ellos.

-¿Quieres saberlo?- él, asintió -Los hechiceros, descendemos de la mezcla de diversas razas. Somos los híbridos entre los dragones antiguos y los humanos. Pero algunos de nosotros, descendemos de los seres celestiales- Miró, significativamente, al padre de su hija. Él no entendía nada, pero la escuchaba, atentamente -Así nacieron los maestros hechiceros. De ellos heredamos la habilidad de usar magia. Mientras más lejos llegue nuestra voz, más duradero será el hechizo- explicó -Excepto yo, que soy la Hechicera de la Luna y manejo la magia del silencio- movía sus manos produciendo chispas rojas -Eso se llama hechicería de las palabras, podemos manejar la energía que fluye en nuestro cuerpo y la del universo a través de eso, ¿Entiendes?-

-Si, entiendo ¿Tu hermana también maneja la energía?- preguntó.

-No, ella maneja la materia, la reconstruye y la descompone de manera constante. La alquimia es totalmente diferente a la hechicería- sonrió, ella y su hermana, eran únicas -Rayo de luz regeneradora- reconstruyó otro edificio.

-Eso es diferente- dijo el muchacho.

-Si. Un viejo amigo me dijo una vez, que el poder se concentra en saber elegir bien las palabras-

Explicó, nuevamente, mirando sus manos y sentándose en una ventana cercana.

-¿Estás bien?- preguntó, acercándose a ella y tomando un largo rizo de su cabello -Tu cabello es hermoso- susurró.

-Si, estoy bien. Es sólo que, es cansado- quitó su rizo de las manos de él y silbó en dirección al vidente, que se acercó -Lai, ¿Me curas?-

Preguntó, mirándolo. Ese hombre le encantaba y ahora, más que antes.

-Si, preciosa. Dame tus manos-

El joven con ellos lo miraba extraño. Según podía ver, ellos tenían algún tipo de relación

-Resurrección-

Pronunció y una luz blanca rodeó las manos de la hechicera.

-Muchas gracias-

-Por ti, mi vida...Lo que sea- la abrazó por los hombros -¿Quieres que cure tus heridas, Eren?- preguntó amable.

-No, gracias. Puedo regenerarme sólo. Es el poder del titán-

Aseguró, mirando a ambos con disimulo.

-A ti te inyectaron el suero, ¿No es así?- él asintió -Debiste haberte sentido muy confundido la primera vez que te paso, ¿Verdad?- tocó el rostro del joven como una madre.

-Si, pero Mikasa y Armin, me ayudaron mucho- respondió disfrutando de su tacto.

Un temblor se sintió bajo los pies de todos que se pusieron en guardia de inmediato para la batalla.

-¿Titán?- preguntó el vidente a sus compañeros.

-No, Gaia-

Aseguro ella. Al terminar de decir eso, todos los edificios volvieron a su estado original, en un instante.

-Vaya, es muy buena- el chico titán, estaba mas sorprendido que antes -Ahora gracias a ustedes, podremos regresar a repoblar esta ciudad- tomó las manos de la hechicera entre las suyas -Muchas gracias-

-Fue un placer-

Él levantó las manos de ella y las beso como todo un galán, pero la muchacha las apartó, lentamente.

-¿Pensaron en quedarse con nosotros?- preguntó ilusionado -Serían de gran ayuda-

-Ya lo hablamos- respondió Lai, más que serio -No nos quedaremos Eren y cuando recuperemos a nuestras hijas, volveremos a Amestris- finalizó.

-Bien- respondió igual que él -Estaremos aquí si cambian de opinión- se alejó de ellos.

El ruido de motor y bocinas, se sintió por todo el lugar. Eran Keilot y Gaia arriba del vehículo.

-Chicos, lo arreglamos- indicó está última desde la ventanilla -Ahora podremos continuar-

-Perfecto, hermanita ¿Cuándo partimos?-

Se acercó a ellos corriendo hasta el auto.

-Ahora mismo, si quieren- aseguró su cuñado, bajando.

-Me parece bien. Tendríamos que abastecernos de provisiones y conseguir un mapa- sugirió su amigo.

-Bien, separémonos. Nosotros conseguiremos provisiones y ustedes chicas, buscarán un mapa-

-Perfecto. Sube, Dea. Iremos al campamento-  abrió la puerta del auto -Seguro que allí hay un mapa-

-En una hora nos vemos en el centro de la ciudad- subió al auto y los saludó dentro -Adiós, cuidense-

Las hermanas de la destrucción, como les decía el Capitán Levi, llegaron al campamento en cuestión de minutos. Los reclutas y cadetes les informaron que, el único que podría tener un mapa sería el capitán. Ahora, la alquimista, se encontraba esperándolo fuera de su barraca, mientras su hermana, se encaminó a despedirse del chico titán.

-Capitán...Capitán Levi- corrió hasta él cuando lo vió -Ya terminamos de reconstruir la ciudad y es el momento de seguir con nuestro viaje- él la observó serio -Quería saber, si usted, tendría un mapa para nosotros- preguntó, entusiasmada.

-Si- abrió la puerta de su barraca -Pasa-

Pasó de él, impregnando sus fosas nasales con su dulce olor a jazmines, quedando estático en su sitio. Nadie en esas tierra, poseía ese olor natural en la piel.

-Capitán, ¿Le ocurre algo?-

Él negó con la cabeza y caminó, tranquilamente, hacia unos estantes para buscar un mapa.

-Aquí tienes- le tendió un rollo -Fue un gusto conocerte, Gaia Curtis-

Ella sonrió como siempre, tomando el mapa entre sus manos.

-Lo mismo digo, Capitán Levi. Espero volver a verlo- dijo sincera -Que tenga una buena vida. Adios-

Se despidió, saliendo de la barraca, sin mirar atrás.

-Adiós... Algún día volveré a verte. Lo juro-

Lo único que quedó de ella, en ese lugar, fue su embriagante olor a jazmines.

-¿Quién soy?-

Tapó los ojos del muchacho que se encontraba junto a su hermana adoptiva, colgándose de él. Ella era pequeña y delgada, el comparación con Mikasa, que era alta y atlética.

-La única hechicera que conozco- apartó las manos de sus ojos y volteó a verla -¿A que se debe el honor de tu presencia?- Ella rió.

-¿Cuál honor?- volvió a reír, cuando sus pies tocaron el suelo, empujándolo -Sólo venía a despedirme de ustedes- el semblante del chico, cambió.

-¿Ya se van?- preguntó triste.

-Si, así es, ya nos vamos- se acercó a él y lo abrazó -Fue un enorme placer conocerte, chico titán. Te prometo que cuando todo esto acabe, te llevaré a conocer el océano- se separó de él y besó su mejilla.

-Espero que así sea, hechicera de la luna- tocó los rizos de ella, por última vez -Aquí estaré cuando regreses-

Se estremeció, incómoda. Esas palabras tenían un doble sentido.

-Fue un gusto conocerte, Mikasa. A ti también te llevaré a conocer el mar. No permitiré que me dejes sola con él- señaló al susodicho y ella asintió, convencida -Adiós, chicos. Cuídense-

Los saludó y se partió corriendo de allí, hacia el auto que conducía su hermana.

-Hasta pronto- él se alejó, sin querer verla partir.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro