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•~𝓢𝓲𝓶𝓹𝓵𝓮𝓶𝓮𝓷𝓽𝓮 𝓪𝓶𝓲𝓰𝓸𝓼~•

Dedicado a KeyaruSKZ  ♡

La melodía que producía el ávido latido de sus corazones llenó la habitación.

Bajo las sábanas, con el brazo ceñido a la cintura de Jisung, Minho respiraba al ras de su cuello soltando en cada exhalo un ápice de sus sentimientos, los mismos que debía reprimir en contra de su voluntad al salir de la habitación.

Se aferró aún más al chico al sentir que se movía, y en un arrebato de pertenencia no quería dejarlo ir.
Deseaba cerrar sus ojos y no pensar en nada mientras su corazón se desbordaba en latidos, sus piernas se enredaban en las contrarias y no percibía el pasar del tiempo. Pero era imposible para Minho apagar su mente sabiendo que sus horas de felicidad estaban contadas.

Durante la tarde apenas el tiempo bastó para compartir unas cuantas miradas. Y en silencio, durante el concierto de su tour por los Estados Unidos, hablaban mediante el brillo que emanaban sus vastas pupilas cada vez que se cruzaban, sin llegar a requerir una palabra.

Era gratificante sin duda el cúmulo de personas desesperadas por una foto suya o siquiera poder verlo sin una pantalla de por medio. De alguna manera aquello hacía sentir importante al Minho que, aunque nadie llegara a imaginarlo, sentía a veces que no era suficiente.

Es difícil sentirte mal cuando lo tienes todo. Batallas por encontrar algún motivo que valide el desastre en tu interior, porque para el resto eres perfecto. Cometer errores llega a ser un delito y sentirse humano es un pecado cuando has aceptado valerte por completo a desconocidos.

Para Minho se sentía tan bien perderse en el marrón de aquellos orbes que, aunque podía ver cada día, expresar lo que provocaban en él era simplemente imposible. No porque su habilidad lírica fuera un tanto mediocre, ya que él cree que cuando hay inspiración nunca sabes que esperar de tí mismo. Sino que aunque esté ahogándose con sus propias palabras, jamás podrá escupirlas al mundo y continuar con su vida como si nada.

Minho últimamente se sentía muy humano, y arrastraba ese sentimiento desde que logró debutar en Stray Kids junto a los demás miembros. Pero tiene la certeza de que nunca se había sentido tan libre como aquellas noches en la habitación del hotel, donde, incluso si su tiempo no era más que la efímera vida de las hojas en otoño, podía despojarse de cada hecho, cada suposición que ante cámaras cada vez era más difícil de sostener, y como una mentira al final se derrumba de la peor manera que puedas imaginar.

Minho sabía que uno de los sacrificios que suponía su carrera era parecer lo menos humano posible. Actitud perfecta, vestuario perfecto. Incluso si eso implica ocultar emociones o sentimientos debía hacerlo, pero si alguno de sus superiores le ordenaba lo contrario no le quedaba otra opción que obedecer.
Prácticamente una marioneta. Aunque eso no quitaba que a veces podía estar muy feliz.

—Minho...

—¿Uhm?

Lee no lo había notado pero su pierna ahora se encontraba por sobre las de Jisung, haciendo la distancia entre ambos aún más corta, sin embargo sus miradas no llegaban a encontrarse.

—Creo que, es mejor que te vayas.

Minho arrugó el entrecejo, más bien por la sorpresa y lo tan repentino de esa orden que, normalmente, y en noches anteriores, se presentaba más tarde.

—Quedémonos así un ratito más. —El mayor se acomodó en la cama, sin llegar liberar a Han de su agarre.

—Yo también quiero, sólo que...

—Hey, tranquilo, a esta hora nadie va a molestarnos.

—Lo sé, pero...

—Shh. —Llevó el índice a sus labios.

Ambos guardaron silencio, Jisung no entendía porqué y sólo se quedó inmóvil, permitiéndole a Minho tomar cualquier decisión. Este no perdió el tiempo y tiró con delicadeza su hombro, dándole a entender que se diera la vuelta.
Las sábanas se enredaron en las extremidades de Han, provocando una pequeña risita por parte del mayor, quien luego lo ayudó a liberarse

La luz de la lámpara era la misma, pero como si se hubiera intensificado, Minho reconoció a la perfección cada facción de Jisung, cada extremo que esa noche fue marcado por sus dedos.
Han cerró los ojos dejándose llevar por la suaves y frías caricias que eran depositadas en sus mejillas.
Sus manos se hallaban juntas bajo el rostro, cuál niño, y a Minho no podía parecerle más tierna la manera en que este prefería descansar.

—Tus manos están frías.

Minho no se percató todo el tiempo que estuvo acariciando la piel de Han, que, sentir sus manos entre las del chico para luego comenzar a ser frotadas en un intento por devolverles algo de calidez, también trajo a su rostro una sonrisa.

—Casi siempre tienes las manos heladas, debes cuidarte más.

Continuó frotando en un arduo esfuerzo por volverlas algo más cálidas, y en la oscuridad de la habitación, Minho optó como mejor opción cerrar su mano, entrelazando sin previo aviso los finos dedos de ambos.

—Las dejaré helar si esto ocurre más seguido.

Minho no logró divisar siquiera la expresión de Jisung, y fue aún más difícil descifrar su silencio.

—¿Qué harás mañana?

Al oír la pregunta Jisung pareció salir de su trance.

—¿Por qué tan de repente?

—No sé, te quedaste en silencio.

El menor soltó la mano de Minho para poder acomodarse en su lugar.

—Estaré con Binnie y Chan, al parecer tienen una idea para nuestro próximo lanzamiento.

—Esos dos sólo piensan en trabajo, ¿de verdad tienes que ir?

—Es lo ideal, No quiero dejarle todo el trabajo a Chan. Dijo que necesitaría mi ayuda, ya sabes.

Minho soltó un suspiro pesado.

—Bueno, será para la próxima entonces.

—Lo dices como si nunca nos viéramos —dejó escapar una pequeña risita—. ¿Qué planes tenías?

—Hey, No pienses que te lo diré, ni siquiera irás.

—¿Me estás obligando a ignorarte durante el resto del tour?

—Tú no harías eso.

—Claro que sí. ¿Acaso no eres tú quien me busca todo el tiempo? Hasta nuestros fans saben que estás loquito por mí.

Minho dejó escapar una carcajada.

—Que egocéntrico, Jisung, nunca lo esperé de tí.

—Ya pero hablando en serio, ¿me lo dirás?

—En realidad no es la gran cosa, quería invitarte a recorrer las calles de Estados Unidos, ya sabes, no hemos tenido tiempo para conocer un poco esta gran ciudad. Sólo trabajo y más trabajo.

Comenzó a dibujar círculos con su índice sobre la delgada tela que cubría el brazo de Jisung.

—Aún tenemos más días, no hay porqué apurarse.

—Claro, no es como si tuviéramos que prepararnos para más conciertos en los siguientes días.

—Minho, no pensé que ese lado tuyo regresaría. Me encanta tu ironía.

—Pero más te gusto yo, admítelo.

—Tienes razón.

Dejó de estar acostado para quedar con la espalda reposando en el respaldo de la cama, y la mirada al frente en un punto fijo, pero que al mismo tiempo resultaba completamente insignificante.
Minho hizo lo mismo, sin embargo sus ojos sólo lo veían a él, cómo todos los años anteriores.

La tenue luz de la lámpara en los mesita acariciaba sus pieles apenas, en un intento por descubrirlos, pero fue imposible para la misma dar con el rostro de Minho, absorto en los cabellos despeinados del menor.

Se acercó entonces con suma lentitud para quitar uno aleatorio de su frente, con la vaga excusa de que aquello interfería en su visión, pero que poco importaba en el ambiente del cuarto.

—Jisung.

—¿Uhm?

—Prométeme que nunca te vas a ir.

Jisung pareció no entender. Pretendía soltar una carcajada pero sintió la brusca seriedad del asunto. Minho no solía ser tan expresivo con sus sentimientos o emociones internas. O al menos con él no lo hacía muy a menudo, siendo al revés siempre era quien lo consolaba cuando a veces quería dejar todo atrás.
Tragó pesado y respondió.

—¿Por qué me iría?

—Me refiero, a que nunca te irás de mi vida. Suelo pensar a veces lo efímero que resulta todo y no quiero que lo nuestro lo sea, que cuando nuestro contrato acabe cada uno siga con sus vida por separado, no quiero alejarme de tí.

—Minho...

—Jisung, sé que tal vez suene un poco cursi, pero por favor prométeme que seguiremos juntos hasta el final.

Jisung no sabía qué decir. Para él era un rotundo sí, pero no salían palabras de su boca. Fue como si en un momento se olvidara de todo aquello que conocía. Como si su pequeño campo de visión (apenas servible para enfocar los ojos de Minho), lo atrapara y obligara a no apartar la mirada.
Sé quedó absorto y volvió al sentir el ahora cálido tacto de Minho sobre su mejilla. Solía agradarle el contacto, más aún si provenía de Minho, pero en ese momento estaba seguro que el carmesí de su corazón había mudado a su rostro y se sintió repentinamente cohibido.

—¿Por qué piensas eso ahora?

—Ya te dije, tengo miedo —confesó—. Tengo miedo de no ser lo suficiente y que te alejes de mí. A veces también me da miedo lo que los demás digan, lo que nuestros compañeros o la empresa vayan a hacer si nos descubren. No quiero fingir ser tu amigo para toda la vida, Jisung.

El menor sólo pudo hacer una mueca de tristeza. Había oído esas palabras antes pero no supo en qué momento Minho se volvió tan sincero.

—Algún día, cariño.

—Pero es que llevo esperando ese día desde que te ví por primera vez. ¿No es demasiado?

—No lo sé.

Desconocía el tiempo que significaba "algún día'. Podría ser mañana, en una semana, un mes, varios años. Para Jisung era el consuelo que podía darle a Minho si preguntaba cuándo sería ese día. Pero la verdad era que ninguno tenía la certeza de que siguiera ese momento llegaría.

Su mirada cambió pronto a una de preocupación cuando no hallaba la respuesta, pero encontró consuelo en los brazos de Minho, quien lo que menos quería era arruinar su noche con inciertos.

—Lo siento, cariño. No pensemos más en eso ¿sí? —Depositó un corto beso en la cabeza de Han mientras este miraba a la nada, acurrucado en sus brazos.

Y, sinceramente, para Minho ese era el paraíso puro. Solía disfrutar tomarlo del brazo en diversos programas de variedades o dejarse abrazar por la espalda en algún concierto sólo porque necesitaba estar cerca de él. Pero tenerlo entre sus brazos, en medio de la noche y con las suaves caricias de una tenue luz sobre sus pieles, se volvió una de sus escenas favoritas.

—Oh, casi lo olvido. —Enderezó su cuerpo para alcanzar el primer cajón del velador que Jisung le había facilitado. Rebuscó entre todo el desorden que allí había, porque sí, Minho a veces podía ser un total caos incluso si aquella no era su habitación, y había llegado hace cinco días al hotel.

Jisung lo miraba expectante apenas logrando distinguir la figura de Minho que le daba la espalda. Esperó hasta que lo vio ahora sujetando una cajita entre sus manos, entonces volvió a sonreír y todo lo malo que pudo haber sentido antes se esfumó cuando la cajita fue abierta.

—Tenía pensado dártelo en algún otro lugar de la ciudad. Ya sabes, un parque, la plaza, también dicen que los bares aquí son muy buenos, ¿lo sabías?

—Claro, ¿qué esperabas? Es Estados Unidos.

—Es verdad, pero creo que sería arriesgarse demasiado el dártelo en público.

Ambos asintieron sintiéndose tristes por tener que esconderse.
Minho solía demostrar siempre lo mucho que apreciaba a Jisung y eso stay lo sabía muy bien. Y aunque su empresa lo hiciera pasar por algún tipo de servicio para complacer a los fans que ansiaban verlos juntos, ellos en verdad se divertían mucho, incluso haciendo pasar a veces lo real por ficticio cuando sus miradas siempre los delataban.

Minho quería demasiado a Jisung, y no pretendía nunca ocultar lo que sentía por él.

El menor sonrió cuando el brazalete fue colocado en su muñeca y se sintió aún más satisfecho cuando Minho hizo lo mismo con el suyo.

—Ahora podría decirse que me tienes atado a ti.

—Para toda la vida, cariño.

—También lo quiero. —Pasó de ver el brazalete a perderse en los brillantes ojos de Minho entre las penumbras.

[...]

—Esta también es preciosa.

Minho presionó sobre aquella canción que el chico había indicado. No la conocía, tampoco la banda. Había oído un par de veces tal vez pero no era de su gusto.

Rápidamente una melodía irrumpió el silencio de la habitación. Era algo tan sencillamente hermoso. Sintió la paz en su mente al instante y comenzaba a despojarse de todas sus preocupaciones, una a una iban siendo olvidadas en las notas de tan sólo el inicio de una balada desconocida.

Jisung le regaló una sonrisa al viento mientras observaba a su mayor, y el brillante en sus orbes marrones se expandía como el cielo. Aquel era su cielo y no pensaba abandonarlo sin antes probar un poco de aquello, soñarlo, vivirlo. Acercó su índice a la computadora y presionó sobre la tecla de volumen, aumentando con ello la alegría que su corazón sentía en ese instante.

—Amo esta banda. —Afirmó el menor emocionado, preparándose para el momento en que a la melodía se uniera la letra, y aquella para el chico no podía ser más perfecta.

Minho giró a verlo en el segundo en que oyó su voz. Era poco lo que lograba entender del idioma, sin embargo fue suficiente para saber que caería ante aquel joven como la primera vez que lo vio, y no dudó en quererlo, ni lo pensó mucho al admitir un enamoramiento prematuro del cual, en los más de cinco años que lo conocía, jamás se había esfumado.

"Wanting your love to come into me
Feeling it slow, over this dream"

Lee no apartó su vista del menor, y este seguía la letra en la pantalla pese a ya estar grabada en su memoria.

Interrumpió su canto para levantarse de la cama y caminar hasta el otro lado, donde extendió repentinamente su brazo hacia Minho.

Apenas divisable y con sorpresa que no era visible en su rostro, el mayor unió su mano con la contraria y así mismo su cuerpo cuando dejó a un lado la cama en que reposaba.
La calidez de Jisung traspasó su piel abandonando al frío constante que lo envolvía, y comenzó a correr esta vez con vehemencia su corazón.

Sintió como su diestra era con temor guiada a la cintura ajena. Pudo percibir el enorme esfuerzo que ponía Jisung por tomar finalmente la iniciativa. Era raro de su parte ese tipo de gestos y acciones en privado, cuando no era ordenado por el staff o guiado por el fanservice que todos tanto adoraban. Y contrario a como el resto pensaba, no era tan fácil para él abrirse a ese tipo de sensaciones.

Un escalofrío le recorrió cada una de las extremidades cuando su cuello fue rodeado por los brazos temblorosos del menor.

—No digas nada. —Se anticipó a alguna reacción de Minho ante tal escena que con la luz encendida llegaría seguramente a avergonzarlo.

Y no dijo nada.
Y le siguió el ritmo a un lento baile que acercaba sus rostros, y poco a poco hacía colisionar ambas respiraciones que desde un principio ansiaban unirse.

"I'm giving you all my, giving you all my
Giving you all my love"

El coro llegó, y así mismo seguían danzando lentamente. Jisung recargó en un momento su rostro en el hombro de Minho, fundiéndose en el aroma impregnado en su suéter y en él.
Su cintura permanecía presa por los brazos de su mayor y seguían, junto a la ventana y acompañados por el débil brillo de la luna que se colaba por un espacio de la cortina.

"Needing you now to come into me
Feeling it slow, over this dream
Touch me with a kiss, feel me on your lips"

Apenas se desplazaban, con pasitos tan delicados que se asemejaban a la música de fondo.
Minho sentía en su cuello la cálida respiración del menor, y aquello era más que suficiente para llenar su corazón de una alegría inmensa, la cual también provocaba que sus latidos comenzarán a duplicarse, y sus intentos por calmarlo fueran en vano.

—Because this is where I want to be.

Luego de cantar aquel verso, Jisung se alejó de Minho. Lo suficiente para poder mirarlo directo a los ojos (aquellos que no dejaban de brillar ni por un segundo en aquel cuarto oscuro), pero que también permitiera a ambas respiraciones mezclarse, en una distancia perfecta que camuflaba el carmesí en sus rostros, y a la vez unía sus corazones para que latieran ambos al segundo, cada segundo dos veces más que antes, tan idénticos y a la vez desiguales, en un contraste perfecto entre ambos.

Jisung se acercó decidido al chico, no siendo esto un impedimento para notar sus extremidades temblorosas. No era la primera vez que estaban tan cerca, y aún así se sentía como un niño, anhelante y extrañamente cohibido a su lado.

Sus labios se unieron finalmente con suavidad.
El corazón de Minho martillaba en su pecho, y estaba seguro de poder sentir el de Jisung contra sus dedos mientras se aferraba a su delgado suéter.

El coro volvió, siendo la melodía y letra perfectas para el momento. Sus labios permanecían juntos, y en lo que ahora parecía una pequeña danza entre ambos labios de quienes que no querían dejarse ir.

Y tal como esperaban aquello era celestial, igual que la canción que los acompañaba. Jisung se separó unos centímetros, los que parecieron casi imperceptibles. Su mirada cayó al suelo junto con una sonrisa que lo llevó a acariciar su boca y allí, aún en silencio, parecía ser el humano más feliz de la tierra.

Minho lo abrazó segundos después, haciéndolo encontrar otra vez la plenitud en la calidez de su cuerpo.

La canción acabó, y así mismo se reprodujo por enésima vez.

Cortaron el abrazo por falta de tiempo.
Minho maldijo al aire, Jisung guardó su descontento pero aún así su rostro lo delataba. No quería dejarlo ir. Porque pese a tener miedo a ser descubiertos por sus compañeros, la esperanza en los orbes de Minho lo reconfortaba, y convencía de que sentirse culpable no era válido, porque aquello no estaba mal incluso si algunos así lo decían.

Volvieron a la cama para ver la hora en la computadora, y quedarse allí unos minutos, navegando entre un sin fin de canciones que luego guardaban en una playlist para oír a la siguiente noche, o cualquier otra ocasión que les regalara la vida.

Minho giró a ver a Jisung y el mundo entero se detenía cuando ambas miradas colisionaban. Sus corazones como por obra del destino se ponían de acuerdo para latir al mismo tiempo. Y como de costumbre, igual que cada vez que se enfrentaban a las cámaras, hablaban sin requerir palabras.

Le dió un último beso sincero, lleno de sentimientos y caricias. De un deseo irremediable por no querer abandonarlo aunque sólo fueran a separarse por algunas horas y se levantó para dejar el último paso en la habitación.
Se volvía un círculo vicioso cada que caía la noche, y aunque doliera, impulsados por el gran afecto que sentían por el otro, regresaban. Una y otra vez, aún sabiendo que debían separarse y el día jamás sería testigo de ello.

Porque para el resto Minho y Jisung sólo eran amigos, incluso si sus miradas decían todo lo contrario.


























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02/02/2023

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