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Capítulo 163

Nejire fue despertada abruptamente por el sonido de explosiones en la distancia. Su corazón dio un vuelco, y rápidamente se levantó de la cama. Corrió hacia la ventana y vio cómo drones atacaban a lo lejos, sus luces rojas brillando en la oscuridad de la noche.

Sin perder tiempo, se preparó con su traje de heroína, su mente enfocada en una sola cosa: proteger a los inocentes y detener a los atacantes. Antes de salir, se aseguró de que Izumi e Izaya estuvieran bien. Encontró a Izumi y le dio instrucciones claras:

Nejire: Izumi, cuida de tu hermano y mantente segura. No salgas de la casa bajo ninguna circunstancia.

Izumi: Pero mamá...

Nejire: ¡Ya hablé!

Izumi asintió con seriedad, aunque su corazón ardía con el deseo de ayudar. Nejire salió volando hacia el lugar del ataque, sin darse cuenta de que Izumi, decidida a no quedarse al margen, la seguía en silencio, dispuesta a enfrentar el peligro para apoyar a su madre.

Nejire se dirigió velozmente hacia el epicentro del caos, sus ondas de energía cortando el aire a su alrededor. A medida que se acercaba, el ruido de las explosiones y los gritos se hacía más intenso. Los drones de Eggman estaban causando estragos, y la situación se veía desesperada.

Al llegar, Nejire no perdió tiempo y se lanzó al combate, utilizando su singularidad para disparar ondas de energía y desmantelar a los drones uno por uno. Su determinación era palpable, y su habilidad como heroína brillaba en cada movimiento. Sin embargo, la cantidad de drones parecía interminable, y la amenaza persistía.

Mientras tanto, Izumi, que había seguido a su madre, observaba desde una distancia prudente. Su corazón latía con fuerza, y aunque sabía que debía quedarse atrás, no podía ignorar la necesidad de ayudar. Recordó las enseñanzas de su padre y cómo siempre le había dicho que un verdadero héroe protege a los demás, incluso a costa de su propia seguridad.

Nejire, aunque poderosa y determinada, empezaba a sentir el desgaste de su energía vital. El patrullaje exhaustivo del día y la intensa batalla contra los drones de Eggman la estaban dejando sin fuerzas. Su respiración se volvía más pesada, y sus movimientos, aunque aún precisos, comenzaban a ralentizarse.

En un momento de distracción, un dron aprovechó la oportunidad y se lanzó directamente hacia ella, sus armas listas para atacar. Nejire levantó su brazo, pero supo que no tendría la energía suficiente para defenderse a tiempo.

Justo cuando el dron estaba a punto de alcanzarla, una explosión de fuego lo derritió en el aire. Nejire se giró sorprendida y vio a su hija, Nana, con su traje de héroe, incinerando a los drones que la rodeaban.

Nejire: Nana, ¿Qué estás haciendo aquí?

Nana: Salvándote, mamá. Se ve que necesitabas ayuda.

Nana levantó sus manos y lanzó una ola de fuego hacia los drones que se acercaban, convirtiéndolos en chatarra al instante. Su poder era impresionante, y su presencia le dio a Nejire el respiro que tanto necesitaba.

Juntas, madre e hija lucharon lado a lado, enfrentándose a los drones con una sinergia que solo la familia podía tener. Nana incineraba a los enemigos mientras Nejire utilizaba sus ondas de energía para desmantelar los drones restantes. La combinación de sus habilidades resultó ser letal para los atacantes.

A pesar del desgaste, Nejire sintió una nueva ola de energía al ver a su hija luchar con tanta valentía. Sabía que no estaba sola y que, aunque la batalla era dura, podían superar cualquier obstáculo juntas.

Mientras Nejire y Nana continuaban su batalla, Izumi, impulsada por su ira y determinación, utilizaba el One for All para enfrentarse a los drones. La energía fluía a través de su cuerpo mientras desataba su poder.

En medio del caos, Izumi activó la Cortina de Humo, cubriendo el área en una niebla espesa. Los drones parecían confundidos, pero solo por un momento. Izumi usó el Fa Jin en sus piernas, aumentando su velocidad y atacando a los drones con golpes devastadores.

Sin embargo, la cantidad de drones parecía interminable, y pronto varios la detectaron. Izumi se encontró rodeada y, a pesar de su habilidad, empezó a ser superada por el número y la intensidad de los ataques.

Justo cuando parecía que los drones la iban a abrumar, una ráfaga azul pasó a su alrededor, creando un tornado que los atrapó. Los drones fueron lanzados al aire, girando sin control. En ese momento, un látigo de energía vital los destruyó, dejando solo chatarra en el aire.

Izumi, sorprendida y aliviada, miró a su alrededor para ver a Sonic y Toshi llegar en su ayuda.

Toshi: ¿Qué carajos haces aquí? ¡¿Mamá sabe que estás aquí?!

Izumi: Bueno...

Sonic: Como si hubiera tiempo para discutir eso ahora.

Toshi levantó su brazo y desató una ráfaga de energía vital que destruyó los drones restantes a su alrededor, mientras Sonic se movía a una velocidad increíble, creando ráfagas de viento que desestabilizaban a los drones antes de que Toshi los terminara.

Mientras Izumi, Sonic y Toshi continuaban combatiendo los drones, un grupo de soldados con armaduras avanzaba desde el domo de Robotnik, emergiendo al exterior. La escena era una mezcla de caos y determinación. Dentro del domo, las singularidades no podían ser utilizadas, y el tiempo que pasaron sin poder hacer uso de sus poderes había generado una mezcla de frustración y ansias de acción. Ahora, al estar libres, los soldados estaban decididos a hacer todo lo posible para ayudar.

Al salir, los soldados rápidamente comenzaron a utilizar sus singularidades para contribuir en la batalla. Algunos generaban barreras protectoras, otros lanzaban ataques poderosos contra los drones, y algunos ayudaban a rescatar a los afectados por el caos. La sensación de libertad y la capacidad para usar sus habilidades una vez más les infundían una renovada energía y propósito.

Entre ellos, uno de los soldados, con una armadura que brillaba con un leve resplandor metálico, observó a unos drones que se alejaban de la zona de combate. Sus movimientos eran calculados y decididos. Reconoció la dirección en la que los drones se dirigían y comprendió que ese lugar podría ser de gran importancia.

Su singularidad le permitía rastrear y localizar objetivos con precisión. Mientras se preparaba para actuar, su mente trabajaba a toda velocidad, considerando las posibles implicaciones y estrategias.

—Voy a seguirlos.

Con una velocidad sorprendente, el soldado se adentró en la noche, siguiendo la pista de los drones que se alejaban. Su propósito era claro: detener cualquier amenaza antes de que pudiera materializarse y proteger el área que estaba tan cercana a él. La urgencia en sus movimientos era palpable, sabiendo que el futuro de la ciudad podría depender de su éxito en esta misión crucial.

El campo de batalla se convirtió en un torbellino de energía y destellos de singularidades mientras la familia unida combatía a los drones con una ferocidad implacable. Nejire, Izumi, Sonic, y Toshi luchaban codo a codo, sus habilidades se complementaban perfectamente.

Nejire utilizaba su singularidad para crear ondas de energía vital, las cuales barrían a los drones en su camino. Sus movimientos eran elegantes y precisos, cada ataque cuidadosamente calculado para maximizar el daño. A su lado, Sonic creaba tornados azulados que atrapaban a los drones, amontonándolos para que Toshi pudiera destruirlos con poderosos golpes cargados de energía.

Izumi, llena de una mezcla de ira y determinación, desataba el poder del One for All. Su BlackWhip se extendía como látigos oscuros, atrapando a los drones y lanzándolos contra el suelo con fuerza brutal. Usaba la Cortina de Humo para desorientar a los drones, dificultándoles el contraataque, y luego el Fa Jin en sus piernas para moverse a velocidades vertiginosas, destruyendo todo a su paso.

La sinergia entre ellos era innegable. Cada uno actuaba como una pieza esencial del engranaje, atacando y defendiendo con precisión. Pero en medio del frenesí, Nejire se dio cuenta de algo que la hizo detenerse por un momento.

Nejire: ¡Izumi! ¿Con quién dejaste a tu hermano?

Izumi, en medio de su ataque, se giró para responder, su expresión mostrando una mezcla de culpa y determinación.

Izumi: Yo...no tuve tiempo, mamá. Lo dejé solo en casa.

Nejire sintió un escalofrío recorrerle la espalda. La preocupación por la seguridad de Izaya la golpeó con fuerza, pero no había tiempo para más preguntas. Un grupo de drones se aproximaba rápidamente, y la batalla exigía toda su atención.

Sonic: ¡Cuidado!

Se lanzó hacia un dron que se dirigía hacia Nejire. Con un giro rápido, creó un tornado que atrajo a los drones restantes hacia él. Toshi, aprovechando la oportunidad, liberó una ráfaga de golpes que destruyó a los drones atrapados.

Nejire asintió, sabiendo que en ese momento lo más importante era mantenerse unidos y terminar con la amenaza.

Nejire: ¡Mantengámonos juntos! ¡No dejemos que nos superen!

La familia continuó luchando con renovada determinación, sus habilidades combinadas creando un frente impenetrable contra los drones. Izumi, a pesar de la preocupación por su hermano, se sintió fortalecida por la presencia de su familia. Sabía que juntos eran más fuertes y que podían enfrentar cualquier desafío que se les presentara. Pero en su corazón, la culpa por haber dejado a Izaya solo la perseguía, prometiéndose a sí misma no volver a cometer el mismo error.

Mientras la familia Midoriya luchaba con todas sus fuerzas contra los drones en la ciudad, un pequeño grupo de estos se había desviado y se dirigía hacia la casa de los Midoriya. Izaya, el hijo más joven, estaba solo y asustado.

Dentro de la casa, Izaya se escondía bajo la mesa del comedor, su pequeño cuerpo temblando de miedo. Los sonidos de las explosiones y el caos afuera lo aterrorizaban, y la oscuridad de la noche hacía que todo fuera aún más aterrador. A pesar de tener solo cinco años, Izaya entendía que algo muy malo estaba sucediendo, y que su familia estaba en peligro.

Izaya había heredado una singularidad de su padre, pero aún era muy joven y no tenía un control completo sobre ella. La singularidad se manifestaba de manera intermitente, a veces funcionando y otras veces fallando por completo. Esto solo aumentaba su miedo y su sensación de impotencia.

De repente, el sonido de los drones acercándose hizo que Izaya se encogiera aún más. Los drones rompieron la puerta principal y comenzaron a explorar la casa, buscando cualquier señal de vida. Izaya contuvo la respiración, tratando de no hacer ningún ruido que pudiera delatar su presencia.

Uno de los drones se acercó peligrosamente a la mesa donde Izaya estaba escondido. Las luces rojas que emitían sus sensores iluminaban el área, buscando cualquier movimiento. Izaya cerró los ojos con fuerza, deseando con todas sus fuerzas que los drones no lo encontraran.

En un intento desesperado, trató de usar su singularidad, concentrándose con todas sus fuerzas. Pero el miedo lo paralizaba, y su control era demasiado débil. Un pequeño destello de energía surgió de sus manos, pero se desvaneció rápidamente, sin causar ningún daño.

Los drones parecían cada vez más cerca, y el pequeño Izaya sentía que el pánico lo envolvía. Sabía que necesitaba esconderse mejor, pero no había tiempo ni lugar. La sombra de uno de los drones cayó sobre él, y sus luces rojas se fijaron en su escondite. El miedo lo consumió, y las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas.

Izaya: ¡Papá!

Justo en ese momento, un sonido de pisadas firmes y seguras se escuchó en la entrada. Un soldado con armadura pesada apareció en el umbral de la puerta, su figura imponente bloqueando la luz de la luna. Con una determinación feroz en sus ojos, el soldado levantó su arma y comenzó a disparar a los drones con precisión letal.

Los drones, al detectar la nueva amenaza, giraron sus armas hacia el soldado, pero este era implacable. Con movimientos ágiles y entrenados, destruyó uno por uno los drones que habían invadido la casa. Las explosiones llenaron el aire, pero el soldado no se detuvo hasta que todos los drones fueron reducidos a chatarra humeante.

El silencio cayó sobre la casa nuevamente, roto solo por los sollozos de Izaya. El soldado, viendo al niño asustado bajo la mesa, se acercó con cautela. Se arrodilló a su lado, su expresión suavizándose.

—Estás a salvo ahora, pequeño. No dejaré que nada te haga daño. 

Izaya, todavía temblando, miró al soldado con ojos llenos de miedo y desconfianza. El soldado, al notar la reticencia del niño, decidió hacer algo para ganarse su confianza. Lentamente, se quitó el casco, revelando su rostro. Al ver la cara familiar del soldado, Izaya sintió un alivio inmediato.

—Soy yo, campeón. No tienes que temer.

Izaya, reconociendo a su salvador, sintió una chispa de esperanza en su corazón. Aún con miedo, se acercó lentamente al soldado, quien lo levantó con cuidado y lo sostuvo en sus brazos, brindándole el consuelo y la seguridad que tanto necesitaba.

Antes de que la familia Midoriya llegara, el soldado se aseguró de que Izaya estuviera a salvo en la casa y luego se marchó silenciosamente, dejando al niño solo pero seguro. Justo en ese momento, la familia Midoriya llegó corriendo a la casa, alarmados por la amenaza de los drones. Al entrar, encontraron a Izaya en la sala, seguro y a salvo.

Nejire, con lágrimas en los ojos, corrió hacia su hijo y lo abrazó con fuerza.

Nejire: ¡Izaya! ¿Estás bien?

Izaya asintió mientras su madre lo revisaba, todavía afectado por el miedo, pero tratando de mostrarse valiente.

Izaya: Estoy bien, mamá.

Nejire y los demás lo abrazaron con fuerza, sintiendo alivio por encontrarlo a salvo.

Nejire: ¿Qué fue lo que pasó?

Izaya dudó un momento, pero decidió no revelar lo sucedido, tal y como se lo había pedido su salvador.

Izaya: No lo sé, estaba escondido.

Nejire lo abrazó nuevamente, agradecida de que su hijo estuviera bien. La familia, unida una vez más, se aseguraba de que Izaya estuviera seguro y reconfortado. Aunque no sabían del misterioso soldado que había salvado a Izaya, estaban decididos a protegerse mutuamente y enfrentar juntos cualquier desafío que se presentara.

Mientras la familia Midoriya se reunía y se aseguraba de que Izaya estuviera bien, el soldado se alejaba silenciosamente, asegurándose de no ser visto. Caminó con determinación hacia el domo de Robotnik, pero antes de irse, se detuvo y miró hacia la casa una última vez. En su mirada se reflejaba una mezcla de nostalgia y determinación, como si estuviera recordando algo importante.

Con un suspiro, bajó la vista y observó los restos de uno de los drones que había destruido, sujetándolo firmemente con su mano robótica. Los engranajes y cables colgaban inertes, un recordatorio de la amenaza constante que aún existía.

- Voy a ir por ti, hijo de perra.

Al amanecer del día siguiente, la ciudad aún llevaba las cicatrices del ataque devastador. Héroes de todas partes se habían reunido en la zona para ofrecer ayuda y asistencia a los heridos. La grieta en el domo de Robotnik había sido sellada, pero el daño ya estaba hecho, y el trabajo de recuperación apenas comenzaba.

Nejire, con su traje de héroe desgastado por la batalla de la noche anterior, estaba ocupada coordinando el traslado de heridos y asegurando que las provisiones llegaran a aquellos que más lo necesitaban. Su rostro, aunque cansado, reflejaba una determinación inquebrantable mientras trabajaba junto a otros héroes en la ardua tarea de reconstrucción.

En medio del caos y el bullicio, Nejire se encontró con Bakugo. El heroico pero conocido por su actitud explosiva, estaba de pie, con una expresión que mezclaba frustración y cansancio. Su rostro estaba endurecido, y sus palabras salían con el habitual tono áspero que lo caracterizaba.

Bakugo: ¡¿Qué demonios estás haciendo aquí?!

Nejire levantó la vista y lo miró con calma, a pesar de la dureza de sus palabras. Sabía que Bakugo estaba lidiando con sus propios demonios y que su actitud era una forma de afrontar la situación.

Nejire: Estamos aquí para ayudar, todos tenemos un papel que desempeñar. No podemos permitirnos dejar a los demás en la estacada.

Bakugo la miró, sus ojos aún llenos de una mezcla de rabia y dolor. Parecía que estaba luchando por controlar sus emociones, su mirada fija en el caos que lo rodeaba.

Bakugo: No me malinterpretes, no es que no quiera ayudar. Solo... no puedo soportar ver cómo todo se desmorona mientras nosotros solo podemos hacer tanto.

Nejire asintió, comprendiendo la frustración de Bakugo. La batalla no solo había dejado un rastro de destrucción física, sino también un peso emocional que era difícil de sobrellevar.

Nejire: Entiendo.

Bakugo resopló, pero su actitud pareció suavizarse ligeramente. Sabía que tenía razón, y aunque su temperamento seguía presente, un rastro de gratitud se asomó en sus ojos.

Bakugo: Tienes razón. Solo... ya me estoy hartando de esta mierda.

Nejire le ofreció una sonrisa comprensiva y luego se giró para continuar con su labor. Aunque la situación seguía siendo difícil y el dolor persistía, el simple acto de estar allí y apoyar a los demás era un paso hacia adelante en la ardua tarea de sanar y reconstruir.

Mientras Nejire continuaba su labor en la zona de desastre, su mirada se posó en su hermano, Senku, que estaba revisando meticulosamente la grieta del domo. Con su característica curiosidad científica, Senku estaba rodeado de equipos de medición y dispositivos técnicos, analizando los daños y buscando posibles soluciones. La grieta, aunque sellada, aún mostraba signos de inestabilidad, y Senku estaba profundamente concentrado en su trabajo.

Nejire se acercó con pasos decididos, su expresión de preocupación mezclada con esperanza. Al llegar a su lado, lo saludó con un gesto de ánimo.

Nejire: Senku, ¿cómo va todo?

Senku levantó la vista de sus instrumentos, sus ojos reflejando una mezcla de concentración y optimismo.

Senku: Ah, Nejire. Estoy verificando la estabilidad de la grieta.  La situación es complicada, pero hay aspectos positivos que podríamos aprovechar.

Nejire frunció el ceño, su preocupación aún presente.

Nejire: ¿Qué quieres decir? 

Senku: Me refiero a que hay esperanza de que podamos rescatar a las personas que siguen atrapadas adentro.

Senku asintió lentamente, su expresión más esperanzadora a medida que hablaba.

Nejire: ¿La hay?

Senku: Sí, hay una posibilidad, la grieta se ha estabilizado, pero la estructura del domo sigue siendo frágil. Sin embargo, hay áreas dentro que podrían estar más accesibles de lo que pensábamos. Si logramos mantener la estabilidad, podríamos encontrar una manera de ingresar y hacer una búsqueda más a fondo.

Nejire sintió un leve alivio ante sus palabras, aunque la preocupación seguía presente. Apreciaba el enfoque meticuloso de Senku y la esperanza que ofrecía.

Nejire:  ¿Qué necesitas para avanzar en esta tarea? Estoy dispuesta a hacer todo lo que pueda para ayudar.

Senku sonrió, agradecido por el apoyo de su hermana.

Senku: Necesitamos equipo especializado y un plan detallado para asegurar la entrada sin comprometer la estabilidad del domo. Además, algunos voluntarios entrenados para manejar situaciones de rescate podrían ser de gran ayuda. Si conseguimos todo esto, podríamos tener una oportunidad real de salvar a los que están atrapados.

Nejire asintió con determinación, comprendiendo la magnitud del desafío pero también la posibilidad de éxito. Miró a Senku con una nueva resolución.

Nejire: Muy bien, hay que hacerlo.

Senku le dedicó una sonrisa de gratitud y asintió, su mirada volviendo a centrarse en el trabajo mientras Nejire se dirigía a coordinar los esfuerzos necesarios para la misión de rescate. La esperanza de salvar a aquellos atrapados dentro del domo era una luz en medio de la oscuridad, y con el apoyo y la determinación de todos, había una posibilidad real de que se hiciera realidad.

Fin del Capítulo 163.

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