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La mañana estaba fría.
Su paso era lento hacia a la escuela, mientras contemplaba el paisaje de las calles vacías.
Vacías...
¿Las calles también se sentirán así a esta hora de la mañana?
Los audífonos que iban conectados a su teléfono, le ayudaban a formar un ambiente tranquilo, con una canción simple.
Sus pasos eran insonoros ante el ruido de los autos que pasaban a su lado, y su mirada iba fija en sus zapatos escolares.
Llegó a la entrada del colegio y se quitó los audífonos.
¿Que esperas kageyama?
La mirada perdida en el resto de calle frente a él, está mañana se sentía perdido, es como si se le hubiera olvidado su rutina.
¿Que esperas Kageyama?
No tengo idea.
Una cabellera naranja pasó a su lado corriendo, fue inesperado, esa mañana Tobio no quiso seguirle el paso, simplemente entró al establecimiento caminando, con la vista al piso.
Esa mañana no corrió junto a Hinata.
El más bajo se percató de este detalle, la mirada perdida del ojiazul y como nisiquiera reaccionó a su carrera. Lo dejó pasar
Pero algo se instaló en el pecho de Tobio, un pinchazo, algo mínimo pero constante, una molestia.
🏐
Se encontró sólo en la sala del club, el pequeño rematador ya se había ido al gimnasio.
En una carrera.
Carrera en la cual él no participó.
Sus pasos arrastrados, las rodilleras haciendo presión sobre las rodillas blancas, y sus manos balanceándose a los costados.
Se quedó en el umbral de la puerta que daba al gimnasio, mirando a las personas que estaban dentro.
El pinchazo se hizo más grande, era como si le estrujaran el corazón, una sensación envolvente y cálida que llegaba a quemarle.
—Lo siento sensei, no me siento en condiciones de jugar hoy, pero estaré pendiente de la practica... – las primeras palabras que había pronunciado en toda la mañana.
Se fue a sentar a una esquina, ante la atenta mirada de sus compañeros, y del rematador naranja.
¿Que sucede Kageyama?
Sus ojos azules brillosos analizaban el entrenamiento, pero no el entrenamiento en si.
Se fijaba en el karasuno y quienes los conformaban.
Sus audífonos empezaron a mostrale la misma melodia de la mañana, pero había algo distinto.
Miraba a los chicos saltar y correr, pero su vista estaba distorsionandose
Estaba en un partido, no recordaba cual, todo era muy rápido.
Sus compañeros de equipo se movían rápidamente, El libero ataja a las jugadas y las salvaba, el bloqueador central se hacía presente como un muro de acero contra el equipo contrario.
Los rematadores desconocidos golpeaban el balón con fuerza, y estos daban contra el suelo al otro lado de la red.
El balon volaba y quería llegar a sus manos, pero todo se paralizó, ya no veía a los otros jugadores, el piso se abría y el balón quedó en pausa en el aire.
Desde el otro lado de la grieta estaba su Abuelo, su equipo de primaria, Oikawa su en ese tiempo mentor, todos desde el otro lado y el... Estaba solo.
Todo estaba en negro, solo podía ver a esas personas, en silencio, vio como poco a poco se iban desvaneciendo, dejándole sólo.
Solo en la oscuridad.
"Kageyama!!"
La melodia se volvió más fuerte, podía sentir los instrumentos que tocaban cada nota.
Todo tiene color de un momento a otro.
Daichi le sonreía junto al entrenador y kiyoko.
Tsukishima le golpea en el estómago, dándole una toalla para que se seque el sudor, la media sonrisa socarrona no pasó desapercibida por el ojiazul.
Yamaguchi iba junto al rubio riendo, y felicitando su desempeño de hoy.
Sugawara pasó a su lado, sintió su mano en la cabeza, despeinado su cabellera negra.
El libero y Tanaka se iban riendo escandalosamente, y Asahi los seguía, a Tobio le hacía gracia, sus intentos de que bajaran la voz eran inútiles.
El pinchazo que sentía aumentó muchísimo más, pero era agradable, algo cálido y reconfortante, ya no quemaba.
"Oye Kageyama..."
Derrepente su vista se empezó a distorsionar de nuevo, todo se volvía a ser borroso, era como ver todos sus recuerdos pasar en cámara rápida.
Hasta quedar en la imagen del un pelirrojo, que lo miraba con ojos de preocupación.
¿Preocupación de que? Si el se sentía feliz.
Feliz...
—¿Oye Tobio estas bien? Estas llorando... – la voz baja de Hinata se mezclaba con la sinfonia de sus audífonos y los latidos frenéticos de su corazón.
Hinata, el no estaba en su ilusión, pero el sabía que era por que, no necesitaba una para saber que el de ojos café siempre estaría para él.
La cara la sintió caliente, las manos de más bajo estaban en sus mejillas, tratando de parar las lágrimas que no dejaban de salir.
Sus comisuras se elevarlon, su mirada observó al resto de chicos en el gimnasio, eran su equipo, sus... Amigos.
Claro que estaba bien
—Yo... Me di cuenta de algo.
—A que te refieres? –
—Ya no me siento solo... Ya no estoy solo Shoyo...
Solía escuchar una simple melodia
Eso era así hasta que llegaste junto a ella
Ahora escucho una sinfonia.
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