C A P I T U L O 13
EDITADO
CAPITULO 13:
Dani se dirigió a la cocina a por su desayuno mientras que yo veía la tele tienda.
-Oye, ¿no estarás interesado en un rascador de espaldas?
-Ale, en mi más sincera y humilde opinión no creo que serías buena vendedora.
-Muchas Gracias- dije enfurruñada.
-Los amigos están para decir la verdad- rebatió él.
Tiene razón, si se trata de decir la verdad debo de reconocer que se ve bastante mono con ese pijama.
Se fue directo a la cocina y me dejó observando el maravilloso programa que te mete cosas inútiles por los ojos
-Ale ¿quieres algo?- me gritó desde la cocina
-¡Vale!
Cuando voy a casa de Dani por la mañana suelo desayunar dos veces o comer, o merendar...
En fin, ya se ha entendido.
A los pocos minutos vino con una enorme bandeja con dos vasos de leche, zumo, galletas, cereales, bizcochos.
Se tarda más en describir todo lo que había que lo que tardamos en comérnoslo.
-Soy el monstruo de las galletas- dijo mientras se colocaba un par de galletas cerca de los ojos y otra en la boca.
Comencé a reírme sin control, acapare el sofá y puse los pies sobre el regazo de Dani.
Perdí la cuenta de todo lo que había comido, ni las migas dejé.
-Te tengo que dar una cosa- me dijo
-Está bien.
Me quedé sola el salón, mientras notaba que el soltaba la bandeja en la cocina y se iba a otro lugar.
-Toma- dijo depositando una bosa en mis manos.
La abrí y del interior saque el bikini blanco, el bikini de la fiesta.
-Ya ni me acordaba de él, gracias.
Revolví en mis recuerdos todo lo que ocurrió en la fiesta, el imbécil de Logan lanzándome el casino entero, Brandom prestándome su camisa, el descubrimiento de Dajan y el casi beso de Dani.
Si, el ya conocido "casi beso" no se me había borrado de la mente, pero quería que no repercutiese en nuestra longeva amistad.
-¿Sabes qué? Mi hermano pequeño viene hoy
-¿Enserio? Pensaba que se quedaba más tiempo en el campamento.
-No, al final está aquí para nuestra graduación, me debo de ir por la tarde.
-Está bien.
Cogió un cojín del sofá y comenzamos una guerra de cojines, la versión pobre de guerra de almohadas.
-¡Traicionero, me has dado en la cara!-le dije y comencé a darle sin compasión
-Te lo has buscado.
Creo que tras un rato quemamos todas las calorías que habíamos consumido.
-Voy a por agua.
-Vale.
Dejé el cojín a un lado y escuché un estruendo desde la cocina corrí por todo el pasillo hasta llegar ahí.
-¡Dani!
Al verle tenía la frente sangrando y el suelo estaba húmedo.
-No ha pasado nada, no te preocupes.
-¿Cómo me voy a preocupar? Estás sangrando
Me fui corriendo al baño principal a por el botiquín, para mi desgracia en el baño no había.
Recuerdo el accidente de la fiesta y que en el baño de Dani había un botiquín. Me dirigí hacía el otro baño y abrí el pequeño armarito, al sacar el botiquín un papel planeó hasta mis pies, me agaché y conseguí ver que era para mí.
¿Una carta para mí? ¿La habrá escrito Dani?
Sentía la necesidad de leer esa carta y no pude retenerme.
Leí párrafo por párrafo, punto por punto.
La leí más de tres veces pensando que su contenido era una broma, pero al recopilar todos los comportamientos medianamente extraños que lograba recordar todo encajaba a la perfección.
Cada mirada, cada vez que me tomaba la mano o me hablaba con un tono más dulce de lo normal, cuando... intentó besarme.
He estado demasiado ciega para verlo, no sé qué pensar ni que hacer ahora.
No sé lo que siento por él, ¿es algo más que una buena amistad? es decir, si esta locura es reciproca.
-Ale, no...
Su mirada fue directamente hacia una de mis manos, más concreta mente en la que portaba la carta.
-Mierda- dijo él- Ale, no es lo que parece.
-Ahora mismo no sé qué decirte ni que pensar, hemos sido amigos desde siempre, me has ayudado en todo. Estoy hecha un lío, si te he de ser sincera te tengo aprecio eres como un hermano para mí, pero no se que siento, no puedo darte una respuesta detallada de si estoy o no enamorada de ti. Siento si esta no es la respuesta que querías oír.
-Ale, yo... ya sabía que no sentías lo mismo, sé que no ves otra cosa en mi que no sea a tu mejor amigo. Me jode Ale joder, te conozco como tu bien dices y me jode que no veas lo que siento por ti y que probablemente nunca lo harás. Es más te reto, te reto a que te enamores de mí.
-Emm, yo...
-Alexandra Smith, perdón
Después de esa frase se acercó lentamente hacia mí, se acercó tanto que notaba como nuestras respiraciones se unían a una velocidad vertiginosa, ambos inclinamos la cabeza dispuestos a dejar que nuestros sentimientos a flor de piel tomaran el rumbo que ellos desearan.
-¿Por qué me has pedido perdón?- dije con apenas un hilo de voz.
-Por esto- dijo y se termino de acercar haciendo que nuestros labios colisionasen y se unieran en un beso perfectamente imperfecto, él sabía cómo tomar el rumbo y provocar que un remolino de emociones creciera en mi interior, cada caricia comenzaba a tomar sentido cada vez que nos separábamos para tomar aire se me hacía más real.
¿Qué haríamos ahora? ¿Qué pasará entre nosotros?
Mi mejor amigo está enamorado de mí, ya es un hecho.
Puede que esté loca, puede que no me crea lo que está pasando.
¿He dicho puede?
Definitivamente estás loca
Recapitulemos.
Mi mejor amigo, confesándome cosas que ni yo sabía que él sentía, besándome con una pasión de la que yo me creía incapaz de creer y sus padres entrando por la puerta del salón.
-Daniel
Retumbó por toda la casa, Dani y yo nos exaltamos y rápidamente comenzamos a disimular como si nada hubiera ocurrido entre nosotros, como si no me acabara de besar como si estuviese deseando eso desde hace mucho tiempo.
Me pasé las manos por mis labios, y las revistas adolescentes no metían cuando dicen que los labios se te quedan más hinchados, espero que los padres de Dani no lo logren apreciar.
Está bien, es muy raro que lea revistas de ese tipo cuando hay clásicos en mi escritorio con las esperanza de que algún día los lea.
Shakespeare, sigue esperando.
-Daniel ¿dónde estás?- volvió a sonar por toda la casa.
-Aquí estoy padres- contestó él.
Si, Daniel acostumbra a llamarlos padres, no papi, ni mami ni ningún pseudónimo cariñoso. Como ya dije, sus padres no suelen estar mucho tiempo en casa, se pasan la vida trabajando. Creo que han tenido por el tema de la graduación de su hijo.
Antes de que los padres entraran en la habitación guardé la carta en el bolsillo trasero de mis pantalones.
-Hola Alexandra- Dijo su madre nada más verme-Hijo, ¿qué te ha pasado en la frente?-preguntó
La madre de Dani, la señora Amelia se encontraba hablando con su hijo y el señor Ryan no se movió del marco de la puerta.
-Nada importante madre, me he resbalado y me he dado con el pico de la mesa
-Buenas tardes señores
Nos han mirado a ambos con cara de incredulidad.
Mejor dicho, me han mirado.
Si, los señores Andersson piensan que soy una mala influencia para su hijo, si ellos supieran...
Bueno, pensándolo bien, mejor que no sepan nada.
-Daniel, espero que hayas comprado el traje para tu graduación con el dinero que te dejamos.- esta vez hablaba su padre.
-Por supuesto padre, compre una corbata a juego con el esmoquin.
-Me parece perfecto, tu madre y yo vamos a deshacer las maletas.
De una vez por todas se fueron, estaba bastante tensa ¿se habrán dado cuenta?
Tomé una profunda respiración
-Dani sobre...
-Ale, ya hablaremos sobre el tema, pero están aquí mis padres y no me gustaría que se enteraran sobre nada de lo sucedido.
Está bien, el tiene razón, como sepan lo que ha pasado entre Dani y yo no le van a dejar salir de la puerta de su casa lo que le queda de vida.
-Vale, pero te tengo que curar esa herida.
-Tú ganas.
El se sentó sobre la cama y yo me acerque hacia él con la silla del escritorio y el botiquín encima de mis piernas.
Saqué el alcohol y unos algodones para lograr desinfectarlo.
Esa manía de curar heridas la he heredado de mi madre, al terminar me dispuse a hablarle.
-Se me hace un poco tarde, me tengo que ir.
-Vale, mañana nos vemos, te mandaré un mensaje.
-Perfecto, hasta mañana.
Me dirigí al salón y estaban los padres de Dani tome la bolsa del bikini y me despedí de ellos.
Al salir de su casa notaba como muchos recuerdos se quedaban ahí, pero el último permanecía a flote.
Mi mejor amigo me ha besado, mi mejor amigo me ha besado, mi mejor amigo me ha besado, mi mejor amigo me ha besado.
A pesar de todas las veces que me lo repetía se me hacia todo imposible, a lo mejor estoy dormida y aún no he despertado de este sueño. Ojalá fuera eso.
Tras entrar en casa preparé algo rápido para comer y llamé a mi hermano.
-Hola hermanito.
-Hola hermanita.
-¿Cuándo vienes? ¿Te queda mucho para llegar?
-Alexandra, pareces una niña pequeña, no, no me queda mucho alrededor de las cinco de la tarde estaré allí. Y no, no quiero pizza churrumascada ni palomitas quemadas para merendar.
-Que gracioso eres, no te iba a preguntar eso- me ha pillado- además no hay pizza.
-Mi salud y yo te lo agradecemos.
-Ja, ja, ja, muy gracioso.
-Lo sé hermanita.
-Bueno, te tengo que dejar.
-Vale, hasta luego.
Afortunadamente estaba todo recogido, lo que implica no tener que recoger poco más que los trastos que haya por medio.
El reloj por fin anunciaba las cinco de la tarde, el timbre comenzó a sonar y yo volé literalmente hacia la puerta y la abrí de lo más animada posible.
Un pequeño niño con ojos marrones y pelo rizado tenía una sonrisa de oreja a oreja.
-¡Liam!- dije eufórica mientras me lanzaba a darle un abrazo.
-¡Hermanita!
Le apreté con todas mis fuerzas y escuchaba quejidos provenientes de mi hermano.
-Ale, pa-para no- no puedo re-respirar
Que exagerado que es, si solo le estoy abrazando un poco fuerte, nada más.
-Exagerado.
-Oye, ¿tú tienes fuerza sobre natural o algo parecido?
-No- o eso creo.
-Tan solo he estado un mes fuera de casa, no pensaba que me ibas a echar tanto de menos.
-¿Como no te voy a echar de menos?
Me miro con cara de incredulidad que me resultó bastante fingida.
-Liam, creo que alguien te tenía que decir esto, eres muy mal actor.
-Dime algo que no sepa, espera, no digas nada, quiero ver tu vestido para la graduación.
-No lo puede ver nadie.
-Te noto un tanto rara, no querrás impresionar a ningún chico ¿verdad?
Inmediatamente me puse roja y comencé a negar exageradamente con la cabeza.
-No se dé que hablas.
-A mi no me mientes, te gusta alguien. Díselo a tu hermano preferido.
-No me gusta nadie, a si que no te puedo decir si me gusta alguien si en realidad nadie me gusta, a lo mejor podre gustarle yo a alguien pero si a mí no me gusta no sabré si me gustará hasta que yo no vea que me guste. ¿Entiendes?
-Ya...Lo que tu digas, ya me enteraré.
Permanecimos hablando durante toda la tarde, el me contó varias anécdotas que había tenido en el campamento, cuando se cayeron de la canoa, montaron en caballo e hicieron un karaoke a las tantas de la madrugada sin permiso de los monitores y como a la mañana siguiente les castigaron limpiando las cuadras de los caballos.
Pero sobre todo, una anécdota en concreto fue la que me dejó sin palabras.
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