C A P I T U L O 12
EDITADO
CAPITULO 12:
La pelirroja entró al salón, por accidente tiré todo el estante donde las llaves estaban ordenadas.
Me agache para recogerlo antes de que mi madre viera todo el desastre que había provocado.
Una mano tocó la mía inesperadamente, levanté la vista para ver de quién se trataba.
-Que ojos más bonitos tienes.
Me quedé con la mente en blanco, no era capaz de procesar quién había delante de mí. Cómo puede ser posible, ¿Por qué está Logan aquí?
Sin duda alguna el destino está en mi contra, el karma y todas esas cosas que me negaba a creer las he aprendido a base de propias experiencias.
Me quedé en la entrada ordenándome la blusa blanca que mi madre me había recomendado ponerme.
-Hoy estás más guapa que de costumbre ¿Lo sabías?
¿Qué? me está hablando alguien o son imaginaciones mías.
-Por supuesto que te está hablando alguien princesa, todavía no te has vuelto loca.
O me ha leído la mente o he hablado en vez de pensado. Puede que sea brujo, de él me lo esperaría.
Esto puede ser. Esto es una venganza del destino o algo por el estilo.
A lo mejor ha pasado por aquí y me ha visto, serán simples casualidades.
-Anda hija, ya ves que Logan ha venido.
-Si...-Dije con tono desanimado.
Entramos al salón y el venia riéndose detrás de mí, acto que me pone un poco nerviosa.
Los cubiertos ya estaban distribuidos y Samantha , Daniela y el ligón enamoradizo ya habían tomado asiento mientras yo estaba en pié.
Tan solo quedaba una silla libre, y como no podría ser de otra manera se encontraba al lado del "pico de la mesa"
¿Por qué "pico de la mesa"?,
Pregunta fácil, porque está muy salido.
Alejandra, tu sentido del humor es el mejor que he visto en el mundo.
Muchas gracias subconsciente.
Era ironía.
Mi madre fue repartiendo porción por porción.
Nadie hablaba en la mesa, en cierta parte agradecía el silencio.
-Pues..
Está bien, he hablado demasiado pronto. Daniela se dispuso a hablar.
-Mamá creo que no te lo he contado, pero me han cogido en la universidad, creo que tendré que dejar la heladería para concentrarme al cien por cien en los estudios.
¡Aja!, es ella, sabía que ella era la que coqueteó con Dajan en la heladería, su cara se me hacía muy familiar.
-Perfecto hija, me encanta que vayas a estudiar psicología- comentó Samantha.
-Wow, es una carrera muy complicada- dijo mi madre
-Sí, mi hermanita es todo un cerebrito, aunque de primeras no pueda parecerlo.
-Muchas gracias Dajan, acabas de insinuarme que soy corta de mente.
-No lo he insinuado, lo he dicho directamente.
-Mentiroso.
Todas nos encontrábamos observando la interesante conversación que se había producido en apenas unos instantes.
-Chicos, parad, no hay razón por la cual pelearse- intervine.
Ambos me miraban, Daniela con cara de agradecimiento y Logan con una cara que a primeras no se podía descifrar.
-Nadie te ha dado vela en este entierro, no se por qué intervienes si no sabes nada del tema.
-No se trata de saber o no saber algo, pienso que son discusiones privadas y que no se deben dar en una cena.
-Anda, ya habla la experta, la que todo sabe y nada entiende, no sabes nada ni sobre mi ni mi hermana eso no te da derecho a opinar. Si la defiendes de seguro que serás como ella. Te habrás tirado a medio instituto y a gran parte de la ciudad.
La sangre me comenzaba a arder, nadie en la mesa parecía no prestar atención, mi madre y su compañera permanecían con la mandíbula en el suelo, incapaces de emitir ningún sonido
-Mira, no se los líos que tienes con tu hermana, me es indiferente, pero no te voy a permitir que me hables así con ese tono y esas palabras.
-No permites que te hable así, pero bien que permites a otros chicos que estén entre tus sabanas.
Me levante de la mesa bruscamente y arrasé con todo lo que tenía a mi paso, el vaso lleno de agua incluido
-Hasta aquí, ya ha llegado al límite de mi paciencia, no voy a aguantar más a un niñato insolente que no sabe lo que quiere y se dedica a inventar cosas que ni siquiera han pasado
Dicho esto fui hacia el recibidor, cogí mi abrigo y salí de casa. No tenía destino concreto solo dejaba que mis pies me guiaran. Mi mente estaba en blanco puesto que no quería pensar en la escena de la que había sido participe.
Después de unos minutos andando me senté en un banco de por la zona, tan solo yo, yo y mis pensamientos.
No necesitaba a nadie más en ese momento.
Al levantar la vista me di cuenta de que esa calle no me sonaba mucho, puede que haya pasado varias veces, pero por este momento mi mente no quiere recordarlo.
Comenzó a levantarse viento y decidí irme de esa zona. Anduve por donde se supone que había ido. Mantuve la cabeza agachada para que el viento no me helase toda la cara.
Unos pasos lejanos sonaban con delicadeza a unos metros de mí, puede ser posible que algunos vecinos de la zona estén paseando a sus animales de compañía, o puede que alguien me esté persiguiendo.
Hija, eres muy paranoica, por si no lo sabias
Ignoré a mis pensamientos interiores. Y proseguí con lo que estaba haciendo.
Los pasos se volvían más rápidos, el sonido se encontraba más cerca. Di zancadas y saqué el móvil de mi bolsillo para llamar a las autoridades si era necesario.
Mi corazón se paró cuando una mano pasó por mi hombro. La sombra se acercó a mi oreja...
-Alexandra...espera.- Dijo la sombra susurrando.
Estaba asustada, es más aún sigo un poco asustada, todo mi cuerpo se comprimió en cuanto una voz susurraba en mi oído.
-Alexandra...-volvió a repetir la sombra en mi oído
La voz sonaba cansada, como si hubiera corrido una maratón, pero lo más importante ¿Por qué sabe mi nombre?
Mis piernas reaccionaron y logré correr como si mi vida dependiese de ello la oscuridad se apoderaba del lugar oprimiendo que pudiese ver con claridad.
Corrí calles y más calles para lograr esconderme y el sujeto que me perseguía me perdiera de vista lo antes posible.
Afortunadamente encontré un parque con pinta de estar abandonado, me senté en el interior de una pequeña caseta, tenía que poder dormir allí y por la mañana ir a casa y contactar con la policía.
"Tenía" esta mejor que bien dicho, porque al poco rato de estar allí escuché pisadas como las de antes. Cogí la rama robusta de un árbol para lograr defenderme si era necesario. Mi teléfono estaba muerto como de costumbre, no podía pedir ayuda, tan solo huir como si fuese una cobarde.
Comencé a llorar por la presión, por todo lo ocurrido esta noche, por no haberle dado un beso en la frente a mi hermano, por no decirle a mi madre que no me gusta su lasaña, por no haberle dicho a mi padre que quiero que se vaya de mi vida como lo hizo cuando más lo necesitaba, por no haber tenido las típicas aventuras adolescentes, si algo me ocurre ahora no podré obtener mi título universitario ni ver mundo, me perderé más cosas de las que me gustaría.
Siendo sincera nunca pensé que alguien diría estas cosas antes de morir, o de ser secuestrada o de lo que se supone que me fueran a hacer.
Salí de la caseta, y la sombra se encontraba enfrente de mí.
-Alexandra, te he buscado por toda la manzana.
La cabeza comenzaba a darme vueltas notaba como todo mi alrededor se iba desvaneciendo poco a poco. Lo último que recuerdo fue caer al suelo.
-Alexandra, ¿estás bien?
Abrí los ojos mientras que lograba captar una voz.
Estaba tumbada en un banco y Logan me sujetaba la cabeza, aún no había amanecido.
-¿Logan? ¿Qué haces tú aquí?- lo último que quería hacer era verle la jodida cara a este personaje.
-Seguro que te he asustado, llevo toda la noche buscándote, y en cuanto te encontraba salías corriendo como alma que lleva el diablo.
-¿Eras tú?- pregunté confusa
-¿Quién iba a ser si no?
-¿Un asesino, maltratador o violador por ejemplo?
-¿Enserio crees que yo podría ser alguna de esas personas?- notaba como su tono era más suave
-De ti ya me creo cualquier cosa.- Le dirigí enfadada
-Vale, pensaba que después de tirarme toda la noche buscándote para disculparme la situación iba a ser diferente, pero veo que no.
Se levantó del banco disgustado, venía a disculparse de verdad, y me he comportado como una autentica idiota.
-Logan, espera.
-¿Qué quieres ahora? ¿Vas a ir a la policía y decir que un asesino, violador y/o maltratador te estaba persiguiendo?
-No, no voy a hacer nada de eso, tan solo quería aceptar tus disculpas. Y ofrecerte yo una.
Me fui de ese lugar un poco desorientada, Logan no me había dicho nada más tras irme no sabía dónde estaba, un tiempo después andando aparecí mágicamente en casa.
Abrí la puerta, no llegue a estar un segundo en el interior y ya escuchaba a mi madre trotando por las escaleras.
La bata y el moño brillaban por su ausencia
-¿Estás bien? ¿Dónde te habías metido?
-Sí mamá, estoy bien, he estado dando vueltas durante toda la noche.
-Ya lo sé hija, me has pegado un susto de muerte, desde que pasó eso...
-Mamá- dije cortándola.
-El también estaba enfadado, es más salió después de ti, me resulta raro que no os hayáis cruzado. ¿O estoy equivocada?
Mi madre sabe que ha ido a buscarme para poder hablar o para lo que se supone que iba a hacer.
Pero decirme que supuestamente soy una fresca enfrente de su familia y de la mía no ha estado nada bien.
-No quiero hablar del tema.
En cuanto esas palabras fueron expulsadas de mi boca subí hacía mi cuarto, me metí en la cama arropada por las mullidas sabanas y al instante me quedé dormida.
Los días siguientes fueron normales, siempre la misma rutina, me resultaba un tanto aburrido pero los días siguientes preveo que van a ser mejores.
El sol empezaba a colarse por las ventanas, tan solo en este día había unas cuantas diferencias, por lo que he escuchado nada más levantarme mi hermano vendrá hoy del campamento y mañana por fin es mi graduación.
Quiero ir a ver a Dani y pasar tiempo con él, desde la fiesta no hemos vuelto a hablar ni nos hemos mandado un mensaje.
Bajé a desayunar, mi madre se había ido a trabajar durante todo el día para mañana tener toda la tarde libre.
Me refresqué un poco la cara y me vestí, era un poco pronto, pero aún así me dirigí a la casa de Dani.
Ding Dong
Esperé y no abría nadie, volví a llamar una y otra vez.
-¡Dani!
La puerta se abrió, lo que me permitió ver a Dani con el pelo alborotado y un pijama de ositos.
Comencé a reírme como una posesa hasta que la barriga me dolía, el me observaba con cara de incredulidad.
-¿Te estás riendo de mí?- me preguntó él.
-De ti no, de ese pijama tan bonito por no mencionar ese peinado tan bonito que tienes.
-Que graciosa eres- dijo sacándome la lengua como un niño pequeño.
-Muchas gracias.
Dicho esto nos fuimos hacía el interior de la casa y nos sentamos en el sofá.
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