Capitulo 23
Fue un día realmente atareado para Judy, pero el pensar que su amigo estaba volviendo le levantaba ánimos.
— Otra vez faltó Benjamin, el Jefe Bogo, y el Oficial McHorn se aprovecha de su puesto... — suspiró Judy mientras salía de la Estación De Policía. — Sólo fue un mal día — se dijo a ella misma, para después cruzar la calle.
Eran las tres de la tarde, Judy no había comido, así que fue directamente a un restaurante.
Llegó a un local de comida vegetariana, entró a este, y pidió su comida.
Después de alimentarse, descansar un poco, y reflexionar en algunas cosas, al fin decidió pagar e ir al hospital.
Se sentía un poco ansiosa, porque había la posibilidad de que su amigo estuviera de una vez despierto, y de sólo pensar eso su corazoncito comenzaba a latir rápidamente, provocando una boba sonrisa en su rostro.
Algo pasaba constantemente por su cabeza, ya estaba decidido, tenía que decirlo, tenía que decírselo, y es que en todo este tiempo había una gran conexión entre Wilde y Hopps, era obvio el amor de estos dos, desgraciadamente no aceptaron intentar, darle una oportunidad a este tierno sentimiento... Ya era hora de intentarlo, ¿no? Judy estaba lista para hacerlo, estaba segura de querer tener algo especial con Nick, ya no le importaba que anteriormente fuera un ladrón, no le importaba que él tuviera algo especial con alguien más, ella le confesaría todo lo que a sentido y soportado todo este tiempo.
Pensar tanto en ello hizo que el camino se sintiera de poca duración, al estar en la entrada del hospital repasó todo lo que diría.
Al tener todo en mente entró al edificio, estaba más solo de lo normal, seguramente será porque es la hora de la comida.
Siguió caminando por aquel hospital, continuó por los pasillos hasta llegar a la habitación indicada.
Pero al abrir la puerta se hizo presente un gran silencio. La oficial entro a la habitación.
Todo el cuarto estaba limpio, vacío, no había nadie en ese lugar, excepto la confundida de Judy.
El pánico comenzó a apoderarse de ella.
— ¿N-Nick?
Caminó a paso apresurado por toda la habitación buscando alguna pista que le diera una idea de que había pasado en ese lugar.
Su respiración comenzaba a ser agitada, la intriga estaba como acompañante.
Sin saber que más hacer, salió corriendo rumbo a la sala de control, preguntó a varios guardias, enfermeras y doctores en su camino, pero ninguna sabía dónde se encontraba el paciente Wilde.
— Disculpe, disculpe — dijo jadeando Judy, llamando la atención de una leona enfermera. — N-necesito su ayuda.
— ¿Qué sucede? — preguntó la felina.
— ¿Usted sabe dónde se encuentra el paciente Nicholas Wilde? ¿qué a sido de él? — respondió la coneja con las preguntas.
— ¿Nick? Nicholas Wilde... Wilde, Wilde — la enfermera empezó a revisar la carpeta que ella traía. — Nick Wilde.
Mientras la leona seguía murmurando el nombre del zorro, Judy la observaba con los ojos muy abiertos, se estaba desesperando aún más, haciendo que su patita golpeara rápidamente el suelo, una y otra vez.
— Wilde, Wilde, Wilde... ¡Wilde, aquí está! — a gran velocidad ella comenzó a leer. — Sí, ha salido.
— E-Eh, ¡¿EH?! — la oficial se quedó boquiabierta. — ¡¿C-Cómo que ha salido?! Él estaba en camilla aún.
— Bueno pues aquí dice que el Sr. Wilde salió hace algunas horas.
— Hace algunas horas... — susurró Judy. — ¿De casualidad no sabrá a donde se fue?
— Conejita, soy enfermera, no detective — respondió la felina, para después irse.
Judy se quedó demasiado confundida.
— Hace algunas horas... salió hace algunas horas — salió del hospital envuelta en miles de sentimientos.
¿Ahora qué?
Se supone que si Nick salió ya debe estar despierto, y si así fuera, se le hubiera informado a ella, pero no fue así, ni un mensaje o llamada, nadie le dijo nada, no sabía qué hacer.
Sin opciones la coneja se sentó en una banca del parque a pensar, estaba confundida, asustada, nerviosa, se sentía realmente fatal.
Trataba de crear un plan en su mente, pero nada la llevaba a hacia un poco de serenidad, no tenía a nadie con quien apoyarse, se encontraba sola, luchando.
— Que curioso... Pareciera que siempre estaba acompañada y al final terminé quedando completamente sola — se susurraba, tratando de darse un poco de tranquilidad, la cosa más imposible en ese instante.
Sin darse cuenta el día avanzó, Judy seguía reflexionando en aquella banca fría del parque, el frío de la noche le ponía los pelos de punta, aún así ella no planeaba levantase de ahí.
Los animales dejaban de pasar por el parque nocturno, sólo unos cuantos rondaban por esa área, pero no le ponían ni la más mínima pizca de atención a la depresiva aura que rodeaba a la Coneja.
— ...Te extraño — los pensamientos de Judy fueron interrumpidos por el sonido de su celular.
Tomó entre sus garritas suaves, y un tanto mojadas por el agua salada de sus lágrimas, el celular decía que la estaba llamando Bonnie.
Judy colgó la llamada, no quería hablar con nadie, necesitaba de la soledad.
Volvió a sumergirse en su mar de pensamientos pero nuevamente el celular sonó.
Cansada de ese fastidioso sonido, Judy decidió esta vez contestar la llamada.
Exhalo profundamente. — Hola, madre.
— Judy ,cariño, ¿cómo estás? — preguntó Bonnie.
— Pues... — se pasó una garra por su cara. — Sigo respirando... creo que bien.
— Tu voz dice lo contrario. Dime por favor qué sucede, no me gusta oírte de esa forma.
Judy suspiró. — Nick ya salió del hospital... — se recarga en la banca.
— ¡Oh, qué bien! Me alegro muchísi...
— Pero no sé dónde está — interrumpió a su madre.
— ¿Qué? ¿salió del hospital que tu pagaste y no sabes dónde está? — cuestionó su padre Stu.
— Hola, papá — saludó a su padre.
— Judy, no puede ser posible — dijo Stu, ignorando por completo el saludo de su hija. — ¿Al menos sabes qué está bien?
— Pues dicen salió, así que yo pienso que debió estar muy bien — respondió Judy.
— Quien sabe, puede que aún esté débil — agregó su madre.
— Gracias por el apoyo, mamá — respondió sarcástica.
— ¡Oh! Lo siento, cariño, yo sólo...
— Préstame el celular, Bonnie — dijo Stu. — Yo me encargaré de esto.
Judy se preocupó un poco al escuchar eso, un regaño estaba en camino.
Al ver que su esposa se había ido a cuidar a los niños, el padre de la Oficial decidió hablar.
— Judy, tienes que...
— Perdón, perdón, no le debí responder a mamá así, lo siento mucho — interrumpió la coneja,lamentándose por la contestación a su madre.
— Ah, eso — Stu río un poco. — Está bien, cielo, no te preocupes, pero eso no es lo que te quería decir.
— ¿Eh?
— Judy, tienes que encontrar a Nick cueste lo que cueste.
— Pero eso intenté, nadie sabe dónde está, a los que les pregunté nunca lo vieron, sólo les llegó la noticia de que él ya había salido del hospital... — respondió entre sollozos.
— Tienes que esforzarte, debes encontrarlo, yo sé que lo encontrarás.
— Espero que lo que estés diciendo se haga verdad, papá.
— Y así será, mi pequeña Judy.
[...]
Al día siguiente, la coneja amaneció con unas grandes ojeras, anoche se había desvelado, había llorado, pensando, y también se había quejado por no haber cenado nada.
Con gran pereza se levantó de su cama, se lavó la cara con agua, quitando así las marcas que habían dejado las lágrimas que salieron en la noche, ella no tenía ganas de nada, sus energías estaban muy bajas, y su alegría era aún más baja.
Se puso el uniforme, se miró al espejo y se observó de arriba a bajo, tenía que admitirlo, poco a poco iba perdiendo su brillo.
Después de un deprimente despertar, Judy comenzó el camino al trabajo, sin ánimo alguno.
Las calles de la ciudad de Zootopia ya no le parecían alegres, no le sorprendían, les daba igual en ese momento, su intencional cara larga les daba a conocer a los demás animales que no se encontraba bien, pero no era problema de ellos, así que no le prestaron importancia.
La pobre Oficial luchaba por no cerrar sus ojos, cada cinco pasos quería detenerse y descansar.
Después de todo, Judy al fin logró llegar a su trabajo, con mucho esfuerzo empujó la puerta, con la mirada caída avanzó dentro de la Estación De Policía, ella estaba tan metida en sus pensamientos que no se dio cuenta de que alguien se encontraba en su camino.
— Auch... — se quejó al caer de espaldas a causa de la gran barriga que la empujó, poco a poco alzó la mirada. — B-Ben... — tartamudeó al ver a su gran felino amigo.
— ¡Judy! — la saludó alegremente.
— ¡B-Benjamin! ¡Benjamin! — la coneja saltó sobre el guepardo, atrapándolo entre sus brazos, bueno no atrapándolo completamente, pero sí lo suficiente como para abrazarlo. — ¡Por fin volviste, Benjamin!
— ¡Oh, Judy! Lamento haberme ido sin avisar ,no tenía opción, en serio lo siento — se lamentó el felino.
— M-Me hiciste mucha falta... — admitió Judy, enterando su rostro en el hombro de su amigo.
— Lo sé, de verdad lo siento, no quise dejarte sola, y menos en una situación como esta.
— Una situación como "esa" querrás decir — corrigió la coneja, mientras se separaba de Ben.
— ¿A qué te refieres? — preguntó el Oficial, agachándose un poco para dejar a su querida amiga en el suelo.
— Nick... Él ya despertó, pero no sé dónde se encuentra.
— ¿Q-Qué? ¿Al fin salió del hospital y tú no sabes dónde se encuentra? — cuestionó intrigado el felino.
— Es que tenía que ir a trabajar, y cuando volví la habitación estaba completamente sola.
— Oh, bueno. Ya veremos qué ocurre, tú sólo ten calma.
— Intentaré... aunque me ayuda mucho que tú estés aquí, tuve que sufrir sola.
— No te preocupes, tratare de ayudaré a encontrarlo — dijo Benjamin mientras sonreía de oreja a oreja.
— ¡Muchas gracias! Bueno, ahora me iré a trabajar, te veo al rato — se despidió Judy, avanzando alegremente hacia el salón de juntas.
— Encontrarlo... — susurró Benjamin un poco triste y sacando una pequeña laptop.
— - — - —
¡He vueltoooo! ¡HOLIWIS A TODIS!
Y los lectores en plan:
¡Casi dos meses sin subir nuevo capítulo! ¡CASI! D:
Díganme ¿cómo les fue en las vacaciones, en el regreso a clases, en la panadería, en la taquería, en el día de muertos, en Navidad, en su boda? ¡Ay deoz meo! ¡LOS EXTRAÑE MUCHO! ❤️
Planeaba actualizar el día del regreso a clases, pero me dio flojeritis xD
¡Sayonara! ❤️
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