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Capitulo 18


Despertó sin los mismo ánimos de siempre, se vistió lentamente, y ni siquiera se miró al espejo para darse fuerza. Sintió un tipo de odio al pensar que le espera toda una semana de trabajo, y al no poder hacer nada al respecto salió rumbo a su empleo.

Al caminar entre los animales, una pequeña furia apareció dentro de ella, tantas cantidades riendo, disfrutando del amanecer, simplemente viviendo un día normal, le parecían algo ignorantes, y un tanto molestos, ¿cómo pueden estar felices en un momento como este?

Después de soportar un pequeño dolor de cabeza, la coneja llegó al Departamento De Policía, al pasar por la gran puerta vio al gran felino regordete limpiando su escritorio, el cual no tardó en darse cuenta de la llegada de esta.

— ¡Judy! — el felino corrió hacia ella abriendo sus brazos.

La coneja no avanzó ni nada, formó una sonrisa, y también extendió los brazos.

— ¡Que alegría verte! — dijo mientras alzaba a Judy en sus brazos. — ¿Qué te sucedió en la cara? Seguro te desvelaste otra vez, ¿y esa falsa sonrisa? ¿qué te sucede señorita?

— Nada en especial — respondió lo más creíble posible.

— ¡Judy! — exclamó. — Regresaste antes de tiempo de tus muy anheladas vacaciones, y ahora vienes con una cara peor que la mía al despertar, ¿qué sucede?

— Nada, estoy genial — se libera de los brazos de su amigo. — Gracias por preocuparte, tengo que ir a trabajar, ya sabes... Debo hacer del mundo un lugar mejor... ¡Yay! — la emoción ni ella misma se la creía.

— Bien. Te veo luego, Hopps.

[...]

Distraída.
Esa fue la palabra que la definió en todo su día de trabajo.

Al terminar su pesado día, rápidamente fue a su departamento, tomó su pequeña maleta, y metió un cambio de uniforme. Se dirigió al hospital, hoy tendría que conocer a la enfermera a la que le pagaría, y que a la vez le haría compañía en cuidar a Nick.

Llegó al hospital, rápidamente dio rumbo a la habitación de terapia intensiva, abrió la puerta, y ahí estaba, una joven cebra.

— ¡Hola! Gusto en conocerte, soy la Oficial Hopps. Gracias por aceptar mi petición de ayuda — dijo amablemente.

— Oh, un gusto en conocerla Oficial Hopps. Estaba revisando el estado del paciente — respondió la cebra que se encontraba cerca de los aparatos.

— ¿Ah, sí? ¿Y cómo se encuentra?

— Tomando en cuenta los informes de ayer, podría decirse que a tenido un avance — dijo mientras anotaba en su pequeña libreta. — Y por lo que he escuchado, algunos de los doctores de aquí lo dan por muerto o más bien con muerte cerebral — dio una pausa, y borró con el otro lado de su lápiz. — Pero yo no lo creo.

— ¿N-No? — dijo un tanto sorprendida.

— No, claro que no. Desde mi punto de vista, el Señor Wilde sufre un coma, cosa que no es buena ni mala, aunque se le puede ver más el lado bueno. Lo que no se sabe es cuando despertará — suspiró, pero al escuchar todo lo que había dicho dejó caer sus orejas. — Oh, disculpe... sólo soy una simple ayudante. ¿Qué importa mis diagnósticos? Es mejor que usted espere al doctor — se aleja, guarda su libreta, y toma asiendo en uno de los sillones.

La coneja planeaba dejar salir unas cuantas palabras de su boca, pero se las guardó, y al igual tomó asiento.

— Me preguntaba si... Usted tendría pensado el horario en el que estaré aquí — cambia de tema.

— ¡Oh, claro! — Judy sacó un pequeño papel que preparó en el Departamento de Policía. — Pensaba pedir su apoyo a partir las ocho am, y se retiraría a las ocho pm.

— ¿Y la guardia nocturna? ¿vendrá alguien más? — preguntó la cebra.

— N-No... Yo me quedaré a dormir aquí, hasta que mi amigo despierte — respondió decidida.

— Si lo desea yo puedo hacerle compañía, podría ir a mi hogar después de las ocho pm, descansar un poco y volver aquí como a las ocho pm, y no tendría que pagarme, he leído los papeleros que usted firmó y escribió, estoy muy al tanto de su situación.

— No podría pedirle tal cosa... Yo puedo encargarme de esto.

— Oh, por favor Señorita Hopps. Debo hacerlo, quiero hacerlo, además ,sirve de que vigilo bien al paciente.

La coneja pensó en todas las cosas positivas que le triaría la buena compañía de la amigable enfermera.

— Bien... — respondió Judy algo avergonzada por su derrota.

— ¡Excelente! — exclamó alegre.

Y todo fue según lo planeado, los horarios ya establecidos se respetaron.

[...]

Al llegar la mañana, Judy se encontraba recostada en la orilla del incomodo sillón.
Pero el celular dejó sonar su alarma, salvando a Judy de un gran dolor de cuello.
Entreabrió los ojos.

Se sorprendió un poco al no reconocer de inmediato el lugar donde ella se encontraba, pero después de algunos segundos recordó todo lo sucedido, lo cual le provocó un decepcionante suspiro.

— ¡Buenos días, señorita Hopps! — la saluda alegremente la joven cebra, quien se encontraba sentada mientras creaba un suéter con aguja e hilo.

— Buenos días... — se estira. — ¿Lleva rato despierta? — preguntó la coneja.

— Bueno sí, un largo rato, pero lo aproveché en comenzar un nuevo suéter — respondió.

— Me alegro — se levanta, toma su maleta que dejó detrás del sillón, la abre, y agarra su cambio de uniforme. — Iré a cambiarme, no tardo — se dirige al baño.

Al terminar de vestirse, lavarse la cara, y los dientes, la oficial se despidió de la cebra con una gran sonrisa en su rostro, pero antes de partir no faltó que la coneja le diera una mirada al zorro, abrió la puerta, y al cerrarla rápidamente la sonrisa desapareció.

El mismo camino de ayer, el mismo trabajo de ayer, los mismo pensamientos de ayer, todo le parecía exactamente igual al día que ya había pasado, aunque la verdad no fuera así.

El pensar en todas las calles que le faltaban por caminar le dio un gran fastidio, así que decidió tomar el tren.

De mala gana, la de mirada baja subió al tren, al levantar la cara le enfadó aún más darse cuenta de que a esa hora esta lleno, ¿cómo no pudo recordarlo? El enojo empezaba a gobernarla. Para no hacer un grave escándalo, colocó sus garras en su frente, y comenzó a bajarlas hasta llegar a su nariz rosada, dejándole así unos gran rasguños.

[...]

Con una gran ira empujó la gran y pesada puerta de cristal del Departamento de Policía, suspiró con fastidio al pensar en el trabajoso día que le esperaba.

Dando unos grandes pisotones se dirigió a la sala de juntas, evitando todo contacto visual con su amigo felino, quien al verla llegar, y notar que no se molestó en saludarlo se entristeció un poco.

Una vez más empujó la puerta, esta vez de madera, caminó hacia su asiento, dio un salto, y aterrizó en él.

— Este va hacer un horrible día... — murmuró golpeando su frente con la mesa.

[...]

Y así fue el día para la coneja, en algunos ratos Benjamin se le acercaba y le preguntaba que le sucedía, ella contestaba que nada, que estaba bien y le mostraba una sonrisa. No hubo tantos problemas en Zootopia, así que la mayor parte se la pasó dando multas.

Al terminar la larga jornada de trabajo, Judy fue de nuevo a su departamento. Igual que ayer, agarró otro cambio de ropa, se dirigió al hospital y pasó la noche ahí, exactamente lo mismo.

Después de hablar un buen rato con la cebra, decidió dormir, apagó algunas luces y se acostó en el sillón que ya había usado.

Una extraña sensación la despertó pasando de las dos de la madrugada, miró la pared por varios minutos, al notar que no podía dormirse, se levantó del helado asiento, y con tristeza observó a su amigo. Depender de un aparato debe ser muy difícil.

Se acercó a la cama blanca, la mirada serena de Nick la hizo sentir impaciente, demasiado impaciente, ¿por qué tardaba tanto? ¿volverá a despertar? Y si lo hace, ¿qué pasara con ellos dos? Esas y muchas más preguntas la atormentan anda minuto de cada hora.

— Mañana será un aburrido día... — suspira. — al igual que el de hoy.

Y así fue al día siguiente.

— - — - —

¡Holiwis a Todis!

¿YA VIERON LAS ESCENAS ELIMINADAS? (°A°)
¡Están geniales! Aunque algunas ya no están disponibles.
And my heart is broken...

¡Sayonara! ❤️

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