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Capitulo 1


— ¡Oficial Hopps! ¡Oficial Hopps respóndame!

— ¿Qué sucede?

— ¡Un robo esta sucediendo en el centro! ¡En un pequeño comercio!

— ¡Voy para allá!

Después de mudarse a Zootopia, la joven coneja Judy Hopps, logró obtener el trabajo de policía. Pero para llegar a donde esta ahora, tuvo que enfrentar muchas cosas, desde burlas a humillaciones, sólo porque al principio su puesto era parquímetros. Al luchar por un puesto más alto, el jefe Bogo le dio el puesto de Policía oficial, ahora su sueño esta completo, tal y como ella soñaba de pequeña.

¿Completo?

— ¡Rápido, Oficial Hopps! ¡Se escapa!

— ¡Estoy llegando!

Dijo, para luego frenar, y salir de un salto del automóvil con arma en mano.

Con tan sólo poder arrodillarse en la acera de la calle, apuntó con el arma hacia donde todos sus demás compañeros lo hacían.

— ¡Las garras donde pueda verlas! — gritó uno de los policías.

Cuando pudo ver a quien le apuntaba, Judy notó una cola larga y esponjosa, color naranja y en la punta de su pelaje un color negro.
Judy lo miraba atentamente sin dejar de apuntar.

— ¡Arriba dije! — volvió a gritar.

Sin pensarlo más, el misterioso ladrón levantó las garras.

— ¡De la vuelta!

Este obedeció dándose por vencido ante todos los policías que lo tenían rodeado, dio la vuelta dejando su rostro al descubierto.
Sus ojos esmeralda reflejaban seriedad, parecía no importarle que esté a punto de ser arrestado.
Uno de los policía se acercó a él, le puso unas esposas, y lo empujó a una patrulla que estaba al lado de la coneja.

— Un zorro... — Susurró la coneja al ver como esté se acercaba a la patrulla.

— No trae ningún arma, llévenselo — dijo otro policía para luego subir al zorro en el automóvil, que por alguna extraña razón, el zorro antes de subir le dedicó una mirada a la pequeña oficial, y sin más, subió.

— Parece que eso fue todo, vuelvan a sus actividades — dice otro de los compañeros.

Al ver que todo acabo, Judy subió de nuevo a su vehículo y siguió patrullando las calles de su amada ciudad.

[...]

Pov. Judy

Después de patrullar la cuidad me fui directo a la estación de Policía, debía ver que avisos tenían.

Estacioné el automóvil y bajé de él, entré a la estación y con el primero que me encontré fue con Benjamín, ese simpático guepardo que siempre esta en la estación de policía, lo considero un gran amigo.

— ¡Hola Judy! — me sonrió. — ¿Fue un día atareado?

— Sí, bueno no hubo tantos delitos, excepto uno.

— Ah, sí, el del zorro, ¿No?

— Eh... Sí, ese zorro, ¿de casualidad, no sabes que pasará con él? — le pregunté.

— Al rato será llevado a un juicio, ahí decidirán cuanto tiempo estará sancionado, pero por ahora lo tienen tras las rejas — dice, para luego tomar de un poco de café en su taza de Gazelle, el es gran fan de ella.

— Hmm... Ya veo. Bueno iré a la sala de juntas, veré si el Jefe Bogo tiene algo que decir.

— Okey, adiós, Judy.

— Adiós, Ben — me despedí con la pata, me dirigí a la sala de juntas.

No era obligatorio ir, pero si no voy me pierdo de avisos, y conociendo a mis compañeros, ninguno se molestaría en decirme de que hablaron, son un amor.

Abro la puerta. — Oficial Hopps reportándose, Señor — digo.

— ¡Hopps! Llega temprano — me responde mi jefe Bogo, sin dirigirme la mirada.

— Sí, es que ya patrullé toda la cuidad y...

— No le pregunté el por qué, tome asiento — me interrumpe.

— S-Sí, señor, con permiso señor — pasé a mi asiento.

[...]

Después de unos cuantos minutos, algunos de mis compañeros llegaron, otros supongo que les dio flojera venir, y sin darle importancia el jefe Bogo comenzó a dar los pocos avisos de hoy.

— Bueno, y eso fue todo, pueden retirarse — dice el jefe, y los demás se dirigen a la salida. ¡Ah! Esperen, si alguno de ustedes le interesa ganar un poco más de dinero, quédese hasta el ultimo — revisa unas hojas.

Al oír eso quedé demasiado interesada, ese dinero me iría muy bien, podría guardarlo para después darle una visita a mis padres.

Esperé hasta el ultimo, al igual que unos tres más de mis compañeros.

— Bueno, así que a ustedes les interesa, muy bien — suspira. — Los encargados de guardia en la prisión están pidiendo algo de apoyo de alguno de nosotros para que cuiden las celdas, sería de 11:30 am a 8:30 pm, la paga de 500 a 900 dependiendo del empeño que muestren, ¿Aceptan el acuerdo?

Los cuatro dijimos que sí, y el jefe Bogo nos pidió a pasar al frente para poner nuestros nombres en una lista.

— Bien, mañana en la mañana se les asignarán a un prisionero, pueden irse.

Salí de la sala, un poco feliz y emocionada, pues tendría el dinero suficiente para ir de visita a la casa de mis padres, tengo tiempo ya sin verlos.

Me dirigí a donde estaba Benjamín para darle la noticia.

— Así que te harás cargo de un prisionero, ¿No te da un poquito miedo?

Me encojo de hombros — No veo el porqué asustarme, es sólo una persona que cometió un delito es todo, además será la carcel normal no la de alta vigilancia.

— Tienes razón. ¡Oh! Se me olvidaba.

— ¿Qué? — lo miré dudosa.

— Ya supe que pasó con el zorro — me respondió.

— ¿Y qué pasó con él?

— Se hace llamar Nick Wilde, y fue sentenciado a tres meses tras las rejas.

— Oh, qué mal por él. Pues ya me voy, te veo mañana, Ben — me despedí.

[...]

Llegué a mi departamento después de un gran día de cuidar mi hermosa cuidad.

— ¡Genial, Judy! hiciste un gran trabajo — me dije a mi misma, mientras veía el espejo.

En un rato, me coloqué ropa de dormir, y me acosté.

Y sin saber porqué, empecé a pensar en aquel zorro de ojos esmeralda.

— Es sólo un ladrón más — dije, y sonreí. — Tranquilos Mamá y Papá, iré a verlos muy pronto.

De un momento a otro quedé dormida.

¿Es sólo un ladrón más?

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