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La melodía dejo de sonar, Amelie se mantuvo en la pose final mientras que los jueces tomaban nota de su presentación; las gotas de sudor en su frente eran de nervios mas que de esfuerzo ya que esa coreografía se la sabia al derecho y al revés.
—Bien hecho señorita Horner, me complace darle la noticia de que paso la prueba— dijo serena una de las juezas.
—Podrá iniciar con nosotros el día de mañana— la voz del director le causo alivio.
Hizo una reverencia y volvió a los camerinos, se sentó en una banca a respirar; ultimadamente los mareos se habían hecho mas frecuentes y los dolores de cabeza también. Una vez logro calmarse se ducho, cambio y salió para tomar el autobús hasta su casa. En el camino ven repitiendo algunas de las pistas de esa noche, a pesar de que el estelar era el lago de los cisnes, tenia otras dos coreografiás que presentar, y además tenia que entrar en el vestido. las preocupaciones se agrupaban cada vez mas en su cabeza.
Amelie era una chica de 22 años que desde pequeña amaba el ballet, tenia tres años la primera vez que uso un leotardo, mientras crecía su amor por esta danza también aumentaba llegando al grado de ganar becas, concursos, shows de talentos, etc. Pero así como era talentosa la pagaba caro. Tenia problemas alimenticios para mantenerse delgada; seguía dietas extremas y rutinas de ejercicio para mantener su figura, aunque eso ya le había costado varias idas al hospital.
En ese viaje a casa luego de su audición, los astros parece que se pusieron de acuerdo, ya que subió un chico nuevo al autobús; cada día subían las mismas personas, Amelie ya las conocía, pero a este joven no. Venia con una guitarra eléctrica y sus audífonos; se sentó junto a Amelie sin siquiera ponerle atención. Ella podía escuchar la canción de tan altos que los traía. Aquel muchacho tenia la mirada perdida en el suelo del autobús, pero lo que le llamo la atención a la joven fue que los dedos del chico aparte de estar vendados repetían algunas percusiones, eran exactas nunca en el tiempo que lo miro se equivoque o se trabo; y se repetían una y otra vez, nada que ver con el solo de guitarra que venia escuchando.
Antes de bajar, aquel joven se puso de pie y se acerco a la puerta, para cuando Amelie se percato que había dejado algo ya era tarde, tomo aquel boleto (o eso parecía) y busco al chico, el cual ya no estaba; al echarle un vistazo noto que era un boleto para un concierto.
Un concierto que cambiaria su vida y sus pasiones.
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