𝘀𝗲𝘃𝗲𝗻. love
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CAPÍTULO SIETE
Amor
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Aegon ha crecido, le guste o no.
Cirilla debe recordarlo siempre.
Incluso cuando la persigue por su dormitorio, con los ojos lavanda oscuros y los rizos plateados alborotados sobre la cabeza. No sabe cómo ha conseguido convencerla para jugar al pilla-pilla. Supone que es natural, dado que ha pasado mucho más tiempo siendo madre para él y sus hermanos que siendo niña.
Lo esquiva hábilmente, sin importarle su vestido rosa, mientras se sube a un mueble. El corazón de Cirilla se acelera, tanto por el esfuerzo como por la emoción de la persecución. Esquiva una silla de madera y respira entrecortadamente, pero Aegon es implacable. Sus largas zancadas y su energía sin límites le dan ventaja, y ella sabe que es sólo cuestión de tiempo que la alcance.
De pronto, siente que un brazo la rodea por la cintura y la empuja contra un pecho. Chilla sorprendida, retorciéndose en su agarre, pero Aegon la sujeta con fuerza, mezclando su risa con la de ella.
—Te atrapé—le susurra triunfante al oído, con su aliento cálido sobre su piel.
Cirilla se vuelve hacia él, con las mejillas sonrojadas y el pelo revuelto. —Siempre lo haces—responde con una sonrisa en los labios.
Aegon levanta el dedo para atrapar entre ellos su roja cabellera con delicadeza.
—Tienes el pelo tan largo, tía —su voz suena ronca y llena de anhelo. Probablemente esté disfrutando de la forma en que su rizado cabello rojizo se desliza entre sus dedos. Es tan suave y delicado que Aegon anhela tirar de él para dejarla completamente a su merced. Aegon se inclina, rozando con sus labios la piel cremosa del cuello de su tía. Ella sólo puede jadear.
El dulce olor del vino le llega a la nariz. Siempre bebe, cuando su madre le pega estos días. Ella no sabe cómo detenerlo, no sabe si alguna vez podrá hacerlo. Su primer instinto es hacer una mueca y poner fin a esto en este instante, pero sabe lo que pasará entonces. Aegon se pondrá de mal humor y rechazará sus disculpas. Así que no le impide que le dé vueltas por la habitación, haciéndola reír con su sucia boca.
Por desgracia, a Cirilla le encanta tenerlo contento y lejos del vino, así que se queda haciéndole cosquillas hasta que se le ponen los ojos llorosos.
—Me mearé encima de ti—le advierte.
—Te vomitaré encima—le responde ella.
Él se ríe con ella. Es lo que tienen los príncipes, que te hacen sentir querida, incluso amada, cuando se ríen contigo y no de ti. Y Cirilla odia que se enfade con ella. No ocurre a menudo, pero cuando ocurre... no puede evitar sentirse pequeña. Él es su carne y su sangre, más suyo de lo que nunca será de Alicent, es justo que su ira la estrangule. La deja sin aliento.
Ella quiere mantenerlo amable, su pequeño príncipe. Pero no sabe cómo. La corte no es precisamente un lugar donde los chicos amables puedan florecer, y menos uno con fuego en la sangre. Pero ella quiere que sea amable y sabe que él la quiere a ella. No es exactamente sutil, este pequeño juego que juega con ella. Él está en esa etapa de la vida en la que se cree la araña y no la mosca, y ella no le quita esa idea de la cabeza.
Es una lección que le enseñó Gwayne. Se pueden cazar más moscas con miel que con vinagre. Alicent no lo sabe y su padre probablemente no admitirá la verdad de ello. Pero es cierto, más cierto que cualquier otra cosa que Cirilla conozca. Emplea este conocimiento donde puede, pues ya no es una niña de cuatro y diez. Pocos hombres conceden favores a mujeres como ella. Pero el poco poder que tiene se lo dan con miel.
—Siéntate conmigo. —Aegon palmea sus muslos.
Hace mucho tiempo solía ser él en su regazo, pero los chicos tienden a volverse codiciosos con la edad.
—¿Qué diría tu madre? —Ella espera que eso lo haga callar, pero una sonrisa socarrona curva sus labios.
Ha hecho mal.
Con diligencia, se sienta en su regazo e intenta no retorcerse cuando él la jala. Él intenta incitarla tirándole del pelo, desnudándole la garganta hasta que ella se ve obligada a mirar al techo, incapaz de moverse. No le hará daño ni nada que la haga gritar de indignación, pero se acercará. Intenta ponerla a prueba y luego reírse de ello.
Su nariz roza su cuello y el firme agarre que tenía sobre su pelo se suaviza.
—Hoy me he enterado de algo curioso—le dice mientras le recorre el corsé con los dedos.
Ella se estremece y se gira para poder mirarle. Él sonríe, pero no hay nada de alegría en ello.
—¿Y qué has oído, mi Príncipe? —le pregunta. Los ojos lavanda de él siguen sus movimientos, la mano de ella se acerca a la mejilla de él.
Aegon aprieta su carne contra la de ella. —Te casarás con un Lannister.
Sus palabras la hacen estremecerse.
Intenta disimular su reacción, pero los agudos ojos de Aegon no pasan por alto nada. Aegon la sujeta con fuerza, con una mirada posesiva.
—¿Es cierto? —le pregunta en voz baja.
Cirilla respira hondo, obligándose a mantener la calma. —Es sólo un rumor. Aún no se ha decidido nada.
Sus ojos se entrecierran, y ella puede ver la tormenta que se avecina en su interior. —Tu sitio está aquí, conmigo—dice, y su tono no deja lugar a discusiones. —No dejaré que te lleven.
Ella levanta la mano y le aparta un mechón de pelo plateado de la frente. —No importa.
—¿No importa? —Pregunta burlonamente. Él detiene su mano y la empuja contra su boca. Aegon presiona un beso en cada uno de sus dedos. —Podrías casarte conmigo.
A ella se le escapa una carcajada y se le queda mirando, estupefacta.
—No hay ninguna razón política para hacerlo—le recuerda ella, suavemente.
Él frunce el ceño por un segundo, antes de soltar una carcajada complacida. —Pero tú me amas.
No lo dice como una pregunta, es un hecho.
—Lo hago.
BREN'S NOTE: ¡hola, corazones! ya va a empezar lo dulce, lo bueno, lo rico.
gente, únanse al canal de difusión 🗣️ hay un fanart súper bonito del fic
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