Capítulo 7: Asma
La clase de educación física no suele ser una de las favoritas, al menos no la de él, cuando era adulto, claro que él solía hacer ejercicios, pero en su infancia nunca solía hacerlos, ya que no tenía tiempo por su inteligencia (y normalmente se saltaba años). Y su asma no ayudaba, en aquel entonces evitaba las clases o el maestro lo dejaba pasar al ser menor que los demás de su clase. Pero esta vez era diferente el parecía mayor que los de su clase, por su alta estatura, puesto que al ser sangre extranjera era muy común ser más alto que el promedio de los japoneses.
Metió su inalador en su short que traía, ya que no contaba aún con el uniforme escolar de deportes porque era nuevo. Camino hacia el patio, viendo como todos usaban el uniforme de deportes, se sentía fuera de lugar, Conan iba a su lado hablando con los otros niños.
—¿Esta bien que participes en la clase? Puedo hablar con el maestro, es un poco estricto pero...—. Comentó Conan al albino, pero este nego con la cabeza.
—Estare bien ¿Si?. No he tenido otro ataque desde ese día.
Su voz fue fría y directa, el mismo iba a decirle al profesor, pero ya había escuchado lo que le había dicho a Vermouth, no podían tener favoritismo con nadie, menos con el niño nuevo, aunque esa mujer no había especificado su género al profesor, supuso que se daría cuenta, porque no todos los días entran a estudiar alguien nuevo a mitad del año escolar.
—¡Las chicas correrán 5 vueltas y los chicos 10!—. Exclamó el maestro. —¡El que no lo haga se quedará parado en el sol durante la clase!—. Los gritos del maestro intimidó a Tairoku. Principalmente siempre estaba acostumbrado escucharlo pero de personas más bajas que él, el profesor lo hacía sentir una hormiga.
Las chicas comenzaron a correr alrededor de la cancha, al igual los chicos, por su parte Gin sabía que no soportaría correr las 10 vueltas, la resistencia de ese cuerpo era horrible, se había cansado caminar del aula hasta la cancha, trato de seguir el ritmo, Conan fue tan amable y troto junto con él, ya que él no no corría estaba trotando. Apenas había dado 3 vueltas y ya sentía que le faltaba la respiración, mientras 'corria' sacó su inalador y se lo colocó en la boca dándose un disparo y volviéndolo a guardar.
—¡Deberías parar!—. Exclamó Conan.
—No soy débil.
Fue lo único que respondió, su voz temblorosa un poco pero lo ignoro, más el detective no podía hacerlo, vio como el niño comenzó a faltarle el aire, a la 5 vuelta las chicas se detuvieron y se fueron a las bancas a sentarse, Tairoku maldijo mentalmente que el profesor considerara a las chicas más que a los chicos, comenzó a pensar en la igualdad de género, ¡Las chicas debían correr lo mismo que los chicos! ¿Acaso no exigen igualdad en el trabajo y clases?.
—¡Hey, niña!—. Escucho que el maestro exclamaba, no pudo saber a quién se refería su visión se volvía un tanto borrosa. —¡Detente ya, albina—. Escucho gritar al maestro, pero no lo escucho claramente.
¿Acaso dijo albina?, ¿Lo confundió con una chica por su cabello?, Ese hombre debía considerarse muerto después de esto. Cayó al suelo con falta de respiración, trato de sacar su inalador, sintió como Conan se acercaba a él y agarraba su inalador, podía jurar que lo vio sonreír, escucho gritos, pero no podia prestar atención a su alrededor, sintió que le colocaban el inalador y le daban dos disparos, le decían que se calmara, pero no sabía que sucedía, dejó de escuchar ruidos al perder la conciencia.
[•••]
Despertó en la enfermería de su escuela, estaba solo o eso pensó, vio al pequeño detective sentado a un lado de la cama, cuidándolo por alguna razón sintió un hormigueo y el dolor en su pecho se intensificó ¿Debería preocuparse por eso?, Trato de sentarse, pero el detective lo detuvo y sacudió la cabeza.
—Le avisaré a la enfermera que despertó—. Diciendo esto Conan se iba a marchar, pero Gin le tomo la mano sin dejar marcharlo a avisar a la enfermera.
—Quedate.
Su voz sonaba adormilada y el detective asintió y se volvió a sentar mirando como el asesino cerraba sus ojos.
—Mamá—. Susurro entre los sueños el pequeño albino.
El detective suspiro pesadamente y acarició la cabeza del asesino, el cabello de Tairoku era suave, más suave que el de Ran (solamente siendo Conan podía tocar el cabello de su amiga), parecía que el albino cuidaba su cabello, era una lástima que lo iba a perder pronto... ¿Acaso no podían evitar eso? Podía preguntarle a Shiho pero sabía que la científica no ayudaría. Vio como el niño se remolineaba en la cama de manera incómoda sin soltar su mano, quería soltarle pero no sabía cómo reaccionaria el asesino, sabía el porque este hombre frente a él quería terminar por una enfermedad, él entendía como detective, "porque si hubiese muerto por esa enfermedad, sus padres no hubieran sido asesinados". ¿Porque el asesino era tan simple de mente?.
—Conan, ya llegó Ran por ti—. Le aviso la enfermera, ya había sido la hora de la salida desde hace unos minutos. Y Vermouth no había llegado aunque le llamaron.
—Enfermera, ¿Puedo llevarme a Tairoku? ¡Se donde vive!—. Exclamó Conan compareciendo al albino.
La enfermera miro al niño y asintió.
—Si, despiertale para que se puedan ir.
[•••]
Ran había tenido que cargar al niño, aunque este fuese más alto que Conan por 5 cm el albino era demasiado delgado, el pequeño detective tuvo que cargar la mochila del asesino. Ran sentía que el cuerpo del niño estaba ardiendo y su respiración era pesada como si le costará respirar, algo que le comenzó a preocupar, llegaron a la agencia Mouri y es donde iban a batallar, al menos la joven, no creía poder subir las escaleras con el niño en brazos.
—Conan, ¿Puedes ir a hablarle a Amuro?—. Cuestionó la joven al pequeño de gafas.
El menor lo pensó un poco pero asintió, sabía que Amuro reconocería al albino, pero también que Ran era una chica no tenía porque cargar a Tairoku menos subir las escaleras junto con el niño en brazos. Corrió y le hablo al mesero del Poirot, el cual salió con el mandil de la cafetería.
—¿Sucede algo...?—. Cuestionó y centro su mirada en el niño albino, albino como el asesino de la organización.
—Después te cuento, Zero—. Susurro el detective bajo para que nadie le escuchará.
—¿Puedes ayudarme a subir a Tairoku?—. Pregunto la joven karateka. El moreno asintió con su cabeza cargo al niño en sus brazos al estilo nupcial (ya que Ran lo tenia en su pecho).
Conan no podía desperdiciar tal oportunidad y tomo una fotografía, ¿Pero porque se sentía tan mal?, ¿Será porque sentía lástima por el albino?. Debía ser eso.
Subieron las escaleras y lo colocó en el sofá, noto que el padre de la joven estaba sentado en su escritorio mientras que por los auriculares escuchaba la carrera de caballos. Gin gimió de dolor al ser colocado en el sofá y abrió levemente sus ojos, sentía que su cuerpo ardía.
—Ya está, llámame si necesitan algo—. Dijo Amuro mirando a Ran. —¿Quieres que traiga algo para la fiebre?—. Cuestionó la chica asintió.
—Si, te acompaño—. Respondió caminando junto con Amuro al Poirot.
Conan bufo molestó, sabiendo que el moreno más tarde le cuestionaria, ya que no en donde quiera ves a un albino como él. Miro a Tairoku quien se trataba de reincorporar, al parecer Kogoro no se había dado cuenta de su presencia. Sintió el olor a cigarrillo, que estaba apagado en el cenicero, aún así el olor era leve, pero para el albino era fuerte, busco su inalador para dispararse, pero Conan lo tenia y se lo dio haciendo esta acción por él.
—¡Qué marca más barata!—. Gruño lo suficientemente fuerte para que el detective durmiente lo escuchará y se quitará los audífonos. —¿Ya empezó la carrera de caballos?—. Cuestionó Gin al tío Kogoro.
—Mocoso, ¿Quien es esa niña? Si ya empezó—. Contesto de mal humor. El albino iba a ponerse de pie pero se sintío mareado. Y miro al niño.
—No es niña tío, es un chico y es Tairoku Viyenard—. Lo presento. —¿Te interés la carrera de caballos?—. Cuestionó Conan con inocencia fingida al albino.
El albino busco un boleto de apuesta en su mochila y lo saco, había comprado ese boleto apastando a un caballo específico y le entrego al pequeño detective el boleto, para que checara si ese había ganado ya que no sentía fuerza para ponerse de pie.
—¿Un boleto?—. Susurro y se acercó a su tío. —Tio, ¿Qué caballo es el ganador?—. Cuestionó el pequeño detective.
—El número 7, mocoso. ¡Volví a perder!—. Gimió molestó Kogoro.
Conan vio el boleto, allí decía que el asesino había apostado por ese caballo, Conan trago saliva y se lo entrego al albino.
—Ganaste.
El albino sonrió de oreja a oreja, siempre ganaba ya que normalmente analizaba los caballos y jinetes, nunca hacía apuestas que no podía ganar. Miro como Kogoro se ponía de pie y le arrebataba el boleto al de gafas, diciendo que los niños no deberían jugar, que él se quedaría con el boleto, algo que molestó al niño, tanto que quiso gritarle pero no pudo ojalá le hubiera disparado en la cabeza.
[•••]
Amuro subió junto con Ran, sosteniendo una bandeja, en la bandeja tenía un pastel, un vaso de refrescó, un vaso de agua y un frasco con medicamento para la fiebre. El albino se molestó.
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