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01


— ¿Se lo hizo él?

La pregunta cortó el silencio como un cuchillo filoso y Angie dio un respingo. Había sido cuidadosa, demasiado, según ella. No quería, por ningún motivo, que Todd la descubriera viendo aquella transmisión. Sin embargo, la mujer no pudo evitarlo. Cuando la notificación apareció, se apresuró a visualizar aquella burda manera de disculpa y, aunque creía conocer bastante bien a la pareja de su representado como para intuir que algo andaba mal con ella, jamás imaginó que recurriría a su cuenta de instagram para aclarar lo sucedido.

A Silver se le podrían ocurrir muchas cosas, pero aquella era, desde luego, la más disparatada de ellas. Irisa habría preferido una rueda de prensa, si eran lo bastante hipócritas para dar la cara, o un comunicado que reafirmara su cobardía. Angie no tenía por qué lidiar con la manera en que las Blake lidiaban con sus crisis. Ese no era su trabajo. Sin embargo, cuando las fotografías saltaron en las revistas, televisión, redes sociales y cualquier otro medio impreso o audiovisual existente, pasó a ser parte de su trabajo.

Ella cuidaba de Todd Wright, a pesar de que el chico aparentara no necesitar cuidado alguno.

— ¿Qué tanto has visto? —Demandó. Intentó que su tono fuera amable, cálido, después de todo, Todd la veía como una madre, no como su agente.

Él no respondió. Se limitó a seguir viendo lo que mostraba la pantalla y Angie decidió que era suficiente.

— Tienes el encuentro de estrellas mañana, esto no te incumbe —le recordó a la vez que apagaba el dispositivo telefónico.

Más tarde, cuando Todd durmiera, averiguaría en qué terminaba la historia que Silver estaba contándoles a sus fieles seguidores. Sin duda alguna, aquella chiquilla imprudente le costaría unos miles de dólares. Aparentemente no le bastaba con su belleza y juventud, sino que debía acapararlo todo.

— Sigue siendo mi novia, ¿no? —Alegó el amable y cariñoso Todd. Ojalá pudiera ponerlo en una cajita de acero reforzado donde nadie pudiera hacerle daño.

Él no merecía a la idiota que tenía por novia. Si tan sólo el arreglo lo hubiese manejado ella y no Irisa Blake, las cosas serían distintas. Sobre todo, porque Angie jamás habría permitido que semejante engaño se hubiese gestado frente a ellos. Sí, ella habría puesto en su lugar a Silver y nada de lo que dijera Todd, la detendría. Él era su prioridad, no la tonta que se quitaba la ropa con facilidad.

— Acordamos no pronunciarnos por el escándalo de infidelidad —mencionó, sonriéndole con tranquilidad—. Silver cometió un terrible error. Te afectó a ti, a tu imagen y a tu reputación. No vamos a ayudarla —aseguró, aunque después de la descarada confesión que hizo la modelo en los primeros minutos de su transmisión, Angie estaba dispuesta a sacar un comunicado por la mañana donde anunciaba el fin de la relación de Todd Wrigth y Silver Blake—. Que ella y su madre lo manejen. Supuestamente saben mantener las cosas bajo control, es su momento de demostrarlo.

— No me importa si me engañó ni con quién —insistió Todd, que era tan ciego como bueno en el juego—. No voy a salir a hacerme el ofendido o el dolido porque no la quiero. Lo sabes bien, Angie. En parte fue idea tuya convertirla en mi novia. No sé qué concepción tengas tú y tu equipo de publicidad de las relaciones, pero no aceptaré que la golpeen.

— ¿Y si lo hizo ella?

Hacer la acusación se sintió mal, pero con Silver no sabía qué esperar. Su madre, Irisa, estaba hecha de la peor calaña, no sería inaudito pensar que su hija fuese igual. Sobre todo, tras admitir que engañaba a Todd con aquel guardaespaldas idiota. Provocarse esos moretones podría ser su último recurso para generar empatía y convencer a todos que merece el perdón.

— ¿Qué?

— Sí, ¿qué tal que se ha golpeado ella misma para verse como una víctima frente a la gente?

— Silver no haría eso.

— ¿Estás seguro? Porque cuando te advertí que algo sucedía entre ella y su guardaespaldas, aseguraste que no lo haría, que no sería capaz de engañarte y, ¿qué tenemos meses después? Pruebas irrefutables de su infidelidad.

El golpe de realidad era necesario. Todd debía ver a la embaucadora que tenía por novia. Lo que hiciera con su carrera en el modelaje no le interesaba en lo más mínimo. Podía desnudarse para todos los fotógrafos, si quería, pero no se burlaría de Todd y saldría airosa. Angie no lo permitiría. Silver Blake no se burlaría de ellos y quedaría bien ante la opinión pública.

— Estaba enamorada —la defendió y si no supiera el gran corazón que el chico tenía, lo tomaría por tonto—. Silver estaba enamorada.

— Tenía un contrato que cumplir...

— Sí, bueno, el amor no se compra con diez millones de dólares —la interrumpió y si tan sólo hubiesen elegido a la cantante country, esa conversación no estuviera sucediendo.

— No, quizá no. Pero al menos debió mostrar respeto.

— ¿Dónde estaba el video? —Exigió saber Todd al tomar el control de la televisión.

— Acabamos de bajar del avión —insistió Angie, quien sabía que apenas viera las imágenes, se conmovería ante la mirada desesperada de Silver—. Ve a dormir, mañana lo arreglamos.

— Voy a llamarla.

— Todd, no es horario para llamadas.

— Es mi novia, Angie —expresó nuevamente, porque a pesar de todo lo que ella dijera, aún no anunciaban el final de la relación—. Sé que no te agrada, pero tú misma dijiste que estaba actuando raro.

Era verdad, aunque lo dijo porque creyó que se estaba drogando. Aquella practica no era inusual en ella. Durante el primer año de su relación el consumo excesivo de drogas fue uno de los aspectos que Angie obligó a modificar. El mejor basquetbolista de la historia no podía estar ligado a una muchacha con tales problemas, así que Irisa intervino. Tomó a su hija y durante tres meses la llevó lejos de la multitud, la reformó y la devolvió como una chica completamente curada de su adicción.

Cuando Silver comenzó nuevamente a actuar con nerviosismo y lanzar gritos aquí y allá, Angie supo que la abstinencia debía estar haciendo de las suyas. Sin embargo, durante el último par de años, la modelo aparentó total control con sus adicciones. Ni siquiera bebía alcohol. Siempre pedía agua con unas gotas de limón. Esa era su bebida preferida en todos los eventos a los que acompañó a Todd, incluso fue el menú que manejaron exclusivamente para ella durante su apoyo a la campaña del senador Thompson. Si tuviera que adivinar, Angie no sabría decir si en algún momento tuvo problemas con las drogas. Había cambiado. Parecía otra persona y por lo que decía en ese video en vivo, podría pensarse que lo era.

Angie no tuvo más remedio que aceptar sus propias palabras y agachar la mirada ante la petición de Todd.

— Llamaré a Irisa —propuso—. ¿Te parece bien? Y cuando regresemos a casa, tú decidirás el rumbo de su relación.

Todd le sonrió. Tenía veinticinco años, la apariencia de un gigante portentoso y una mirada infantil llena de amor. Para Angie era odioso ser la culpable de haber propuesto la falsa relación entre él y Silver Blake. Todd se merecía a alguien muchísimo mejor.

Cuando el momento de anunciar el final a ese absurdo compromiso, ella sin duda sería la más feliz de las personas. Por el momento, no le quedaba más remedio que aguardar a que la modelo del momento, terminara su video.

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