Capítulo 14
Ya pasaba de las dos de la tarde cuando Brigitte esperaba en la oficina de la comisaría de Sweeneytown. Estaba ahí sola, sentada frente al escritorio de los Cooper, con los dedos cruzados sobre su regazo. Entonces apareció Benjamin, bien peinado como siempre, con una carpeta bajo el brazo.
—Señorita Schmidt, ya está efectuada su denuncia. —El tono de su voz era muy rígido, pero el dulzor juvenil con el que había hablado reconfortó a la profesora—. Recurriremos a las autoridades estatales a ver si puede proceder. Por el momento no puedo hacer mucho por usted, lo siento.
—Muchas gracias, joven Benjamin. Es horrible todo esto, yo... Siento hacerlo pasar por estas cosas burocráticas. —Se levantó y se alisó su falda con un poco de timidez—. Creo que debería irme.
—Para serle honesto, señorita Schmidt, nosotros estamos en la misma vía que usted. Quiero decir, también queremos proceder en contra de Robert Perdomo.
—Oh... ya veo.
—De modo que estamos juntos en esto.
—¿Qué les ha hecho? —preguntó Brigitte.
—No debería decirle nada, profesora, pero... Verá, Perdomo ha cometido faltas graves en su estadía aquí en el pueblo. Queremos que lo destituyan. Esperamos pronto tener contacto con su jefe en el departamento para el cual trabaja.
—Comprendo. No parece un buen hombre ese tal Perdomo. Pues, muchas gracias por la garantía, señor Cooper.
—Por favor, señorita Schmidt, dígame Ben.
Le estrechó la mano.
—Hasta luego, Ben —dijo Brigitte.
—A su servicio. Espero haberle sido de utilidad.
—Lo has sido. —Sonrió con amabilidad y se dirigió al pasillo—. Qué Dios te bendiga a ti y a tu padre. —Antes de tomar la ruta hacia la salida del edificio, advirtió que dos hombres conocidos se aproximaban hacia la oficina. Eran de nuevo el tal Perdomo y su colega.
Brigitte rodó los ojos y resopló. Trató de pasar a su lado sin hacerle caso.
—Profesora Schmidt —la aludió Perdomo—, ¿ya pensó en nuestra cita?
«Qué sujeto más patán», pensó ella, y caminó rápido.
Detrás de sí escuchó que los agentes buscaban al anciano Cooper. Sin embargo, al no encontrarse por el momento, estos comenzaron a hostigar a Ben con preguntas. La profesora se detuvo, con el dedo bajo la correa del bolso, e intentó mirar sobre su hombro izquierdo. Se le aceleró el corazón porque creyó que debía ayudarlo, aunque no le apeteciera para nada.
—Ya se los he dicho, agentes, él no se encuentra.
—No te pongas así, muchacho, ya nos dimos cuenta.
—Entonces deje de buscarlo, por favor.
—Bien, será mejor que tú nos respondas.
—¿Qué desean saber?
—¿Ya investigaron a los Anderson? Sobre todo a un tal Bruce. Quiero información de él.
—Mi padre habló con él, pero lamento anunciarle que lo que charlaron entre ellos no es de su incumbencia. Políticas de la comisaría.
—¡Al diablo las políticas de la comisaría! —Robert le atizó una palmadita en el pecho—. Será mejor que me muestres el informe por escrito y la entrevista. Quiero saber qué ha declarado Bruce Anderson. ¿Debemos recordarte cuál es tu lugar en la jerarquía, hijo?
—Si usted desea una entrevista, será mejor que lo busque...
—Así no funcionan las cosas. Además, ese imbécil, por lo que oí, nunca está en casa.
—No es nuestro problema, agente. Se lo digo con el más debido respeto.
—Mira, amiguito, somos el FBI, y si no...
—¡Oigan ustedes! —intervino Brigitte—. ¡Será mejor que lo dejen en paz!
—¡Ja! No sabía que esta mojigata era tu madre.
—Ya basta de hostigar a los habitantes de Sweeneytown.
—Cariñito...
—¡No soy tu cariñito! ¡Lárguense! —Por tercera ocasión, Warden sugirió a su colega abandonar la escena una vez más, como estaba siendo costumbre.
Brigitte se colocó frente a Benjamin, al que no le molestó esto en lo más mínimo.
—Vaya, en este pueblo son muy amigables, ¿no es así, Warden? Como sea, amiguitos, pronto mi jefe se va a enterar de qué clase de personas son ustedes. Haremos que los destituyan.
Los agentes se fueron de la comisaría. Brigitte esperó el momento adecuado para irse de vuelta a su coche. Pero lo que habían dicho aquellos hombres la dejó pensando. ¿Cómo era posible que Bruce Anderson fuese sospechoso? Hasta Jordan Cooper había hablado con él, lo cual era increíble. Le llamó la atención semejante detalle, pues recordaba que los padres de Patrick eran muy complicados de citar, sobre todo si se trataba de una reunión sobre su hijo. ¿Será posible que los Anderson estén involucrados en los crímenes del pueblo?, se preguntó.
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