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Silencio

Nos separa un escritorio que evita el contacto y en nuestro caso, irnos a los golpes y a pesar de eso nuestras piernas se rozan por debajo del mueble. Tony apoya el codo sobre la mesa y luego su mentón en la palma abierta, me dedica una mirada llena de desprecio parece que en cualquier momento, tan solo apuntará el propulsor de su traje en mi dirección para derrotarme. Sin quedarme atrás, compruebo el arma que llevo en la cintura, la frialdad de esta es algo familiar para mí, sin darme cuenta esbozo una sonrisa que no pasa desapercibida por Tony quien arquea una ceja, aturdido por mi reacción que creyó era para él.

Tony se apoya más sobre el escritorio reduciendo así la distancia tan prudente que hemos estado manteniendo hasta hace minutos. Su expresión es de burla debido a mi acción de retroceder en un afán por recuperar lo perdido.

—¿Qué sucede, capitán? —comienza relamiéndose los labios sin apartar su mirada de la mía—. ¿El temido Hydra está nervioso?

—¿Por ti? Jamás. —Me apoyo sobre el respaldar del asiento, mis piernas se separan y evito reír ante los ojos que no se apartan de mi entrepierna—. ¿Qué me dices tú? —agrego chasqueando los dedos para obtener su atención de regreso a mi rostro.

—Nunca —asegura y algo en su respuesta me hace creer que se trata de una mentira.

Quedamos en silencio, mirándonos con intensidad, con fuego que irradian de los iris dispuestos a matar de ser necesario, sin embargo, por un breve instante, creo ver un rastro de ese sentimiento de antaño; amor, el mismo que hace tiempo nos abandonó a nosotros que éramos unos amantes apasionados dispuestos a todo e ir en contra de todos y de lo que ya no quedan más que recuerdos. Seguimos los mismos ideales, tan parecidos uno del otro y aquello fue motivo de nuestra destrucción porque pronto, no podíamos tolerar estar en presencia del otro, ese fue el comienzo del odio que no ha hecho más que incrementar con el pasar de los años. Somos una constante competencia, ver quien es mejor y entregar lo mejor de nosotros en nuestra misión por demostrarle al pueblo a quien de los dos deben seguir y brindarle lealtad.

No estoy sosteniendo más el arma, no me permito apartar mi mirada de la de Tony, buscando algún indicio de duda, de querer retractarse por todo lo acontecido no solo en estos momentos sino todo el tiempo desde que nos separamos por nuestras constantes discusiones, pero Tony permanece sereno, sé que no ha bajado la guardia, está atento a lo que sucede a su alrededor, agudizando sus otros sentidos aparte de la vista y quizá como yo, espera ver duda de mi parte. Un sentimiento que no estoy dispuesto a brindar, no a él que me conoce al derecho y al revés y más de una vez ha sabido sacar ventaja de eso. Quiero ser yo quien se adelante, el que sabe el siguiente movimiento y está preparado para contraatacar con palabras hirientes, indiferencia o una bala en una pierna. La falta de palabras es nuestra compañera fiel, la hemos conocido por años que se ha transformado en una amiga, hemos sabido recibirla con gusto al punto de no incomodarnos como solía suceder en un inicio cuando no podíamos ni mirarnos tras el rompimiento.

Los ojos de Tony brillan, haciendo relucir el celeste que hay en ellos que contrasta a la perfección con la armadura plateada de la que sé, se siente orgulloso. Él hace un ademán de querer hablar y se detiene a último segundo, decidido a no ser quien ponga las palabras sobre la mesa. Aguarda con las brazos cruzados, una ceja alzada y labios entreabiertos que antes eran una clara invitación a ser besados.
Opto por cumplir su pequeño capricho, elimino la espera al permitir que mi voz se deje escuchar otra vez.

—¿A qué viniste? —inquiero sabiendo que su visita es repentina porque han pasado dos años desde la última vez que la vi. Y en esa ocasión, resultó ser un total desastre, discutimos y cuando las palabras no bastaron, nos enfrentamos haciendo buen uso de nuestras habilidades de combate que dieron como resultado heridas, costillas rotas y una bala en la pierna.

—A nada, quería conversar con alguien conocido.

—¿Conocido? —Río ante lo dicho como si fuera el mejor chiste jamás contado—. Tú y yo ya nos conocemos hace mucho, Stark.

—Te equivocas. Lo hacemos más de lo que crees. Sabemos tan bien el siguiente movimiento del otro porque a ese punto hemos llegado, a conocer tan bien al otro que deducimos el siguiente gran paso que dará, ¿o me equivoco? —Está de pie y camina cerca mío hasta darme la espalda y ver un cuadro en la pared—. Sé que planeas invadir SHIELD la próxima semana, que llevarás a Barnes contigo y que no te temblará la mano para matar de ser necesario. Luego crearás una base de HYDRA en el mismo lugar y será la principal donde te alojarás para proseguir con las órdenes que los demás deberán acatar sin oponerse o conseguirán el mismo destino que el enemigo—. Voltea, tiene una expresión neutral, sin indicio alguno que me diga que sentimiento lo embarga—, dime si estoy mal.

—No —confieso sin poder mentir, no a él que siempre sabe ver más allá de lo que digo.

Callados, con mis latidos retumbando con tanta fuerza y rapidez que me da temor que el otro pueda escucharlos debido a la poca distancia. Me siento transportado a un tiempo atrás donde eran mis besos lo que se impregnaban en su piel y no algún golpe mío dado en nuestras batallas, donde Tony podía sonreír con sinceridad y no burla. El tiempo en que nos amábamos con una pasión que se ve plasmado en libros o películas.

Suspiro, Tony no porta más su armadura revelando la ropa casual que trae puesta. No dice nada a la par que se aproxima y debido a mi experiencia con encuentros similares, vuelto a sentir el arma bajo mi tacto hasta que Tony niega con la cabeza repetidas veces y me veo obligado a retornar la extremidad a mi costado, confiando ciegamente en él.
Reduce tanto el espacio que puedo ver con más claridad el color de sus iris tan potentes que no se despega de mi rostro. Patea el escritorio con una destreza increíble que admiro en secreto y de la que no puedo alardear en voz alta por obvias razones.

Tony acaricia mis cabellos dejando que mechones se pierdan entre sus dedos, desciende por mi frente hasta la punta de mi nariz donde se detiene por breves segundos, cuando retoma la trayectoria siento su tacto en mis labios. Su dedo índice decide delinear esa parte de mi faz y yo, sin poder resistir la tentación separo mis labios unos centímetros permitiendo que mi lengua haga presencia y pase sobre su piel con extrema rapidez. A Tony no le sorprende en lo absoluto la acción, él continua con lo suyo, ahora con ambas palmas sobre mis hombros haciendo una ligera presión de la que no me quejo y luego, está sentado sobre mi regazo sin pedir ningún permiso o esperar aprobación de mi parte, sus manos en mi nuca y las mías sin saber en dónde colocarse. Es Tony quien busca mis labios para darles un beso que está lejos de ser tierno, es demandante, desbordando deseo a cada movimiento suyo. Y yo que siempre me creí débil ante su toque, caigo rendido permitiendo que muerda mis labios, que introduzca su lengua que se une con la mía en una danza para ver quien de los dos lleva el mando y los gemidos se ahogan en la boca del otro. Sus manos se vuelven inquietas ya que van en todas direcciones hasta optar por posarse en mi torso acariciando el logotipo del uniforme que llevo puesto.

—Capitán —susurra mezclando su aliento con el mío. No doy opción de seguir el habla porque estoy besándolo. Tony no da objeción alguna.

La ropa estorba y desaparece poco a poco, no sé en qué momento nos movemos hasta la habitación más próxima a nosotros. Nuestros pasos son torpes y casi caemos sobre la alfombra lo que originó risas de su parte que me contagiaron. Estoy acostado sobre el colchón, Tony arriba mío usando los brazos a mis costados para no dejar caer su peso. Permito que sea él quien me haga suyo, no sería la primera vez porque nuestro deseo de posesión era tanto que siempre anhelábamos más.

Tony no alarga la espera, los segundos que me impacientan no existen más una vez que siento la intromisión en mi cuerpo, así sin preparaciones de por medio, a mí no me importa. Arqueo mi espalda buscando más contacto y el inicio de las embestidas que no tardan en llegar. Él besa mi rostro, las clavículas, el tatuaje del reactor que no fui capaz de eliminar, presiona tanto sus labios sobre este último que siento mi piel arder ante su toque. Tony muerde un poco de piel y ríe mientras aumenta la intensidad de nuestro encuentro. Grito su nombre llenando cada espacio de silencio de la habitación.
Es rudo, no podía esperar menos de él, anhela abarcar cada porción de piel con sus manos que se mueven inquietas por todo mi cuerpo sin dejar ninguna parte sin su toque que ocasiona un derretimiento en mi corazón. Calla mis gemidos besando con vehemencia mis labios como si estos fueran el oxígeno que tanto necesita. Me siento perdido entre caricias, una voz susurrante con palabras que no puedo distinguir debido a la excitación y movimientos bruscos con los que alcanzo el tan ansiado orgasmo. Tony concluye pocos segundos después y rendido cae a mi lado, suspira con pesadez.

Todavía no encontramos el habla, callados como al comienzo sin permitir que las palabras arruinen el momento que hemos construido en cuestión de minutos. Hemos vuelto a caer en la trampa del otro sin medir las consecuencias, sin pensar que nuestra relación está tan dañada que no tiene solución existente o posible.

Lo que está muerto no tiene opción de revivir.

Sé eso porque fueron las palabras de Tony una ocasión que creí teníamos salvación y su frase tan dura y llena de frialdad se incrustó en mi mente de manera inmediata. El constante recordatorio que no importaba cuantas veces buscáramos al otro por unos cuantos besos, caricias y sexo desenfrenado, lo de nosotros no da para más porque detrás de la parte bonita, están las peleas, los golpes, la batalla de egos y afán por llevar la delantera y hundir al otro en el proceso.

Mis párpados se cierran con fuerza al oír el movimiento en la cama y el sonido de los pasos de Tony buscando sus prendas que están esparcidas por el suelo de madera. No lo veo vestirse e ignoro su despedida donde asegura que nos volveremos a ver y solo cuando tengo la seguridad que no está más, permito que la luz del foco sea lo primera que vea y luego la soledad de la que soy parte. No hay prueba alguna que demuestre que él estuvo aquí hace tan solo unos segundos, todo está en perfecto orden como al comienzo. Con pesadez dejo atrás mi habitación apenas portando mi ropa interior y voy por un vaso con agua que termino a los segundos de ser servido.

No hay nada más que silencio en las cuatro paredes que forman parte de mi escondite. Voy a tener que cambiar mi locación mañana a primera hora y seguro que Tony conseguirá hallarla de todas formas.

Silencio mientras observo cada rincón que él ocupó, retorno al cuarto para vestirme con el uniforme justo cuando el teléfono comienza a sonar con un tono personalizado.

—Buck —digo una vez que contesto, hay ruido del otro lado y deduzco que él está conduciendo ignorando las veces que le dije y advertí que no me llame mientras lo hace.

—Tienes que ver las noticias.

No agrega más, finaliza la comunicación y yo intrigado por lo dicho, enciendo el televisor conforme me siento sobre el colchón. Las imágenes no dejan de reproducirse en cada canal del estado. Todas son las mismas, unas con más nitidez que otras. En los vídeos se ve a la gente, que tuvo la mala suerte de estar presentes en el momento menos indicado, correr despavorida para resguardarse del ataque. Se distingue la silueta con armadura plateada en el techo de la base principal de SHIELD donde tiene al director de rehén e inconscientemente, llevo mi mano al único bolsillo del uniforme encontrando el vacío donde antes había una memoria USB con toda la información de SHIELD, puntos débiles y todo un plan de ataque que sería llevado a cabo por mí en unos días.

—Superior —digo con rencor, apretando los dientes sin apartar la vista de la pantalla, en ella se aprecia al villano de la historia apuntando a la cabeza de Nick Fury y después, un disparo que acaba con su vida.

Pudimos haber formado un equipo imparable, difícil de vencer, unos líderes del nuevo mundo, sin embargo, optamos por el odio, la competencia y el constante silencio que nos persigue cada vez que nos vemos.

El silencio no nos deja y hace tiempo que ha dejado de ser incómodo porque es en medio de este que nos entregamos a una pasión que decíamos estaba extinta, aunque sabemos que eso no es cierto porque es el único buen sentimiento que conservamos.

Silencio es lo único que nos queda a nosotros dos.

A Tony y Steve.

A Superior Iron Man y Capitán Hydra.

Nada más que silencio.

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