CAPÍTULO TRES
' enigma '

H

abían pasado siete días hasta que Hoseok se puso en contacto conmigo, de alguna forma me lo venía venir. Noté la inconformidad en sus ojos negros, él no se rendiría, no como la policía o sus padres. Me envió un mensaje en la mañana pidiéndome asistir a una cafetería cerca de su trabajo, dijo que él me invitaba así que no pude negarme, también quería verlo. Pase el resto del día en la oficina un poco ansiosa, golpeando mí pie contra el suelo, no podía parar de pensar en todas las veces que quise ser más cercana a él, pero que mí timidez no me lo permitió. Nos llevamos tan solo dos años, no es la gran cosa, aunque Jiwoo siempre lo vio como un bebé, en consecuencia, me obligue a mí misma a también hacerlo.

Cuando la hora llegó, tomé mis cosas y salí tan rápido como pude en mí auto. Llegando al lugar especificado, desde la vidriera llegaba a ver su cuerpo de espaldas, escribiendo en una notebook. Mí pecho se aceleró mientras caminaba dentro, saludé a la mesera del lugar, repleto de un delicioso aroma a café y masas dulces.

— ¿Te hice esperar mucho? —cuestioné, tocando su hombro. El muchacho se puso de pie y sonrió. Lucia un lindo traje negro que le sentaba excelente a su figura esbelta, pero no podía negar sus ojeras que delatan cuan estresado se encuentra. Yo me habia arreglado de tal forma que mi cabello estaba mucho mejor peinado, durante meses no he podido arreglarme como es adecuado, ni siquiera pegaba un ojo en la noche, me perseguía una sensación en el estómago y consciencia que me había pasado todo este tiempo en casa trabajando desde allí sin atreverme a volver a salir a la sociedad, solo tirada en mi tristeza. Luego del funeral, retome mí vida.

Me invitó a tomar asiento.

— Para nada, disculpa por haberte molestado. —negué— Es que... siento que eres a la única que le puedo confiar mis secretos, has sido como una hermana para mí desde que tengo memoria, y Jiwoo te amaba mucho.

Tragué saliva, comencé a rascar mí cuello con nerviosismo.

— Oh...

— Sé que puede sonar algo repentino, pero estuve rastreando los movimientos de mi hermana en los últimos días antes que desapareciera.

Una punzada llegó a mi pecho.

— ¿Por qué?

— Necesito saber que sucedió realmente con ella, Sumi. —sus ojos desesperados dieron con los mios— Todos se empeñan en olvidarla, pero tú eres como yo, no puedes dejarla ir fácilmente. La amábamos.

— Si, la quería como si fuera mi propia hermana. —pequeñas lágrimas se forman a mis costados.

Tal vez debo ayudarlo con esto.