La última nota
Tenía catorce años y no quería cumplir quince. ¿Cuánto era que tenías tú? ¿treinta y ocho o algo así? No lo recuerdo, hasta la edad se me olvido.
Antes de que llegaras a mi vida, todo era silencio. Pero estaba bien, estaba acostumbrada al silencio.
Pero después apareciste con ese gran Chelo y con él y tu guía descubrí la música, descubrí que podía producirla, gracias a ti, descubrí que en todos lados existía una melodía.
En el cantar de las aves y en crujir de las hojas de los árboles. En el agua corriendo en el rio y en la risa de un niño. Hasta escuchaba la música en las cucharas, en el aire, en mi propia respiración.
Tanto ame en ese descubrimiento y lo tenia tan ligado a ti que llegue a pensar que eras como música, que te amaba también a ti.
Por eso fue tan fácil ¿verdad? Tan fácil engañarme y hacerme pensar que el amor que sentía era de ese tipo físico.
Por eso fue tan sencillo convencerme en aquel sucio sofá de dejarte hacer las cosas que me hiciste.
Hasta dejaste que me sintiera culpable porque según tú, yo lo quería.
Ni siquiera lo sabes, ni siquiera te diste cuenta del daño que me hiciste.
Porque cuando me dejaste, después de obtener lo que querías, no me dijiste que me habías mentido.
No me dijiste que el amor no se sentía así, que tú eras el malo, no yo.
Pensé que era mi culpa, que me lo había buscado y que algo en mi debía estar mal para que dejaras de amarme porque, a mis ojos, tú eras perfecto. Al tempo de Boccherini.
Después de eso, la música me traía tu recuerdo y ya que la escuchaba en todas partes, vivía día con ese tormento.
¿Puedes entenderlo que sentía? Andaba por la vida sintiendo en cada paso como vidrios rotos bajo mi piel.
Con tu ausencia, todo se volvió fatalista. Era como si solo existiera una melodía. Todo sonaba como a Lacrimosa.
Para apagarlo, pasaba horas en la tina hundiendo la cabeza hasta que el agua dentro de mis oídos traía consigo el silencio del vacío.
Pero un día no fue suficiente. Por alguna razón, tu horrible música me siguió hasta el vacío. Así que pensé:
"Esta vida es aburrida, ya no quiero estar aquí".
Y con ese vago pensamiento yo iba despedirme de este mundo al que ya no quería pertenecer. Como si fuera por eso, como si solo hubiese estado aburrida.
Cerré mis ojos esperando que las pastillas hicieran efecto, estaba en mi lugar favorito, la bañera, usando mi vestido azul favorito, el que estaba lleno de flores y me hacía ver como una muñeca, ya sabes, soy muy teatral.
Te preguntaras ¿Por qué no me corte las venas? Es simple, no quería manchar mi vestido favorito. También pensé en la cuerda, pero hubiese dejado una marca en mi cuello. Ya sabes, siempre fui muy vanidosa.
Esperaba que el sonido atrapado del agua entre las paredes del baño me arrullase, recordé a lo lejos la dura voz de mi madre regañándome por dormir en la bañera.
Ella decía "¿sabías que, te puedes ahogar si te quedas dormida en la bañera?", aunque lo intente muchas veces, al sentir el agua entrando en los pulmones, siempre despertaba. Por eso me tomé las pastillas, el medio frasco que quedaba, porque estaba segura de que, si una cosa no me mataba lo haría la otra.
Ya sabes, también soy muy meticulosa.
Sin embargo, de una mente irónica, ¿Por qué el último pensamiento que tuve que tener en la vida, era precisamente un regaño de mi madre?
Pensaba que, tal vez ella me regañaría muchos años después cuando también se muriera, por haberme dormido en la bañera y ahogarme justo como tantas veces le dijo que pasaría.
Pero sinceramente, esperaba que no, porque si realmente hubiese después de esta, otra vida, lo hubiese sentido como una maldita estafa.
Estaba segura de que nada me pertenecía en el mundo, ni siquiera mi propia vida, sin embargo, descubrir que tampoco me partencia mi muerte, eso habría sido la mayor traición de dios hacia los hombres y su persona.
Por supuesto, además soy una dramática.
Pero no llegué a descubrir si realmente existía eso de otra vida después de esta, pues para el segundo que perdí el negro de vista como un recuerdo lejano de la nada, fui deslumbrada por el pulcro y brillante blanco de las luces en techo del hospital Karasawa.
—¿Koyuki? —escuché a lo lejos la voz de mi madre como un tintineo dentro de mi cabeza, después escuché como un eco la voz de mi padre.
—Viva —susurró el hombre recuperando el aliento, incliné ligeramente mi cabeza para encontrarme con la imagen que nunca quise enfrentar.
La mirada de mis padres, atónitos ante la irrefutable verdad de que su hija, la única hija que les dio dios, la que habían luchado tanto por traer a la vida, había despreciado su regalo intentando devolverla.
No importa cuánto tiempo que pase, nunca lo voy a olvidar. Aun hoy en día, si fuera una gran artista, la podría dibujar de pura memoria.
Mi madre tenía la cara empapada y los ojos hinchados. Jamás, ni siquiera cuando me caí contra la repisa y heche a perder su porcelana china, la vi con una cara tan roja.
Mientras, mi padre parecía haber envejecido 10 de años de golpe debido a las ojeras que hundían su mirada, él fue el primero en reaccionar. Llego a mí de solo dos pasos, me puso las manos en los hombros, me levantó de la cama, y frente a la mirada del conmovida del doctor dijo:
—Mi hija está viva.
Mi padre me vio a los ojos y yo me quise morir otra vez, era lo único que le importaba.
Hasta ese día, nunca lo había visto llorar. Ni con los abortos involuntarios de mi madre, ni con la peor crisis financiera de su empresa, ni siquiera cuando murió el abuelo de ese cáncer en el pulmón.
Ver lentamente esos ojos negros inundarse me convirtió en una nueva escultura de cristal, en lugar de reclamar mi egoísmo, él me pego a su pecho y me rodeó con los brazos, y yo caí en la resolución de que jamás había sentido tanto calor.
—Dios, mi hija está viva —sollozó mi padre —gracias dios, mi hija está viva.
En segundos, los brazos de mi madre rodearon mi delgado cuerpo por detrás.
—Koyuki —susurró empapándome la espada en lágrimas —¿Por qué Koyuki?, ¿por qué?
No lo soporté más, cada centímetro de los vidrios en mi alma se pulverizó.
Pude sentirlo en la piel, en el palpitar de mi corazón, en el rio de lágrimas que me escurrió las mejillas, sentí todas las fibras de mi ser romperse junto con ellos.
Pero no importaba, ya no importaba más, atrapada entre los cuerpos de mis padres, podría asegurar que, su abrazo era tan fuerte como para no dejar caer ni un solo pedazo.
Lloré como no había llorado antes, pensaba entonces, que justo antes de quedarme dormida, había sentido tanto frio, tanto que se sorprendió, tanto que me hizo preguntarme ¿Qué otras cosas no habían sentido antes?
Como el calor de esos brazos envolviéndome, como un beso de verdadero amor. Nunca había comido el postre más delicioso del mundo en Italia, ni había reído tan fuerte que me doliera la panza.
Mientras le pedía perdón al amor que traicioné con mis egoístas actos, por haber tenido la plena intención de arrebatarles a su única hija, llegué a la conclusión de que no quería morir, solo quería vivir, quería vivir con todas mis fuerzas y estaba agradecida de tener un segundo milagro, después del milagro que me permitió nacer, dios había sido tan bueno, que me concedió el de seguir viviendo.
Y he vivido desde entonces, vaya si he vivido.
Hoy finalmente me gradué. Al fin puedo salir de esta institución que alguna vez pensé que era una prisión y terminó por convertirse en mi camino hacia la libertad.
La libertad de tu falso amor, de la culpa, del odio.
Mi psicóloga me dijo hoy que tenía que escribir esta carta a la persona que me hizo daño y perdonarlo. Pero ¿sabes qué?
Yo no te perdono.
De hecho, me da gusto que mi padre te buscara. Me da gusto saber lo que te hizo y solo espero que lo haya hecho lentamente y que sufrieras con ello.
Solo me hubiera gustado escribirte antes, solo para que supieras el horrible ser humano que fuiste.
La doctora dijo que no debía odiarte porque me hace daño, así que voy a dejar de odiarte, pero no liberare tu alma con mi perdón. Eso no es justicia.
Sin embargo, me perdonó a mí. Busco en mi interior a la joven yo solo para darle ese abrazo fuerte y le digo "no fue tu culpa, fuiste una víctima y tampoco fue tu culpa serlo. Vamos a cambiar, vamos a esforzarnos para no volver a serlo".
Le prometo que la voy a proteger y que la próxima persona que amemos nos va a amar igual, que no nos hará daño, al contrario, él nos va a ayudar a protegernos.
A cuidar a nuestro corazón roto.
¿Sabes? He vuelto a escuchar la música y no puedo creer que me pareciera horrible alguna vez.
Es maravillosa. Toda ella. Hasta los bullicios de la ciudad, hasta los vientos en la pradera, hasta el golpeteo de la pluma de mi psicóloga, incluso la voz que hago al llorar. Toda la música es maravillosa.
Y ahora cuando me hundo en la bañera, siempre encuentro una nueva melodía en mi cabeza. Creo que pronto compondré mi primera sinfonía. Usare esas melodías, esa música que encuentro silencio en el agua.
Notas de autor:
Hola, soy la autora y quiero agradecerte por haber leído este relato. Como ven es una especie de carta que la protagonista usa como medio de terapia.
Si te sientes idenficado o identificada con alguno de sus pensamientos previos a su rescate, recuerda que siempre puedes pedir ayuda.
Si guardas algún dolor en tu corazón, recomiendo ampliamente esta actividad, creeme, te ayudara a sanar.
Si te gustó este relato, por favor pasate por mis otros proyectos, se que tambien te gustaran.
De todas formas, agradezco todas sus opiniones, votos y comentarios.
Muchas gracias por leer y mucha suerte en cualquier proyecto que tengas en tus manos, si aún no lo empiezas ¿qué estas esperando? No hay mejor momento que el ahora.
Yo soy shixxen y me despido, chaobye.
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